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lunes, 18 de febrero de 2019

La Rebelión Verde de Greta Thunberg

De pronto, esa juventud europea -existe la que siempre ha resistido-, amodorrada por la Flauta de Hamlin de la suntuosa globalización y las redes sociales, despertó. La joven sueca Greta Thunberg y su mensaje recorrieron los mismos caminos de los memes y las ofertas en Amazon. Inició la movilización. Que si los popotes, que si las bolsas de plástico, que si el nylon y el poliester en las ropa, que si los famélicos osos polares, que si los orangutanes de Nutella.

Veremos cuanto dura y si solo se trata de una llamarada o si Greta ha incendiado la pradera y pasada la algarabía todo vuelve al maravilloso paraíso de la gratificación instantánea y Greta, como el Sinsajo, termine pariendo los niños de algún hipster vegano.

El caso es que con miras a la cita ambientalista del 15 de marzo los jóvenes europeos han decidido tomar las calles y Público nos hace un corte de caja de lo que ha sucedido al sol de hoy:


Siguiendo el ejemplo belga, las manifestaciones llegan ahora a Francia y Reino Unido, con la mirada puesta en la jornada de movilización mundial del 15 de marzo. Una marea verde inspirada en el ejemplo de la adolescente sueca Greta Thunberg.

Enric Bonet

Una incipiente marea verde emerge entre los jóvenes occidentales. Primero, fueron los belgas, luego se les unieron suizos, holandeses, alemanes… Y el pasado viernes las movilizaciones estudiantiles contra el cambio climático empezaron en Francia y Reino Unido. Siguiendo la llamada de la adolescente sueca Greta Thunberg, de 16 años, las manifestaciones de jóvenes contra el cambio climático se multiplican por Europa con la mirada puesta en la convocatoria de una huelga estudiantil mundial del 15 de marzo. Un movimiento que revela el hartazgo de las nuevas generaciones ante las medidas insuficientes contra el cambio climático.

“Los jóvenes deben reaccionar por el clima ante la inacción de los políticos”, asegura Elie Souciet, de 21 años, presente en la concentración parisina del pasado viernes delante del Ministerio de la Transición Ecológica, donde se manifestaron varios centenares de estudiantes. “Cada viernes volveremos aquí delante”, añade este estudiante de un master en desarrollo sostenible en la Universidad París-Dauphine, quien confía que la movilización no deje de crecer en Francia, como sucedió en Bélgica, hasta la jornada mundial a mediados de marzo. Otras acciones tuvieron lugar en diversas ciudades francesas, como Estrasburgo, Nantes o Valence.

“Ministerio de la traición ecológica”, “Somos la naturaleza que se defiende”, “No hay un planeta B”… Eran algunos de los mensajes escritos en las pancartas de los manifestantes en París. De entre 13 y 25 años, muchos de ellos llevaban brazaletes verdes, como símbolo distintivo, inspirándose en el ahora icónico chaleco amarillo. Pese a un gran despliegue policial, un ambiente desenfadado predominó a lo largo de la concentración. Así lo reflejaron eslóganes como “solo queremos estar a 1.000 °C en nuestras fiestas”. También hicieron proclamas de “A-anti-anticapitalismo”. “Hace falta cuestionar el liberalismo, no sirve de nada subir un impuesto u otro. Debemos cuestionar todo el modelo económico”, explica Anoucha Bardet, de 24 años, estudiante de agrónomos en la escuela universitaria AgroParisTech.

“Nosotros, los jóvenes hemos nacido en una sociedad globalizada responsable de la actual catástrofe ecológica y social, es nuestro futuro el que está desapareciendo delante de nuestros ojos”, asegura el manifiesto escrito por los estudiantes franceses movilizados en la lucha contra el cambio climático. En él, exigen al gobierno francés que “desbloquee medios excepcionales para adoptar el camino que permita una reducción anual del 4% de las emisiones de dióxido de carbono”. Una exigencia bastante más ambiciosa de la que suelen hacer las oenegés y los verdes franceses. También invitan a todos los estudiantes a unirse a las manifestaciones de los chalecos amarillos. “El viernes verde y el sábado amarillo”, reivindican.
Siguiendo la estela de Greta Thunberg

Con más fuerza que en Francia, las huelgas estudiantiles por el cambio climático también empezaron este viernes en Reino Unido. Miles de jóvenes participaron en manifestaciones en decenas de ciudades británicas, como Brighton, Oxford, Leeds, Manchester o Londres. Delante del Parlamento británico, centenares de adolescentes lanzaron gritos de “Save our planet” (“Salvad nuestro planeta”). Y exigieron al gobierno medidas valientes contra el calentamiento global.

