Un blog desde la diáspora y para la diáspora

martes, 31 de agosto de 2021

Víctima Navarra del Huracán 'Nora'

Nos llama poderosamente la atención el titular de esta más que triste noticia generada en México.

La misma reza: "Muere un menor de ascendencia navarra en un huracán en México".

¿Qué pasa aquí? ¿El chico no era navarro? Su madre es navarra y no sabemos si él nació en Zaragoza, Barcelona o París, las tres ciudades mencionadas en el artículo. Lo único que sabemos es que no nació en México pues Curro Prados Asensio tenía, al fallecer, 13 años, mientras que su familia ha habitado México desde hace tan solo 7 años.

¿O acaso hay que tener carnet de la Comunidad Foral de Navarro para ser navarro?

Pero es que vamos, precisamente, donde haya nacido es lo de menos, su madre es navarra y por lo tanto, él también era navarro. ¿O se le está negando esta posibilidad porque la navarridad de su padre no queda establecida en el artículo? Ella y él se conocieron en Zaragoza, pero no nos dicen si él es navarro, aragonés, catalán, castellano o andaluz. Lo cual abre la posibilidad a que también sea navarro.

Pero bueno, es lo de menos, la madre es navarra y ha sufrido la gran tragedia de perder a un hijo menor durante un fenómeno hidrometereológico que ha afectado la costa oeste de México. No es, en definitiva, el momento adecuado para que la prensa cuestione la navarridad de su hijo.

Aquí les dejamos el artículo de EFE -quienes perpetraron ese titular que se repite una y otra vez en periódicos de todo el mundo- tal como lo ha reproducido el Diario de Navarra:


Muere un menor de ascendencia navarra en un huracán en México

Es el hijo de 13 años de una mujer natural de Sorlada que lleva siete años viviendo en Jalisco

G.G.O.

El derrumbe de un hotel en Jalisco (México) al paso del huracán Nora se cobró la vida de un niño de 13 años, hijo de una mujer oriunda de Sorlada (Tierra Estella) que reside desde hace siete años en la zona. Arancha Asensio hizo un llamamiento a su búsqueda en las redes sociales cuando el menor se encontraba desparecido, pero fue hallado sin vida a las horas, el domingo por la mañana.

El menor, de nacionalidad española, desapareció el sábado por la noche tras el derrumbe parcial de un hotel en Puerto Vallarta (Jalisco), debido al desbordamiento del río Cuale, que discurre junto al hotel. El menor se alojaba allí con su familia cuando se produjo el derrumbe. Su madre pidió ayuda en redes sociales: “Es mi hijo. Está desaparecido después de colapsar el edificio del hotel CoWork, antigua Surtidora del Puente. Por favor, si alguien sabe algo de él, que contacte conmigo o con Edgar J. Flores. Por favor, difundan”, escribía en Facebook.

A Zaragoza y Barcelona

Arancha Asensio es natural de Sorlada, donde vivían sus abuelos paternos. Pronto se marchó a vivir a Zaragoza. Allí estudió Ingeniería Técnica Industrial en Zaragoza y conoció a su marido. Después vivió en París y a continuación doce años en Barcelona antes de desplazarse a El Tuito, en México. Tal y como contaba en mayo en un programa de ETB, allí regentaba un hotel, habían tenido un restaurante y se dedicaban al negocio de las piscinas. La mujer cuenta con familiares en Sesma y Pamplona. Tiene cuatro hijos, uno de los cuales, de 13 años, es el que murió al paso del huracán Nora.

La noticia de su fallecimiento la dio a conocer en redes sociales el gobernador del estado, Enrique Alfaro, tras una búsqueda con perros adiestrados y drones. “El Gobierno de Jalisco y el municipio activaron una célula del grupo USAR para su búsqueda. Lamentablemente, el menor ha sido localizado sin vida”, escribió el domingo por la mañana. “A su familia, que hace 7 años llegó de España a nuestro puerto, y a sus seres queridos, todo nuestro apoyo y más sentido pésame”, continuó. El Gobierno de Jalisco también confirmó que continuaba la búsqueda de una mujer, cuyo coche fue arrastrado por el desbordamiento del río.

Según un informe del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), el huracán registró vientos máximos sostenidos de 110 km/h y rachas de hasta 140 km/h. El huracán tocó tierra el sábado en Puerto Vallarta, donde dejó intensas lluvias, causó daños materiales con inundaciones y derrumbes. 355.000 usuarios de Jalisco, Colima y Nayarit se quedaron sin luz a lo largo del fin de semana (estaba previsto que ayer recuperaran el suministro). Fueron rescatadas 155 personas, 225 evacuadas y 562 se resguardaron en los refugios habilitados. El domingo, Nora ya se había degradado a tormenta tropical.


Desde la diáspora vasca, nuestro más sentido pésame a la familia de Arancha Asensio.

 

 

 

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La Toma de Hondarribia

Es necesario insistir en que nunca hubo la denominada "anexión voluntaria de Navarra", como lo quiere hacer creer el españolismo cerril en su intento por validar el origen divino de la unidad de España. Como si un buen día el espíritu santo le hubiese dicho a los vascos que eso de la unidad con -una aún inexistente- España de ese reino que ellos habían parido en Orreaga era de extraordinario beneficio para todas las partes.

Los varios intentos por recuperar la soberanía muestran exactamente lo contrario.

Desde Naiz traemos este artículo con el que damos seguimiento al tema que hemos venido desarrollando con motivo de los 500 años a partir de la Batalla de Noain.

Aquí la información:


Setiembre de 1521: Amaiur y Hondarribia, el desquite de Noain

Pello Guerra

Aunque la batalla de Noain fue un duro revés para la causa legitimista, en setiembre de 1521 y después de que Nafarroa Beherea se sublevara contra los españoles, una nueva ofensiva franco-navarra consiguió liberar la Nafarroa cantábrica, con Amaiur como principal referencia, y tomar Hondarribia.

Aunque la causa legitimista había sufrido un duro varapalo con la derrota del 30 de junio en la batalla de Noain, en el verano de 1521 todavía se veía muy factible que un ejército franco-navarro recuperara el reino ocupado por los españoles. No fue así, pero terminó desquitándose del fracaso de junio liberando la Nafarroa cantábrica y tomando Hondarribia.

Francisco I, soberano francés, decidió lanzar una nueva ofensiva y designó como mando supremo del ejército que la ejecutaría a una persona de su máxima confianza: Guillaume Gouffier, señor de Bonnivet y almirante de Francia.

Bonnivet se reunió en agosto con el rey de Nafarroa, Enrique II, y se fijó el reclutamiento de tropas para lanzar el ataque para un nuevo intento de recuperación del reino, el cuarto en nueve años después de los de 1512, 1516 y el realizado unos pocos meses antes.

Noticias sobre esos movimientos bélicos fueron llegando a la ocupada Iruñea, donde el nuevo virrey, el conde de Miranda, reaccionó tomando una serie de medidas para impedir que se produjera un levantamiento similar al registrado en mayo de ese mismo año. Una posibilidad que temían los españoles ante «la poca fidelidad que siento en los de este reino», según señalaba el capitán de caballería Meneses de Bobadilla en una carta enviada al emperador Carlos V.

Así, el virrey desterró del reino a aquellos navarros que pudieran liderar un nuevo alzamiento, especialmente en Iruñea y las zonas de Zangoza, Tafalla y Tutera, y envió equipos de hombres para demoler los restos de las fortalezas de Tutera, Corella, Tafalla, Cábrega y Elo (Monreal), y las murallas de Irunberri.

En Iruñea, ordenó destruir las construcciones situadas fuera de las murallas, por lo que fueron minados los monasterios y ermitas de San Francisco, La Merced, San Antón y San Lázaro, situados en la Taconera, aunque el virrey se comprometió a reconstruirlos más adelante en el interior de la ciudad. Además, reforzó las murallas de la capital, concentró tropas que retiró de otros puntos del reino ocupado y se aprovisionó de alimentos para hacer frente a un posible sitio.

Mientras, al norte de los Pirineros, se iban reuniendo las tropas franco-navarras, aunque el proceso se alargó más de lo previsto y el ejército no estuvo listo hasta finales de septiembre.

Según los datos recabados por el historiador Peio Monteano, esa fuerza estaba integrada por unos 24.000 infantes navarros, gascones, bearnes, franceses y los famosos lansquenetes alemanes, la tropa mercenaria de élite del momento. Además, contaba con 600 jinetes, la mayoría acorazados, y unas 18 piezas de artillería, entre las que figuraban seis grandes cañones.

Las tropas se dividieron en dos cuerpos. El primero estaba situado en Donibane Garazi, después de que Nafarroa Beherea se hubiera sublevado en favor de Enrique II de Albret tras la sangrienta toma de unos meses antes, y lo dirigían el propio Bonnivet y el rey de Nafarroa. El segundo se encontraba en los alrededores de Uztaritze y estaba a las órdenes del señor de Saint André, gobernador de Guyena, y de Pedro de Navarra, hijo del mariscal encarcelado.

Al mismo tiempo, en Aezkoa, Antonio de Peralta, hijo del marqués de Faltzes, los hermanos de San Francisco de Xabier y otros nobles les esperaban con un contingente de tropas de ese valle y de Zaraitzu y Erronkari, además de 300 jóvenes riberos.

Finalmente, el 27 de setiembre, el ejército franco-navarro se puso en marcha desde sus dos campamentos, con el de Donibane Garazi tomando el castillo del Peñón, en el paso de Orreaga, y el de Uztaritze camino de Amaiur.

Todo apuntaba a que la fuerza liderada por el almirante se dirigiría hacia Iruñea, pero Bonnivet sabía que la capital estaba preparada para un ataque y, ante la sorpresa y el consiguiente enfado de los capitanes navarros, ordenó que, como el segundo cuerpo de tropas, se dirigiera hacia Baztan, donde se puso cerco al castillo de Amaiur.

La fortaleza rojiza, dirigida por Antón Alguacil, había sido la única que había permanecido en poder de los españoles durante la ofensiva de mayo de 1521. Su guarnición había sido reforzada y se habían mejorado las defensas en el último mes, así que parecía en condiciones de resistir un asedio.

Recuperación del castillo de Amaiur

Pero los potentes cañones franceses consiguieron abrir una amplia brecha en las murallas por la que se lanzó al ataque la infantería, generando tantas pérdidas entre los españoles que estos terminaron entregando el castillo el 2 de octubre. Una vez recuperada la fortaleza, al cargo de la misma quedó el veterano capitán navarro Jaime Vélaz de Medrano.

Sin perder tiempo, Bonnivet movilizó su ejército para dirigirse hacia Hondarribia. El 6 de octubre se tomó el castillo de Behobia sin apenas bajas, ya que el fuerte no opuso mayor resistencia. Según el historiador Moret, tras bajar la marea, el conde de Guisa cruzó el Bidasoa con 6.000 lansquenetes y consiguió la retirada de los españoles, quienes, tras ser alcanzado su artillero por el primer cañonazo, rindieron el castillo.

