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domingo, 10 de noviembre de 2024

Historia Laberíntica

Hagamos un ejercicio de memoria histórica reciente con este texto referente a 2008, mismo que ha sido publicado por Gara:


Se abren nuevos escenarios y el pasado asalta la portada

Amaia Ereñaga

Pasar las páginas de un periódico viejo es un ejercicio extraño. Hagas lo que hagas, siempre te conduce al caos absoluto: una noticia te lleva a otra, un recuerdo se enlaza con otro, un descubrimiento te hace pararte en una fecha o una cara durante horas... y a veces no puedes impedir sentirte como la Alicia de Lewis Carroll, metida en el surrealista, accidentado, doloroso y apasionante laberinto de la historia reciente de este país. Como el personaje de esta historia, ¿qué estamos aprendiendo de este viaje? Básicamente, que no tengamos miedo a lo desconocido y que la mejor gente es la que está “loca”; porque, qué interesante es la gente que tiene sueños. Última reflexión, antes de entrar en harina: cuidado con los y las Reinas de Corazones, siempre ansían cortar cabezas.

10 de noviembre de 2008, EA tomó una decisión de calado. Lo leímos en GARA al día siguiente, en portada y a cuatro columnas: «EA irá sola a las urnas tras ocho años de coalición con el PNV. Eusko Alkartasuna ha decidido no repetir la coalición con el PNV por la que optó en las autonómicas de 2001 y 2005. La constatación de que las bases apostaban por ello ha sido definitiva. La medida la hizo pública la Ejecutiva, sin necesidad de oficializarla en una Asamblea Nacional».

La información, firmada por Iñaki Iriondo, daba cuenta de este nuevo giro en la historia de la formación abertzale, que le llevaba a romper amarras definitivamente con el partido “madre”, del que se escindió en 1986. Iba a jugársela en las elecciones de marzo de 2009 en un giro arriesgado, porque su candidato a lehendakari -su presidente, Unai Ziarreta- competiría contra Juan José Ibarretxe, quien fue también su candidato en 2001 y 2005.

La clave de esta ruptura podía estar precisamente en el «Plan Ibarretxe»; es decir, en que hubiese sido enterrado por los jeltzales. Aunque las previsiones de EA en este nuevo giro pasaban por mantener los cinco parlamentarios obtenidos cuatro años antes, el varapalo fue histórico: solo obtuvieron uno. En marzo de 2009, cuando Ziarreta hizo efectiva su dimisión al frente de EA por el fracaso, dio también otras de las claves que permitían vislumbrar el nuevo escenario político que se estaba abriendo: «Insistió también en que la revisión de los errores que se hayan cometido no puede llevar al partido a renegar de la línea estratégica que se ha marcado en los últimos tiempos para regresar a posiciones que ya están superadas por la mayoría de los militantes de EA -leíamos en otra información firmada por Iñaki Iriondo-. En este sentido, señaló que el camino de futuro para el conjunto de las fuerzas abertzales es buscar la unión en clave soberanista, siempre desde el respeto escrupuloso a todos los derechos humanos».

Aires de cambio

Saltamos al 10 de noviembre de 2011, que, desde el año anterior, es conmemorado por el Gobierno de Lakua y diputaciones y ayuntamientos de la CAV como el Día de la Memoria. Situémonos: nuevamente, el país vuelve a bailar al ritmo de la música electoral; el lehendakari, en un giro sorprendente de la historia, es Patxi López y, en otro giro todavía más impactante, el periodista Martin Garitano, firma veterana de “Egin” y GARA, es el flamante diputado general de Gipuzkoa después de que Bildu, formada por EA, Alternativa e independientes de la izquierda abertzale, arrasara al obtener en abril de ese año 22 de los 51 diputados de la cámara guipuzcoana.

En la siguiente página de GARA, el cintillo lo decía todo: «Elecciones en un nuevo tiempo. Amaiur quiero marcar un hito y lograr un diputado en el Congreso por Araba», titulaba Ion Salgado sobre el acto central de Amaiur en ese territorio, celebrado en Gasteiz, ante un millar de personas. En el estrado se podía ver a Pello Urizar, el presidente que sustituyó al frente de EA a Ziarreta. También a representantes de Aralar, que se habían unido a la colación soberanista. Amaiur irrumpió en el Congreso de Madrid con fuerza, nada menos que siete diputados.

Los «grises» regresan a Zaramaga

La fotografía de portada impresiona. Puede parecer perfectamente una recreación de una primera página de “Egin” de los años setenta, concretamente del 3 de marzo de 1976. Por suerte, es cine; en concreto, el rodaje el 10 de noviembre de 2017 en Gasteiz de “Vitoria, 3 de marzo”, la ópera prima de Víctor Cabaco, que recreaba lo ocurrido 41 años antes, cuando la Policía Armada mató a cinco trabajadores en las calles de la capital alavesa.

“Vitoria 3 de marzo” pasó por distintos festivales, como Zinemaldia, y triunfó en el Puglia International Film Festival, un certamen italiano que reconoció la cinta con cuatro de sus premios más importantes: el premio Chiave d’Oro 2020 al mejor largometraje; mejor actriz protagonista para Amaia Aberasturi; mejor actriz secundaria para Ruth Díaz; y mejor actor secundario para Alberto Berzal.




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domingo, 3 de noviembre de 2024

Un Pulso Histórico

Desde la hemeroteca traemos a ustedes este esclarecedor texto publicado en las páginas de Naiz:


Asunto de estado, solución de estado

Eugenio Etxebeste Arizkuren, 'Antton', y Rafa Díez Usabiaga

La historia de Euskal Herria ha sido un permanente pulso entre una sociedad que ha buscado mantener su modelo político, sus niveles de soberanía, y una monarquía española, Estado español, que, en permanente colonización, ha buscado la homogenización política y cultural a través de múltiples estrategias y actuaciones impositivas.

Las guerras carlistas reflejaron ese conflicto político entre el sujeto vasco y español con la soberanía como eje de motivación. Tras la dictadura de Primo de Rivera y restauración monárquica, la breve etapa republicana se desarrolló con un Estatuto de Autonomía aplastado por el alzamiento fascista de 1936.

La «Guerra del 58», entendida como nuevas generaciones implicadas en el proceso de liberación, con la lucha armada (ETA) como instrumento vanguardista de resistencia y ofensiva, marcó una etapa de regeneración de la reivindicación nacional y de la demanda soberanista e independentista, ligando la lucha antifranquista con la exigencia de reconocimiento nacional y soberanía.

La llamada transición democrática no abordó el problema nacional en sus verdaderas raíces y contenidos, dejando abierto un conflicto que, a pesar de la evolución institucional, en su esencia sigue irresuelto en términos realmente democráticos, cuando estamos ya cumpliendo el primer cuarto de este siglo XXI. Unas élites políticas pretendieron encauzar el caudal reivindicativo y de lucha, gestado en la resistencia franquista, hacia una democratización formal y engañosa influida por el ansia de las capas populares por espacios de libertad y representación agarrotados durante la larga noche franquista. En esos momentos también los servicios secretos del Estado hicieron intentos por articular espacios de negociación con la resistencia armada pero fueron de un marcado carácter instrumental represivo.

Tras la forzada implantación de la Constitución en el Estado, la entrada en la OTAN, la evolución contradictoria del sistema organizativo o modelo territorial del Estado de las Autonomías, la propia existencia y actividad de ETA y del MLNV seguía reflejando un déficit político en la democratización del Estado.

En los años 80, 90 y primera década del siglo XXI la existencia de un contencioso político-militar en torno al conflicto político, no resuelto al inicio de la transición, ha estado encima de la mesa, con diferentes sujetos y protagonismos, con distintos niveles de acuerdos y compromisos. En estas más de tres décadas postfranquistas, esas conversaciones y negociaciones han sido desarrolladas indistintamente por Gobiernos del PSOE y PP. Siempre, el núcleo básico, la sustancia de contenidos, ha estado pivotando en el reconocimiento de la nación vasca, como fuente de derechos políticos, institucionales y sociales. Y, siempre, contando con la firme voluntad del MLNV, por trasladar el campo de confrontación bélica al foro diplomático y político resolutivo de los derechos del pueblo vasco.

La primera gran experiencia fue el denominado «Proceso de Argel», que tuvo un primer periodo de contactos entre 1987 y 1988, que desembocaron en una etapa de «conversaciones políticas» entre enero y abril de 1989. Estas conversaciones supusieron la primera oportunidad de abordar, públicamente y a escala internacional, la existencia del conflicto político vasco. El Gobierno Español estuvo representado al máximo nivel ante una delegación de ETA presidida por Eugenio Etxebeste 'Antton' que dispuso, además, de asesores políticos reconocidos. Todo ello con la intermediación del Gobierno de Argelia como anfitrión del proceso de dialogo y negociación.

El «Proceso de Argel» prosiguió su andadura desde la derivada abierta en Santo Domingo, con una reanudación de contactos entre una representación del Gobierno español, 'El Botijero”, y la delegación de ETA expulsada de Argelia y retenida manu militari en el país caribeño. En estos encuentros, autorizados por la Presidencia del Gobierno Dominicano, intervinieron, como facilitadores y/o mediadores, representantes de la Fundación Carter y el premio Nobel de la Paz, Pérez Esquivel y, asimismo, estuvieron complementados con encuentros al máximo nivel de representantes del PSOE-Estado (Rafael Vera, Txiki Benegas) con los miembros de la izquierda abertzale-MLNV José Luis Elkoro y Rafa Díez, interviniendo en labores de mediación asociaciones como Gernika Gogoratuz. La que se denominó «ventanilla de Santo Domingo» quedó definitivamente cerrada en agosto de 1997, con la extradición y el ingreso en prisiones españolas de una parte de la interlocución de ETA, borrando así escenarios y testigos del «Proceso de Argel».

