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lunes, 2 de abril de 2018

Inicia la Itzulia 2018

Por medio de Deia les compartimos este reportaje acerca de los competidores que estarán participando en la Euskal Herriko Itzulia edición 2018 y que son fuertes contendientes a hacerse con el maillot amarillo del Tour de France:


La Itzulia se dispara hoy en Zarautz atiborrada de estrellas como Landa, Nibali, Porte, Bardet, Urán, Kwiatkowski, Quintana y los hermanos Izagirre, que lucharán durante seis días por la txapela vasca

César Ortuzar

El Tour empieza en la playa, pero no en los bélicos arenales de Normandía. Zarautz y su aire naif, de tono pastel y surf, es el inicio de la Itzulia, la nueva marca de la gran carrera vasca del calendario, una maqueta a pequeña escala del Tour de Francia. La Grande Bucle en miniatura. Desde Arrate, corona de la carrera el próximo sábado, se ve París. En la reformada Itzulia, que ha adelantado la contrarreloj al cuarto día, y ha asumido las bonificaciones como acelerante para el espectáculo, se condensa el planeta ciclismo, su polvo de estrellas a falta del cometa Froome, cuyo brillo opacó un positivo por salbutamol durante la pasada Vuelta a España y cuyas consecuencias se dirimen entre pruebas de laboratorio y letrados.

Descontado el británico, en la brea vasca converge el último podio de los Campos Elíseos: Urán y Bardet y el suspiro de Landa, que fue cuarto, a un segundo del glorioso cajón. Lucirán en la Itzulia: Nibali, Landa, Porte, Kwiatkowski, Urán, Bardet, Quintana, Roglic, Alaphilippe y los hermanos Izagirre a modo de luminarias. La reunión de estrellas exige etiqueta negra para adentrarse en su laberíntica y trilera geografía, tan dada al embosque y a la trampa. La carrera recorrerá 805,9 kilómetros que incluyen el ascenso a 23 puertos de montaña: cuatro de primera categoría, siete de segunda y doce de tercera. “Es una carrera para trabajarla tácticamente”, reflexiona Pello Bilbao sobre un recorrido duro, con tendencia a lo inesperado. “El que viene aquí sabe lo que hay”, añade el gernikarra.

Tal vez por ello, por ese relieve de la cordillera vasca que no da tregua, poco dado a las caricias, repleta de pellizcos y aristas, desfilarán los dorsales con purpurina que desean el Tour, el gran Everest. “El recorrido es parecido al de otros años, aunque quizás menos selectivo. Sí que existen las trampas de Zarautz y Bermeo, pero no creo que sean suficientes para hacer daño a los favoritos. Luego, la crono es muy plana y los escaladores saldremos perjudicados. Habrá que ir a la contra, al ataque. La carrera puede salir beneficiada si luego, en las dos últimas etapas, los escaladores vamos al ataque”, dice Landa, dispuesto a pelear por cada palmo. La Itzulia sirve de Campamento Base, un lugar para aclimatarse y medir el futuro de julio con el metro del presente en abril. En la Itzulia se acumula el polvo de estrellas. Será en la ronda vasca donde se crucen las miradas muchos de los apellidos más aristocráticos del pelotón en una prueba con heráldica.

Vincenzo Nibali, campeón del Tour, el Giro, la Vuelta y monumentos como la reciente Milán San Remo y el Giro de Lombardía, emerge su ambiciosa aleta de tiburón dispuesto a hacer presa en la Itzulia. A su lado, Ion y Gorka Izagirre componen la sinfónica del Bahrain. Los hermanos de Ormaiztegi, amantes sin disimulo de la carrera vasca y que han completado un comienzo de curso notable, poseen el potencial necesario para triunfar y el hambre de gloria necesario. También acompaña el deseo de victoria a Mikel Landa después de sus grandes prestaciones en la Tirreno-Adriático y en la Vuelta a Andalucía.

El alavés, al que le “gustaría ganar en el Santuario de Arrate, una cima mítica”, entiende que deberá correr al asalto para minimizar el impacto de la contrarreloj de Lodosa, una planicie de 19 kilómetros y con el viento como juez. “Las etapas de Zarautz y Bermeo pueden marcar diferencias, aunque entre los favoritos será difícil que las haya. Hasta la crono habrá una carrera y a partir de ahí habrá que ver cómo salimos y qué se puede hacer en las últimas dos etapas”, define el de Murgia. Vencedor en Aia y Garrastatxu en sus dos últimas incursiones en la Itzulia, Landa, que se pelea por ponerse en hora con el reloj, buscará el cetro. Ese trofeo reposa en la vitrina de Nairo Quintana, compañero de Landa, que venció la prueba en 2013. Ambos compartirán carrera por vez primera en un gobierno de cohabitación, fórmula que deberán repetir en el Tour de Francia. “Tenemos que jugar con dos cartas y aprovecharnos de esa ventaja sobre los rivales”, resuelve Landa. “La idea inicial es disputar con Mikel. Estaremos ahí apoyando y viendo las oportunidades que surjan. Mi estado de forma es bueno y me siento en buenas condiciones, por lo que no se puede descartar nada”, perfila el colombiano.

Richie Porte, eterno candidato al Tour, también acude con una formación muy poderosa. Al australiano, magnífico escalador y buen contrarrelojista, se le adapta la fisonomía de la carrera a la perfección. Esa misma sensación recorre el espinazo de Kwiatkowski con el siempre fornido Sky a modo de blindaje. El polaco, vencedor de la Tirreno-Adriático, se maneja muy bien en el trazado de la Itzulia. La contrarreloj le puede impulsar. Ese punto de apoyo servirá de pértiga para Primoz Roglic, un ciclista en plena efervescencia. El esloveno asoma como un serio candidato. En la ruleta de aspirantes también se encuentran Rigoberto Urán, segundo el pasado Tour de Francia, o Romain Bardet, que cerró el podio de los campo Elíseos. Ilnur Zakarin es otro de los corredores que están llamados a merodear la atalaya de la Itzulia, un Tour en miniatura. A París se va por Arrate.






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