Para entonces, el rey de Nafarroa se había incorporado a esas fuerzas con 6.000 infantes y 600 jinetes pesados.

Ese mismo día comenzó el sitio de Hondarribia, que se realizaría por tierra y por mar. La plaza fue batida por la artillería desde Hendaia con especial fuerza y se lanzaron tres asaltos, pero los defensores, dirigidos por el coronel Diego de Vera, consiguieron rechazarlos.

Sin embargo, según pasaban los días, los sitiados empezaron a desmoralizarse e incluso a huir de la plaza. En vista de la crítica situación por la que pasaba, Vera negoció la rendición y el 18 de octubre entregaba Hondarribia, que quedó custodiada por tropas navarras y gasconas a las órdenes de Jacques d'Aillon, señor de Luda, como alcaide de la plaza y gobernador del castillo de Behobia «en nombre del rey de Navarra».

Entre los navarros presentes en la toma de Hondarribia se encontraban Juan y Valentín de Jaso, además del señor de Olloki, todos primos de San Francisco de Xabier. También figuraban el veterano capitán Juan Remírez de Baquedano, señor de San Martín, además de los Jaureguizar, entre muchos otros, según señala el historiador Pedro Esarte.

Parón por la lluvia

La rendición de la plaza disparó todas las alarmas españolas, cuyas autoridades no conseguían reunir tropas con las que dar la vuelta a la situación. Circunstancia a la que se sumó la meteorología, con un otoño que pasó a la historia como uno de los más lluviosos del periodo en toda Europa, según apunta el historiador Monteano. Ese mal tiempo también frenó cualquier otra posible operación militar del ejército franco-navarro, así que la guerra quedó paralizada de facto hasta que llegara la primavera.

Esa ‘tregua’ forzada hizo que los navarros volvieran a gobernar una parte de su territorio, en concreto Nafarroa Beherea y los valles cantábricos, aunque sin perder la esperanza de que la ofensiva se retomara con la llegada del buen tiempo para liberar todo el reino. De hecho, tras el éxito cosechado en la más fortificada Hondarribia, los mandos franceses se arrepintieron de no haber atacado directamente Iruñea, convencidos de que la habrían tomado. Pero era un error remediable, ya que bastaba con esperar a la primavera para marchar sobre la capital navarra.

Mientras llegaba ese ansiado momento, desde Amaiur, Vélaz de Medrano controlaba el valle de Baztan y buena parte de Bortziriak con el apoyo de Miguel de Xabier, acantonado con sus hombres en Elizondo.

Como sucedía también en Hondarribia, el alcaide de la fortaleza rojiza se esmeraba en reparar los daños causados por el sitio, reforzar las defensas y abastecer el castillo en previsión de lo que pudiera suceder.

Vélaz de Medrano era muy consciente de que cuando asomara la primavera, la guerra regresaría con ella. Entonces llegaría otro momento crucial en la recuperación de Nafarroa.

 

 

 

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lunes, 30 de agosto de 2021

45 Años de la Alternativa KAS

Desde Facebook traemos a ustedes el recordatorio de una de las efemérides más importantes en el devenir histórico de la clase obrera vasca:


KAS Alternatiba

Un día como hoy hace 45 años fue presentada en Iruña la Alternativa KAS, instrumento organizativo, ideológico y político, que entre otras cosas frustró en Euskal Herria los planes de "la Transición" que tan buen resultados fueron dando en otros territorios del Estado, manteniendo la tensión militante y activa de amplios sectores del pueblo en torno a la organización y a la lucha.

La Alternativa KAS fue un programa político de mínimos de la Izquierda Abertzale que fue elaborado por las organizaciones presentes en la Mesa de KAS: ETA(m), ETA(pm), LAIA, EHAS, LAK y LAB a la que se sumaria un año mas tarde EIA. Adoptada en julio de 1976, la alternativa KAS fue presentada en Iruñea el 30 de agosto.

La Alternativa de KAS, entendida como programa táctico, recogía la base democrática mínima exigible para el cese de la actividad armada. En un principio recoge siete condiciones mínimas que hacían referencia a:

1- La concesión de libertades democráticas
2- La concesión de amnistía,
3- La disolución de los cuerpos represivos,
4- La mejora de las condiciones laborales y de vida la clases trabajadora,
5- El reconocimiento del derecho de autodeterminación,
6- El establecimiento de una Autonomía provisional actualizada
7- Y el establecimiento de un gobierno provisional vasco (interlocutor del pueblo vasco).

Posteriormente, a partir de 1978 y superados algunos aspectos por la coyuntura política la Alternativa se quedaría en lo que fueron los famosos cinco puntos de KAS.

 

 

 

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Dimensionar los «Ongi Etorris»

Todo el espectro político vasco se ha lanzado en contra de Sortu buscando que se posicione en contra de los ongi etorri. Servilmente, el PNV ha aprovechado para agredir a la izquierda abertzale utilizando como pretexto los recibimientos que familiares y amigos prodigan a los represaliados cuando por fin regresan a casa después de largas y lacerantes ausencias. Los jeltzales alegan que dicho actos ofenden a las víctimas, haciendo eco del principal argumento utilizado por los elementos más reaccionarios de la metrópoli, argumento que por cierto, ya está siendo matizado, tal vez como parte de la nueva realidad política tras el DDR de ETA.

Hoy, desde Naiz, traemos a ustedes este texto que analiza la situación:


«Ongi etorris», ¿gasolina o bálsamo?

De nuevo en pleno agosto, el recibimiento a un preso ha vuelto a servir de munición para refriega política. ¿Es inevitable que este asunto sea materia inflamable o hay otra forma de abordarlo?

Ramón Sola

No resulta precisamente habitual, pero este mes han recuperado la libertad ocho presos y presas de EPPK y ha acabado su condena alguno más que ya estaba en condicional. El día 1 de agosto en la mancheta de portada de este periódico aparecía el número 207 y ahora esa cuenta atrás marca 199. Pues bien, solo una de las excarcelaciones ha provocado polvareda por el recibimiento; horas de televisión, ríos de tinta y el incesante ‘y tú más’ de las redes sociales  –mucho más grueso en el caldo gordo del anonimato– han sucedido a la llegada a Santutxu de Agustin Almaraz.

Sirva el número para empezar por dimensionar la cuestión. Para constatar a quién le interesaba más este rifirrafe, aquí va otro dato objetivo: Sortu salió a la palestra a fijar su posición casi dos días después de la primera chispa, pero a Carlos Iturgaiz (PP) le bastaron unos minutos para replicarle («son veneno») y seguir así echando leña al fuego.

En esta era panvacacional en que hasta las serpientes de verano de antaño han desaparecido, la sobredimensión mediática y política del hecho es evidente. Y también delatora: quienes argumentan que los «ongi etorris» atacan la convivencia corren precisamente a usarlos para ese fin, como en la profecía autocumplida.

Dicho esto, en una sociedad que se activa –más bien altera– con estos espasmos, tampoco cabe negar que la cuestión es problemática y que obstaculiza mucho más la ruta de quienes quieren vaciar las cárceles que la de quienes pretenden mantener el contador lo más alto posible. La ecuación es sencilla; sin un consenso sobre «ongi etorris», ¿cómo va a haberlo sobre excarcelaciones? Lo accesorio y lo fundamental no pueden estar en el mismo plano.

Acertada o erróneamente, este medio no ha participado de esa vorágine. Por un lado, el asunto a estas alturas es tan manido que realmente tiene muy poco jugo informativo. Por otro, la posición editorial de GARA-NAIZ trata de ser constructiva en este proceso y en los titulares ofrecidos generalizadamente predominaban más propósitos destructivos e involucionistas que otra cosa. En la resaca sí se pueden extraer conclusiones con más frialdad. Y sobre todo preguntarse si este tema va a seguir siendo gasolina para avivar llamas anteriores o si se le puede dar la vuelta y convertirlo en bálsamo. En otras palabras, si siempre será problema o tiene algo rescatable como solución.

¿Realmente no ha habido nada novedoso en las declaraciones sobre el asunto? Pues sí, lo ha habido, aunque no ha llegado a los titulares. Por ejemplo, la presidenta de Covite, Consuelo Ordóñez, mostraba el miércoles en Radio Euskadi su conformidad con los recibimientos a la salida de prisión, que admitía como cada vez más nutridos al estar los presos más cerca de sus casas (Almaraz salió de Basauri). El jueves, en la misma emisora, el delegado del Gobierno español, Denis Itxaso, exponía que «yo ni siquiera pido arrepentimiento; solo pido que, al menos, no se idealice, no se proyecte una idea romántica del pasado que se llevó a esas personas a la cárcel». El exdirigente guipuzcoano del PP Borja Sémper escribía: «Cuando alguien cumple una condena de cárcel, en este caso por haber asesinado, podemos comprender que su familia y amigos se alegren (allá cada cual)». Y en un hilo de Twitter María Jauregi constataba que no se es tan exigente con el PSOE como con la izquierda abertzale; Iñigo Urkullu corrió a darle la razón con su embestida el viernes.

A alguien le parecerán obviedades, pasos insuficientes sin duda, pero lo cierto es que no habían sido verbalizadas así hasta la fecha. Lo que ha predominado históricamente desde estos ámbitos es la proyección deshumanizada de los presos vascos y la indiferencia, cuando no el «que se pudran en la cárcel» de Aznar.  

Tras ello, los cuatro rechazaban de plano que esos recibimientos se hagan en las plazas y con cierta parafernalia, algo que para la hermana de Gregorio Ordóñez traslada «jactancia por sus crímenes». También hay algo nuevo en esta parte, aunque no lo parezca: una concreción de qué hace daño a las víctimas, que será sincera si expresa un sentimiento interior y no un objetivo de recrear el esquema vencedores-vencidos. Inesperadamente el incidente ha generado un diálogo indirecto sobre un tema que hasta ahora se despachaba con un sí o no.

La presidenta de Covite dijo otra cosa también– incluso la había apuntado una semana antes con ocasión de un recibimiento a dos presos en la «herriko» de Hernani­– que no mereció la atención de quienes solo toman este tema como munición: los «ongi etorris» se están realizando de otro modo hace tiempo. Habrá quien vea en esto un efecto de la represión; aunque la AN no los prohíba, es sabido que hay un sumario vivo en ese tribunal, dirigido inequívocamente por la Guardia Civil y en contra de Sortu (¡doble sorpresa!). Este factor tendrá su peso en algún caso, pero no es el determinante. Se le sobrepone el elemento personal: todos los presos y presas desean lógicamente ser recibidos por quienes les quieren, pero muchos de ellos y ellas explican que no necesitan ningún reconocimiento público o dicen directamente que no lo quieren. Y está por último el factor político: ¿cómo va a tener el mismo sentido y la misma caracterización un «ongi etorri» en fase de conflicto armado que en fase de intento de resolución, si ni dentro ni fuera de la cárcel los modos de actuación política son los mismos que antes?