La segunda experiencia se configura en el marco de los Acuerdos de Lizarra, entre ETA y el PNV. Unos acuerdos que alumbraron una tregua ligada a espacios de compromiso y colaboración institucional y social, inéditos entre las fuerzas mayoritarias abertzales a nivel político, sindical y social. El Estado, en una posición defensiva, movió ficha para incidir política y represivamente en el escenario creado. Aquí tenemos que situar las históricas palabras de Aznar del 3 de noviembre de 1998, reconociendo al MLNV y dando paso a contactos con el mismo. Fruto de ello, en diciembre de 1998 una delegación del Presidente de Gobierno conformada por el Secretario de Estado, Martín Fluxá, el Secretario General de Presidencia de Gobierno, Javier Zarzalejos, y el asesor personal del Presidente de Gobierno, Pedro Arriola, se reunieron en un pueblo de Burgos con una delegación de la izquierda abertzale conformada por Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Iñigo Iruin y Pernando Barrena. La reunión y sus contenidos políticos fueron fiel reflejo del interés de orientar soluciones al carácter político del conflicto.

Unos meses más tarde, una delegación de ETA se reúne en Zúrich con la misma delegación del Gobierno español, siendo el obispo Juan María Uriarte moderador de la reunión.

La tercera etapa se desarrolla en el periodo 2004-2007 y tiene diversas escalas. Por un lado los espacios de diálogo entre Arnaldo Otegi y Jesús Eguiguren y, por otro, el proceso que se abre con las tregua y compromisos del 2006. Las conversaciones y acuerdos de Loiola entre izquierda abertzale, PNV y PSOE situaron una base solida de acuerdo político para haber podido avanzar hacia soluciones integrales. La segunda fase de este proceso de dialogo, con la presencia de ETA, el Gobierno del Estado y la aportación del Centro para al Diálogo Humanitario Henri Dunant, derivó en un fracaso y ruptura que conllevó un enorme efecto político de múltiples dimensiones. Este hecho fue la palanca más determinante para que la Izquierda Abertzale iniciase un proceso de cambio estratégico en el proceso de liberación nacional y social

En este relato de «momentos» nos encontramos que la resistencia vasca y el Estado establecen periódicamente, en función de la evolución de la confrontación y otras variables sociopolíticas, espacios de dialogo, conversaciones y, en su caso, de negociación para afrontar el déficit de reconocimiento político. Un marco que permita abordar las relaciones de Euskal Herria con el Estado en claves democráticas, solidarias y de colaboración.  Cuestiones estas que, más allá de la desaparición de ETA, siguen siendo asignaturas pendientes ante la pertinaz obstinación del Estado en no reconocer y respetar la voluntad democrática de nuestras instituciones, como bien quedó reflejado con el llamado «Plan Ibarretxe». Y escenario que reviviremos en los próximos meses, ante la posibilidad de que mayorías institucionales vascas planteen un nuevo estatus político en las relaciones entre EAE, Nafarroa y el Estado.

Así pues, conflicto de Estado, soluciones de Estado. Esa es la estela del conflicto en términos de las relaciones con el Estado y ese será, a futuro, la clave de soluciones democráticas y estables para nuestra nación vasca y sus derechos.

 

 

 

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sábado, 26 de octubre de 2024

El Estatuto Separatista

Dīvide et īmpera.

Divide y vencerás.

Divide y conquistarás.

Lo dijeron los griegos, lo repitieron los romanos.

Fue la estrategia que utilizó Hernán Cortés para desgastar a la Triple Alianza del Valle de Texcoco.

Y es la estrategia que sigue utilizando Madrid para dividir a los vascos.

Por un lado, la Comunidad Autónoma Vasca con sus tres provincias; Bizkaia, Gipuzkoa y Araba.

Por otro lado, la Comunidad Foral de Navarra... sin Behe Nafarroa por no entrar en conflicto con París.

Comunidades, café para todos.

Lo mismo hacen con los Països Catalans.

Ah, pero como les gusta mencionar el Estatuto de Gernika, su supuesta muestra de civilidad democrática.

Lean el siguiente artículo de El Diario para entender de los que se trata:


Del reconocimiento de “Euskal Herria” a la incorporación de Navarra: 45 años del Estatuto vasco

“Esto, hoy en día, sería imposible de aprobar políticamente. Y jurídicamente seguramente tendría informes contrarios”, indican expertos sobre la literalidad de lo aprobado para Euskadi en 1979

Iker Rioja Andueza

Un ejercicio de política-ficción: ¿qué sucedería en España si Pedro Sánchez pactara con EH Bildu o con el PNV incorporar el término “Euskal Herria” al Estatuto, dejar claro que Navarra tiene derecho a formar parte de la comunidad autónoma vasca y que el lehendakari pudiera determinar cuándo intervienen la Policía Nacional o la Guardia Civil en Euskadi? La realidad es que todo eso figura en el actual Estatuto, el de 1979. Este viernes se han cumplido 45 años de su ratificación en referéndum sin que, como ya es costumbre, haya habido una conmemoración oficial más allá de los actos políticos de PSE-EE y PP. La jornada fue festiva durante un breve período, con Patxi López como lehendakari. Se espera que el 6 de noviembre Sánchez y el lehendakari, Imanol Pradales, constituyan una nueva comisión bilateral para dar impulso a las transferencias pendientes, 29 según la parte vasca. El objetivo es que se completen para 2025, incluida la gestión del régimen económico de la Seguridad Social, algo nunca antes cedido a una comunidad autónoma.

El Estatuto vasco, que es fruto de importantes equilibrios en una España que acababa de aprobar la Constitución, que tenía muy reciente la dictadura y en la que el terrorismo y la violencia política marcaban el día a día, es un texto sin preámbulo. Y arranca con un artículo primero en el que se recoge, textualmente, que “el Pueblo Vasco o Euskal Herria, como expresión de su nacionalidad, y para acceder a su autogobierno, se constituye en Comunidad Autónoma dentro del Estado Español bajo la denominación de Euskadi o País Vasco, de acuerdo con la Constitución y con el presente Estatuto, que es su norma institucional básica”.

 “Esto, hoy en día, sería imposible de aprobar políticamente. Y jurídicamente seguramente tendría informes contrarios”, explica Juanjo Álvarez, catedrático que ha asesorado al anterior lehendakari, Iñigo Urkullu, en asuntos sobre autogobierno. Aunque paradójicamente ahora el PNV reclama como uno de los mínimos de cara a una reforma estatutaria el reconocimiento de Euskadi como nación, Álvarez recuerda que, muy al inicio, el Ministerio de Justicia llegó a expedir algunas resoluciones en las que hablaba de “nacionales” vascos como desarrollo del término “nacionalidad” previsto tanto en la Constitución como en el Estatuto. “No puede haber nacionalidad sin nación o sin nacionales. Nacionalidad no viene de región”, razona Álvarez.

En el artículo 2, también de modo textual, se explica que Álava, Bizkaia y Gipuzkoa “así como Navarra” tienen “derecho” a formar parte de la comunidad autónoma vasca. Se precisa que el caso navarro se activará “en el supuesto de que esta última decida su incorporación de acuerdo con el procedimiento establecido en la disposición transitoria cuarta de la Constitución”. Es más, en el articulado hay referencias a los “otros territorios vascos” más allá de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa cuando se alude, por ejemplo, al euskera.

“Era absolutamente normal hablar en esos términos. El término Euskal Herria se introdujo pensando en un concepto amplio de país. Fue una pelea con el Estado y con [Adolfo] Suárez del lehendakari, Carlos Garaikoetxea. En otros temas hemos avanzado, por supuesto, pero aquí hemos dado pasos atrás”, señala Joseba Azkarraga, diputado del PNV en las primeras legislaturas de la democracia y luego consejero del Gobierno vasco por EA, su escisión. “Son momentos históricos muy diferentes y no creo que se pueda comparar ni imaginar qué es lo que harían los actores políticos de hoy en día si tuvieran que estar en la situación de hace 45 años. En política, muchas veces el contexto lo es todo”, agrega Arantxa Elizondo, profesora de la UPV/EHU y única mujer del grupo de expertos que trabajó en una reforma estatutaria (luego fallida) en la legislatura de 2016 a 2020.

El Estatuto prevé también un mecanismo para la incorporación a Euskadi de los enclaves que, como Treviño, forman parte administrativa de otras comunidades autónomas. En un contexto de polémica por sentencias y medidas para regular el conocimiento de euskera en el acceso a los puestos públicos, el texto preveía en 1979 valorar como “mérito preferente” el dominio de la lengua vasca para ejercer como magistrado. En el simbólico terreno de la seguridad, no se regula como tal la Ertzaintza. Ni siquiera se menciona el cuerpo de nombre similar que operó en la Guerra Civil. Se alude a las Policías forales de los territorios -de las que solamente los Miñones de Álava operaron en la dictadura- como base para un futuro cuerpo autonómico. Y se detallan también las funciones de la Policía Nacional y de la Guardia Civil hasta el punto de prever que podrían recibir instrucciones del lehendakari. “Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado podrán intervenir en el mantenimiento del orden público en la Comunidad Autónoma [...] a requerimiento del Gobierno del País Vasco, cesando la intervención a instancias del mismo”, reza el artículo 17.

