Desde las páginas de Deia traemos a ustedes esta entrevista en la cual se habla acerca de uno de los personajes más emblemáticos en la cultura vasca de los últimos cien años; Xabier Lete.
Adelante con la lectura:
"Lete puso palabras a los sentimientos de muchos vascos"
La UPV homenajeó el viernes en Bilbao al poeta y músico en un concierto que contó con los textos de Alex Gurrutxaga y Joana Otxoa de Alaiz, al piano
Maite RedondoXabier Lete moría el 4 de diciembre de 2010 en Donostia. Con su ausencia, la literatura vasca perdía a uno de sus más importantes escritores y los amantes de la música, a otro de los fundadores del movimiento Ez dok amairu. El profesor de la UPV/EHU Alex Gurrutxaga ha conseguido este año la distinción del Gobierno vasco por un ensayo en euskera sobre el poeta y cantautor vasco. "Siento que el libro, ha puesto un granito de arena para transmitir lo que nos han legado nuestros antecesores, eso que llevamos tan adentro, eso tan importante", ha confesado Gurrutxaga.
¿Qué hace un doctor en literatura vasca y profesor en la Facultad de Educación y Deporte de la UPV/EHU en un recital de piano?
—La base del acto era la música y las canciones estaban pensadas e interpretadas desde y por el piano. Paradójicamente, no hay muchos conciertos que se hayan hecho con música o textos de autores y autoras vascas, tratando de llevar su obra a un solo instrumento. Mi función fue explicar su obra, el mundo poético de Xabier Lete.
Acaba de ganar el premio Euskadi de Literatura con su obra 'Xabier Lete. Aberriaren poeta kantaria'. ¿Por qué eligió a Lete?
—En esa generación que empezó a cantar en los 60 y 70 hay otras muchas figuras importantes como Mikel Laboa, Imanol, Lourdes Iriondo... Creo que sería injusto tratar de remarcar una por encima de otras. Pero, en mi caso, como vengo del mundo de la literatura y la investigación literaria, me he centrado en Lete; además de ser cantautor fue poeta y fue un poeta muy interesante. En su figura se cruzan de alguna manera música y poesía y eso hace que sea diferente. En su época se decía que era el poeta de la canción vasca. Yo suelo decir que al fin y al cabo, puso palabras a muchos sentimientos y vivencias de muchos y muchas vascos y vascas. En su letras y sus canciones, se reflejan sus preocupaciones, que a veces son las nuestras. Cuando nos grita, cuando nos habla, nos sentimos cercanos. Eso hace de Lete una figura diferente.
¿Músico o poeta? ¿Cuál de sus facetas destacaría más?
—Quizás es más conocido como músico, pero es normal. Si nos preguntaran poemas de Celaya, Blas de Otero o Miguel Hernández, seguramente los primeros que todo el mundo mencionaría serían los que hemos escuchado en versiones de Paco ibañez. Tampoco es tan raro que el Lete conocido sea el que cantaba Xalbadorren heriotzean, no nos tiene que extrañar. Pero es interesante acordarse de que era poeta porque como decía Atxaga: sus letras lo dejaron asombrado, decían cosas diferentes y demuestran la particularidad que tenían estéticamente sus formas de relatar. La gente percibió que ahí había poesía musicalizada.
Fue uno de los fundadores de Ez dok amairu, nacido en 1966. ¿Qué papel jugó este histórico grupo. estandarte del movimiento que lideró la canción vasca en el final del franquismo?
—Ez dok amairu nació en el franquismo desde cero, en un páramo donde reinaba la prohibición, la moral católica. Y allí aparecieron estos artistas que, de repente, ofrecieron lo que deseaba la gente, canciones en euskera modernas, textos nuevos que reflejaran la nueva realidad. Se encontró en Lete, Benito Lertxundi, Mikel Laboa o Lourdes Iriondo respuesta al ansia de cosas nuevas, que recordaran un poco más a Europa. En medio de la sinrazón del franquismo, la gente que sabía lo que pasaba fuera tenía hambre de esas cosas. Ez dok amairu recogió todo lo que había y estaba más o menos prohibido, canciones y baladas antiguas, y por otra parte, ofreció a muchísimas personas y sobre todo a los jóvenes esa base cultural que tanto necesitaban.
¿Se les ha reconocido suficientemente?
—Diciembre es un mes interesante, Lete, Laboa y Lourdes Iriondo se murieron en ese mes. De alguna manera, cada año se recuerdan a estos iconos, no porque fueran unos divos, sino por todo lo que ofrecieron por militancia cultural y porque el pueblo los necesitaba. Otra cosa es que no sé si estamos transmitiendo a las generaciones futuras la importancia que tuvieron en los años sesenta y setenta; por supuesto, hubo un montón de luchas en numerosos ámbitos, no solo en la cultura. Pero hay que transmitir la labor que hicieron estos artistas que buscaron nuevos medios de expresión estética que se adecuaran a la nueva realidad, que crearon canciones nuevas, discográficas, instituciones, editoriales y publicaron un montón de discos y libros. Hemos construido y seguimos construyendo sobre esa base cultural que tanta gente necesitaba y que nos dejaron. Nuestra obligación es transmitirla.
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