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jueves, 11 de enero de 2007

Garitano | Puentes

Escuchemos a las voces de la cordura.

He aquí lo publicado en Gara por Martín Garitano:


Martin Garitano

Puentes

Repaso los acontecimientos y declaraciones habidos desde el 30-D, leo con detenimiento la declaración de ETA conocida anteayer y llego a una conclusión que a más de uno le parecerá peregrina, pero que también merece una reflexión.
Dijo Zapatero ­matizado y aumentado de forma reiterada y hasta sospechosa por Rubalcaba­ que el proceso ha llegado a su punto final, que los puentes están rotos y que se acabó lo que se daba.
No le fueron a la zaga los principales portavoces del jelkidismo pensamiento Imaz. No hay, vienen a decir, nada que hacer por esa vía.
Y, como cabía esperar también, les acompañaron en sus proclamas los hermanos menores de Aralar e IU.
Todo roto y, agregaban, sepultado bajo los escombros de la T-4 de Barajas.
Según todos los citados, a ETA sólo le queda anunciar su autodisolución para que, como proclamaba ayer “El País”, pueda abrirse paso la promesa de un proceso de reinserción de los presos y refugiados de esa organización. No hay, pues, proceso con contenidos. Sólo queda la liquidación de la organización y apelar a la generosidad del régimen español para tratar de reeditar el final de los polimilis. Lo contrario, se colige de lo dicho, no diferirá en mucho de la medicina represiva que ya aplicó Aznar sin alcanzar su objetivo.
Vista así la realidad, la desesperanza resulta difícil de soslayar. Por lo menos para quienes quisiéramos ver el final de una larga y dolorosa etapa de la vida de nuestro pueblo en términos que dieran satisfacción razonable a todas las partes implicadas en el conflicto.
Y, sin embargo, algo me hace pensar que no es ésa la fotografía real de lo que, tal vez, ya está sucediendo y lo que, en cualquier caso, sucederá.
Los pilares sobre los que se sustentaban los puentes que cruzaban los interlocutores del proceso eran, a tenor de lo reconocido por todos, sólidos. Y en el encofrado se han entretejido demasiados compromisos, que van más allá de los propios interlocutores. Creo, pues, que los puentes no están rotos. Otra cosa es que, ahora mismo, Zapatero no quiera o pueda cruzarlos. Pero tengo la firme convicción de que, zafado del pánico cerval a la derecha extrema y desintoxicado de la adicción a las encuestas, encontrará el momento de cruzar los puentes y retomar un proceso que todos, absolutamente todos, necesitamos. Esperemos gestos.





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