Y, sí, se prevé una cesión de la Seguridad Social. “Corresponderá al País Vasco: a) El desarrollo legislativo y la ejecución de la legislación básica del Estado, salvo las normas que configuran el régimen económico de la misma. b) La gestión del régimen económico de la Seguridad Social”, se puede leer. Una disposición puntualiza que la transferencia se hará “dentro” del “carácter unitario” del sistema, es decir, respetando la denominada 'caja única', y con “respeto al principio de solidaridad” con el resto de España.

El Estatuto vasco es, junto con el gallego, el único no reformado en España. Han sido dos los intentos activados. El primero es conocido como el 'plan Ibarretxe', una propuesta con componentes soberanistas que logró mayoría absoluta en el Parlamento Vasco pero que fue rechazado por una mayoría aún mayor en las Cortes Generales. La consulta prevista para otro 25 de octubre, el de 2008, fue suspendida por el Tribunal Constitucional. Esa dinámica acercó a PSE-EE y PP que, en una Cámara con la izquierda abertzale tradicional ilegalizada y con ETA activa, acabaron pactando para desalojar a Juan José Ibarretxe en 2009.

El segundo se produjo en el mandato de Iñigo Urkullu. El lehendakari se presentó en 2012 ante la ciudadanía con una promesa de “nuevo estatus” y varias fechas para poner en marcha una consulta. No se cumplieron, pero durante dos legislaturas trabajó una ponencia de autogobierno que terminó por no alumbrar ninguna propuesta. Inicialmente, PNV y EH Bildu pactaron unas bases para superar el marco de 1979 pero después Urkullu, que participó en primera persona para evitar una declaración unilateral de independencia en Catalunya, cambió el paso y recondujo la situación explorando otro articulado con PSE-EE y Podemos, pero tampoco cristalizó.

Ahora existe también un compromiso de Imanol Pradales por explorar un “nuevo pacto”. “Este nuevo salto cualitativo es necesario también por las dificultades inherentes al proceso anterior: el cumplimiento íntegro de las competencias pendientes avanza con serias dificultades y, además, a lo largo de este tiempo, se ha producido una erosión de las competencias pactadas”, ha plasmado por escrito en una tribuna. Su planteamiento es muy similar al que formulaba Urkullu: cumplimiento íntegro de las transferencias pendientes, un nuevo marco con reconocimiento nacional y bilateralidad con el Estado y más competencias. El PNV comprometió una ronda de reuniones discretas para tantear posibles acuerdos. El PSE-EE insiste en que no coquetee con EH Bildu para una propuesta soberanista, algo que ve como una “verdadera amenaza”.

“Las encuestas señalan que no hay una postura muy favorable a unos grandes cambios respecto a la situación actual. Los cambios muy radicales son cada vez más complicados. La única vía que tiene el Estatuto de autonomía es una reforma. Y una reforma que no implique unos cambios absolutamente sustanciales en lo que tiene que ver con la relación con el Estado español”, opina Elizondo. El propio Estatuto define cómo tiene que ser su reforma. Y, sí, también acaba siempre con un referéndum. Y añade: “La aceptación del régimen de autonomía que se establece en el presente Estatuto no implica renuncia del Pueblo Vasco a los derechos que como tal le hubieran podido corresponder en virtud de su historia, que podrán ser actualizados de acuerdo con lo que establezca el ordenamiento jurídico”.




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jueves, 31 de agosto de 2023

Urkullu Revive a Ibarretxe

Hace unos cuantos ayeres se presentó dentro del PNV una trifulca canibalesca que posicionó en una trinchera a Juan José Ibarretxe y en la otra, a Josu Jon Imaz y a su fiel escudero; Iñigo Urkullu.

Josu Jon pasó a ser premiado con una poltrona en Repsol e incontables acoladas por parte del españolismo más rancio mientras que, Urkullu, pasó a apoderarse de Lakua tras el interludio protagonizado por el sociata Francisco López.

Pues bien, ahora resulta que Urkullu, sabedor del terreno que ha perdido frente a EH Bildu ha decidido huir hacia adelante reviviendo el entonces llamado 'Plan Ibarretxe'.

Lean esto que nos reporta La Jornada:


Presidente vasco propone modelo “plurinacional” para España

Armando G. Tejeda

El presidente del gobierno vasco, el nacionalista moderado Iñigo Úrkullu, propuso un nuevo modelo de Estado en España, que tenga carácter “plurinacional”, que ponga fin a la estructura autonomista y fiscal que se heredó de la transición a democracia y de la Constitución de 1978.

La iniciativa del lehendakari Úrkullu es a raíz de los resultados de las elecciones generales del pasado 23 de julio, en el que a juicio del dirigente del Partido Nacionalista Vasco (PNV) se “ratificaron la diversidad y la pluralidad en el Estado”. El gobierno, a través del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, rechazó la propuesta.

En un artículo publicado en el diario español El País, Úrkullu decidió dar su opinión sobre el debate que está en el aire en las instituciones españoles desde los comicios pasados, en los que se puso en evidencia el auge de las formaciones periféricas de carácter independentista, que son las que finalmente determinarán el color y el modelo del gobierno para los próximos cuatro años.

En este magma de formaciones políticos, entre ellas las catalanas, vascas y gallegas, se proponen diversos modelos que van desde la construcción de modelo federativa que otorgue más autonomía a las regiones hasta la secesión total del Estado español para la construcción de un nuevo país, que en el caso de Cataluña sería en forma de República.

La importancia del artículo de Úrkulla es máxima, no sólo por su influencia en el PNV, que cuenta con cinco diputados en el Congreso de los Diputados que podrían ser determinantes, sino también porque marca su propia hoja de ruta frente a otros partidos similares, como EH-Bildu, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) o Junts per Catalunya (JxCat).

En el artículo, el mandatario vasco explica: “En el inicio de la legislatura, es oportuno volver a formular dos preguntas básicas que siguen vigentes: ¿por qué en un Estado sólo puede haber una nación? y ¿por qué el Estado español no puede ser plurinacional, como lo fue en la práctica hasta el siglo XVIII?”

Así que, advierte, “ahora se abre una nueva oportunidad y puede ser el momento de dar nuevos pasos”, al tiempo que recuerda que la voluntad del PNV “sigue siendo el acuerdo y el pacto”, para la que propone “la figura de la convención constitucional” para “tomar la iniciativa con un planteamiento novedoso y viable desde el punto de vista de su constitucionalidad, planteando un doble pacto.

Primero, firmar un acuerdo preliminar de bases para la convocatoria y desarrollo de una convención constitucional sobre el autogobierno, incluyendo principios como el cumplimiento íntegro de los marcos estatutarios, el reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado, la bilateralidad, el sistema de garantías o la capacidad de decidir pactada.

Segundo, celebrar una convención constitucional en el plazo de un año para analizar el alcance actual y futuro de la disposición adicional primera de la Constitución, el autogobierno de las comunidades de raíz foral o, incluso, el autogobierno de las nacionalidades históricas”.

La propuesta de Úrkullu fue rechazada casi de forma inmediata por el ministro Bolaños, quien dijo que es “muy legítima” pero que “no siendo nuestra propuesta, todo lo que suponga aportaciones al debate creo que siempre es positivo: hacer un debate que sea constructivo, donde todo el mundo es consciente de que nos tenemos que entender entre diferentes”.

Desde ERC, la secretaria general, Marta Rovira, aseguró que “desde el concierto económico vasco, con unos trenes que deben funcionar y la protección de los fueros, se deben poder hacer propuestas de reflexión constitucional. Pero en Cataluña hay una mayoría social y política para ir más allá: amnistía, autodeterminación y progreso social”.

 

 

 

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lunes, 5 de diciembre de 2022

Otegi | Construir Otro Horizonte

Les recomendamos leer y releer este texto que Arnaldo Otegi a dado a conocer en las páginas de Público:


Construir otro horizonte

Arnaldo Otegi | Coordinador General de EH Bildu

Hace apenas unas semanas se aprobaron los últimos presupuestos generales de una legislatura, sin duda, excepcional, tanto por las mayorías que la han sostenido como por haber estado condicionada por hechos tan determinantes como una pandemia, que ha cuestionado las políticas de privatización de las estructuras sanitarias y los recortes de carácter social, además de una guerra que continua siendo una amenaza en términos vitales, sociales y económicos para las clases populares tanto de Euskal Herria como del conjunto de los pueblos y naciones del Estado.

El gobierno de coalición PSOE-Podemos fue y sigue siendo posible gracias a un acompañamiento crítico del independentismo de izquierdas catalán y vasco sin precedentes en el postfranquismo. Este acompañamiento ha sido y es, sin duda, fruto de  una decisión política orientada por un lado, a la neutralización de cualquier avance neofascista y, por otro, en la hipótesis de que se podría abrir un horizonte de cambio en cuestiones estructurales que el Régimen del 78 ha tratado en vano de hacer irreversibles en estas últimas largas décadas.

El Estado venía de dos legislaturas de Rajoy, condicionadas tanto por una revolución popular democrática y pacífica en Catalunya respondida a golpe de represión institucional (155), judicial y policial; como, por la cristalización institucional del movimiento 15-M (Podemos). Estábamos en un momento de encrucijada y polarización sociopolítica que ponía en evidencia el desgaste del llamado Régimen del 78. En ese momento, la izquierda independentista vasca adoptó una decisión trascendente e inédita en nuestra ya dilatada trayectoria política. Decidimos dar una oportunidad a la constitución de un Gobierno de coalición, sin antecedentes desde la Segunda República, evitando así una "gran coalición" (PSOE-PP) alimentada como alternativa por poderes económicos, mediáticos y fácticos del Estado, que contaban además con Vox como un nuevo instrumento de agitación político-institucional para tratar de reinstaurar una nueva coyuntura histórica de marcado carácter reaccionario.