Cada una de las excarcelaciones de este mes han tenido un formato diferente de recibimiento para el preso. Los ha habido de todos los perfiles; bajo, alto, incluso nulo. Pero en esta apelación a la empatía mutua hecha por víctimas y políticos, hay una cosa fácil de captar: la dimensión del «ongi etorri» generalmente no tiene nada que ver con lo que ha hecho la persona recibida antes de entrar en prisión, sino con lo que le han hecho dentro de ella.

En el caso de Almaraz, no está de más recordar que ha purgado más de 25 años de cárcel, algo que tiene muy poco parangón en el Estado español y ninguno en Europa; que el 98% del tiempo lo ha pasado en primer grado cuando ese régimen debe ser puntual y revisable; y que ha sobrevivido a penales como Puerto, en el que en los últimos años han muerto dos compañeros, Arkaitz Bellon y Xabi Rey.

Al valorar cualquier acción en esta vida, la empatía requiere tratar de entender las motivaciones de quien la hace. Y en ese ejercicio, se percibe que el recibimiento no es un enaltecimiento ni tampoco una acción de humillación, sino justamente lo contrario: es un bálsamo. Y hará falta tiempo, sin duda, pero para estas víctimas de ETA llegar a entenderlo también podría resultar balsámico, porque no se está buscando añadir sal a su herida sino intentando cerrar las propias.

Estrictamente mirado, los excarcelados han sido víctimas de una política carcelaria vengativa y muchas veces de la tortura; otra cosa es que no quieran sentirse y definirse como tal. En cualquier caso, sí son supervivientes de un enfrentamiento y un conflicto en el que muchos otros no han sobrevivido. Algunos, a sus manos; otros, en sus brazos. Empujarlos a que tengan que reivindicarse en el papel de víctimas no va a aportar nada positivo a la convivencia. Por el contrario, admitir que se han triturado sus derechos y que esto tampoco debería volver a pasar, que debería dejar de pasar, ayudaría bastante.

Hay un matiz final, por último, que también ha pasado desapercibido pero es más que un matiz. La convocatoria del acto de Santutxu a quien realmente iba destinada era a la familia del excarcelado y de los otros cuatro presos del barrio. Y aquí el término superviviente tiene sentido total, biológico: los padres de Almaraz han estado dos años y medio sin poder verle porque su estado físico ya no les permitía viajar tan lejos. Su aita, en concreto, ha logrado llegar al día de abrazarle en libertad, vivos ambos, algo que no siempre sucede.

Dos días antes de Santutxu hubo otro acto cien kilómetros al este en otro barrio popular, esta vez de Donostia: Morlans. Al contrario que lo del lunes en Bilbo, no tuvo apenas eco mediático. Tampoco era un «ongi etorri». ¿Qué tiene que ver entonces con el caso que nos ocupa? Más de lo que parece.

Durante casi tres décadas recordar en Morlans a Patxi Itziar, Iñaki Ormaetxea y Jokin Leunda, militantes de ETA acribillados por la Guardia Civil ha sido perseguido con saña. Tampoco esta vez estaba claro que pudiera ser posible, pero se intentó y se logró. Llegado 2021 no hubo que dejar un ramo de flores y cantar el ‘Eusko Gudariak’ a prisa y corriendo como en los 90 o esta misma última década ya sin ETA, sino que pudieron oírse varias intervenciones. Y en ellas se recordó la masacre, se lloró a las víctimas y se denunció la impunidad en torno a este caso y otros similares. No hubo más, pero tampoco menos. A la salida era inevitable preguntarse cómo han hecho falta tres décadas para llegar al punto de poder recordar públicamente a los muertos sin ser acusado de «enaltecimiento».

Quizás quienes se indignan con Santutxu lo verían de otra forma si hubieran estado dos días antes en Morlans y aprendido sus lecciones: dejar expresarse al otro es imprescindible para luego poder escuchar y finalmente algún día llegar a entender, a entenderse. Convivir –vivir con, no contra– tras un conflicto armado requiere de bálsamos, lo contrario a gasolina.




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Fuera de Juego en Euskal Herria

Les compartimos esta editorial de Gara en la que se analiza el tema del desarrollo del deporte vasco y su encaje en la aldea global, siempre obstaculizado en su desarrollo pleno por los no nacionalismo español y francés.

Adelante con la lectura:


En esto también habrá que aprender a jugar de otra forma

La alta competición deportiva es parte del periodo estival, y este año ha sido especial también en este terreno, con la Eurocopa de fútbol, los Juegos Olímpicos y ahora los Juegos Paralímpicos de Tokio. En este último evento, tres ciudadanos vascos (uno de ellos nacido en Bretaña pero residente en Euskal Herria) han logrado varias medallas, uno con la selección española y dos con la francesa. Junto a figuras consagradas como Maialen Chourraut, ha despuntado una nueva generación de deportistas, como por ejemplo el vallista Asier Martínez, que han emocionado a la afición vasca. No solo en los Juegos, también han surgido nombres como el de Tessy Ebosele, la joven atleta que hoy cuenta su impresionante experiencia en GARA.

En el caso del omnipotente fútbol, gracias a que San Mamés quedó fuera de las sedes de la Eurocopa, que la Selección francesa cayó rápido y que los italianos tumbaron en penaltis a la española, el ardor futbolero y supremacista no inundó de banderas las calles. No obstante, con la sucesión de competiciones y la visita de mucho turismo estatal, ha sido común ver más gente con las camisetas de las selecciones estatales. La descompresión del conflicto tiene efectos imprevisibles.

Por supuesto, siguen ganando las de equipos e ídolos locales, mezcladas con las pujantes inglesas, las del Barça y las primeras del PSG. El fenómeno es global. Pero cada vez hay más atuendos de la Selección española, con total normalidad. El unionista que haya leído hasta aquí se ofenderá y preguntará, «¿qué pasa, no se puede ser de la Selección española, o qué?», cuando la pregunta lógica es, «claro, pero entonces, ¿por qué vetan que se pueda ser de la Selección vasca?». En el terreno de los sentimientos, son imbatibles; en el de los derechos, nunca aprueban. El objetivo siempre es la rendición, el desistimiento y la asimilación. La españolización, se pinte como se pinte, pero antes «roja» que democrática.

No faltará el cínico que diga que ellos no son nacionalistas o que no hay que mezclar deporte y política. Y pretenderá pasar por encima. Bastará volver a recomendar que se lea “Nacionalismo banal”, de Michael Billig. A estas alturas, hay gente con la que es mejor no discutir.

Cada fase demanda una estrategia distinta

No obstante, el nacionalismo y el independentismo deben reflexionar sobre las estrategias para enfrentar estos intentos burdos de asimilación. Hacer compatible la alegría por el éxito de deportistas vascos con la crítica al veto a las selecciones vascas, a la vez que se construyen estrategias para que los deportistas puedan representar libremente a su país y la afición pueda disfrutar de los logros de sus conciudadanos no es fácil. Requiere de una mezcla compleja de utopismo y realismo político.

Aquí se comprueban divergencias entre vascos y catalanes, por ejemplo. Ha tenido que ser más duro ser Xabi Alonso que Gerard Piqué, por así decirlo. Siempre existe la tentación de hacerles sentir mal a esos deportistas que, en muchos casos, preferirían jugar con la camiseta verde que con la roja o con la azul, pero que no están dispuestos a aparcar su carrera ni a ejercer de vanguardia –en parte, porque tampoco ven retaguardia–. Esta estrategia asociada a la culpa cristiana no parece eficaz.

Con toda su debilidad intrínseca, la posición vasca tiene una ventaja competitiva garantizada: se enfrenta al nacionalismo español, que nunca defrauda. A la gran masa española no le basta con que los deportistas catalanes, gallegos y vascos, para jugar en la alta competición, tengan que jugar con sus selecciones y federaciones. Quieren que eso suponga que aceptan que no debe haber equipos nacionales, que asuman la disciplina estatal por encima de todas las cosas, que no utilicen el euskara ni con sus familias y una larga lista de renuncias que buscan demostrar quién manda aquí.

Estos deportistas siempre serán sospechosos. Basta que fallen un pase, que hagan una salida nula, que tropiecen de cualquier manera, para que los prejuicios supremacistas afloren y las críticas se tornen étnico-políticas. Les necesitan, pero no les quieren. Aun cuando ganen, y les hagan sumar una medalla o un trofeo a su orgullo patriótico, les reprocharán algo. Como mínimo, que no besan su bandera como la enseña de su equipo.

En las últimas décadas ha habido diferentes dinámicas intentando canalizar ese sentimiento en favor de las selecciones y de apoyo a los y las deportistas vascas. Con sus aciertos y errores, siempre han avanzado lastradas por la desidia institucional. En ese ámbito también hace falta un debate serio y un cambio de estrategia. 




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Los Exiliados Vascos en Venezuela

Como integrantes de la diáspora vasca, leer este recuento de todo lo que aconteció en Venezuela tras el exilio vasco producto de la mal llamada Guerra Civil Española y posteriormente de la Segunda Guerra Mundial es apasionante.

Llega a nosotros por medio de este texto publicado por Deia:


Exilio político vasco de Venezuela: un ensayo de libertad

En 2021 se cumple el 70 aniversario de la expropiación de la sede del gobierno vasco en la avenida Marceau de París y su traslado, con fondos provenientes de Caracas, a la nueva sede en la calle Singer

Xabier Irujo y Alberto Irigoyen

Los vascos fueron arrancados de sus casas por la guerra, la ocupación y la dictadura. Después de ver sus pueblos, ciudades y también sus montes y sus valles martilleados por escuadrillas de bombarderos, muchos de los más de 150.000 exilados que se hallaban en diversos puntos de la Europa ocupada tuvieron que huir a América a partir de 1939. En esta ocasión no escapaban de Franco, sino de Hitler.

Aquellos que llegaron a ciudades donde había un centro vasco, se hicieron socios de esas "Euskadis en pequeño". Y los que llegaron a lugares donde no los había, los crearon. A los pocos meses de su llegada a Caracas, el colectivo de exilados comenzó a reunirse en el hotel Zuriñe. Tres años después abrió sus puertas el primer centro vasco, pero a los tres meses de su inauguración ya se había quedado pequeño e inauguraron un nuevo centro el 31 de julio de 1942. Y aquel local ya contaba con un frontón.

