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martes, 17 de abril de 2018

Esclavismo Neoliberal Vascongado

Dos exfuncionarios públicos vascos se han tenido que sentar en el banquillo de los acusados por haberse atrevido a entrometerse en los enjuagues que son la norma entre ciertas empresas y las instituciones del estado. En este caso en específico, empresas e instituciones tanto de la CAV como de el estado español.

O sea, como políticos cometieron el gran pecado de anteponer el beneficio público al privado. Ya sabemos como se las gasta Madrid en contra de aquellos cargos electos que en su actuar son congruentes con el mandato que hace llegar a ellos el pueblo a través de las urnas.

Pues bien, para completar el cuadro de corrupción que sirve de contexto a la situación que viven estos dos integrantes de la izquierda abertzale, les presentamos este comunicado de ELA dado a conocer en las páginas de Gara:


Uribarri Irigoras e Igor San José | ELA Eraikuntza (Gipuzkoa)

Breve descripción de la situación en la construcción de Gipuzkoa: la vigencia del último convenio provincial terminó en 2009; las condiciones que regula el citado convenio son sistemáticamente incumplidas; una parte importante de los y las trabajadoras se encuentran en condiciones precarias, tanto por su falta de arraigo como por su desconocimiento de sus derechos, y con el dinero de las y los guipuzcoanos se están realizando un número importante de obras públicas, con millones de euros licitados. Cualquier persona que trabaje en la construcción, o que cuente con alguna persona de su entorno que trabaje en el sector, puede ratificar este breve diagnóstico.

A la hora de analizar la salud y el progreso de una sociedad, uno de los factores más importantes son las condiciones en las que se construyen los servicios, edificios o carreteras con los que nos dotamos. Analizando Gipuzkoa exclusivamente con esta variable, debemos constatar que nuestra sociedad está enferma. Además, en ELA creemos que quienes abonan aquí sus impuestos, de conocer en detalle lo que ocurre en las obras que financian, mostrarían su rechazo absoluto. Confiamos en la sociedad guipuzcoana, desgraciadamente no en quienes conociendo la situación de la construcción, o miran para otro lado, o directamente fomentan la explotación.

En la última década ha cambiado el perfil de quienes trabajan en las obras. El porcentaje de personas autóctonas ha disminuido notablemente. La razón no es que la gente de Gipuzkoa no quiera trabajar en los tajos, ni mucho menos. Ha sido sustituida por gente venida de muchos lugares del mundo, que en condiciones de necesidad, trabajan sin legislación laboral que la ampare. Así de duro.

El libro “Zuloan”, escrito recientemente por Urko Apaolaza, nos retrata una realidad que nos equipara con países en los que no existen derechos para la clase trabajadora. El libro se publicó hace unos pocos meses, pero el día a día de la construcción nos permitiría escribir varios libros de ese estilo al mes.

Nos llena de vergüenza a quienes desde el sindicato visitamos los «tajos», escuchar como personas que han venido a trabajar desde otros continentes, definen Gipuzkoa como: «Trabajo de sol a sol, pisos donde viven hacinados y si se protesta, a la calle». Sirva como ejemplo el estadio de Anoeta, lugar donde juega el equipo de fútbol del que somos aficionados la mayoría de la población a la que le gusta el fútbol en Gipuzkoa. Mientras vemos como el fútbol genera millones de euros, una de las empresas que trabajan en el campo ha falsificado datos de 82 trabajadores fingiendo que han pasado el preceptivo reconocimiento médico. No importa la salud, solo importa que la obra avance. No hablamos de Qatar, hablamos de Donostia.

Podríamos hablar de constantes incumplimientos de la legislación laboral más básica también, en Deskarga, Txomin-Enea, la incineradora, las obras del TAV etc. Solo queremos recordar, con mucho dolor, que en los últimos años han sido muchos los compañeros que han fallecido en el «tajo». Un compañero gallego nos decía que ellos vienen aquí y vuelven a su tierra haciendo viajes en furgoneta durante interminables horas para ver a sus familias, «porque la patronal gallega contrata Angoleños que son más baratos». Sin derechos que reclamar, las obras se han convertido en una especie de subasta dirigida por los responsables de las subcontratas que eligen entre quienes, por necesidad, se ofrecen más barato para quedarse con el trabajo.

Es hora de que se construya con derechos, para los autóctonos y para quienes han venido de otros lugares a ganarse el pan, como durante siglos hemos hecho el pueblo vasco. En los últimos años hemos realizado un gran trabajo para limitar en algunos casos la explotación y en defensa de la aplicación del convenio provincial. Creemos que eso ya no es suficiente. Hemos convocado la mesa del convenio sectorial, para renovarlo, dotarlo de contenidos y garantizar la aplicación de un convenio que nos libre de la explotación. No tenemos dudas de que la sociedad guipuzcoana no quiere que mediante sus impuestos se explote en las obras. La patronal es la principal responsable, pero los máximos responsables políticos del herrialde conocen de primera mano lo que ocurre en las obras.

Invitamos a la sociedad a que siga atentamente lo que va a ocurrir los próximos meses. Es hora de luchar por erradicar la explotación, es hora de construir con dignidad.





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