Éramos conscientes de la importancia de nuestra decisión y de los distintos perfiles que podía tener la misma. Pero estábamos convencidos que abrirle la oportunidad a la conformación de ese Gobierno de coalición, más allá de los acuerdos que se han ido alcanzando, podría favorecer y generar condiciones para que los sectores de "izquierda" en el Estado abordasen en profundidad un debate sereno sobre los necesarios cambios tanto en el modelo territorial como en la recuperación de derechos sociales y económicos recortados por las políticas neoliberales del PP. Era una decisión táctica con, eso sí, la mirada puesta en un horizonte de profundización estratégica como movimiento independentista, socialista y feminista.

Tras la investidura, la legislatura se enfrentó a una pandemia que trastocó la agenda política, priorizando en buena lógica las medidas para afrontar sus enormes consecuencias sanitarias y socioeconómicas. EH Bildu, con independencia de las críticas en torno a muchas decisiones adoptadas por el Gobierno de Sánchez, ha sido determinante en el impulso de medidas destinadas a configurar un "escudo social" y abordar la respuesta sanitaria a la covid-19. Posteriormente, la guerra en Ucrania, unida a la espiral inflacionista y a la crisis energética, nos ha introducido en un escenario donde la prioridad por responder a las demandas de las clases populares vascas y del conjunto del Estado -castigadas por la pérdida de poder adquisitivo, el incremento de precios, piratería de las empresas energéticas, encarecimiento de las hipotecas- ha marcado también nuestra posición ante las iniciativas del Gobierno PSOE-Podemos.

En estos tres años, el independentismo vasco de izquierdas ha mantenido con respecto a su política en el Estado una posición que ha combinado responsabilidad, compromiso con las clases populares vascas y de solidaridad con las del conjunto del Estado Español, con apoyos determinantes a cambios legislativos y medidas socioeconómicas junto al logro de algunos avances significativos para Euskal Herria en clave de inversiones o autogobierno.

Para EH Bildu esta dinámica política tiene que abordar, a futuro , un nuevo horizonte que afronte los necesarios cambios estructurales que en clave política y social son imperativos en el Estado. Además de blindar una agenda social que garantice los derechos de las grandes mayorías sociales, es indispensable e inaplazable que el debate sobre el modelo territorial se abra camino en la agenda política. El modelo constitucional-estatutario vigente, heredero de la filosofía de aquel "café para todos" fruto de una LOAPA impuesta desde el auto-golpe de Estado del 23-F, está hoy en día más cuestionada que nunca por las mayorías institucionales y populares tanto en Euskal Herria como en Catalunya, así como en sectores amplios de la propia izquierda española. Las demandas nacionales de esas mayorías políticas han recibido, hasta ahora, un rechazo institucional (Plan Ibarretxe) y la represión institucional (155), jurídica y policial contra el ‘proces’ catalán. Estas respuestas antidemocráticas hicieron converger al PSOE y al PP en la supuesta defensa "del orden constitucional".

Para nosotros, y lo decimos con la máxima humildad, las izquierdas plurinacionales del Estado y todos los sectores progresistas debemos afrontar con serenidad y honestidad un debate en profundidad sobre el modelo territorial. Hay que levantar, definitivamente, las hipotecas políticas de la transición, evitando que la Constitución Española siga siendo el muro para negar y no respetar la voluntad democrática de vascos, catalanes o gallegos.

En esta misma Tribuna decía Juan Carlos Monedero, hablando de los retos de la izquierda en el Estado, que "la izquierda tiene que abordar un modelo federal con niveles de confederalidad o federalismo asimétrico". Nos parecen muy positivas esas referencias, pero es indispensable una declinación política concreta en torno a la plurinacionalidad y el derecho a decidir que permita, precisamente, transitar hacia el modelo que él mismo nos propone.

Para EH Bildu es necesario empezar a diseñar este debate con la debida prudencia y con el mayor acuerdo posible, así como con la necesaria determinación y honestidad intelectual, sobre los cambios que podrían garantizar la democratización del Estado, el blindaje de los derechos de las grandes mayorías populares y el reconocimiento y respeto tanto de la plurinacionalidad como del derecho a decidir de naciones como la vasca.

Sin prisas pero sin pausas, con prudencia, serenidad, humildad, altura de miras y honestidad política e intelectual, hay que hacer los esfuerzos necesarios para tratar de acordar y construir una agenda política para un cambio histórico para naciones como la vasca y para el conjunto de pueblos y sectores populares del Estado.

En esa tarea histórica está y estará el indepedentismo de izquierdas vasco.

 

 

 

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jueves, 17 de septiembre de 2020

Zasca Monumental al PNV

Los jeltzales piensan que pueden hacer lo que se les venga en gana sin que nadie diga nada.

Están equivocados

Aquí este texto directo desde Naiz:

Con este PNV no es posible

Rafa Diez Usabiaga y Eugenio Etxebeste «Antton» | Miembros de Sortu

El coronavirus está dejando un rastro enorme de dolor y muerte en miles de familias, está sacudiendo los cimientos de nuestra economía y formas de consumo-ocio y, también, en nuestro caso, ha sacado de la agenda política una decisión de trascendencia nacional, aunque su ámbito de incidencia sea la CAPV. Nos referimos a la nueva decantación autonomista del PNV.

En los últimos tiempos, más allá del cortoplacismo electoral, hemos defendido la necesidad de cristalizar un pensamiento colectivo que situase en Euskal Herria un carril central social y político capaz de liderar una transformación tanto en modelo político como social. Es decir, transitar del autonomismo-amejoramiento a un marco de soberanía definiendo continentes y contenidos de la Euskal Herria de próximas décadas. Una necesidad influenciada también por las variables globales, tanto económicas, tecnológicas como en valores, que demandan al movimiento abertzale una recomposición de perfil estratégico dada nuestra vulnerabilidad demográfica, económica y cultural.

Para ello existían dos grandes «tractores» políticos que debían empezar a mirar el futuro con otras bases, ambiciones y compromisos: PNV y la izquierda abertzale. A ambos les tocaba abordar una reflexión de luces largas. Podíamos y debíamos situar objetivos de país –Maltzaga político– con propuestas económicas, sociales y culturales que irían enraizando estructuras de Estado. Teníamos, además, un movimiento social en favor del derecho a decidir, un sindicalismo abertzale con liderazgo social, un tejido organizativo con nuevas generaciones en el feminismo, ecologismo o lucha por nuestra lengua y cultura, una inteligencia individual con potencialidad... y era fundamental darle una articulación con horizontes y compromisos compartidos.

Pero, tras el cambio estratégico de la izquierda abertzale y las decisiones de ETA, la nueva correlación de fuerzas (2011) fue metabolizada por el PNV como una amenaza a su hegemonía, no dudando en unir fuerzas con PP, PSE –que le habían desalojado de Ajuria Enea– para desestabilizar los espacios institucionales ganados por el independentismo (Gipuzkoa, Donostia). Una política de acoso y derribo que, a su vez, trajo una estrategia especulativa e involutiva en torno a la herencia dejada por Ibarretxe y su estatuto político. Es decir, en lugar de implementar la renovada correlación de fuerzas, el lehendakari aparca cualquier confrontación con Madrid sobre la superación del marco autonómico. ¡No era el momento! Y hemos visto que nunca es el momento para este PNV. Ese frenazo fue el principio del fin del Plan Ibarretxe y su acomodación a un transversalismo hipotecado por el partido unionista de turno.

Tras las elecciones de 2015, tras la ansiada recuperación de poder institucional, todavía existía alguna esperanza en torno a esa necesaria vertebración sociopolítica en el ámbito abertzale con un movimiento social –Gure Esku Dago– que apelaba a acuerdos para superar un marco constitucional-estatutario convertido en corsé antidemocrático y lastre estratégico. En esta etapa, mientras la izquierda independentista apoyaba en Nafarroa un Gobierno de Geroa Bai-PNV, frenando a UPN-PSN, Urkullu-Ortuzar utilizaban al PSE como alternativa a una posible mayoría soberanista.

A pesar de todo, EH Bildu impulsó un nuevo intento en la Comisión de Autogobierno acordándose unas Bases y Principios que debían ser planos para construir un estatus político postautonomista. Pero esto fue, también, un espejismo y la comisión de expertos, juguete de especulación temporal del EBB, confirmó la ciaboga que venía fraguando la dirección del PNV laminando los pilares del acuerdo: reconocimiento nacional y del sujeto político en plano de igualdad, derecho a decidir, competencias exclusivas en ámbito económico, sociolaboral, deportivo... y blindaje del autogobierno con un sistema de garantías pivotado en la relación bilateral. Las diferentes propuestas dirigidas al EBB, ligadas a compromisos de estabilidad institucional y definición de una hoja de ruta compartida, fueron menospreciadas –«no son de fiar», decía Ortuzar–, justificando la búsqueda de otros aliados. Al parecer, para este PNV los únicos de fiar son el unionismo, Confebask, Iberdrola..., mientras que la izquierda independentista, el sindicalismo abertzale, el movimiento social o el independentismo catalán sobramos y estorbamos. Y eso que Ortuzar fue elegido en 1999 director de EITB con un acuerdo de su partido y la izquierda abertzale.

