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martes, 14 de diciembre de 2021

La Gesta de los Artesanos

De la pluma de Ramón Sola nos llega este ejercicio de memoria histórica reciente; el trabajo llevado a cabo por los autodenominados Artesanos de la Paz en favor del proceso de DDR de ETA, condición necesaria para el avance del proceso de paz y reconciliación iniciado en Aiete.

Aquí se los traemos desde las páginas de Naiz:


Cinco años de Luhuso: el legado de dos artesanos heroicos

El jueves se cumplen cinco años de uno de los hechos más desconcertantes y a la vez épicos de este proceso de resolución: la redada de Luhuso que desencadenó el desarme hasta entonces bloqueado. Mixel Berhokoirigoin y Michel Tubiana no han llegado a verlo, pero su legado es este presente.

Ramón Sola

A las 10.30 del 8 de abril de 2017, en Euskal Museoa de Baiona, un Michel –nacido en Argel y conocido líder por los derechos humanos– y un Mixel –baserritarra de Gamarte, activista vasco–, apellidados Tubiana y Berhokoirigoin, se encargaban de enunciar dónde estaban las armas que ETA había devuelto al pueblo vasco. Ocho puntos de transferencia que ya tenía en sus manos la Comisión Internacional de Verificación y que suponían dos cosas trascendentes: el desarme completo de una organización con medio siglo de acción armada y el desbloqueo de una cuestión clave del proceso de resolución.

Esa vez Tubiana y Berhokoirigoin no fueron detenidos; su insistencia por la vía de los hechos consumados había abocado al Gobierno francés a dejar hacer al menos y distanciarse de la ciega estrategia obstruccionista del Ejecutivo Rajoy. Para eso ambos y otros artesanos de la paz habían contactado previamente con París y habían tejido una red civil amplia. Y finalmente habían dado el paso valiente y original de Luhuso. Un hecho político relevante que no tendrá una línea en la historia oficial de los dos estados pero sí queda en la memoria vasca, y del que el jueves se cumplen cinco años. Ni uno ni otro han llegado a la efeméride, puesto que Berhokoirigoin falleció en mayo y Tubiana en octubre, en ambos casos tras largas enfermedades que no mermaron su implicación.

Luhuso: qué y para qué

Aquella noche del 16 de diciembre de 2016 y en esa pequeña localidad labortana de menos de 1.000 habitantes se iba a poner el punto de inflexión en esta fase del proceso de resolución. En realidad debía haberlo sido el acto de inicio de sellado e inventariado emprendido por ETA junto a la Comisión Internacional de Verificación en febrero de 2014, pero los estados respondieron con desprecio y –para estupor de la comunidad internacional– actuando judicialmente contra los verificadores.

Tres años después, Madrid y París seguían apostando por coger ellos mismos esas armas, aunque ello eternizara esta fase y creara riesgos evidentes de descontrol: lo reflejaron las sucesivas operaciones policiales de Biarritz, Ortzaize y Biarritz en 2015. Hacía falta un nuevo prisma para la cuestión y ahí apareció la opción de un liderazgo civil al que había puesto discurso, con vehemencia, Graxi Etxebehere en Ortzaize: «He ayudado a una organización que se quiere desarmar, no me arrepiento».

Así llegó aquella lluviosa y fría noche de diciembre de hace cinco años en Luhuso. En ‘El desarme, la vía vasca’, Iñaki Egaña contextualiza así el hecho: «La vía de los artesanos de la paz contemplaba una puesta en escena con la que mover al Gobierno francés y, así, condicionar también al español. Se trataba de sacarlos de su posición inamovible».

Sirvió para la acción el baserri de la periodista Béatrice Molle-Haran en este pueblo alejado del BAB y disperso geográficamente. Allí fueron llevadas en una furgoneta alquilada a última hora, a fin de evitar cualquier baliza policial, once cajas con armas de ETA. La tarea consistía técnicamente en desembalarlas, quitarles la grasa con que la organización las había mantenido en buen estado y cortarlas con una sierra eléctrica. Políticamente, la clave era grabar la acción en vídeo e interpelar con ella a los estados. Txetx Etcheverry, otro de los artesanos, había grabado un mensaje: «Hace cinco años ya que ETA abandonó la lucha armada. ETA quiere entregar su armamento, desmantelarlo. Pero no puede hacerlo porque los estados se lo han impedido deteniendo a los militantes que sellan y hacen inventario del material».

