Este texto ha sido publicado en el periódico digital Diagonal:
El cambalache
Josemari Ripalda | Catedrático de Filosofía en la UNED
El 30 de diciembre ETA interrumpió su “alto al fuego permanente” con un coche bomba en el aeropuerto de Madrid, con el resultado de dos trabajadores muertos. El proceso de negociación iniciado nueve meses antes parece volatilizarse. ¿Los actores de siempre siguen acaparando el escenario? Abrimos, con dos textos, una reflexión desde los movimientos sociales. El autor del primer texto, escrito antes del 30 de diciembre, no incluye cambios.
Primero dijo: el proceso será largo, duro y difícil; yo, que soy pequeñito, no entendí muy bien el por qué ni el en qué. Luego dijo que haría falta tiempo, temple y tenacidad; una retórica política realmente rompedora. Espero que la próxima vez no nos hable de las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Porque la política parecerá ya cosa de la Conferencia Episcopal (que la hace, desde luego).
No comprendo muy bien en qué “proceso” participa el presidente ZP. Ni me explico por qué al comenzar otro año nos encontramos aparentemente donde estábamos, pero con la sensación de hallarnos en eso del “proceso” fuera de sitio, como si la realidad fuera por un lado y lo que se dice y hace por otro mundo.
Se me ocurren dos preguntas:
Primero: ¿Es que Rodríguez Zapatero creía, como otros muchos, que el problema era ETA y que, acabándose ésta, se liquidaba el problema vasco? Ésa será, desde luego, la imagen creada en la opinión pública española; pero también la realidad es tozuda. 35.000 encarcelados “en”- mejor sería, tal vez, decir: “bajo”- la “democracia” significan atribuirle a ETA unas dimensiones colosales, nada compatibles con el calificativo de “banda”. No se ha querido tener en cuenta un principio elemental en la política europea, que un partido que representa políticamente los objetivos de una organización armada es legítimo, pues en democracia son los medios y no los fines políticos lo que puede ser ilegítimo. Pero además en Euskal Herria todo lo que no era conforme -incluidos desde los solidarios de Itoitz a los movimientos civiles más variados- tenía que ser ETA o cómplice de ETA; al final están amenazados judicialmente los políticos vascos de todos los partidos excepto el PP. Esta manera de hacer propaganda oficial de ETA nos recuerda a los viejos del lugar -perdonad nuestra, a fin de cuentas comprensible, manía de recordar-, nos recuerda, digo, la acusación de comunista a todo lo que se sublevaba contra el Franquismo. Hasta al Tribunal de Orden Público se le puede encontrar su actual correspondencia convenientemente remozada.
Lo que ya ni se recuerda es aquel grito de “¡Libertad, libertad!” Debo de ser desde hace tiempo un quisquilloso; porque me irritaba. Me irritaba que no se dijera en qué iba a consistir esa libertad; es más, que se evitara. La historia se me repitió con el “¡No a la guerra!” (tan distinto del “¡OTAN no, bases fuera!”): operaciones de canalización y vaciado de contenido estaban funcionando a plenas revoluciones. ¿Y qué ha quedado de la “LIBERTAD”? Han quedado las “libertades”, es decir: las condiciones indispensables para el negocio. Que nadie espere más y que mire lo bien que le va y lo mal que le puede ir. Políticos, medios e Iglesia ya azuzarán a la gente unos contra otros cuando vengan las elecciones, para que el porcentaje de voto se mantenga por encima del 50%.
A casi el 60% llegó la abstención en Vizcaya y Guipúzcoa cuando el referéndum constitucional, contra un campañón de propaganda. Y las cosas no parece que hayan cambiado gran cosa. ¿Es que mucha gente comparte los fines de ETA? Pues entonces encarcélese a todos los que jueguen a la lotería, porque comparten el deseo de hacerse ricos con los ladrones y estafadores.
Bloqueo
¿Es que a Zapatero no se le ocurrió que el problema vasco podía estallar precisamente cuando se acabara ETA? ¿Que era la lucha armada la que bloqueaba la política, la violencia menor la que justificaba la violencia mayor? ETA lo ha visto al fin, lo reconozca o no; el PP lo sigue viendo. “Estado de derecho”, sí; pero el Estado de derecho no consiste simplemente en gobernar con leyes (y eso cuando se cumplen). Como sabe cualquier jurista, el Estado crea leyes, pero no crea simplemente el Derecho, pues está sometido a él, también cuando legisla. Eso es precisamente lo que obvió el “Estado de derecho” franquista. Y es muy, muy sospechoso para cualquier observador externo el énfasis cotidiano con que se afirma que el Estado español es un Estado de derecho. ¿No debería ser una obviedad en un Estado tan democrático? Pues no, porque no hay “derecho” a la “ley de partidos”, en la que participó también el PSOE. No hay “derecho” a tener a alguien atado a una cama a punto de morirse, alimentado artificialmente contra su voluntad. No hay “derecho” a invocar como razón jurídica alarmas sociales inducidas en los medios. No hay “derecho” a ese secreto a voces que es la tortura. No hay “derecho”...
Segunda: y aquí viene la otra pregunta que se me ocurre en mi ingenuidad política. ¿No será que reconocer simplemente que hay un problema político en el País Vasco puede significar poner patas arriba lo que ha sido la política española desde la “Transición”? Rodríguez Zapatero no sólo tiene que contar con su partido, sino que además le hacen falta el PP, el rey y el Ejército, el aparato de la Iglesia, los grandes grupos mediáticos, los sindicatos estatales, en resumen: los que montaron el cambalache hace 30 años sobre nuestras cabezas, los que SON LA democracia. Ninguna de esas instancias puede actuar sin cierto consentimiento de las otras (lo ha recordado el rey meridianamente en su mensaje de Navidad); de ello depende su estabilidad. Pero sí puede actuar sin nosotros, el pueblo vil o ciudadanos “de a pie”, como hoy se dice (para distinguirnos de los “caballeros”). A mí no me engaña que me llamen ciudadano, lo mismo que cuando la televisión llama ciudadano a un muerto en patera ante la costa de Tarifa.
Zapatero se encuentra con un problema vasco, cuyas dimensiones tal vez había minusvalorado; eso puede significar también haber minusvalorado la resistencia de sus “colegas”, comenzando por el rey, que -es lo menos que se puede decir- todavía no ha hecho ni un gesto de apoyo “real” al “proceso”. Pero el mismo ZP tampoco parece dispuesto a algo más que un segundo Abrazo de Bergara.
Se habla mucho de la Constitución precisamente porque ése no es EL problema. EL problema es que el pescado ya está vendido antes de que podamos abrir la boca. Y dar la voz en Euskal Herria podría tener consecuencias catastróficas para el cambalache en toda España, romper el dique por un punto, precisamente por la reliquia intacta del Franquismo, por el nacionalismo de “los nacionales”, de los que siguen saqueando el país, y ahora como nunca en forma de hipotecas, de los sobornados al más alto nivel para que acepten la “democracia”- sin la que no hay negocio-, de los perros guardianes del antiguo régimen a perpetuidad. Porque otra España será posible; pero ésta es inviable y se está viendo, desde el principio, en el País Vasco. Todo el tinglado suena a falso de arriba a abajo, no sólo en este punto, pero eso parece que incluso tranquiliza a una clase política acostumbrada a cabalgar el tigre como estrategia.
.... ... .
No hay comentarios.:
Publicar un comentario