Esta decisión, en consonancia a su autoexclusión en la declaración de Llotja de Mar y corroborada en el acuerdo de legislatura, rompe una cultura política que, en torno a posibles alianzas abertzales, anidaba desde Txiberta y/o Lizarra. Dice Egibar que con la izquierda abertzale es imposible llegar a acuerdos, justificando una deriva política que ha enterrado el Plan Ibarretxe y apostado por una reforma estatutaria que su socio cepillara en Gasteiz y Madrid. Es decir, si antes la lucha armada era el motivo para rechazar la articulación del espacio abertzale hoy la evidencia empírica, en este ciclo post-ETA, nos lleva a la conclusión que el único objetivo del PNV es desarrollar su propio partido-institución-negocio valiéndose del unionismo y renunciando a acuerdos en clave nacional y soberanista. Con ello nos ofrece otro ciclo de gestión sin política, de bicicleta estática en un autonomismo interminable y con mando único en Madrid.

Como consecuencia, el PNV ha situado de forma obsesiva a la izquierda independentista como enemigo principal, como foco de sus críticas e insultos; en el fondo, la izquierda independentista ha sido, es y será el espejo de su renuncia nacional, conservadurismo socioeconómico y prepotencia política. En el horizonte tenemos un reto colectivo que debemos asumir como reto de país: hacer de EH Bildu un frente amplio donde vertebrar soberanismo, independentismo, confederalismo con un proyecto de transformación social y económica en una escala nacional vasca, como espacio democrático y de cambio político.

 

 

 

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sábado, 5 de septiembre de 2020

34 Aniversario de EA

Desde las páginas de El Diario traemos a ustedes esta reseña histórica de un partido político que hoy forma parte de la coalición soberanistas vasca EH Bildu: Eusko Alkartasuna.

Lean:

¿Te imaginas?

Eusko Alkartasuna cumple 34 años en esta situación incierta en la que lo único seguro es que el bienestar de la ciudadanía depende de los dos ejes en los que se sustenta nuestro proyecto político: la soberanía y la justicia social.

Iratxe López de Aberasturi

La situación no nos permite celebrar el aniversario como habitualmente, con la afiliación gasteiztarra ejerciendo de anfitriona para todos los compañeros y compañeras, en recuerdo a aquel 4 de septiembre en el que un grupo de hombres y mujeres valientes y comprometidos, reunidos en una multitudinaria e ilusionante asamblea en el Hotel Gasteiz, cortaron con un partido que ya entonces les pareció obsoleto en forma y fondo, y crearon Eusko Alkartasuna.

Hoy la prioridad es cuidarnos y cuidar a quienes tenemos alrededor, pero vendrán tiempos mejores y nos volveremos a reunir en celebraciones y asambleas, en las que nos apasionaremos, aportaremos y debatiremos, con el objetivo de siempre: la defensa de Euskal Herria y mejorar la vida de su ciudadanía.

Han pasado 34 años, muchas de las personas que hoy militamos, y ostentamos cargos internos y públicos éramos muy jóvenes cuando EA nació. Muchas escuchábamos en casa a aita y ama volver de asambleas, cabreados en una época, enormemente ilusionados en la siguiente. Es evidente y normal que Eusko Alkartasuna haya cambiado en casi tres décadas y media, ha cambiado con la sociedad, pero en esencia mantiene sus principios.

Este proyecto, que es vital para entender los movimientos políticos de una generación en Euskal Herria, nació con un ideario político definido y también una idea muy clara de cómo debía organizarse internamente: los pioneros de EA construyeron un partido transparente y democrático, muy alejado de las purgas, expedientes y pucherazos internos que vivieron y sufrieron en el PNV. Su objetivo era una formación en la que la afiliación decida y sea soberana. Ese es, sin duda, 34 años después, nuestro objetivo y lucha diaria.

La oferta a la sociedad era y es soberanía, socialdemocracia y derechos humanos, buscando una República vasca basada en la justicia social, por una vía igualmente determinada: la lucha política y democrática mediante la unidad de fuerzas abertzales, el polo soberanista, la unidad soberanista,… llamémoslo como queramos, pero es la vía por la que EA siempre ha apostado, desde el primer Congreso hasta hoy mismo, y, por supuesto, en el futuro.

Fácil no ha sido, pero un partido que nace como el nuestro no se asusta por ningún obstáculo. Cuando en 2011 Bildu se convirtió en la ilusionante realidad que continúa siendo, devolviendo a Euskal Herria la normalidad institucional, más de un periodista, desde la diferencia ideológica incluso, nos dijo que la sociedad vasca reconocerá algún día la aportación que Eusko Alkartasuna ha hecho al país.

Efectivamente, sin nuestra aportación política, Euskal Herria no sería la misma y, estamos convencidas, sería peor. Para muestra, un botón: Hoy, que el Gobierno español que se autodenomina “el más progresista de la historia” presume de haber aprobado el Salario Mínimo de Inserción, cualquier militante de EA puede reivindicar que la CAV dispone desde hace años de una RGI mil veces más progresista e integradora gracias a su acción política. Otro tanto en políticas de reconocimiento de víctimas del franquismo, complementos a las pensiones más bajas, protección a los colectivos en peligro de exclusión, reivindicación del derecho a decidir, políticas medioambientales, educación, cultura, municipalismo…

¿Te imaginas cómo sería Euskal Herria en 2020…

…si hasta 2011 no hubiera habido una representación de progresista, de izquierdas y abertzale trabajando en todas las instituciones, desde los ayuntamientos hasta el Congreso español?

… si no hubiera habido quien frenara los pies al PNV cuando en 1983 comenzó una deriva que ponía en venta Nafarroa para asegurar sillones en la CAV?

… si los jeltzales en lugar de echarnos del Gobierno vasco en 1991 por apoyar mociones a favor de la independencia en los ayuntamientos junto con Herri Batasuna, hubieran aprovechado para impulsar la vía política de la Izquierda Abertzale y el soberanismo, claramente mayoritario en la sociedad vasca?

… si el EBB no se hubiera cargado la potencialidad del llamado Plan Ibarretxe optando por seducir a España?

… si a finales de los 90, las corruptelas del PSN no hubieran dado al traste con el Gobierno de coalición en Nafarroa y con las posibilidades abiertas por el Órgano Común Permanente?

… si los juegos de poder de la izquierda y la derecha vasca no hubieran preferido a representantes del PSE en instituciones vascas, como la Diputación de Araba o el Ayuntamiento de Donostia, por miedo a que Eusko Alkartasuna se convirtiera en una fuerza hegemónica?

… si las armas hubieran callado mucho, mucho antes, permitiendo una unidad abertzale que se intentó tantas veces y evitando tanto horror humano?

… si toda violencia, de cualquier signo y forma, hubiera sido eliminada de raíz antes de generar tanto dolor?

… si la militancia de EA hubiera optado por la comodidad de lo conocido y no hubiera sido capaz de dar un paso adelante por el bien del país para construir la izquierda soberanista que está llamada a transformar Euskal Herria?

Eusko Alkartasuna ha estado en todas estas luchas y en más. Parece increíble pero iniciativas que hoy constituirían un hito estratosférico, como el Órgano Común Permanente, tienen casi 25 años. Y, sí, son obra nuestra, fueron posibles por el empeño y la iniciativa de la gente de Eusko Alkartasuna. Las hemos construido muchas veces contra los elementos (cloacas, poder mediático y económico) pero también contra fuerzas con las que hemos hecho y hacemos camino. Y es que no se puede negar que no ha habido otra fuerza política con la capacidad de Eusko Alkartasuna para dejar pelos en la gatera, superar agravios y pactar, no con siglas sino con objetivos políticos. De la misma forma que ningún partido ha dejado los sillones y ha tomado riesgos con tanta dignidad y sentido del país como nosotras y nosotros.

Aprovechamos el aniversario de nuestro nacimiento para reivindicar nuestra aportación al país por tres motivos. Por una parte, como el necesario homenaje a tantas mujeres y hombres que han dedicado una parte importante de su vida a el. En segundo lugar, porque demuestra que el trabajo institucional planteado con el bienestar de las personas y la defensa del país como prioridades es posible y da sus frutos, algo inmensamente importante en estos tiempos inciertos. Y en tercer lugar, porque nuestro acervo político es también nuestra contribución al futuro y a Euskal Herria, en primera persona y también vía EH Bildu.

Todo eso que lleva la marca del soberanismo pacifista, institucionalista y socialdemócrata de Eusko Alkartasuna es también parte del proyecto plural e inclusivo que es EH Bildu. De hecho, es la parte que tantas veces nuestros contrarios políticos se empeñan en ocultar, porque es la parte más molesta. Y, sin duda, hoy como en 1986, es la base para construir la Euskal Herria que queremos y que la ciudadanía vasca se merece.





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martes, 3 de diciembre de 2019

El Estatus de la Marmota

Naiz trae a nosotros un artículo que recoge las impresiones que Arnaldo Otegi tiene con respecto a la propuestas de estatus por parte de los Gunga Dines del PNV:


El viraje del PNV en el debate sobre el estatus en el Parlamento de Gasteiz trae como consecuencia que «no tendremos un Estado», ha resumido Arnaldo Otegi, coordinador general de EH Bildu. Lo pactado con PSE y EP «es menos que el Plan Ibarretxe», ha dicho, y eso que el Estado está más en crisis que entonces.

Ramón Sola

Arnaldo Otegi, coordinador general de EH Bildu, ha denunciado este lunes que los acuerdos tejidos por el PNV con PSE y EP en torno al estatus «son menos que el Plan Ibarretxe». Algo que considera increíble en un momento en que el Estado sufre una crisis mayor que la de entonces, entre otras cosas porque «Catalunya ha puesto patas arriba el modelo territorial».