Tan sólo ocho años después de haber llegado a Caracas, el colectivo vasco de la ciudad donó los fondos necesarios para que el gobierno vasco se trasladara a su nueva sede en París, en la rue Singer. Recaudaron el dinero en poco más de una semana y se convirtieron en la principal fuente de financiación del gobierno vasco en el exilio hasta la caída de la dictadura, más de dos décadas después.

En 1952, el centro vasco se volvió a quedar pequeño para las cerca de doscientas familias que formaban la colonia vasca de la capital de la república. Y estos exilados que habían llegado al valle de Caracas sin nada adquirieron un terreno de 10.000 metros cuadrados y construyeron con sus propias manos, en régimen de cooperativa, un centro con sede social, frontón, pista de baile, jardines y piscina. Pocos años después techaron el frontón y consiguieron que el presidente de la república se convirtiera en uno de los más asiduos visitantes de la cancha.

Cincuenta asociaciones vascas

En 1952 ya existían unas cincuenta asociaciones vascas en la ciudad. Todas ellas con sus estatutos y directivas, afiliados y asociados, sede social y presupuesto propio. Y las más con una publicación periódica adscrita a la asociación. Una de las primeras instituciones que crearon los exilados fue Socorros Mutuos, porque lo más importante era proveer para que todos ellos recibieran atención médica y social siempre que fuera necesario.

Organizaron clases de euskara para adultos y fundaron la Ikastola Euzkadi para los más pequeños, un centro educativo oficial, con planes pedagógicos, cuadro de profesores, auxiliares y junta de padres, estatutos administrativos, y más de 120 alumnos que curso a curso aprendimos a hablar nuestra lengua. Para asegurar que el general Franco no les robase su identidad, ni permitir que la lejanía de sus hogares, familiares y amigos les obligase a perder su esencia nacional y, a fin de asegurar que sus hijos siguieran siendo lo que ellos eran, vascos, para 1959 ya habían celebrado veinte Aberri Egunas, veinte Iñaki Deuna Egunak, veinte Sanfermines, habían conmemorado veinte veces el bombardeo de Gernika, otras tantas la muerte de Sabino Arana, y habían celebrado diez Euskara Egunak. También habían celebrado veinte aniversarios de su llegada a La Guaira, diez aniversarios del centro vasco de El Paraíso, veinte Navidades, quince Santa Ágedas y veinte jueves santos y, más de 240 misas mensuales, y asistido a todos los funerales que tuvieron que celebrar, para despedirse de amigos y adversarios. Las cenas y celebraciones festivas las calculamos, para este mismo período de tiempo, en no menos de 4.200.

Cantar y bailar son dos ingredientes constitutivos de la identidad colectiva vasca. Se organizó un primer coro a los pocos meses de la llegada de los primeros exilados a Caracas y en pocos años ya se habían formado unos 500 dantzaris txikis en el centro. "Nuestros hijos deben aprender a jugar a pelota". Los pelotaris se cuentan también por cientos. En 1965 se creó la asociación Pelotazale y se imprimió una de las primeras revistas deportivas vascas de América. En septiembre de 1944 crearon un equipo de fútbol que unos meses después había ingresado en primera división y encabezaba la clasificación. El segundo equipo del centro, que disputaba el campeonato de reserva, también encabezaba la tabla. Entre 1954 y 1966 el primer equipo fue cuatro veces campeón y otras tantas subcampeón. El equipo de ciclismo participó como selección de Euskadi en el torneo internacional organizado por la Federación Venezolana de Ciclismo. Quedó en tercer lugar y Valentín Bilbao se consagró ganador de la carrera de 16 kilómetros y segundo en la de 8.000 metros. Andoni Ituarte, "con menos fortuna", fue tercero en la carrera de 4.000 metros, segundo en los 1.000 metros y quinto en los ochocientos.

Joseba Rezola conminó a Yokin Intza a poner en marcha una radio que reemplazara a la que en 1946 había sido clausurada en Iparralde por iniciativa de las autoridades francesas. Así se gestó la Operación Txalupa: cinco años costó a un grupo de jóvenes de EGI-Caracas instalar una emisora de radio que transmitiría a través de una antena rómbica colocada sobre cuatro torres de 22 metros de altura en la jungla venezolana con un par de motores de cinco kilovatios de potencia para emitir hasta Euskadi, a 8.000 kilómetros de distancia. Lo hizo durante doce años, sin fallar un solo día, de forma totalmente ilegal.

Y también tuvieron tiempo para escribir. Se crearon treinta y cuatro publicaciones periódicas en el centro vasco, con un total aproximado de 12.000 páginas impresas en unos treinta años, lo que hace una media de más de una publicación periódica anual con un total de 383 páginas durante treinta años ininterrumpidos. Produjeron la película, Los hijos de Gernika, y doblaron y estrenaron El hombre en la ventana.

Monumento a la acción

La historia del exilio político vasco en Venezuela es un monumento a la acción. Dinamismo, vigor, esperanza y voluntad son algunas de las características más sobresalientes de la colonia de exilados vascos de Caracas. José Antonio Armas Chitty, profesor de la Universidad Central de Venezuela, secretario del ministerio de Educación entre 1969 y 1971 y director del Archivo Nacional, dijo que "todo vasco es una lección de energía puesta al servicio de una obra útil, desorbitada o no, dentro de un mundo en el que no se conocen medianías".

Pero, fundamentalmente, el exilio político vasco fue un ensayo de libertad. La Hora vasca de Venezuela que ha publicado el IVAP este mes de agosto cuenta esta historia, un pequeño retazo de los miles de años de historia de nuestro pueblo, que es parte de nuestras vidas porque ambos autores somos hijos del exilio. Uno de nosotros dio sus primeros pasos en la Sociedad de Confraternidad Vasca EuskalErria de Montevideo, y el otro persiguiendo a pleno pulmón a las garzas de la laguna de Macuto de mano de Ixaka Atutxa, donde se habían instalado las torres de Euzkadi Irratia Venezuela. Nuestra historia forma parte también de la historia de todos los exilados que huyen de las guerras y dictaduras que azotan este mundo y que, como nuestros mayores, son un ejemplo de humanismo integral y devoción por la libertad. Debemos aprender abrirles las puertas, a exilados e inmigrantes, porque es en tiempos de crisis cuando germina gente como aquella. Y toda sociedad que lo haga agradecerá ese caudal humano de infinitas posibilidades.




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domingo, 29 de agosto de 2021

Entrevista a Itziar Ituño

La actriz vasca Itziar Ituño ha ganado notoriedad internacional gracias a su participación en la serie televisiva 'La Casa de Papel'. En ese deambular por los platós de cine y televisión también se ha ganado una fatwa por parte de los talibanes de la caverna española dada su solidaridad con los presos políticos vascos.

Desde las páginas de Deia traemos a ustedes una entrevista en la que pone de realce la coyuntura en la que se encuentra pues por un lado cierra el ciclo de 'La Casa de Papel' pero por el otro inicia un nuevo proyecto.

Adelante con la lectura:


Itziar Ituño: "La fama siempre tiene un peaje muy gordo y el pago es perder tu libertad en muchos sentidos"

El miércoles volverá con sus compañeros de 'La casa de papel', una serie en la que tiene un personaje protagonista y ha enganchado al mundo

Rosana Lakunza

Además del estreno de la última temporada de La casa de papel, está inmersa en la grabación de Intimidad, una serie en la que da vida a la protagonista, una política que ve como su mundo se hace añicos tras la emisión de un vídeo de contenido sexual. Patricia López Arnaiz, Emma Suárez, Verónica Echegui, Ana Wagener y Yune Nogueiras le acompañan en esta historia creada por Verónica Fernández y Laura Sarmiento.

Vuelve a estar en el candelero, el miércoles se estrena nueva temporada de 'La casa de papel'.

—Tendremos dos días de promoción a tope con el estreno y a partir del miércoles se podrá ver la primera entrega de la quinta parte. Estamos deseando que todos podáis ver este comienzo del final definitivo de una historia como esta.

Quién iba a decir cuando se estrenó la serie en Antena 3 que iba a tener el recorrido y la repercusión que ha tenido a través de Netflix.

—Ninguno de nosotros lo imaginó. Ahora han hecho un vídeo alucinante para India y allí está siendo todo un boom y ahí están ellos promocionando en India La casa de papel por todo lo alto. El otro día vi el spot y me quedé tiesa pensando: Hasta dónde ha llegado todo esto. El mundo con las plataformas está tan globalizado, que la cantidad de personas que puede llegar a ver una serie es imposible de calcular, es brutal.

A usted la conocen en...

—En muchos sitios, en demasiados. Ahora el fenómeno está por La India, por Filipinas, Indochina y en África también. Estamos dando la vuelta al Planeta. Lo de Italia es fuera de serie.

'La casa de papel' termina con los episodios que se emitan en diciembre en la segunda parte de esta quinta temporada. ¿Cree que la serie daba para más?

—Pienso que no y que es importante saber dejar las cosas a tiempo. No sé si con el tiempo se podrá retomar de alguna manera. Mucha gente me preguntaba por la calle: ¿Cuándo va a terminar esto? ¿Cuándo vamos a poder saber el final? Por un lado, muchos están deseando ver cómo se resuelve esta historia. Por otro lado, hay quien siente pena. Yo no alargaría esta serie. Me gusta eso de lo bueno y breve, dos veces bueno. Si alargas innecesariamente todos nos empezamos a cansar y va bajando la emoción.

La echará de menos.

—Sí. Han sido varios años muy intensos. Voy a echar de menos a los compañeros y compañeras. Cuando una serie tiene un tiempo de duración haces familia. Nuestro trabajo es así, es nómada y va saltando de una familia a otra. También es parte de la magia de esta profesión, meterte en las vidas de otras personas. Ahora ya estoy en otra familia.

Hablemos de su nuevo trabajo.

—Estoy haciendo Intimidad, está producida por Txintxua para Netflix. Estamos haciéndola en Bilbao. Vamos a estar hasta octubre rodando. Ojalá funcione la cosa y pueda haber alguna temporada más.

Es usted la protagonista. ¿Cómo es su personaje?

—Es una política que proviene del mundo del Derecho. Ella fue abogada y trabajó en un bufete con su padre. Decidió meterse al mundo de la política. Se ve envuelta en un escándalo por la difusión de un vídeo sexual. El vídeo se mete en todas las redes, en todas las televisiones. Sufre un ataque brutal en el ámbito de su intimidad. Es un hecho que repercute con fuerza en su vida privada y en su carrera política.

Una historia que no es ajena a la realidad.

—Es mucha la gente que está sufriendo estos ataques a la intimidad. No es una fantasía de ficción. Lo referente a mi personaje es una parte de la historia. Hay otra en la que una chica que trabaja en una fábrica sufre lo mismo por unas fotos comprometidas. El papel lo hace Verónica Echegui. Son dos líneas paralelas que critican esa exposición que sufrimos y que posibilita que se saque cualquier cosa en las redes sociales y que pueda verse destruida tu intimidad y toda tu vida.

