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miércoles, 3 de octubre de 2018

El Yugo Desvencijado

Traemos a ustedes este excelente artículo de opinión acerca de los procesos de autodeterminación tanto en Catalunya como en Venezuela, mismo que ha sido publicado en el portal de Sputnik:


Un repaso de las coincidencias y diferencias del referéndum independentista y la crisis política venezolana.

Jesús Millán Alejos

Ha pasado un año desde aquel 1 de octubre de 2017, cuando el mundo quedó estupefacto por las imágenes de la represión brutal contra el pueblo catalán por hacer efectivo un ejercicio básico de democracia en su referéndum independentista.

En contraposición, la República Bolivariana de Venezuela en ese mismo año realizó más elecciones que ningún otro país en la Tierra y quizá en la historia de la democracia. Cuatro elecciones avaladas por el Poder Electoral: elecciones de alcaldes, elecciones de gobernadores, elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente y primarias de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Estas últimas fueron realizadas con total tranquilidad por los opositores al Gobierno bolivariano, los mismos que han participado en las 24 elecciones de los últimos 19 años y han denunciado fraude en todas menos en dos, por supuesto, en las que ganaron.

Junto a lo anterior, la oposición venezolana realizó el 16 de julio de 2017 una consulta plebiscitaria contra Nicolás Maduro, que no fue avalada por el Poder Electoral. Sin embargo, se realizó con total normalidad y no se vieron los cachiporrazos ni mujeres arrastradas por los cabellos de la consulta catalana, al mejor estilo del hombre de las cavernas.

Así, se realizaron en Venezuela el año pasado cinco elecciones en el momento más crítico de su historia republicana, con los resultados que se ven a simple vista: Venezuela y su Gobierno se fortalecieron, a pesar de una intensa campaña de desprestigio internacional y la crisis económica atroz, mientras el Gobierno de Rajoy pasó a la historia y la unidad del Reino de España sigue en tela de juicio.

Hago esta comparación odiosa, de una manera atávica y medieval de afrontar las diferencias políticas, con una aparentemente moderna, pero vetusta forma de solucionar las divergencias, que data desde las ciudades estado griegas: en el 'Primer Mundo' aparentemente las lecciones de Pericles y de Sócrates, se han suplantado por el sempiterno derecho de la violencia irracional, en comparación con un país asediado consuetudinariamente por Occidente, que bien podrá faltarle comida y medicinas producto de un bloqueo, pero es ubérrimo en dignidad, en república y en democracia.

Ahora bien, se repiten los errores del pasado y se apela a la represión para tratar de mantener una unidad a duras penas, se apela a la descalificación del adversario y el tema de Venezuela es primera página en cada uno de los titulares de los medios de comunicación del Reino, una perfecta cabeza de turco, todo con el fin de dejar el sistema como está.

No obstante, la salida a la crisis existencial española, deberá pasar —so pena de la desintegración del Estado Nación España— por una solución parecida a la venezolana, un proceso de reforma constitucional o una Asamblea Nacional Constituyente, donde se haga un nuevo pacto social entre Madrid, Cataluña, Euskal Herria, demás comunidades autónomas y adoptar la forma republicana, si quieren seguir en el matrimonio obligado que adquirieron a través del tiempo, o simplemente continuar con la violencia, el monólogo de leguleyos y las pasiones chovinistas.

Hay cosas en común en procesos separados por un océano que en el pasado unió ambas orillas, pero que ahora se hermanan por la justa causa de la independencia y la autodeterminación, igual que hace 200 años con sus matices hasta con el mismo yugo desvencijado.







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