«Algunos dirán ‘bueno, es un paso’. Sí, es un paso, pero un paso atrás respecto al Plan Ibarretxe», ha resumido. Con aquel proyecto de 2004 en la mano, Otegi ha recordado que en él se hablaba de «Estado libre asociado» mientras que ahora esa perspectiva desaparece. «Y el derecho a decidir era troncal», ha añadido, frente a los acuerdo actuales en que queda relegado y reducido.

En su opinión, queda claro que se han impuesto «el lehendakari Urkullu y sectores del PNV» a los que «no les gustaban las bases y principios pactados con EH Bildu». Ha recordado aquí que su presidente, Andoni Ortuzar, llegó a calificar aquel acuerdo de bases unos días después como «carta al Olentzero».

«Se ha construido una mayoría alternativa, con nocturnidad y alevosía», ha resumido en alusión a lo ocurrido en la comisión de expertos. «Y nos van a traer una reforma del Estatuto dentro de la Constitución española», ha constatado. Todo ello matizando que el acuerdo PNV-PSE-EP no deja de ser algo «supuesto».

EH Bildu presentará su texto articulado

Frente a ello, EH Bildu presentará su propio texto articulado, ha añadido Otegi. Y pondrá en marcha una ronda de contactos con organizaciones políticas, sindicales, sociales o culturales para informar del mismo y de todo lo ocurrido en este proceso.

En paralelo, ha incidido Otegi en que «cuando EH Bildu no está en los acuerdos, los vascos y vascas perdemos derechos, derechos de todo tipo». Así, ha apuntado que no habrá marco vasco de relaciones laborales, ni Seguridad Social vasca, ni sistema público de pensiones, ni selecciones deportiva vascas, ni sistema de garantías... «ni un Estado», ha concluido.

«Ahora ya no estamos ni en la bicicleta estática, ahora vamos para atrás», ha dicho Otegi. Y ha insistido en preguntar «cómo puede ser esto posible» cuando teóricamente en el Estado español hay un gobierno más proclive a una apertura y cuando el Régimen del 78 está en «una crisis brutal».

«Es triste, entendíamos el país quería y necesitaba otra cosa. Pero seguiremos empujando», ha concluido el líder de EH Bildu. No sabe si en el futuro podrá «reconducirse» la situación, pero en el momento actual sí subraya la necesidad de «decirle la verdad al país». «Seguiremos hablando de este tema», ha vaticinado tras definir como «homenaje a la marmota» las décadas que lleva Euskal Herria discutiendo sobre su estatus.






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domingo, 3 de noviembre de 2019

Vascos Parlamentarios

Traemos a ustedes una semblanza histórica que Gara ha confeccionado para dar cuenta de las participaciones de los representantes del pueblo vasco que han llevado sus reivindicaciones al propio corazón de la bestia.

Vean:


No están todos los que son, pero sí son todos los que están. Desde hace más de cuatro décadas, los parlamentarios y parlamentarias elegidos por las cuatro circunscripciones de Hego Euskal Herria han dejado momentos para el recuerdo desde la tribuna del Congreso de Madrid. Aquí recogemos unos ejemplos.

Imanol Intziarte

Son ya más de cuatro las décadas en las que parlamentarios y parlamentarias de Hego Euskal Herria han subido a la tribuna de oradores del Parlamento de Madrid. En estos tiempos de viralidad en la redes sociales, enseguida disponemos del vídeo de rigor con tal o cual gesto, tal o cual rifirrafe, tal o cual protesta. A veces se acumulan, se pisan, y no consiguen dejar poso en nuestra memoria. Pero no siempre fue así.

Allá por 1977, antes de las primeras elecciones a las Cortes españolas, las conversaciones entre la izquierda abertzale y el PNV para presentarse conjuntamente no llegaron a buen puerto. Los jeltzales prefirieron compartir lista al Senado con el PSOE en el llamado Frente Autonómico. La izquierda abertzale optó por la abstención.

Sí se presentó Euskadiko Ezkerra (EE), unas siglas que actualmente aparecen como coletilla en la marca PSE-EE. Pero entonces aún faltaban aún 16 años para la unión. EE obtuvo un diputado por Gipuzkoa, Francisco Letamendia, Ortzi.

Letamendia era un grano incómodo cada vez que subía al estrado. La formación en el Gobierno, la UCD de Adolfo Suárez, ideó una estrategia para silenciarle, pasando algunos de sus diputados al Grupo Mixto. El 8 de noviembre se celebraba un pleno sobre «orden público». Manuel Fraga, ex ministro franquista, era el portavoz de Alianza Popular, antecesor del PP. Acusó a Letamendia de haber acudido al primer congreso de «la asociación ilegal HASI», una de las organizaciones fundadoras de Herri Batasuna (HB).

Letamendia vio el resquicio para pedir la palabra «por alusiones» y, alzando el puño izquierdo, destacó que en dicho congreso un nutrido grupo de jóvenes gritó «Gora Euskadi Askatuta! Gora Euskadi Sozialista!». La imagen y la proclama tuvieron una amplia difusión. Acto seguido, presentó su dimisión reivindicando «una democracia de verdad».

Damos un salto de 18 años para plantarnos en 1995. Jon Idigoras vivía su tercera legislatura como diputado de HB. Seis años antes estaba entre el grupo de electos y perdiodistas que cenaba en un hotel madrileño cuando dos pistoleros terminaban con la vida de su compañero Josu Muguruza y herían de gravedad a Iñaki Esnaola.

En 1995, entre escándalos de guerra sucia y corrupción, Idigoras no dejó títere con cabeza. Comenzó afirmando que «desde la Corona hasta la Guardia Civil están implicados de una u otra manera en la corrupción» porque «son las estructuras del Estado las que están contaminadas. No es un sarampión juvenil, es una auténtica epidemia. El problema es este sistema heredero del franquismo». También denunció que «ustedes han dado vía libre al ejercicio de las torturas» y aseveró que «quienes se lucran con la violencia son quienes menos interesados están en que acabe».

Lo remachó con una frase que aún se recuerda, «sacad vuestras sucias manos de Euskal Herria, apestan. Déjennos vivir en paz, déjennos decidir», antes de abandonar el estrado al grito de «Gora Euskal Herria askatuta!».

Portazo al lehendakari Ibarretxe

Viajamos otra década y llegamos al año 2005. El 1 de febrero, el entonces lehendakari Juan José Ibarretxe, llegaba al edificio de la Carrera de San Jerónimo para reivindicar el derecho a decidir de la ciudadanía vasca. Lo hacía llevando bajo el brazo la propuesta de un nuevo Estatuto que contemplara esta premisa, el bautizado como «plan Ibarretxe».

Lo hacía con la reticencias de su buena parte de su partido, el PNV –e incluso el rechazo absoluto de ciertos líderes– y la desconfianza de la izquierda abertzale, que le había dado tres síes y tres noes en la Cámara de Gasteiz.

Ibarretxe subió a la tribuna y anunció que había llegado a las Cortes Generales «a defender el derecho del pueblo vasco a decidir su futuro. Euskadi no es una parte subordinada del Estado español». Ni PSOE ni PP quisieron saber nada del asunto. El entonces presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, sentenció que «si vivimos juntos, juntos debemos decidir», diluyendo la voluntad de la ciudadanía vasca en la mucho más numerosa población española. El lehendakari apuntó que antes de eso «debemos decidir vivir juntos», pero fue como toparse con la pared. «Usted no es competente para convocar un referéndum, como no lo es para operar de apendicitis», espetó al lehendakari el líder del PP, Mariano Rajoy.

La votación se saldó con un sonoro portazo, 313 noes y solo 29 síes. El derecho a decidir ni siquiera mereciera ser tratado en el Congreso español. ¿Cuál iba a ser el siguiente movimiento de Ibarretxe? «Cumpliré mi palabra, pase lo que pase este camino no tiene vuelta atrás», había anunciado antes de ir a Madrid. Pero la consulta a la ciudadanía se guardó en un cajón, en el que sigue cogiendo polvo. Ibarretxe no quiso, no pudo o no le dejaron sus propios compañeros jeltzales, y se limitó a convocar nuevas elecciones.

Más recientes en el tiempo son las perlas oratorias de Sabino Cuadra, diputado entre 2011 y 2015 por Amaiur, germen de EH Bildu. En octubre de 2013, el electo navarro utilizó un debate sobre la apología del franquismo para censurar la «injusta Justicia» española y el «guante de seda para el GAL», exhibiendo un tríptico con las fotos de Joxean Lasa, Joxi Zabala y Enrique Rodríguez Galindo.

Constitución rasgada

Casi dos años más tarde, en setiembre de 2015, Cuadra volvió a levantar una polvareda en un debate sobre el modelo territorial español, con la crisis catalana como fondo. En ese momento dado, con una camiseta con la estelada, comenzó a arrancar páginas de una Constitución que portaba en la mano, mientras apuntaba que «la solución tiene que ir por que estos artículos desaparezcan de aquí y haya un reconocimiento claro y directo de la voz y la palabra de Catalunya, Euskal Herria y Galicia». Y lo remachó con un «Visca Catalunya Lliure!».

Con un perfil muy diferente, el que en las últimas legislaturas se ha labrado fama de orador de lengua afilada ha sido el jeltzale Aitor Esteban. De hecho, en alguna ocasión ha llegado a ser premiado por los periodistas que cubren la información parlamentaria. Uno de sus «momenticos» fue el duelo de rimas con Rajoy en el pleno de investidura en octubre de 2016. Esteban reprochaba al candidato del PP su falta de «gestos» hacia el PNV y lo resumió con una adaptación libre del refranero: «Si bien me quieres, Mariano, da menos leña y más grano». El expresidente, político hábil con un micrófono delante, le replicó como si se tratara de una ‘batalla de gallos’ entre raperos: «Si quieres grano, Aitor, te dejaré mi tractor». El episodio escenificó el compadreo entre ambas fuerzas, roto luego abruptamente con el apoyo del PNV a la moción de censura.