Esta serie tiene un reparto en el que las protagonistas son mujeres y quienes la han creado también.

—Es lo más chulo. Parece que nos estamos empoderando y ganando terreno. Antes era bastante difícil que ocurriera esto. También antes era bastante difícil protagonizar una serie a determinada edad si eras mujer. Todavía queda mucho camino por andar, pero para mí es muy positivo que surjan historias como Intimidad en la que las protagonistas sean mujeres y lo sean de una historia creada por mujeres.

¿Qué más proyectos tiene?

—Tengo una propuesta de teatro y estoy en la película de Paul Urkijo, ahora está en preproducción, Irati. También tengo alguna propuesta que me ha llegado del otro lado del charco, estoy valorándola, sería para este año y estoy muy interesada.

¿No piensa parar?

—Sí, creo que sí. El año que viene me lo voy a tomar con un poco más de calma. Este está siendo una locura, estoy trabajando demasiado.

Es muy raro que una actriz o un actor diga que está trabajando demasiado cuando la incertidumbre y la inestabilidad son ingredientes presentes en la profesión.

—Lo son, lo son. Este año estoy trabajando demasiado y quiero descansar, pero eso no quiere decir que en el futuro no vengan mal dadas. No me quejo de trabajo. Si es cierto que un poco de descanso para es imprescindible para el cuerpo. Tengo que descansar, viajar y estar con los míos.

¿Se acuerda cuando terminó 'Goenkale' y se vio dentro del vacío laboral?

—Sí que lo recuerdo. Cuando terminas un trabajo en el que has estado mucho tiempo siempre te queda la incertidumbre. Llegó Loreak, pero después me llegó un parón de un año sin trabajar. Tratas de buscarte la vida como puedes. Yo estuve contando cuentos. Cuando te empiezan a llegar cosas, te llegan de sopetón, todas a la vez. Hay que saberse dosificar y cuando no hay, no queda otra, reiventarse y buscar debajo de las piedras. Pero hoy en día en qué trabajo no hay dificultades y la gente está en la cuerda floja.

¿Qué tal lleva la fama? Sigue viviendo en Basauri y supongo que la conoce todo el mundo.

—La fama siempre tiene un peaje muy gordo, el pago es perder tu libertad en muchos sentidos. Hace ilusión que venga la gente a decirte lo que les ha gustado tu trabajo. Eso es bonito. Pero cuando estás en una playa y ves que te hacen fotos de lejos o que te vienen en tropel a querer hacerse selfies y que da lo mismo estés donde estés, llega a ser agobiante, ahoga.

Pues ahora que estrenan la quinta y última temporada...

—Estamos todos temblando. Tendremos que hacer terapia después. Ja, ja, ja... Pasará, estamos en una sociedad en lo que todo es efímero, todo es como la espuma, todo tiene su tiempo. Lo llevo con toda la tranquilidad que puedo, aunque a veces no puedo evitar perder los nervios. El fenómeno fan fanático es muy interesante sociológicamente.

¿Ha sido alguna vez fan fanática?

—Nunca he tenido ídolos. He admirado a artistas, pero no he sido una fanática de nadie. Como socióloga que no ejerce, tengo que decir que es alucinante y que intento descifrar todos los entresijos, pero sin dejar que esto me modifique la vida. 




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sábado, 28 de agosto de 2021

Los Desaparecidos

Hace unos días comentamos que el documental 'Non dago Mikel?' será presentado en el festival internacional de cine de la ciudad mexicana de Guadalajara.

También compartimos un artículo acerca de la edición 2021 del Zinemaldia en el que se proyectará el documental 'Bolante baten historia'.

¿Qué tiene en común estos dos documentales? Que ambos se dedican a dos de los casos más conocidos de víctimas vascas del terrorismo de estado español en su modalidad de desaparición forzada.

Habiendo establecido lo anterior, les presentamos esta editorial de Gara al respecto:


Memoria, sin olvidar a las personas desaparecidas

El próximo lunes se celebra el Día Internacional de las Desapariciones Forzosas, establecido por la ONU hace una década como una jornada para denunciar esta práctica cruel demasiado empleada en conflictos de todo el globo. Las desapariciones no solo suponen la muerte de la víctima principal, también conllevan la mortificación de sus allegados, condenados a vagar durante décadas en un mar de preguntas sin respuesta, sin poder dar al duelo el lugar que requiere. Aplicado de forma metódica y generalizada, es también una estrategia de terror a la que han recurrido en masa regímenes dictatoriales durante décadas. Esto no quiere decir, sin embargo, que sea una práctica limitada exclusivamente a gobiernos militares. También hay desapariciones avaladas por las urnas.

El Foro Social Permanente se adelantó ayer a la efeméride para recordar que en Euskal Herria siguen existiendo siete desapariciones sin aclarar, siete cuerpos sin aparecer. En algunos, la autoría sigue siendo incierta, en otros, no quedan dudas sobre la mano de la guerra sucia, como en el caso de José Miguel Etxeberria ‘Naparra’. Su hermano Eneko resume de forma cruda lo que suponen las desapariciones: «El duelo por los fallecidos dura dos años, el de los desaparecidos no acaba nunca». El Foro Social también recuerda que hay al menos otros siete casos de desapariciones en los que el cuerpo sí pudo ser recuperado, desde dos policías desaparecidos en Hendaia, a los casos más sonados de guerra sucia de los aparatos del Estado, como son los de Lasa y Zabala y el de Mikel Zabalza.

Incluso en esos casos de autoría conocida, la asunción de responsabilidades institucionales ha brillado por su ausencia. Conviene recordarlo en días en los que se inflan polémicas interesadas. Las desapariciones son la antítesis de la tripleta en la que se insiste al abordar las consecuencias de un conflicto armado: ni la justicia ni la verdad ni la reparación son posibles si no se aclara lo que ocurrió.

 

 

 

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Recordando al Aita Donostia

Desde Noticias de Gipuzkoa traemos a ustedes esta semblanza del Aita Donostia a 65 años de su partida.

Adelante con la lectura:


65 años de la muerte del padre Donostia

La figura más representativa del nacionalismo musical vasco en el siglo, José Antonio Zulaica y Arregui, falleció el 30 de agosto de 1956 en el colegio de Lekaroz. Descansa anónimo en un panteón.

Lander Santamaría y Juan Mari Ondikol / Urreta Etxebeste y Archivo Eresoinka

"Por fin, el día 30 de agosto, festividad de Santa Rosa de Lima, con las sombras del crepúsculo entró en la celda del enfermo el presagio de la visita fraternal de la Muerte: a las once y cuarto de la noche se abrazaron como dos hermanos", describió el padre Jorge de Riezu los momentos postreros de su amigo, el capuchino José Antonio de Donostia, de cuyo fallecimiento en 1956 se cumplen mañana 65 años. Los restos de la figura más representativa del llamado nacionalismo musical vasco descansan anónimos y olvidados en el panteón de los padres capuchinos en el camposanto de Lekaroz.

El Padre Donostia o Aita Donostia nació en Donostia el 10 de enero de 1886, hijo de José Antonio Zulaika y de Felipa Arregi. Un día después fue bautizado con el nombre de José Gonzalo, y con 10 años accedió de alumno al Colegio de Lekaroz, cursó el Bachillerato y tomó el hábito capuchino en 1908.

Ejerció de profesor hasta 1918 cuando, liberado de la enseñanza, gestó su personalidad y desarrolló la inmensa actividad cultural, y musical y folklórica que alcanzarían relieve extraordinario y el general reconocimiento. Y murió en Lekaroz, que fue su casa y el templo de la inteligencia, en el que creó y desplegó su actividad extraordinaria y donde reposa desde el el 1 de septiembre de 1956.

El músico

Había nacido para la música, y creció y vivió con ella porque, ya antes de entrar en el colegio, había estudiado solfeo y violín sin cumplir diez años en Donostia, y un año después ya componía su primera obra transcribiendo para orquesta la Diana que despertó a los colegiales en los días de Navidad. Le siguió un Tantum ergo, y luego otras muchas composiciones, algunas todavía inéditas, de las que hacía a veces mención con cierto cariño nostálgico, en particular el Cuarteto en mí para cuerda.

Prosiguió ya sin concederse el mínimo descanso en una gigantesca labor que abarca todos los campos, obras religiosas y civiles en desbordante labor. Cultivó en absoluto todos los géneros como compositor (sus magníficos Preludios vascos) gregorianista, folklorista, conferenciante y liederista, todos con notable singularidad y de forma reconocida y aplaudida.

El exilio

El Padre Donostia salió de Lekaroz en numerosas ocasiones atendiendo continuos requerimientos, pero regresó siempre a su txoko y sólo una de sus ausencias se debió a causas indeseables y forzadas. Al estallar la guerra civil, sus superiores juzgaron oportuno su traslado a Francia (Toulouse, París, Mont-de-Marsan), Baiona, y fue organista de la parroquia de Biarritz), a donde pasó el 3 de noviembre de 1936 por Dantxarinea (Urdax) para no regresar hasta el 1 de abril de 1943 por el puente de Irun. Parece que para el franquismo ignorante y asesino debía ser harto peligroso. Le costó la ausencia dos tristes acontecimientos: uno, la muerte de su amigo el abad Edmond Blazy, con quien viajó a Argentina para recabar fondos para el seminario de Ustaritz, en Laburdi. El otro, el fallecimiento de su madre, Felipa Arregui, a la que no pudo acompañar en su último trance.

El final

"Lo recuerdo perfectamente. Mirada inteligente y penetrante. Movimientos ágiles, ligeros. No usaba las sandalias tradicionales que llevaban los frailes. Siempre unas alpargatas negras. En su estudio, de grandes ventanales y mucha luz, estaba el piano de media cola (que regalaron sus padres al colegio, así como el órgano de la iglesia). Allí, en medio de un precioso jardín, oficiaba la música y allí daba las clases de piano y hacía sus reuniones intelectuales. Todo su estudio trasmitía alegría y serenidad. Partituras numerosas y libros ocupaban las paredes. Siempre fue muy paciente conmigo", contó 50 años después Juancho Viguria, elizondarra y sobrino de su amigo el padre Jorge de Riezu, uno de sus contados alumnos de música y admirador rendido.

La Coral de Elizondo

"Me conmueve su Jesu mi dulcíssime, ¡qué maravilla de obra...! ¡Qué belleza, qué ternura, qué amor..!. Lo cantó mucho la Coral de Elizondo, que fue la gran promotora de sus composiciones. En varias ocasiones le oí decir que la interpretación de sus obras, que dirigía Juan Eraso, superaba lo que él se imaginó al componerlas. ¡Qué halago, viniendo del propio compositor!", decía Juancho Viguria.

