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jueves, 18 de octubre de 2018

Freelancing en Cuba por 30 Denarios

Una raya más al tigre y esta vez la aplica un freelancer de nombre Álvaro Fuente, quien nos habla de la prostitución en Cuba sin mencionar que tal práctica en el lugar del mundo donde se presente es una lacra consustancial al heteropatriarcado capitalista. 

Aquí la denuncia Cubainformación por medio de este reportaje:

Prostitución en Cuba y España: falsedades y doble moral

José Manzaneda | Coordinador de Cubainformación

En todas las listas sobre principales destinos del turismo sexual aparecen lugares como República Dominicana, Colombia, Brasil… o España. Sin embargo, la prensa española prefiere informarnos sobre el turismo sexual en un país que no aparece en dichas listas: Cuba.

El diario “El País” titulaba un reportaje: “Aquel que quiere encontrarlos, sabe donde están los burdeles de Cuba”. En la Isla –recordemos- la prostitución que se practica es mayoritariamente informal. Mientras, en territorio español existen más de 1.500 clubs, donde el reportero de “El País” tendría más de un problema si quisieran realizar un reportaje similar. Pero un “burdel ilegal”, un “prostíbulo oculto” en “una humilde casa de huéspedes” de La Habana Vieja da para todo un fotorreportaje. Un material tramposo, en el que, de diez imágenes, cinco son de la misma persona, y en el que se incluyen hasta tres fotos de mujeres viandantes que nada tienen que ver con la prostitución. ¿Qué ocurriría si “El País”, en un reportaje similar ubicado en Madrid, añadiera fotos de mujeres que, sencillamente, caminan por la calle?

El texto nos dice que la prostitución es “una sórdida oportunidad para los jóvenes cubanos que sueñan con otro futuro”, algo que sirve para “sobrevivir al presente”. ¿Se imaginan el escándalo si “El País” nos dijera que las redes y mafias a gran escala de explotación sexual –inexistentes en Cuba- son una “sórdida oportunidad” para la juventud española?

Leemos también que “el gobierno de La Habana nunca ha reconocido la prostitución como un problema grave”. ¿Y el de España? ¿Y el de México, donde solo en su capital ejercen la prostitución cerca de 70 mil personas? Cierto que hay sectores en Cuba que reclaman una mayor discusión pública sobre el asunto pero, ¿acaso dedicar programas de más de una hora en la Televisión cubana acerca de un Simposio anual sobre “Prostitución, Turismo Sexual y Trata de Personas” no es visibilizar el problema?

El autor Álvaro Fuente, freelance especializado en fotorreportajes sobre cooperación y países del Sur, conoce las condiciones de lo políticamente correcto para vender sus trabajos a diarios como “El País”. Si son sobre pobreza y explotación en Colombia, jamás deberán apuntar al sistema o al gobierno, y alabarán el trabajo de misioneros y ONG españolas en aquel país. Por el contrario, si se centran en niños que practican boxeo deportivo en Cuba, deberán reflejar calles e instalaciones en ruinas y deseos de los menores de “poder escapar de la isla”. Y si el escenario es Venezuela, tendrá la venta a granel más que garantizada: “El País” le comprará series completas sobre una crisis económica provocada por el “régimen de Maduro”. Eso sí, no podrá hacer la menor mención a las sanciones o al bloqueo financiero que impide o retrasa la entrada de alimentos o medicinas al país.

Leeremos, además, que Álvaro Fuente es un fotógrafo comprometido, “con su objetivo siempre fijo en los más desfavorecidos”. Siempre que estos, claro está, acepten la caridad como solución a sus penurias y no se les ocurra organizarse para cambiar el sistema.

Por último, recordar cómo el diario “El País” anunció a bombo y platillo, en 2017, el fin de los llamados “anuncios de contactos” –o sea, de prostitución- en sus páginas. Pero ¿fue una decisión “basada en la coherencia editorial” y en la “defensa de los derechos de las mujeres”, como aseguró entonces el periódico? Tras 40 años de importantes ingresos por estos anuncios, que llegaron a cinco millones de euros en el año 2007, ¿decidió el diario optar por el “sacrificio ético”? En absoluto: “El País” había perdido, en diez años, el 59 % de sus ventas de ejemplares, y el mercado de anuncios de contactos se había ya trasladado en bloque a Internet. La caída en picado de los ingresos fue la oportunidad para realizar una rentable campaña de lavado de imagen.

Así funciona la prensa corporativa en este y en tantos otros temas: con trampas, falsedades y una pasmosa doble moral.

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