Noticias de Gipuzkoa trae a nosotros un texto en el cual se informa acerca del décimo aniversario de la iniciativa Gizonduz.
Aquí la información:
Hace diez años, tres guipuzcoanos, Xabier Euzkitze, Mariano Ferrer y el ciclista Haimar Zubeldia, sumaron sus fuerzas a una veintena de hombres vascos para impulsar la iniciativa ‘Gizonduz’ de Emakunde. Hoy, cuentan cómo han cambiado y cómo ven a la sociedad en materia de igualdad.Ruth GabilondoNinguno de los tres recuerda que fuera difícil posicionarse en primera plana en defensa de la igualdad y de la conciliación, pese a que hasta el momento no era habitual que los hombres se sumaran a esta batalla. Creen que era algo ineludible e, incluso, urgente, que respondía a una “evolución necesaria”, indica Euzkitze. Acompañados por otros hombres se reunieron en Gasteiz con el entonces lehendakari, Juan José Ibarretxe, y firmaron la Carta de los Hombres Vascos por la Igualdad y contra la Violencia de Género. En este tiempo, más de 10.000 hombres de Euskadi se han adherido a este documento y cerca de 7.000 se han formado en igualdad a través de cursos.Mariano Ferrer fue uno de los participantes que leyó parte del manifiesto que se aprobó hace una década. “He de reconocer que no tengo mucha memoria de si realmente entonces tuve conciencia de que además de una expresión de voluntad había allí un compromiso concreto. Piensas equivocadamente que tú estás en el lado bueno de este asunto, que ya tienes conciencia, pero igual no te lo tomas suficientemente en serio”, admite.En este sentido, cuando firmó el documento, Ferrer se sentía en el “lado bueno”, creía que era “estupendo” participar en la iniciativa, pero no recuerda que tomara una decisión concreta sobre “si algo que hacía lo tenía que mejorar o algo que no hacía debía empezar a hacer o algo que hacía debía dejar de hacer”. Porque aunque este periodista ha ido cambiando a lo largo de los años al tener una familia “bastante concienciada” en estos asuntos y “predominantemente femenina”, las reflexiones profundas sobre la igualdad y la corresponsabilidad las realizó después de apoyar Gizonduz.Esta pionera iniciativa no solo consiguió que los hombres se implicaran en la igualdad, sino que también les hizo recapacitar sobre si sus comportamientos y acciones estaban siendo suficientes. “Supuso, en primer lugar, un proceso interno que me llevó a cuestionar mi propio lenguaje a lo largo de mi trayectoria anterior como bertsolari en activo, a obligarme a mí mismo a adoptar actitudes más igualitarias y justas”, señala Euzkitze.Y esto, evidentemente, implica cambios en la vida diaria, transformaciones que “aún no han llegado a ser suficientemente profundas”, reconoce. Admitir que aún queda un largo camino por recorrer es también una forma de autoevaluarse, de ser consciente de los pasos que se pueden seguir dando para conformar una sociedad más conciliadora.“Por ejemplo, en el tema de la casa. El Mariano que se emparejó hace no sé cuántos años y el de hoy actúa de manera muy diferente. Ahora hago un montón de cosas más y, además, regularmente y me parece bien. Sin embargo, me cuesta mucho responsabilizarme de la casa en el sentido global, tener conciencia de los cuidados que necesita la casa. Yo respondo cuando surge la necesidad, pero siento que no la tengo en la cabeza preventivamente para gobernarla como es debido como la tiene en mi caso mi mujer”, subraya Ferrer, que añade que probablemente este comportamiento sea “heredado genéticamente”.En casa y con los niñosAl exciclista Haimar Zubeldia, que vive “entre mujeres”, sumarse al proyecto Gizonduz también le ayudó a hacer una reflexión personal. “Personas visibles de la sociedad dimos ese paso para que la gente se uniera también y se creara esa conciencia”, defiende. Su vida en estos diez años también ha dado un giro desde que dejó el ciclismo profesional, lo que le ha posibilitado estar “diariamente en casa” y poderse implicar en todo. “Mi vida antes era un ir y venir continuo”, rememora.El concepto que cree que hay que grabarse a fuego en la mente, fundamentalmente los hombres, es el de defender “un reparto equitativo, a un 50%”. Porque en una pareja “se trabaja para un proyecto en común y la meta debe ser esa”, compartir todo, tanto el cuidado de los niños como las tareas domésticas.Mariano Ferrer insiste en que “una cosa es tener las ideas correctas” y otra ponerlas en práctica, pese a que haya un porcentaje de la población que aún está “muy lejos de pensar como es debido en estos temas”. “Creo que las ideas de igualdad, de la corresponsabilidad, de la denuncia del sexismo, del rechazo de la violencia machista, de que las mujeres tienen el mismo derecho que nosotros a ocupar el espacio público, que no tiene por qué ser la que haga un doble trabajo, las compartimos la gran mayoría de los hombres”, afirma.Estos tres hombres consideran que se ha avanzado mucho, pero que aún queda mucho camino por recorrer. Los datos sobre hombres y conciliación son cada vez más positivos, pero aún están lejos de ser trascendentales. En 2005, según Emakunde, el 3,9% de los hombres se acogió a una excedencia para el cuidado de un hijo, porcentaje que ascendió al 4,7% en 2010 y al 6,7% en 2015.Así, aunque la sociedad está cada vez más concienciada sobre la necesidad de cambiar hábitos, normas y protocolos, “en aras de conseguir una convivencia más justa e igualitaria”, “la supremacía machista” está tan interiorizada que el proceso de cambio está resultando “más complicado” de lo que se pensaba, apunta Xabier Euzkitze. “Tampoco hay que obviar que hay cierta gente que siempre se resistirá a reciclarse por lo que supone a nivel de pérdida de privilegios”, indica.La iniciativa continúaEl problema es que hay veces que los hombres se dejan llevar “más de lo debido”. “Nos hemos educado en una situación de privilegio”, reconoce Mariano Ferrer, que asegura que gran parte del cambio en la sociedad se debe al gran trabajo de las mujeres. “Lo que hayamos podido cambiar los hombres en este terreno en un porcentaje muy mayoritario ha sido obra de las mujeres, que nos han obligado, nos han arrastrado”.Por eso siempre serán positivas iniciativas como Gizonduz, que den “señales de alarma” para evitar el acomodamiento de la sociedad. “Las mujeres se han apoderado del discurso y todavía habrá gente a la que le cueste aprenderlo, pero cada vez les va a costar menos por la cuenta que les trae”, advierte Ferrer. Porque lo que está claro es que la implicación del hombre es “fundamental” para que exista una igualdad real y “esa debe ser la meta” final, remata Zubeldia.
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