Volvió a Lekaroz y se rodeó de un círculo de amistades formado por músicos como Juan Eraso, Javier Bello Portu, Gorriti y otros artistas como Jorge Oteiza. Residió un tiempo en Barcelona trabajando en el Instituto Nacional de Musicología sobre etnografía y folklore, y de esa época es su monografía Música y músicos del País Vasco (1951).

El 26 de febrero de 1957, en Pamplona y patrocinado por la Institución Príncipe de Viana de la Diputación Foral de Navarra , se celebró un solemne homenaje al Padre Donostia en el Teatro Gayarre, donde actuaron la coral de Elizondo y la Orquesta Santa Cecilia, dirigidas por Juan Eraso y Javier Bello Portu. Todas las obras eran suyas, incluida la Missa pro defunctis que el coro elizondarra cantó en su funeral en Lekaroz. "Sus 60 años de baztandarra hacen que lo consideremos un navarro insigne", justificó el homenaje la Diputación Foral.

Vuelto a Lekaroz, su desmayo del 9 de enero de 1956 fue el prólogo de lo que llegaría. Pasó agosto medio inconsciente, ya no veía ni hablaba, la enfermedad seguía su curso implacable, y entrega su alma a Dios. Descansa en el camposanto donde, contra su voluntad, no pudo hacerlo su amigo, el padre Jorge de Riezu. Con ayuda decidida de Teresa Zulaica, sobrina del Padre Donostia, se intentó traerlo pero alguien no aceptó. 




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Españolismo Anticomunista

¿En qué se parecen el PP de Pablo Casado y Alejandro Sanz?

La respuesta en estas dos notas de inSurGente:

Violento arrebato anticomunista del cantante Alejandro Sanz

Como le pueden llamar “revolución” a algo tan acomodado, intransigente, aburrido, injusto, anquilosado, decadente, casposo, obsoleto, inmóvil, inútil, penoso, insulso, abusivo, desesperado, servil y torpe? Que le llamen “lo siento” y dejen a Cuba seguir.

El PP, indignado porque la sociedad rechace el fascismo pero no al comunismo, vuelve a presentar su condena en el Congreso

Obsesionado y disputando el voto de la extrema derecha, el Grupo Parlamentario Popular llevará nuevamente al debate en el Congreso una condena del «totalitarismo comunista».

«Mientras que la apología del fascismo y del nazismo es rechazada contundentemente en las instituciones políticas y en la sociedad española, la apología del comunismo permanece en nuestro país y es protagonizada y alentada por varios líderes políticos».

Los ‘populares’ consideran que «varios debates y declaraciones públicas de líderes políticos en los últimos meses han puesto de manifiesto que nuestra cultura política sigue teniendo un problema significativo con la legitimación del totalitarismo comunista».

«Mientras que la legitimación de los totalitarismos nazi y fascistas es claramente rechazada en España, persiste, sin embargo, la defensa de los totalitarismos comunistas», critican desde el PP. El partido de Pablo Casado advierte de que «no se trata de un problema limitado a una minoría de la población, sino que tal defensa es realizada desde las propias instituciones políticas y por parte de líderes relevantes».

Por ello, la proposición no de ley insta al Gobierno a «condenar la apología del comunismo en nuestras instituciones políticas» e «impulsar una cultura democrática en la que todos los totalitarismos, fascistas, nazi y comunistas, sean igualmente rechazados y combatidos».



Ahora ya saben los rompevidrieras de Zara, mientras se entregan a su euforia pueden estar escuchando a Sanz. Aquí su tuit:




 

 

 

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Gil de San Vicente | La Necesidad de la Teoría

A quienes están interesados en ahondar más en los planteamientos realizados por  Iñaki Egaña en su texto 'Violencia poligonera' les invitamos a leer este escrito que Iñaki Gil de San Vicente publicado por Rebelión, mismo que dedicamos a quienes en Twitter están despotricando en contra de Egaña llamándole con todo tipo de epítetos que, curiosamente, más parecen estar dirigidos la izquierda abertzale que a él en específico.

Adelante con la lectura:


La necesidad de la teoría

Iñaki Gil de San Vicente

“Ni la sociedad en su conjunto, ni la nación ni todas las sociedades que coexisten en un momento dado, son propietarias de la tierra. Son, simplemente, sus poseedoras, sus usufructuarias, llamadas a usarla como boni patres familias y a transmitirla mejorada a las futuras sociedades” ~ Marx: El Capital, FCE, México 1973, Libro III, p. 720.

¿Por qué empezamos con estas palabras de Marx un breve texto sobre la necesidad de la teoría revolucionaria, a raíz de las reflexiones del colectivo Común y Corriente sobre las profundas limitaciones del practicismo en la lucha contra la opresión? ¿Qué tiene que ver la reivindicación comunista de que la tierra, la naturaleza, no son propiedad de nadie, de ninguna clase ni de ningún país, sino de las generaciones futuras, con la necesidad de la teoría revolucionaria tal cual la debaten en la admirable Colombia? Algunas respuestas ya las hemos propuesto en el video enviado, pero lo mejor es que sean debatidas colectivamente.

La heroicidad y la creatividad de este pueblo impresionan al mundo, pero son mucho menos conocidas y por ello menos admiradas la enorme capacidad de autocrítica y de aprendizaje de sus organizaciones revolucionarias, populares, sociales, culturales…. Sin ellas no hubieran sobrevivido a tanta atrocidad, ni hubiesen contraatacado con luchas masivas sorprendentes, ni tampoco dispondríamos del siempre necesario debate sobre la necesidad de rescatar la teoría, revalorizarla, para superar el practicismo que se ha dado en muchas de las heroicas movilizaciones, como argumenta Común y Corriente.

Y es aquí en donde las palabras de Marx, arriba citadas, muestran la importancia crítica de la teoría marxista del conocimiento y transformación de la realidad, que es lo que está en juego: Marx no las escribió pensando en su inmediata publicación, sino en forma de borrador para su revisión definitiva posterior, cosa que hizo Engels en 1894, casi treinta años después. Ahora es incuestionable su valor teórico, político, científico y ético. ¿Qué lecciones generales podemos extraer de este ejemplo y cuáles de ellas concretas para la heroicidad colombiana? Antes de proponer algunas ideas al respecto, extendamos la base del análisis.

Casi la totalidad de los textos dedicados a la necesidad de la teoría marxista empiezan explicando cómo ya en los primeros escritos de 1839 sobre Epicuro y definitivamente en las críticas a Hegel y a Feuerbach, se establece una dialéctica entre la mano y la mente que se desarrollará con majestuosa brillantez hasta la muerte de Marx y Engels, como acabamos de ver. Esa dialéctica explica la imposibilidad de separar totalmente el pensamiento y la acción, porque forman un proceso que, en su unidad subyacente, oscila de un nivel a otro siempre dentro del proceso. El teoricismo yerra al primar la mente, y el practicismo al sobrevalorar la mano, porque ambas se necesitan ya que el uno sin el otro no existirían.

La integración procesual entre teoría y práctica es la que explica cómo y por qué se ha confirmado la valía de la ley general de la acumulación capitalista, la de la ley tendencial de la caída de la tasa media de ganancia, la ley del valor a pesar de los esfuerzos por desautorizarla ya iniciados por Böhm von Barwek desde 1880… También las célebres «profecías ecologistas» o la valía científica del núcleo del manuscrito sobre la dialéctica de la naturaleza, o la inevitabilidad de una «guerra mundial», o la de que la revolución ya no empezaría por Inglaterra, Alemania u otro país occidental a pesar de la ya reconocida entonces superioridad de EEUU sobre Europa, sino que empezaría por Asia, por Rusia… Y de la cita del inicio de este artículo.

Este método de praxis –la dialéctica materialista– explica la relativa facilidad con la que el movimiento revolucionario europeo aprendía las lecciones de las luchas de clases y naciones oprimidas, de las mujeres trabajadoras, y en especial la de la Comuna de París de 1870 decisiva en todos los sentidos. Los debates sobre el sindicalismo, el cooperativismo, el colonialismo, los derechos nacionales, la emancipación socialista de la mujer trabajadora, las formas organizativas de antes, durante y después de la I Internacional de 1864, la vivienda, la pedagogía, la desmilitarización, la cultura, etc., se entienden en su verdadera importancia sólo desde ese método que, empero, era manejado aún por una reducida minoría organizada en la que militaban Marx y Engels.

Fue esta minoría en progresivo crecimiento la que organizó la difusión y el debate en núcleos obreros, en fábricas y barriadas populares, de la famosa Encuesta Obrera de 1880 que marca un hito tanto en el debate sobre la importancia de la teoría como síntesis de la práctica, como sobre las diferencias cualitativas entre el marxismo y la sociología burguesa. La Encuesta Obrera contenía 101 preguntas redactadas por Marx que debían ser respondidas colectivamente por los y las trabajadoras. Se imprimieron 20.000 cuadernitos y debía ser rigurosamente estudiada por organizaciones, sindicatos, y partidos de izquierda, para conocer de primera mano las contradicciones sociales y la explotación burguesa en todas sus facetas.

Para hacernos una idea de qué teoría se buscaba enriquecer con la Encuesta Obrera, basta leer la pregunta 100: «¿Cuál es la condición general, física, intelectual y moral de los obreros (hombres y mujeres) que trabajan en tu ramo?»; y la 101: «Observaciones generales». La teoría tiene que abarcar la totalidad de la vida de los y las trabajadoras, su condición moral e intelectual, su condición física, porque es la totalidad de la vida la que es explotada por el capitalismo. Además, la teoría siempre debe estar abierta a las aportaciones críticas del proletariado mediante las ideas expuestas en sus observaciones generales, sobre la generalidad vivencial, intelectual, moral y física. Es, por tanto, una «teoría totalizante», que no deja ningún espacio a la ideología burguesa, que estudia todas las opresiones y que se enfrenta a todas ellas: no existe nada que esté fuera de la lucha de clases. Y vemos que es una «teoría abierta», «no-cerrada», sino en proceso creativo y autocrítico abierto a las nuevas contradicciones y luchas que siempre surgen.

La puesta en práctica en la Encuesta Obrera indicaba al menos tres cosas: el grado de organización alcanzado, la importancia que ya se daba a la teoría elaborada desde el interior de la lucha, y la decisión de aplicar a la práctica posterior las lecciones teóricas extraídas de la Encuesta Obrera, mejorándola. No hace falta decir cómo la burguesía intentó abortar ese salto adelante, aun así, para finales del siglo XIX la insistencia en la teoría estaba lo suficientemente asentada como para que el joven movimiento revolucionario pudiera responder al desafío reformista, que terminó de concretarse como ideología también a finales de ese siglo. El reformismo existía antes del socialismo marxista, estaba ya latente en utopías del incipiente capitalismo comercial del siglo XVI; fue tomando forma en el socialismo utópico de la primera mitad del siglo XIX hasta aparecer ya definitivamente como cuerpo ideológico –que no teórico- a finales de ese siglo, cuando justo acababan de publicarse las palabras de Marx arriba citadas.

