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martes, 23 de octubre de 2018

La W de la Tabla Periódica

Retomamos la etiqueta Kurlansky Arzalluz y de que forma, nada más y nada menos que de la mano de los aportes científicos de Euskal Herria al mundo.

Lean esto dado a conocer en las páginas de Noticias de Gipuzkoa:


El descubrimiento del wolframio por los hermanos Elhuyar en el Real Seminario de Bergara es la “más importante aportación” del País Vasco al ámbito científico

A.Dominguez

El 28 de septiembre de 1783 Juan José y Fausto Elhuyar revolucionaron la ciencia entre las cuatro paredes del Laboratorium Chemicum del Real Seminario de Bergara, situado en la desaparecida casa Zabala. Los hermanos riojanos fueron los primeros en aislar el wolframio, un elemento metálico que ha sido decisivo en el avance de la ciencia moderna y la tecnología, y cuyo descubrimiento está considerado como la mayor y más importante aportación científica del País Vasco en toda la historia.

En un principio su hallazgo, perseguido por otros laboratorios, fue atribuida a la casualidad, no se sabe si por envidiosos de la repercusión mundial que tuvo, pero lo cierto es que tras esta localización hubo un “arduo” trabajo de un grupo de inquietos ilustrados que vino a certificar la labor docente e investigadora que se estaba impulsando en el Seminario, al calor de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País (RSBAP).

Corría el reinado de Carlos III cuando se gestó este éxito científico que se perseguía con la clara intención de lograr metales más resistentes para la fabricación de cañones y materiales de contiendas bélicas. Su descubrimiento fue, por tanto, el primer pase de una próspera vida para un metal catalogado desde la II Guerra Mundial como clave por sus aplicaciones sobre el armamento (Estados Unidos, por ejemplo, mantiene unas reservas nacionales de seis meses de wolframio).

De este modo, en el siglo XVIII se escribió la primera página de la historia de este elemento de innumerables propiedades, que con más de 200 años a sus espaldas goza a día de hoy de una presencia notable en muchos temas candentes de la investigación física y química, como es el caso del proyecto de fusión nuclear ITER que probará la energía del futuro.

Pero no solo eso. El wolframio, o tungsteno como también se le conoce, es el material estándar para fabricar los filamentos de las lámparas incandescentes y se emplea, además, en blindajes, trabajos de soldaduras, en el campo de la máquina-herramienta y en la fabricación de aceros especiales, entre otros usos.

La W de la tabla periódica

Hijos de un cirujano de Iparralde afincado en Logroño, los hermanos Elhuyar -Juan José se formó en la universidad sueca de Uppsala- hallaron el wolframio cuando únicamente eran conocidos 24 elementos químicos, dentro de una lista que en la actualidad está compuesta por 118 materiales plasmados en la tabla periódica. En ella, el wolframio ocupa el número 74, que alguien describió como “el corazón de la química”, con el símbolo de W.

La identificación de todos estos elementos es fruto de las investigaciones fraguadas en 16 países con el Reino Unido a la cabeza, que atesora 20,5 aportaciones, mientras que en el Estado español se reducen a 2,5. Junto al wolframio se encuentran el platino, que fue identificado en la actual Colombia en 1735, y el vanadio (1801), que comparte con Suecia.

Más de dos siglos han transcurrido del brillante hito histórico que se selló a partir de los logros del Seminario y, por ende, de la RSBAP, que se convirtió en su época en la institución ilustrada más “vibrante” del Estado, ejerciendo “una labor académica y científica similar a la que desarrollaban muchas sociedades en Francia y Europa central”, según resaltó Etxenike.

El reconocimiento a esta entidad se hizo extensible ayer a Bergara -a la vez que a Euskadi-, que ocupa ya un lugar en el mapa científico. La villa mahonera fue la cuna de la ciencia en el País Vasco y supo unirse a las ideas innovadoras que llegaban desde Europa. Todo este patrimonio se ha conservado gracias al ingente trabajo de investigación, clasificación, restauración y conservación promovido por el Ayuntamiento bergarés en las últimas décadas, y que trajo consigo el alumbramiento en 2015 del museo Laboratorium; un centro que se esfuerza en difundir la importancia de la innovación, la ciencia y la educación como base para el avance y desarrollo.







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