De esta forma, los estudiantes franceses y británicos se unen a la causa de Greta Thunberg, que hace tan solo seis meses parecía clamar en medio del desierto. Esta adolescente sueca dejó de ir a clase cada viernes en septiembre para manifestarse sola delante del Parlamento en Estocolmo. Con ello, pretendía denunciar la inacción climática de los dirigentes de su país en plena campaña electoral. Estas acciones tuvieron un gran éxito mediático. Lo que la llevó a la Conferencia del Clima de la ONU en Katowice (Polonia), donde pronunció un emotivo discurso. A finales de enero también asistió al Foro de Davos. Allí sermoneó a los oligarcas mundiales por haber acudido a la cumbre en jet privado.

“Thunberg ha sido la chispa que encendió la llama de este movimiento”, reconoce Souciet. Los estudiantes que siguieron con más ímpetu su ejemplo fueron los belgas. Desde principios de enero, cada jueves miles de jóvenes llenan las calles de Bruselas, pero también de Lieja, Amberes, Lovaina… El pasado 24 de enero, llegaron a los 35.000 en todo el país. Este movimiento, impulsado por el colectivo Rise for Climate Belgium, ya se ha consumado su primera víctima: la ministra flamenca de Medio Ambiente, Joke Schauvliege, que tuvo que dimitir tras afirmar que los estudiantes “estaban manipulados”. Conocidas como #Fridaysforfuture, estas iniciativas también se han repetido en Holanda, Suiza o Alemania.

Según un recuento a nivel mundial del diario británico The Guardian, unos 70.000 estudiantes han participado en estas huelgas estudiantiles en unas 270 ciudades. Más allá del viejo continente, estas movilizaciones también se repiten en Canadá o Australia. De hecho, fue en Sidney donde el 30 de noviembre se celebró la primera manifestación juvenil por el cambio climático. Miles de jóvenes protestaron contra la explotación de una mina de carbón por la empresa local Adani. En España, se están preparando convocatorias incipientes en Barcelona, Madrid o Girona.
“Se trata de nuestro futuro”

Hasta ahora, las autoridades han acogido estas protestas de forma positiva, pero también condescendiente. “Estoy contenta de vuestra movilización, esto significa que hemos superado una etapa. Detrás de las puertas de este Ministerio solo tenéis a aliados, no somos vuestros adversarios”, declaró la secretaria de Estado francesa del Ministerio de Transición Ecológica, Brune Poirson, que salió a saludar a los manifestantes. Una reacción casi calcada tuvo la ministra de Energía británica, Claire Perry. “Estoy increíblemente orgullosa de que los jóvenes defiendan con fuerza que debemos pasar a la acción”, afirmó.

Estas muestras de afecto, sin embargo, no se ven correspondidas entre los manifestantes. Al menos en el caso de París. “Tenemos que abandonar el greenwashing —barniz ecologista de algunos gobiernos neoliberales —“, defiende Souciet. “Macron pronuncia bonitas frases sobre el clima, pero no hace nada en la lucha contra el cambio climático”, asegura Anna V., 20 años, estudiante de Ciencias de la Tierra.

Debido a la política de “pequeños pasos” del presidente francés, Emmanuel Macron, el reputado activista Nicolas Hulot abandonó en septiembre su cargo de ministro de la Transición Ecológica. Esta dimisión supuso un electrochoque en la sociedad francesa. Más de 130.000 personas protestaron el pasado 8 de septiembre en una de las movilizaciones ecologistas más importantes en la historia de Francia. Desde entonces, estas marchas por el clima se repiten con regularidad. “Los menores de 26 años representan la población más determinada a manifestar contra el cambio climático”, explica en declaraciones al diario Libération el sociólogo Maxime Gaborit, que forma parte del colectivo Quantité critique, que analizó el perfil sociológico de estos manifestantes.

“La lucha contra el cambio climática es fundamental para nosotros, ya que se trata de nuestro futuro”, explica Anna V. Los jóvenes no dudan en manifestarse por el clima, pero tampoco en llevar a las autoridades delante de los tribunales. Con el apoyo de la oenegé Our Children Trust, 21 adolescentes estadounidenses denunciaron el gobierno de su país por inacción climática. En Colombia, la mayor instancia judicial del país exigió el año pasado al ejecutivo que terminara con la desforestación, tras una denuncia presentada por 25 adolescentes con la ayuda de la oenegé Desjusticia. Y siete menores portugueses también han presentado un recurso en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por los devastadores incendios del pasado verano.

En el caso de Francia, cuatro oenegés quieren llevar al Estado ante la justicia por la inacción climática. Tienen previsto presentar su denuncia durante las próximas semanas, después de que su petición lanzada a finales de diciembre lograra más de dos millones de firmas, una cifra récord en este país. Quizás las autoridades deberían tomas más en serio los anhelos ecologistas de las nuevas generaciones.






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