Las críticas al reformismo ya se hicieron de forma limitada desde el comunismo utópico y desde sectores anarquistas un poco anteriores al comunismo marxista, pero hubo que esperar hasta la mitad del siglo XIX para que empezase el choque frontal entre la teoría marxista en formación y la ideología reformista que alcanzó su límite insalvable a fines de ese siglo. De entre los y las marxistas que para entonces explicaban la necesidad de la teoría, fue Lenin quien mejor supo expresarlo en un libro de 1902 imprescindible desde entonces: sin teoría revolucionaria tampoco hay práctica revolucionaria. El título del libro es coherente con la necesidad de la teoría: ¿Qué hacer? se preguntaba Lenin, y es durante el desarrollo de la respuesta en donde se demuestra por qué es necesaria la teoría para responder al ¿Qué hacer?

Las y los marxistas habían aprendido a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX que la práctica carente de una concepción teórica que sustente la estratégica y las tácticas, conduce al proletariado al menos a una decena de errores garrafales, como veremos. Lo aprendieron luchando en tres frentes: contra las burguesías, contra el colonialismo, y contra el reformismo, que suponía el mayor peligro porque adormecía al proletariado desde su interior, en sus propias organizaciones, como se libró en los debates en la I y II Internacionales. Por esto necesitamos sintetizar la cuádruple incompatibilidad entre reformismo y marxismo porque así comprenderemos la gravedad de la decena de errores que se derivan del desprecio de la teoría. Un ejemplo lo tenemos en el video arriba ofrecido sobre la incompatibilidad entre sociología y marxismo.

Una, el reformismo niega o minimiza la validez de la crítica marxista de la economía política burguesa, es decir, de la teoría del valor, de la plusvalía y de la explotación, del trabajo abstracto, del fetichismo, de la concentración y centralización, de la competencia cainita, etc., además de las leyes tendenciales arriba expuestas. Al negar o minimizar su valía, da argumentos al capitalismo y quita argumentos al socialismo. Si no existe la plusvalía tampoco existe la explotación, o esta es tan pequeña que puede ser resuelta con reformas keynesianas, de manera que la revolución es innecesaria y hasta enemiga de la «democracia» abstracta, de manera que, si llegase el caso, el reformismo ayudará a encarcelar y exterminar la revolución, como ha ocurrido y ocurre.

Dos, el reformismo niega la teoría del Estado como centralizador de las violencias visibles e invisibles del capital, la teoría de que la democracia burguesa es la forma externa de la dictadura del capital, la teoría de que el Estado burgués está construido para imposibilitar su lenta reforma gradual y pacífica desde sus entrañas… Así, al igual que con la explotación, al negar el carácter burgués del Estado el reformismo refuerza al capital, engaña y confunde al proletariado haciéndole creer que sólo el parlamentarismo pacífico y legalista traerá la «democracia».

Tres, el reformismo no utiliza o niega la valía del materialismo histórico que demuestra que, desde la existencia de la propiedad privada, la historia sólo es comprensible gracias, en definitiva, al conocimiento de la lucha de clases en cada período histórico. Al negar la teoría de la lucha de clases como la base de la historia, el reformismo tritura no sólo el marxismo sino la posibilidad siquiera remota de la revolución porque ésta es el culmen de esa lucha de clases que el reformismo dice que ya no existe, reforzando así las tesis más reaccionarias de la historia. Son catastróficos los efectos que esta ceguera tiene sobre la emancipación humana.

Y cuatro, el reformismo odia la dialéctica materialista, limitándose a neokantismos que rechazan lo positivo de Kant, magnificando sus incongruencias: el mundo no puede conocerse, pero la persona sí puede obrar con cierta coherencia gracias a la ética, de manera que la postura más sabia ante las agudas contradicciones es la agnóstica. Era este neokantismo el que dominaba en la II Internacional y al que se enfrentaron los y las marxistas. La dialéctica sostiene que el mundo es cognoscible, que se puede y debe actuar en sus contradicciones más duras para superarlas con saltos cualitativos, con la revolución social en el caso humano. El pasivo silencio agnóstico kantiano sólo refuerza la explotación capitalista.

Como se aprecia, el reformismo desprecia la teoría revolucionaria y hace lo imposible para que esta no sea desarrollada por la clase obrera. Así, de uno u otro modo, se mantiene esa indiferencia social por el pensamiento científico-crítico, y en casos extremos el rechazo de la teoría en aras del practicismo, indiferencia previamente introyectada por la educación capitalista que impone el miedo a la verdad, a la crítica y al pensamiento creativo. Visto esto, podemos comprender mejor la decena de errores que este desprecio de la teoría causa por activa o pasiva en la lucha de clases.

Una, impide a la clase obrera conocer al enemigo al que se enfrenta, la naturaleza esencial del capitalismo, las razones objetivas de la explotación, etc., porque al ignorarlo, al estar ciega, no puede superar la ideología burguesa en cualquiera de sus formas, la reformista en especial, que le han introducido en su mente desde nada más nacer.

Dos, ese desconocimiento le incapacita o limita esencialmente para plantear y organizar sus luchas con perspectiva histórica, buscando lo inmediato y urgente pero ignorando lo necesario, de modo que la heroicidad de las movilizaciones se cansa y se agota en sí misma cuando la burguesía promete reformas que el proletariado, al carecer de una concepción teórica, cree que bastan por sí mismas, e incluso aunque no se las crea, no tiene apenas una visión de largo alcance que le guíe por entre esas trampas y represiones.

Tres, es imprescindible explicar la diferencia en la unidad de lo urgente y lo necesario. Conforme se endurece la explotación se vuelve más urgente acabar con ella porque cada día es más insoportable y ello hace que sólo pensemos en paliarla, y es cierto, hay que hacerlo. Esto es lo urgente. Pero lo necesario, que no niega lo urgente, sino que lo valora en su sentido profundo, es acabar con su raíz, bucear al origen del sufrimiento y acabar con él porque de lo contrario resurgirá una y otra vez. Sólo la teoría puede explicar por qué lo urgente es efecto de lo necesario, por qué hay que conocer la razón por la que la burguesía necesita explotar y el proletariado necesita no ser explotador. Es decir, la teoría enseña que chocan dos necesidades unidas pero antagónicas: es necesario hacer la revolución… y además es urgente.

Cuatro, la debilidad o ausencia teórico-estratégica que hace que sólo se luche contra lo urgente, es tanto más grave cuanto que los y las oprimidas estallan por fin en revueltas porque sus sufrimientos son insoportables. Si bien nunca existe el espontaneísmo absoluto porque siempre subsisten dentro del pueblo grupos o militantes de izquierda, estos son muy débiles como para, con su valía y experiencia, ayudar a superar el practicismo y la espontaneidad que se agotan más temprano que tarde. Peor aún, esa debilidad es una de las causas por las que con mucha frecuencia la burguesía termina desactivando grandes y sostenidas luchas, dividiéndolas, desmovilizándolas y luego reprimiendo a los sectores más conscientes y organizados.

Cinco, ello es debido a que la ignorancia histórica y teórica refuerza en las clases explotadas la peste de la credulidad en las promesas de los explotadores que les engañan como a ciegos con el caramelo envenenado de que, si cejan en sus justas reivindicaciones, la burguesía negociará con ellos. La credulidad nos engaña al hacernos creer contra toda evidencia teórica que resolviendo lo urgente resolvemos el problema, aunque dejemos intacta la necesidad burguesa de explotarnos de por vida. La credulidad está muy arraigada en la conciencia alienada porque ha sido introducida desde la primera infancia, y es reforzada en todo momento por la propaganda burguesa y reformista.

Seis, incluso si negocia y concede parte de las reivindicaciones, la burguesía siempre espera el momento oportuno para contraatacar anulando las reformas que no ha tenido más remedio que conceder e incluso endureciendo aún más la explotación. No se trata de una espera pasiva, sino de que mientras tanto, mientras aguarda, prepara en silencio ese contraataque, busca dividir a la clase trabajadora, soborna a los sectores indecisos, aterroriza a los resistentes e incrementa sus fuerzas represivas hasta que decide atacar. La burguesía necesita hacerlo porque su supervivencia como clase propietaria de las fuerzas productivas dependen de ello, y por eso, porque conoce su necesidad esencial, es capaz de esperar, de posponer durante un tiempo la urgencia de su contraataque para no cometer el garrafal error de precipitación.

Siete, el practicismo espontaneísta tiende a desdeñar estas y otras lecciones terribles de la historia elevada a síntesis teórica, sobre todo desdeña la innegable necesidad de la organización sistemática, continuada e incluso paciente. Una lección básica es que sólo la organización puede ayudar a prevenir y a derrotar los contraataques del opresor; más aún, sólo ella puede crear anticipadamente la fuerza necesaria para resistir en las peores condiciones si es que ha triunfado el contraataque opresor, reiniciando la lucha después de la derrota. Toda, absolutamente toda la experiencia histórica, indica que sin una previa organización el reinicio de la resistencia es extremadamente costoso, y no se trata sólo de una derrota de luchas colectivas, de masas, etc., sino también de resistencias y luchas personales por derechos básicos machacados en la soledad individual: hay que prepararse anticipadamente para un combate largo, con altibajos y retrocesos puntuales, y eso exige organizarse y mentalizarse de la forma adecuada para cada pugna.

Ocho, otra lección inequívoca es la urgencia de organizarse política, teórica y estratégicamente para destruir la raíz de la explotación: la propiedad capitalista de las fuerzas productivas y el Estado burgués para instaurar la propiedad socialista. Dentro de esta lección destaca la urgencia de organizar la lucha en otros tres componentes básicos de la propiedad privada: la explotación de la mujer trabajadora, de los pueblos oprimidos y de la naturaleza. Si bien las tres urgencias tienen características propias, coinciden en dos puntos básicos: son necesarias para la propiedad capitalista y, por tanto, la lucha contra las tres también es reprimida por el Estado burgués, como lo enseña la práctica. Por tanto, lo esencial de la teoría de la organización es válido para las tres, es más, negando esa identidad de fondo nunca comprenderemos la importancia de acabar con ellas.

Nueve, otra lección corroborada de una u otra forma desde el origen histórico de la explotación de la mayoría por la minoría propietaria, es la urgente necesidad de organizar la lucha cultural, teórica, ética… contra la industria político-cultural burguesa, industria trasnacional en gran medida monopolizada por el imperialismo occidental dirigido por los EEUU. Esta organización siempre ha sido necesaria, pero su urgencia es vital ahora porque el imperialismo crea nuevos medios de manipulación de masas, generaliza el irracionalismo y el racismo, impulsa y coordina grupos fascistas, justifica el militarismo y las represiones de derechos concretos mientras busca confundirnos con la demagogia sobre derechos abstractos, tan vacíos de contenido social que sólo benefician al capitalismo y ocultan o justifican sus atrocidades.