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Catalunya y Euskal Herria Hermanadas

Los pueblos catalán y vasco han sido compañeros de ruta en el largo y complicado camino hacia su autodeterminación. A últimas fechas, esa relación de acompañamiento se ha estrechado aún más pues la represión que sufre hoy el pueblo catalán reverbera de una forma muy particular en el pueblo vasco pues la experiencia de lo vivido en carne propia incrementa la empatía.

Para profundizar en el tema desde la página de El Nacional traemos a ustedes este magnífico reportaje:


Nicolas Tomás | Foto: N.T.

Es como si el tiempo se hubiera detenido aquel 15 de octubre del 2016. "No te puedo responder", dicen unos. "Me sabe mal pero tengo prisa", argumentan otros. "No, gracias", responden los más concisos. En Altsasu nadie quiere hablar del tema. Está presente en todo el municipio navarro, en forma de carteles y pintadas de todo tipo. También con un contador en la plaza del Ayuntamiento de los días que sus jóvenes llevan en la cárcel (1.085), los kilómetros recorridos por las familias (488.000) y el dinero gastado (208.000 euros) para defender a sus hijos. Pero no quieren hablar, y menos con un foráneo que no saben de donde sale. Todavía menos en campaña electoral; todavía está muy presente el show que hizo Albert Rivera.

Delante del bar Koxka, zona cero de los hechos que lo han impregnado todo, la camarera del Biltoki Jatetxea ofrece algunas respuestas más precisas. En la barra tiene una estelada y lazos amarillos. Pero tampoco quiere hablar, ni de Altsasu ni de Catalunya ni de nada que pueda estar relacionado, por muchos que sean los paralelismos. "¿Sabes qué pasa? Que quizás eres de fiar, pero yo no te puedo decir nada", responde mientras limpia la máquina de café. "Es que aquí ya han venido un montón de periodistas y después acaban diciendo lo que quieren", se excusa. Lo que quieran expresar ya lo expresarán ellos, sin intermediarios. A los carteles que ya había por la libertad de sus jóvenes ahora se han añadido los de los presos políticos catalanes.

Altsasu, en la frontera con Euskadi, es un pueblo muy politizado. No sólo es un feudo del nacionalismo vasco en Navarra —hoy Geroa Bai tiene 10 de los 13 concejales, y los otros 3 son de EH Bildu—, sino que también es epicentro de movimientos ciudadanos como el Ospa Eguna contra la presencia de la policía española. A pesar de todo, para hablar con alguien estos días, aunque sea sobre la visión vasca del conflicto catalán, más vale quedar previamente. "Hay mucho dolor y desconfianza", admite Bel Pozueta, madre de uno de los jóvenes de Altsasu.

"Si no se vive en primera persona hay más tendencia a creerse la versión oficial"

Manu Gómez sí quiere hablar. Este profesor de biología es también una persona involucrada en movimientos de la sociedad civil. Fue uno de los organizadores, el 13 de abril de 2014, de la primera consulta de Euskal Herria, en el municipio navarro de Etxarri Aranatz, a diez minutos de Altsasu. Para hacerlo entró en contacto con Josep Manel Ximenis, exalcalde de Arenys de Munt que les ayudó. Primero lo intentaron por la ley de consultas navarra. Después lo organizaron a nivel popular. Fue citado a declarar ante un juez posteriormente pero la cosa no prosperó. Años más tarde, mirando lo que ocurre en Catalunya, ve "un paso más en un camino que ya no tiene retorno". De ahí la represión del Estado español.

"Mucha gente las historias de aquí las veía con incredulidad, no se lo acababan de creer, y ahora lo estáis viendo en primera persona", confiesa Manu. "Si no se vive en primera persona hay más tendencia a creerse la versión oficial", justifica. Había mucha "ingenuidad" sobre el poder que tiene el Estado. En este sentido, explica: "Cosas que estamos viendo en Catalunya ya las habíamos visto aquí: cómo se hace la represión, cómo se montan historias que después se hacen más ciertas de lo que son, todo eso ya lo hemos vivido aquí de muy cerca". El mejor ejemplo que encuentra es el de los siete CDR, encarcelados e investigados por terrorismo. Sin embargo, puntualiza que la existencia de ETA era un lastre en el caso vasco.

Manu entiende que pueda haber miedo y temor. "Al final el Estado ha adoptado una vía de represión, de porrazos y privar de libertad a personas, y eso genera un precio personal a pagar. En cierta manera es lógico que haya miedo", asegura. No obstante, matiza que "como país no veo este miedo colectivo", y que "los políticos acabarán poniéndose al frente o apartándose a un lado". Insiste en que "Catalunya está en un punto de no retorno".

"Aparte de la represión, no entienden mucho más. Pero la represión la saben hacer muy bien"

A veinte minutos de allí en coche, ya en territorio guipuzcoano, está Ordizia, municipio que ha sido históricamente gobernado por el PNV y desde mayo por EH Bildu. Sus calles, como los municipios vecinos, están llenas de ikurriñas, carteles por la libertad de los jóvenes de Altsasu, otros por la libertad de los presos políticos catalanes, esteladas... Y una sola bandera española, sobre la que se bromea mucho en el mismo pueblo. Como la rojigualda no se movía de ahí, los vecinos de debajo pusieron en el balcón una ikurriña y una pancarta de "Ongi etorri errefuxiatuak" (Welcome refugees). En el interfono no se pone nadie.

Es día de mercado, muy popular. Pedro ha venido desde Donosti para comprar quesos y está en una terraza haciendo una cervecita, esperando a su compañera. Está siguiendo muy de cerca lo que pasa en Catalunya y celebra que "por fin los catalanes empiezan a abrir los ojos y ven lo que es la represión auténtica". Ve muchos paralelismos, empezando por el caso de los CDR: "Hay la misma manipulación, hay la misma represión, hay el mismo patrón y todo va en la misma línea. Aquí ya lo vimos". En un ataque de sinceridad, admite que "pensaba que la sentencia sería más dura, porque son unos cabrones."

Pedro no ve mucho recorrido al diálogo con el Estado español, porque los únicos que quieren dialogar son los catalanes. "Aquí durante 40 años nos dijeron que, sin violencia, todo se podía negociar. Se acabó la violencia y no se negoció nada", recuerda el hombre. "Aparte de la represión, no entienden mucho más. Pero la represión la saben hacer muy bien", lamenta. También critica el papel del PNV, especialmente del lehendakari Íñigo Urkullu, que es "un blandito". A pesar de todo, rebate que "una cosa es Urkullu y otra muy distinta la población vasca, que va muy por delante que sus políticos".

En la plaza del frontón municipal, Aitor, jubilado de 61 años, utiliza hasta cinco veces la palabra "desproporcionada" para referirse a la sentencia. Advierte que la solución pasar por dialogar, pero que "hablar sin voluntad es perder el tiempo". Pero es muy pesimista sobre que se reconduzca la situación; ve "demasiado ruido por parte de todos". Tampoco ve a sus vecinos tan concienciados como habría que esperar. "De verdad, verdad, sobre el 15% de la población. El resto, de boquilla, sólo como ya pasaba aquí", asegura.

"Nosotros no lo conseguimos cuando lo planteó Ibarretxe. No nos dejaron ni votar"

Subiendo hacia el norte, Zumarraga cumple el prototipo de pequeña ciudad obrera, industrial. No sólo porque hay una factoría de Arcelor Mittal, el gigante mundial del acero, con unos 500 trabajadores sólo en el municipio. La arquitectura también recuerda un poco a la banlieue de París. Con el boom industrial pasó de una población estable de 3.000 habitantes en los años 50 hasta los 12.000, cuatro veces más, consecuencia de una fuerte inmigración del resto del Estado. Hoy es el único feudo que conserva el PSE-EE desde hace dieciséis años en la comarca de Goierri. También en las elecciones generales del 28-A fue primera fuerza.

En pocos minutos empieza el partido de la Real Sociedad, y las calles de Zumarraga son un batiburrillo de niños y no tan niños corriendo con la camiseta blanquiazul. A diferencia de los municipios vecinos, el espacio público es bastante sobrio de simbología política. En el Ayuntamiento hay una pancarta contra la violencia machista. Al lado, en el batzoki (sede política y social del PNV), una pancarta donde dice "hemen" (aquí), el eslogan electoral de los jeltzales. Pero se sigue hablando de política, y de las noticias que llegan de Catalunya.

Resu —de Resurrección—, que está haciendo unos encargos, dice que ella no es "ni independentista ni españolista". "No soy nada de eso", quiere dejar claro. Aun así, expresa su profunda "pena" con todo lo que está pasando en Catalunya. De hecho, su hija vive allí y fue a visitarla, casualmente, el día que salió la sentencia, que considera "totalmente injusta". La compara con la de Alsasu. Aprovecha para desmentir el panorama apocalíptico sobre las calles de Barcelona: "Sólo me encontré a unos policías a la estación de Sants que me pidieron el billete de tren para poder entrar, pero ya está". Denuncia que "no se puede meter una persona en la cárcel por sus ideas", pero admite que "aquí ha sido igual".

