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domingo, 18 de noviembre de 2018

Entrevista a Almudena Carracedo

Tanto hablan los españoles de ser víctimas que hay quienes se lo han terminando creyendo.

De pronto, llega un documental que echa todo abajo.

Un documental acerca de la impunidad institucional practicada por un régimen autoritario que prefiere seguir anclado ideológicamente al Medioveo.

Un filme que nos muestra el terrorismo de estado que se oculta tras las ramplonas declaraciones de gente como Fernando Savater, Mario Vargas Llosa, Arturo Pérez-Reverte y un largo etcétera.

Una cinta que desnuda la lacra ética que define al españolismo.

Les invitamos a leer esta entrevista dada a conocer en la págian de Cuarto Poder:


La película, filmada a lo largo de seis años, acompaña a víctimas del franquismo

Iván Reguera

Almudena ha desarrollado su carrera en EEUU. En 2012 regresó a España para trabajar, con su marido Robert Bahar, en el fabuloso documental El Silencio de otros, que ya está en nuestros cines. Filmada a lo largo de seis años, la película acompaña a víctimas y supervivientes del régimen de Franco a medida que se organiza la denominada “Querella argentina”.

Sus protagonistas son las victimas del horror y sus familiares, abogados de derechos humanos y la jueza argentina que se basa en el principio de jurisdicción universal para investigar crímenes de lesa humanidad en el extranjero si se niega el país donde se cometieron. Es el vergonzoso caso de España.

— Cuando ves el documental pareces metido en una buena película política. Tiene el tempo, ritmo y montaje de un thriller político.

— Era muy importante que el documental funcionase como película. Por un lado, porque queríamos llegar a más gente que la que ve documentales. También debía funcionar a nivel emocional, que el público viviera esa experiencia. Fue un lujo estar seis años con los protagonistas.

— ¿Cómo consigues estar tantos años con estas personas, en sus trabajos, en sus vidas privadas, en sus casas…? Financiar esto no ha tenido que ser nada fácil.

— No, ha sido muy difícil. En lo personal son siete años dedicados en cuerpo y alma y no hemos hecho otra cosa. Yo llevaba la cámara y mi marido hacía el sonido.

— Y os llevabais el trabajo a casa, cosa que no es nada recomendable.

— El reto fue cómo cerrar la puerta del despacho a una hora determinada. Nos tocaba entregarnos. Una vez que empiezas a grabar una cosa así no puedes dejarlo, hay un gran compromiso con la historia, con los personajes y con el público.

— ¿Hubo algún momento de flaqueza, en el que te dijiste “No puedo más”?

— Hubo momentos de no poder pagar el piso, pero no podías permitirte el lujo de abandonar a toda esta gente. Nos dimos cuenta de que la película era mucho más grande que todos nosotros. Los del equipo, los montadores, los músicos… todos entendimos que esto era más grande que nuestra propia persona.

— Todo arranca en 2010 con el tema de los niños robados.

— Sí, cuando tuvimos a nuestra niña empezó a salir el tema de los bebés robados. Estábamos muy sensibilizados y ahí pensamos en hacer un documental sobre los niños robados. Empezamos a grabar en 2011 y en 2012 nos vinimos a España porque nos dimos cuenta de que teníamos que hacerlo desde aquí. Al llegar nos encontramos con la “Querella argentina” y ahí nos dimos cuenta de que podíamos contarlo todo no en pasado, sino en presente.

— Recuperar la historia y vivirla a la vez. Emociona, se nota en la pantalla. Habrá sido duro que se te muera durante la producción uno de los testigos, como esa mujer anciana que busca recuperar los restos de su madre, tirados al lado de una carretera. ¿Cuántos años tenía?

— 84, había tenido una vida muy dura. Hay mucha gente que se va muriendo, pero otra gente que toma el testigo y eso es algo que se muestra en la película.

— ¿Por qué la ficción española no ha entrado en el horror del que habla El silencio de otros?

— Durante un tiempo hubo una avalancha de películas de la Guerra civil que seguía el esquema de los dos bandos, equiparados. Ha generado un cansancio general, cuando estábamos rodando había gente que nos decía “¡Otra de memoria histórica!”.

— Los americanos no dicen “¡Otra de la Guerra de secesión!”.

— Es tremendo, luego preguntas cuántas películas sobre la memoria histórica han visto y se quedan a cuadros. En ficción recuerdo El laberinto del fauno, en el momento en el que un tipo pisa el cráneo de otro tuve que irme al baño. En un instante vi lo que fue el fascismo, entendí algo que no había entendido. El dolor que sufre la gente al ver nuestra película tiene que ver con eso.

El silencio de otros debería verse en los colegios, para que se sepa que vivimos en un país que tiene más de 100.000 personas enterradas en cunetas.

— Y no hay un número oficial de desaparecidos. El documental es didáctico porque enseña mucho, pero primero llega al corazón. Y creemos que funciona para muchos públicos, para el que quiere saber más y para el de “tenemos que olvidar”.

— En el documental aparece el PP y no sale muy bien parado. Sale Aznar y su “no remover huesos”, Rajoy contestando a la gallega, esperanza Aguirre votando en contra de cambiar calles de golpistas, ese momento demoledor en el que el gobierno del PP amenaza con romper relaciones con Argentina..

— Ellos están muy orgullosos de lo que dicen. No hacemos mofa alguna de ninguna de sus declaraciones, las víctimas se enfrentan a su oposición. Tampoco nos olvidamos de la Casa Real, que se ha posicionado. Y falta más PSOE en el documental.

— También debería verse en Moncloa.

— El PSOE tiene que hacer un debate interno sobre este tema y hay que aprovechar este cambio político y cultural. La película puede ser una herramienta para ese debate.

— ¿Cuando entra Almodóvar en el proyecto? ¿Con la película ya montada?

— Estábamos montando y sabíamos que en El Deseo tenían mucho interés por este tema. Nos ayudaron a conseguir más financiación.

— ¿Cuánto material tenías para montar?

— 450 horas y tardamos año medio.

— Supongo que estáis pensando en los Goya y en los Oscar.

— Claro, estamos en campaña doble, en Estados Unidos y aquí.

— Me parece un acierto el uso del agujero de disparo en el cartel. Resume un país en el que todavía hay tipos que se levantan por la mañana, cogen una escopeta y disparan a una estatua que homenajea a gente asesinada a sangre fría.

— La pregunta de la película es: ¿Tras más de 40 años de democracia, cómo lidiamos con esto? Juzgamos el presente. ¿Qué hacemos hoy? Los jóvenes que han visto la película en el extranjero, exiliados económicos, nos dicen que les han arrebatado su historia. Reaccionan muy cabreados, emocionados. Mira, me emociono yo también.

— Como tiene que ser. Mucha suerte con El silencio de otros.

— Gracias.






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