Lo hemos sabido desde siempre, a cambio de mantener a la izquierda abertzale a raya, el PNV ha llevado a cabo un siniestro pacto de no agresión con el PSOE y el mismo incluye que el Caso Cabacas no llegue al punto en el que se responsabilice a Rodolfo Ares o a Francisco López por la muerte de un joven aficionado al fubtol en la Euskal Herria del proceso de paz unilateral y el anuncio del cese el fuego definitivo por parte de ETA, la Euskal Herria que según Madrid, había por fin cambiado las balas por urnas, la Euskal Herria sin violencia.
A Urkullu no le importa la forma en la que Francisco López se hizo con el poder en la CAV, no le importa el Apartheid ni las medidas de excepción en contra de las diferentes formaciones políticas de la izquierda abertzale que fueron criminalizada e ilegalizadas una tras la otra. No, lo que le importa es seguir agradando a la oligarquía vasca y si para ellos tiene que reforzar el manto de impunidad del que gozan los autores intelectuales y materiales del asesinato de Iñigo, pues que así sea.
Les invitamos a leer esto que denuncia Gara:
Una de las ertzainas que participó en el dispositivo policial la noche en que una bala de goma hirió fatalmente a Iñigo Cabacas reconoció ayer que se reunió con mandos de la Policía autonómica y abogados del Gobierno de Lakua para preparar su declaración en la instrucción. La vista, larguísima, estuvo protagonizada por agentes de la Ertzaintza.Iker BizkarguenagaHabían transcurrido más de seis horas de sesión cuando la agente 7422 fue llamada a declarar. Ella, dijo, era una de las ertzainas que iban en la furgoneta número 14, comandada por el suboficial 5351, que está imputado en esta causa. Su testimonio iba en la línea del de otros policías, pero incluyó elementos que no habían citado ninguno de sus compañeros, como que varias personas encapuchadas, o «tapadas», habían aparecido desde el fondo del callejón de María Díaz de Haro y les habían lanzado de todo en un momento de calma. «Una lluvia de objetos contundentes», sostuvo, con la voz quebrada. Y así continuó su testimonio, por la senda esbozada desde la defensa, cuando la abogada de la acusación particular le preguntó si antes de testificar en la fase de instrucción se había reunido con mandos de la Ertzaintza y con abogados del Gobierno de Lakua para preparar su declaración. Y dijo que sí.Ahí acabó su testimonio, con la confesión de un conchabeo institucional que dejó perplejos a los asistentes. No es frecuente escuchar algo así en un juicio.Aunque, a esas alturas, probablemente más de uno habría puesto en duda que los testigos estuvieran cumpliendo escrupulosamente su obligación de decir sólo la verdad: nadie oyó a ningún mando ordenar disparar; todos dijeron que antes de tirar pelotas lanzaron salvas de advertencia; y apenas vieron a alguien lanzar un tiro. No más.«Le habéis matado»Con todo, la sesión verpertina estuvo marcado por la declaración de la agente 7422, que llegó a asegurar que cuando tuvo conocimiento de que había un herido de gravedad «sólo quería que llegara la ambulancia», hasta el punto de que fue corriendo, «con escudo y todo», a indicar al vehículo medicalizado dónde tenía que ir: «es aquí, es aquí». Sin embargo, también a preguntas de Jone Goirizelaia, admitió que algunos de quienes se encontraban atendiendo a Iñigo Cabacas le habían increpado, gritando «le habéis matado» y «sois unos asesinos». Y precisamente, testigos que han afirmado haberse dirigido a los uniformados en esos términos han denunciado que fueron golpeados por una mujer ertzaina.El callejón de Kirruli es una «zona hostil»El agente 12293 iba en la mismo coche que el 12003, pero además de dar una versión muy distinta del ambiente que había en la plazoleta de María Díaz de Haro, declaró que no pararon en el callejón donde se halla la herriko porque se trata de una «zona hostil». En la primera sesión uno de los suboficiales imputados se refirió a la gente que había en ese entorno como «radicales». Ese tipo de adjetivos muestra el modo en que los ertzainas percibían a las personas que estaban en ese lugar, de celebración, y el ánimo con el que fueron a Kirruli.El encargado del búnker limpió los peloteros nada más recibirlosLa exdirectora de la Academia de Arkauti declaró el lunes que existen unos protocolos, no sólo para definir cómo hay que utilizar el material antidisturbios sino también para hacerse cargo de ese material, saber cuánto se ha utilizado y quién lo ha hecho. El encargado del búnker de Bilbo, sin embargo, dijo ayer no tener conocimiento de tal manual e hizo un relato sobre cómo actuó aquella noche que, si fuera cierto, y no es fácil creerlo, diría mucho y mal sobre el rigor profesional de la Policía autonómica.Aseguró que había repuesto las pelotas en las sacas sin contar cuántas habían sido disparadas, y sin saber de dónde habían salido. También dijo que había limpiado las escopetas en cuanto las recibió, las que fueron usadas y las que no, sin distinciones. Esgrimió que no sabía que con una de ellas habían malherido a una persona.
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