"Tendrían que haber dejado hacer un referéndum", defiende la jubilada. "Todo el mundo tiene derecho a opinar, también extremeños, andaluces, gallegos y cualquier pueblo que lo quiera hacer. Todos tenemos derecho", insiste la mujer. "Nosotros no lo conseguimos cuando lo planteó Ibarretxe. No nos dejaron ni votaron", admite. "Lo que pasa es que aquí después no hubo movida, simplemente echaron hacia atrás", añade en este sentido. De momento no ve una solución próxima; sólo ve un "follón del copón".

"Todo lo que sea en contra de ellos será terrorista. ETA les iba muy bien. Pero incluso cuando no había lucha armada, todo seguía igual"

En Hernani, feudo de la izquierda abertzale situado a las afueras de Donosti, ya saben lo que hay. Sólo entrar a la herriko taberna —bar donde se reúnen los simpatizantes de la izquierda independentista— suena La flama, de Obrint Pas. Ahora hace diez años aquel recinto fue registrado por orden del juez Baltasar Garzón en una operación contra Segi, las juventudes de la izquierda abertzale. Hoy Mikel, conductor de autobús y vecino del municipio, toma unos zuritos con su compañera Maider, profesora de instituto. Ella levanta la cabeza y señala las fotografías que hay encima de la barra: "Nosotros ya sabemos lo que hay". Son los retratos de los encarcelados, una veintena, y de los muertos, otra veintena. Todos ellos son jóvenes. Todos ellos son sólo los de Hernani y, según el Mikel, "ni siquiera estaban en la lucha armada".

Maider vive con cierta incredulidad que los catalanes hayan abierto los ojos ahora. "Nosotros ya sabemos lo que es la policía; aquí ha matado a gente. A mí me sorprendía un poco viendo a los catalanes sorprendidos con las actuaciones policiales", admite ella. Y envía un aviso a navegantes: "Todo lo que sea en contra de ellos será terrorista. ETA les iba muy bien. Pero incluso cuando no había lucha armada, todo seguía igual. Y no encontrarán nada más pacífico que Catalunya". Hay un hecho de que la sorprende mucho también, como a muchos de los preguntados. "La derecha allí es mucho más independentista que aquí", dice entre carcajadas.

A pesar de todo, Mikel lo compara con lo que pasa en Euskal Herria y ve el movimiento independentista catalán "más involucrado" y "con más fuerza". En Catalunya "puede que la gente se está cansando un poco con la represión, pero el núcleo del movimiento tiene mucha fuerza", insiste. Repite lo que ya es una constante: "Nos dijeron que, en ausencia de violencia, se hablaría de todo. Y eso no ha pasado nunca. Es más: ahora tenemos al señor Rivera queriendo cargarse los fueros y todo".

Recorriendo Euskal Herria no cuesta nada encontrar visitantes catalanes a cualquier ciudad o pueblo. Una pareja de leridanos hace una semana que viaja por allí. "No sé qué te dicen, pero a nosotros la mayoría nos ha dicho que hemos perdido el coco, que no sabemos qué estamos haciendo cuando tenemos al Estado delante", confiesan con un punto de estupefacción.






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lunes, 28 de octubre de 2019

40 Años de un Estatuto Muerto

Parafraseando una canción del cantante vasco-mexicano Emmanuel, diríamos: Nuestro estatuto estaba muerto, antes de nacer, y sin embargo, se quiso convencer que sí era cierto, vivió para saber que estaba muerto.

Y es que quien quiera que espere algo del españolismo o es tonto... o es cómplice.

Así pues, les invitamos a leer este comentario editorial publicado por Naiz:


Jonathan Martínez | Investigador en comunicación

Supongo que todo el mundo recuerda, aunque sea vagamente, los textos escolares sobre la guerra de sucesión española. En 1701, se desata una disputa encarnizada entre borbónicos y austracistas. Entre la Corona de Castilla y la Corona de Aragón. Tras quince años de conflicto, España pierde Gibraltar y la Casa de Borbón acomoda en el trono a Felipe V para instaurar una dinastía que dura ya más de trescientos años. Diez generaciones hasta hoy.

Dicen nuestros libros de escuela que el nuevo borbón se propuso castigar a los perdedores arrebatándoles cualquier vestigio de soberanía. Así es como Felipe V fulmina las instituciones del Principado de Cataluña. Los Decretos de Nueva Planta, en última instancia, mutilan las particularidades administrativas de toda la Corona de Aragón. Al mismo tiempo, el rey entrante premia a los territorios que se han mantenido fieles a la causa borbónica. De modo que el Señorío de Vizcaya, Álava, Guipúzcoa y el Reino de Navarra preservan sus fueros y parlamentos.

Han pasado tres siglos y las comparaciones son odiosas, pero la guerra de sucesión es el comienzo de muchas realidades que perduran hoy en día. Existe un hilo familiar que une el Felipe V de entonces con el Felipe VI de nuestros días. La preservación de los derechos forales vascos explica, por ejemplo, la actual asimetría fiscal del Estado. Todavía hoy, la Diada de Catalunya conmemora el asalto de Barcelona en 1714 y la herida de Gibraltar permanece en el imaginario del nacionalismo español.

El 25 de octubre de 1979, en pleno fervor antifranquista, un 90% de electores avalaron el nuevo Estatuto de Autonomía del País Vasco. Este pasado viernes, Iñigo Urkullu celebraba en el Parlamento cuarenta años de autonomismo y reclamaba «ensanchar el acuerdo» del autogobierno. Sin embargo, el balance optimista del lehendakari contrasta con la realidad ingrata de los hechos. Lo cierto es que el Estatuto de Gernika acumula cuatro décadas de incumplimientos mientras nos entretienen con el regateo de competencias. Habría que preguntarle al señor Urkullu qué ensanchamiento propone en el seno de un Estado que ya ha demostrado su intransigencia con las reformas estatutarias.

La memoria es frágil y escurridiza, pero aún nos permite recordar aquellos años no tan lejanos de efervescencia soberanista en Euskal Herria. Fue en octubre de 1997 cuando Jose Elorrieta, por entonces secretario general de ELA, certificaba en Gernika la muerte del Estatuto. Sus palabras tuvieron tan buena acogida que Ricardo Ansotegi, dirigente del PNV, llamó a articular mayorías soberanistas. Es verdad que Iñaki Anasagasti le enmendó la plana y aseguró que «para el PNV el Estatuto no está muerto». Pero ya daba igual, porque en julio de 1998 el PSE iba a abandonar el Gobierno vasco y el Pacto de Ajuria Enea iba a dejar paso al Acuerdo de Lizarra-Garazi.

El timón del soberanismo vasco, más reformista que rupturista, se mantuvo en pie con altibajos durante al menos una década. En 2001, Ibarretxe ya planteó una reforma estatutaria que tomó cuerpo en 2003 y que consiguió la mayoría del Parlamento en 2004. Pero aquel entusiasmo inicial tropezó contra el muro del Estado. En 2005, el Congreso de los Diputados rechazaba en bloque el nuevo Estatuto vasco. En 2008, Ibarretxe volvió a la carga con una propuesta de referéndum pero el Tribunal Constitucional le dio con la puerta en las narices. Luego llegó Patxi López y aquí paz y después gloria.

Mientras el soberanismo vasco se enfriaba ante las zancadillas de las instituciones del Estado, el independentismo catalán respondía a las humillaciones doblando sus apuestas. «Nos hemos cepillado el Estatut», dijo Alfonso Guerra entre carcajadas en 2006. En 2010, la Justicia española mutilaba nuevamente el Estatut. «El Tribunal Constitucional está moralmente deslegitimado para dictar esta sentencia», protestó el President Montilla. El pueblo catalán, cansado de afrentas, convirtió la rabia de entonces en un movimiento de masas a favor de una solución democrática. Así llegó la consulta del 1-O, los porrazos, la sentencia contra los líderes del Procés y el Tsunami Democràtic.

Desde 2016, la prensa oficial increpa a Puigdemont y lo tacha de incendiario irresponsable igual que años atrás denigraba a Ibarretxe y lo pintaba de lunático enemigo de España. Al contrario, Urkullu aparece caracterizado como un estratega brillante, un negociador tranquilo. En definitiva, un hombre de Estado. Cuando la maquinaria propagandística del régimen te arroja flores, más vale que empieces a preocuparte. Hubo un tiempo en que Catalunya era el ejemplo constitucional de seny frente al montaraz soberanismo vasco. Hoy las tornas han cambiado y el Gobierno de Lakua sirve de contraejemplo sereno para desprestigiar la protesta catalana.

No es la guerra de sucesión ni se parece. Pero trescientos años después, las élites vascas se alinean con los mismos borbones que desmantelan el autogobierno catalán. Tres siglos más tarde, el PNV negocia los presupuestos con quienes intervienen la autonomía catalana a golpe de 155. Treinta décadas después, Cataluña reclama su independencia mientras nuestro lehendakari se aferra a la vía descompuesta del autonomismo. Cuando el Estado se muestra más débil, cuando podríamos abrir una doble brecha junto a Catalunya, las autoridades vascas juegan al avestruz y abandonan a su suerte a un pueblo amigo.

En las campas de Foronda, hinchados de furor patriótico, los dirigentes del PNV se llenan cada año de soflamas encendidas contra el nacionalismo español. Pero a la hora de la verdad, la cúpula jeltzale trafica con nuestras esperanzas, bendice los pactos de Estado, apuntala el constitucionalismo y nos somete a una dieta feroz de autonomía trasnochada. Ya lo cantaba Eskorbuto. Anuncios publicitarios que prometen felicidad de algún producto de moda que te hará cambiar. Os engañan, os engañan así.






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