Y diez, la teoría ha sido y sigue siendo validada en el crucial derecho a la rebelión organizada contra la injusticia. Dado que cuando chocan dos derechos contrarios e iguales es la fuerza la que decide el vencedor, los y las oprimidas tienen la imperiosa necesidad de organizarse de cara a ese inevitable choque de fuerzas inconciliables. Tardará tiempo en darse, pero se dará. La burguesía tiene a su favor la violencia organizada del Estado, la clase obrera no tiene Estado, ha sido maleducada en la sumisión y su escasa fuerza está dividida y desorganizada. Llegados a este punto crítico tenemos que volver a Lenin: ¿Qué hacer? Mientras elabora la respuesta, Lenin cita a un autor ruso: « ¡Hay que soñar!» Muy pocos y entre ellos Lenin, sentían que crecía el huracán revolucionario de 1905. Hay que soñar para prefigurar el futuro, para irlo haciendo presente desde ahora en la medida de lo posible.

Los y las marxistas lo tenían peor en la segunda mitad del siglo XIX tras la sangrienta derrota de la revolución de 1848: el capitalismo avanzaba devorando todo a su paso. Vislumbraban el futuro en los límites de las luchas aisladas. Por ello organizaron la I Internacional en 1864. Por ello Marx escribió en borrador la cita de arriba que hoy es una verdad evidente a la que sólo se le opone la ferocidad irracional burguesa. Al poco estalló la Comuna de París de 1871 y la segunda Gran Depresión de 1873, siendo ambas la causa de 1905, de la revolución mexicana de 1910, de la IGM, de la revolución bolchevique de 1917, por resumir un poco. La teoría se iba demostrando en la práctica.

Marx nos dice en la cita de arriba que la tierra pertenece a las generaciones futuras que deben entregarla mejorada a las siguientes: la tierra no es propiedad del capital, es propiedad común, comunista. El primer gobierno soviético devolvió la tierra a las y los campesinos organizados en comunas, y las fábricas, casas y armas a los soviets obreros, vecinales y de soldados. En 1901 la United Fruit Company yanqui empezó a adueñarse de tierras colombianas, en 1920 explotaba 30.000 trabajadores subcontratados. La explotación era tan insoportable que estalló la huelga de1924, pero la urgencia impidió la necesaria organización y fueron derrotados. Los yanquis estaban sobre un volcán y pidieron más ayuda al Estado que se preparó para la siguiente huelga, la de 1928 mejor organizada pero más débil que el ejército colombiano: el pueblo fue ametrallado.

Desde al menos 1950 el pueblo colombiano sostiene diversas movilizaciones, huelgas, motines, revueltas, rebeliones y guerrillas que, con altibajos, están confluyendo desde 2019 en una ensangrentada e impactante protesta social. Crisis, inquina burguesa, narco-fascismo, prepotencia yanqui, empobrecimiento, devastación de la naturaleza y su venta masiva a trasnacionales, pandemia… han desencadenado la justa y digna ira popular respondida con torturas, violaciones, desapariciones, asesinatos y promesas, muchas promesas de soluciones definitivas a todos los sufrimientos si se amansa el pueblo. La burguesía hace todo lo posible por aumentar la credulidad del pueblo.

Pero ni el capitalismo mundial ni la Colombia de hoy son los de 1901, cuando EEU hacía y deshacía a su antojo en Nuestramerica. Por esto, cada día aumentan los sectores de la humanidad explotada que, sin haber leído a Marx, luchan para recuperar la tierra en el pleno sentido de la palabra: todos sus recursos, todas sus potencialidades, incluida la decisiva, la libertad de los pueblos trabajadores porque son los únicos que pueden expropiar a los expropiadores, que pueden vivificarla y entregarla mejorada a la siguiente humanidad. Los pueblos de Colombia también lo están entendiendo así: hasta la mínima reivindicación sectorial por aislada que parezca estar pertenece ya al combate para que Colombia sea propietaria de sí misma y de sus generaciones futuras, para que no siga siendo propiedad de las actuales United Fruit Company y de la embajada yanqui. Pero esto necesita organizar las luchas lo que a su vez necesita la organización del enriquecimiento de la muy necesaria teoría revolucionaria. En ello nos va la vida.

Nota: para profundizar en el debate se ofrecen este video sobre la incompatibilidad entre sociología y marxismo, y estas dos ponencias de 2011, Por qué y cómo debemos organizarnos y Para qué y cómo debemos organizarnos, de libre acceso en la red.

EUSKAL HERRIA, 24 de agosto de 2021 




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Egaña | Violencia Poligonera

La insoportable levedad del ser... a la vasca.

El lumpen urbano y aburguesado haciendo de las suyas.

Una sociedad que ha gestado un cáncer corrosivo en su seno.

En ese sentido, les invitamos a leer este texto de Iñaki Egaña, mismo que nos ha compartido en su cuenta de Facebook:


Violencia poligonera

Iñaki Egaña

La era post-ETA nos está dejando un elevado número de cambios sociales y políticos. Es obvio que muchos de ellos no son achacables únicamente a la desaparición de una de las violencias que recorrían nuestro país. Los cambios también son sistémicos, relacionados con las trasformaciones en nuestros hábitos humanos y, probablemente, asimismo relativos a los efectos secundarios de la gestión de la pandemia. El fin de ETA desatascó y también atascó.

Entre los sectores directamente afectados por la acción de la organización vasca se encontraban los policiales. En la cercanía, la Ertzaintza, que ha realizado únicamente un cambio organizativo, y mantiene una variante policial muy similar a la española, es decir el “modelo bombero” lejano del prototipo policial de cercanía y prevención que exigirían los tiempos –deriva criticada también por ELA-Ertzaintza-. Lo hemos visto en los últimos meses, con la gestión de las concentraciones de jóvenes, y las cargas contra los trabajadores de Tubacex, Petronor o PCB de Barakaldo.

No debemos aparcar en la reflexión esa otra violencia, la llamada estructural, legitima o alegitima para el poder. En lo que va de año van 40 muertos en accidentes laborales en Euskal Herria, la marginalidad crece a ritmo geométrico y la pobreza afecta a un sector desperdiciado por la sociedad, las mujeres de edad avanzada.

Los actos de sabotaje, violencia de respuesta, nos acompañaron desde la década de 1970, con una concentración en sus inicios en los conflictos laborales, luego contra la central de Lemoiz y el trazado de la Autovía Nafarroa-Gipuzkoa, y más tarde contra el poder económico, bancos en su mayoría, y contra grupos y partidos responsables de políticas represivas y penitenciarias. Fue también violencia política. Algunos de sus autores, sin relación con ETA, aún en prisión.

En los últimos tiempos, sin embargo, ha brotado una violencia no política que ha supuesto una ruptura con lo que estábamos acostumbrados. Violencia sin objetivos políticos, más bien individuales, relacionados directamente con la visibilización de sus autores que buscan un espacio en las redes sociales para obtener protagonismo, prioridad en nuestra sociedad occidental. El minuto de gloria, a través de una grabación o un selfie.

Esta violencia no política, está interpretada por lo general por personas en edad bisoña, consumidores de lo que nos marcan las multinacionales textiles y culturales. Con un perfil político nulo desde una visión revolucionaria del universo. Y me refiero a revolucionaria en el sentido de poner en entredicho el injusto orden de las cosas e intentarlo revertir, tanto en lo micro como en lo macro. No doy crédito a esos que se empalagan con palabras y gestos radicales que en privado aceptan los códigos del consumismo más beligerante.

Estos violentos no políticos son también parte de uno de los efectos del neoliberalismo, la moda. Los hemos visto en concentraciones de otros puntos en Europa, en España también. Y es que la españolización y la transmisión de los modelos de Hollywood no descansan. Y son los sectores más vulnerables, precisamente, los que se han contaminado de esta moda poligonera, con toda la carga despectiva que el concepto acarrea.

Los últimos sucesos en Donostia, con saqueo de tiendas, ataque a los vecinos y quemas varias como actos de gamberrismo enlazan a la ciudad con Ibiza, Malasaña o Kassel. Aunque cueste aceptarlo, la occidentalización del territorio vasco es similar a la de las urbes europeas, españolas y francesas incluidas. Nuestra singularidad se está diluyendo como un azucarillo, en parte también por ese “todo vale” de la era post-ETA.

El medio son el alcohol, metanfetaminas, cocaína, teléfono móvil y redes sociales, como fin último de las acciones violentas. Tal y como los violadores de manada que cuelgan sus fechorías en la red, los violentos no políticos de Donostia, explicaron que en el saqueo de las tiendas se “levantaron” artículos de sus tallas. Decenas de videos circulan por la red, colgados supuestamente por los autores de los actos, que, a cara descubierta, activaron actos de violencia. ¿Por qué la visibilidad, ayudando a las policías a identificarlos? Porque desean que su entorno les reconozca.

He leído en algunos foros una defensa numantina de estos violentos no políticos, desde posiciones supuestamente progresistas. Están contra el poder, se enfrentan a la policía… Supercherías. ¿Qué enfrentamiento político hay en un grupo que su grito coral hacia los agentes es el de “maricones, hijos de puta”? Aunque en estos grupos hay mujeres, es obvio que el perfil de los hombres es el de “macho-man”. También se percibe el apoyo de quienes piensan que atacar a la Policía, por el hecho de serlo, implica un sesgo izquierdista. Y eso es falso. Trumpistas, lepenistas, talibanes, anticastristas… atacan a policías. Los saqueos no fueron reivindicados políticamente y ropa, zapatillas y colonias no han sido repartidos entre, por ejemplo, migrantes, sino que han ido a parar al ajuar de los asaltantes. Un toque chic.

Tenemos que reconocer que, en 2021, ciertos sectores que aspiran a llegar a la edad adulta no son, per se, susceptibles de abrazar corrientes democráticas. También que todos aquellos escenarios que en una época suponíamos “zonas liberadas”, taskas, tabernas y bares donde se concentraba la juventud revolucionaria, hoy son simplemente centros de consumo. La calle mítica donostiarra que alberga esta reflexión, estaba repleta, rebosante, mientras se celebraban en la ciudad la manifestación a favor de los presos convocada por Sare.

Los violentos no políticos pertenecen a la cultura del postmodernismo, de la moda y del hedonismo. Nada que ver con planteamientos políticos subversivos del sistema. Dicen que la culpa es de las redes sociales, el relajamiento educativo y la vulnerabilidad supina de las nuevas generaciones. Pero también nuestra, porque entre todos, para lo bueno y para lo malo, hemos construido esta sociedad.

 

 

 

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