Los artesanos no eran precisamente nativos digitales, pero las nuevas tecnologías serían claves para hacer pública la acción: desde la cuenta recién creada @bakeaEHan, nada más desencadenarse la operación policial saldría el tuit ‘Louhossoa opération police en cours pour empêcher la société civile de procéder à destruction armes d’ETA Rassemblement immédiat immédiat!». La Policía había vuelto a llegar tarde, como ocurrió ya en 2009 cuando Arnaldo Otegi y sus compañeros tuvieron tiempo de colgar en la red la ponencia para un nuevo ciclo antes de ser arrestados.

Efectivamente, la duda para todos los participantes en la acción de Luhuso era si la Policía intervendría. Antes incluso de caer la noche supieron que sí: primero un ruido de motor en el cielo, después una alerta por teléfono de quienes cooperaban vigilando el área en torno al caserío Errekartea. Para garantizar un portavoz libre en caso de arrestos en el caserío, Tubiana se había quedado fuera.

Llegada la noche se consuma la redada. El equipo 127 de la SDAT francesa irrumpe en Errekartea afirmando que ETA ha puesto en marcha una acción para «asegurar una ‘limpieza escrupulosa’ de las armas y hacer desaparecer toda prueba del uso de este material en acciones criminales pasadas».

El Ministerio del Interior español habla inmediamente de «golpe fortísimo a ETA». Los patinazos oficiales se suceden uno tras otro: resulta que los detenidos no son militantes de la organización, que Tubiana no está arrestado sino hablando en las radios... El relato policial quiebra en París y tiene efecto bumerán en Euskal Herria, donde cargos políticos de primer nivel recibirán a los detenidos en la estación de Baiona. La apuesta por avanzar sale muy fortalecida.

Resolución «artesanal»

Euskal Herria despierta al día siguiente con la sensación de que en Luhuso ha ocurrido algo tan inaudito que solo cobrará sentido con el tiempo. Y así ocurrió, porque las posiciones mantenidas hasta entonces se fueron disolviendo y apareció una vía nueva y que esta vez sí pudo llevarse a término.

Egaña resume así el siguiente paso de ETA: «Tomó una determinación drástica. No habría más Luhusos. En la próxima ocasión el desarme debería ser completo. Este hecho rompía con la dinámica puesta en marcha con el vídeo de 2014 que llevó a los verificadores a declarar ante la Audiencia Nacional». Un mensaje a la CIV certificó su voluntad de «proceder a la destrucción de armas y el desmantelamiento de arsenales de una forma verificada, total y rápida». Noruega, Suiza y el Vaticano también fueron informados.

Mientras, Berhokoirigoin y Etcheverry hicieron llegar otro mensaje al Gobierno de Hollande, a través de su portavoz, Stéphane Le Foll: nada les detendría. Si volvían ser detenidos, tenían recambio, cientos. París acabó entendiéndolo o al menos asumiéndolo.

Con todo ello, el 8 de abril de 2017 se consumaba lo que durante un lustro había parecido imposible, por una vía inverosímil. No era un final sino un inicio: ese día en Baiona sonó alta la demanda ‘Orain presoak’ y, concluido el imprescindible desarme, ETA enfiló su último paso, cerrando ciclo apenas un año después.

Una anécdota final refuerza el carácter de aquella iniciativa. La denominación de «artesanos de la paz» con que aquellos voluntarios se presentaron sonaba ciertamente algo «naif» y este medio prefirió calificarlos como activistas en informaciones de los días sucesivos. Desde su entorno nos llegó entonces un mensaje pidiendo que se respetara su decisión de presentarse como artesanos.

El futuro les ha dado la razón: Luhuso fue artesanía pura.




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