Continúan las V. Jornadas Feministas de Euskal Herria y esta vez traemos la reseña del segundo día por conducto de Naiz:
La mesa central que ha abierto este segundo día de las Jornadas Feministas ha dejado en claro, de nuevo, que el Movimiento Feminista tendrá grandes retos que afrontar. Hoy han hablado las «bolleras» –de los colectivos Medeak, BALA y Sare Lesbianita–, las diversas funcionales de Elkartean y las transgénero de Ozen.Maddi TxintxurretaTejer alianzas o puentes sí, gestionar la diversidad e incluir cuerpos disidentes, también, pero, sobre todo, las V. Jornadas Feministas de Euskal Herria, que desde el segundo día se prevé marcarán un hito histórico y abrirán debates decisivos para el futuro feminista de este país, están sirviendo para interpelar. Desde los márgenes critican las prácticas del centro. Desde los márgenes, representados por mujeres transexuales, diversas funcionales, bolleras, racializadas, migradas; al centro, ocupado por mujeres cisgénero, blancas, europeas, heterosexuales.Y los debates van desde la semántica, la categorización de «mujer», hasta lo más corpóreo, el binarisno, la sexualidad, las relaciones sexo-afectivas.Kattalin Miner y Nagore Iturrioz, de Medeak, han abierto la tercera mesa central de estas Jornadas, llamada ‘Cuerpos y sexualidades’. «Bolleras» las dos, que no es lo mismo que lesbianas, pues consideran que la primera categorización responde a una elección política. Las de Medeak han comenzado reivindicando los cuerpos que se sitúan en los márgenes, porque afirman, «en la comodidad no hay revolución». «Esos cuerpos que se salen del centro son el sujeto político del feminismo», han afirmado.Después han tomado la palabra Lierni Balantzategi y Shukare Otero, del colectivo gasteiztarra BALA. Lo han dejado claro: «Ser bollera no responde a una orientación sexual, sino a una identidad y un sujeto de lucha. Las lógicas que el capitalismo necesita afectan directamente a nuestro ser. Por eso, el bollerismo es una posición radical que sitúa los cuidados en el centro, y tiene la fuerza de sacudir las relaciones afectivo-sexuales».Concluyen que ser «bollera» es, por lo tanto, la manera de luchar, desde la disidencia, contra la «heteronorma», la heterosexualidad impuesta. «El sistema nos ha dejado fuera de la hegemonía, pero nosotras hemos construído nuestro ser desde los márgenes, sin saber muy bien lo que queríamos, pero sabiendo lo que no queríamos. La identidad de bollera es una alternativa integral al sistema», han dicho.El discurso de Eider Aierdi y Dunia-Taher Muti ha sacudido Landako. Han lanzado una pregunta al público: «¿Se puede ser feminista siendo heterosexual?». «Debemos despatriarcalizar las relaciones afectivas desde el activismo lesbofeminista. Interpelamos al feminismo heterosexual. Apelamos también a las lesbianas no politizadas. Las bolleras somos alternativa, y pese a que el horno está para bollos, cuesta darse cuenta de que la heterosexualidad es un orden impuesto, donde, básicamente, las mujeres se acuestan con sus amos», han declamado, tajantes.Mujeres* o mujeresLas mujeres de Elkartean, coordinadora de la CAV de las personas con diversidad funcional, han comenzado su ponencia lanzando unas preguntas al público: «¿Qué ves cuando me miras? ¿Ves a una mujer? ¿Soy deseable? ¿Puedo hacer lo que quiera con mi sexualidad?». Han respondido ellas mismas, diciendo que l«as mujeres con discapacidad, muchas veces no nos vemos a nosotras mismas como mujeres. Nos autolimitamos y nos autoexcluimos». Pero también la sociedad actúa del mismo modo, según ellas: «La sociedad no nos percibe como mujeres, sino que solo percibe nuestra discapacidad y dificultades».Las de Ozen, por su parte, han denunciado el suicidio de una chica trans, de 18 años, ayer en Valencia. Katrina Gutierrez y Bryn Hounsell han invitado a este tipo de espacios a «dejar de cargar el foco a los genitales», pues «el mito sexo biológico se queda corto, delante de la diversidad humana».Han criticado, asimismo, el uso del asterisco (mujer*) por parte del Movimiento Feminista para supuestamente incluir a todo tipo de cuerpos disidentes en el Movimiento, debate que ha puesto sobre la mesa Kattalin Miner. Opinan que ese asterisco resulta «confuso» y que la sociedad «no lo ha entendido bien».
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