Un blog desde la diáspora y para la diáspora

domingo, 19 de diciembre de 2021

Víctimas Desamparadas

El relato oficial que cuenta Madrid ante la comunidad internacional tiene como eje central el invisibilizar a las víctimas vascas del terrorismo de estado español.

El escenario se empeora cuando el propio PNV lleva a cabo acciones que encajan perfectamente en la estrategia propagandística española, como lo hizo recientemente cuando habló de "los casos sin resolver", frase aparentemente inocente que en realidad augura más detenciones, más incomunicación, más tortura y más cárcel.

Es por ello que hemos decidido compartir esta editorial que Naiz dedica a las víctimas relegadas:


¿Por qué unas víctimas se sienten tan desamparadas?

Porque no hay derecho. Porque las víctimas vascas de la violencia del Estado, de la guerra sucia y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad sufren a diario la discriminación por parte de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. El denominado cuarto poder, los medios de comunicación, tampoco les tratan en pie de igualdad con otras víctimas. Claro que eso sería tanto como revisar su hemeroteca. Estas víctimas se ven impotentes porque comprueban una y otra vez que sus familiares son de segunda categoría. Porque los derechos humanos son universales, pero que se violasen los suyos no cuenta como los de otras personas. Como si sus cicatrices fuesen menos profundas, sus dolores menos punzantes y sus pérdidas no tan valiosas. Porque lo escandaloso en su caso pasa sin pena ni gloria mientras en otros casos cualquier cosa –una pintada, un insulto o incluso un silencio–, alcanza dimensiones de tragedia. Porque se acaba llamando violencia a lo que no es mientras se minusvaloran y tapan barbaridades en serie realizadas por policías dentro de una estrategia de estado compartida por partidos, judicatura y medios de comunicación en pactos públicos y privados. Porque se les revictimiza una y otra vez sin pudor. A veces sin conciencia, habrá que pensar; en otras muchas ocasiones, con alevosía.

El maltrato a la familia Cabacas no tiene fin

¿Cuál es la razón íntima, inconfesable, por la que el Gobierno de Lakua ha decidido no dar paz a la familia de Iñigo Cabacas? ¿Por qué nadie en ese consejo de Gobierno, en esos departamentos, incluso en la Ertzaintza, levanta la mano y dice que ya es suficiente, que habría que cambiar de tono, de palabras, de guion, de interlocutores? Rodolfo Ares estaba al mando y el PSE no va a criticarlo, pero, ¿y el PNV? Como es su Policía, ¿no pueden asumir darle rango de víctima al joven bilbotarra? ¿Opera el chantaje sobre otros temas o sumarios? ¿O es que son todos unos desalmados?

La comparecencia de Josu Erkoreka el miércoles pasado fue insultante. Según el consejero de Seguridad, no se pueden tomar medidas disciplinarias porque algunos de los implicados ya no son ertzainas; las bajas de estos policías computan como una suerte de castigo y eso anula para él la acusación de impunidad porque han sufrido «un coste personal»; y ninguna de las irregularidades que hicieron imposible una investigación real, como haber limpiado las armas y guardado el material sobrante, puede ser tenida en cuenta porque entonces no estaban contempladas en el reglamento. En resumen, Erkoreka se solidarizó con los agentes que participaron en la carga, incluido el que hizo el disparo mortal y que está sin identificar, pero no fue capaz de empatizar con la familia del joven muerto.

No asumir la impunidad, estar del lado correcto

Si en un caso tan flagrante como el de Cabacas las instituciones vascas no son capaces de mirar a los ojos a esa familia, recoger su dolor, reconocer su responsabilidad e intentar reparar el daño causado, no es extraño que muchas víctimas de la violencia estatal desconfíen y se sientan discriminadas y desamparadas.

Por eso, al terminar el plazo para solicitar el reconocimiento como víctimas de la violencia estatal entre 1978 y 1999 en la CAV, es normal que el balance sea mucho más pobre de lo deseable. Porque, tal y como denuncia Egiari Zor, no se han puesto recursos suficientes, no se ha invertido ni en la parte más técnica del desarrollo de la ley ni en generar la confianza necesaria entre los potenciales solicitantes. A falta de avances, bastantes víctimas han muerto en este periodo. Por otro lado, las nuevas humillaciones que han sufrido, con apologías impunes de la violencia que se ejerció contra ellas o sus familiares, no han sido contestadas con contundencia; no al menos como se contestaría si las justificaciones de la violencia viniesen de otro lado. Y, a pesar de todo, leyes cojas como esta tienen un valor porque pueden ser un punto de partida para avanzar hacia la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de que no volverá a suceder. Merece la pena intentarlo, y para ello las instituciones deben enmendar sus errores y limitaciones.

Sorprendentemente, apuestas por la paz y la convivencia como la Declaración del 18 de Octubre realizada por la izquierda independentista tampoco han generado una respuesta positiva por parte de otras fuerzas. Más bien parecería que en algunos casos ha sentado mal que se hagan las cosas bien. La manera de contrarrestar esta dinámica positiva no es negar su valor, sino ser coherentes y estar a la altura. Están a tiempo.




°

No hay comentarios.:

Publicar un comentario