Gara trae a nosotros este reportaje en el que queda al descubierto el desaseo con el que la Ertzaintza ha actuado en el caso del expolicía que a inicios de enero disparó en contra de la fachada de una casa en Amurrio en donde habita una familia conocida por su militancia en la izquierda abertzale.
Sí, esa misma Ertzaintza que a pedido de Madrid acude presurosa a apalear a miembros de la izquierda abertzale sin importarles el respeto por las garantías individuales o los derechos humanos de absolutamente nadie.
Aquí la información:
La actuación de la Ertzaintza en el caso del expolicía que disparó en Amurrio deja varios detalles sorprendentes. Nada más producirse el ataque, en la entrada en su casa detectaron que ocultaba cajas de guardar armas y pese a ello se fueron sin comprobarlo. El día después reiteraron esa «posibilidad razonable». Pero esperaron a que se inculpara.Ramón SolaLa actuación de la Ertzaintza ante el policía jubilado que disparó al caserío de una familia de la izquierda abertzale en Amurrio muestra una laxitud sorprendente. Sus atestados dejan claro que desde el día del ataque (6 de enero) hasta la autoinculpación del hombre (10) los agentes tuvieron sospechas muy fundadas de su autoría y de que ocultaba armas en su vivienda, pero ni se las reclamaron ni lo comprobaron por sí mismos.Especialmente elocuente es el testimonio de uno de los ertzainas que conversó con el expolicía en su casa ese mediodía del 6 de enero, muy poco después del disparo. Dado que el hombre, que entonces negó su autoría, reconoció tener una escopeta, fue invitado a mostrarla. Y es entonces cuando abrió una caja fuerte «intentando ocultar su contenido a los agentes, poniendo su cuerpo frente a la puerta de la misma».Este ertzaina explica que pudo ver en el interior de ese escondite al menos dos cajas de plástico verdes, «como las utilizadas para contener armas cortas». Añade que lo sabe porque las armas de la Ertzaintza suelen estar en esos mismos recipientes. Pese a ello, los ertzainas optaron por marcharse, si bien este en concreto dice que lo hizo ya pensando que el interrogado «pudiera estar implicado en los hechos», por su actitud y las contradicciones advertidas.Además de la escopeta, en ese momento el expolicía español entregó a los ertzainas algo de munición que guardaba. Analizada en comisaría, el equipo instructor constató que había abundantes cartuchos de 9 mm., coincidentes por tanto con el proyectil del ataque. Incluso apreció que ciertos proyectiles habían sido serrados y perforados para asimilarlos a «munición Dum Dum o de punta hueca», prohibida. Pero tampoco entonces hizo nada.Hay más. Con todos los datos acumulados, en una diligencia del equipo de instrucción de la Ertzaintza firmada en la tarde del día 9 se admite «una posibilidad razonable» de que el expolicía tenga diversas armas, «algunas de ellas cortas y que en todo caso las poseería de manera ilícita, teniendo en cuenta la información aportada por la Guardia Civil».Para entonces, efectivamente, la Ertzaintza ya había consultado a la GC sobre si existían armas a nombre de L.A.M.A. y esta le había trasladado que únicamente una escopeta de calibre 12, es decir, la única arma que el expolicía reconoció y mostró en el primer momento, cuando negaba tajantemente haber sido el autor del disparo.Las sospechas reconocidas por la Ertzaintza en estas diligencias, obviamente, estaban más que fundadas: L.A.M.A. guardaba en su casa un arsenal compuesto por 27 armas cortas, 9 largas, 26 artefactos militares... Pero la Ertzaintza no lo certificó hasta que volvió a la casa del expolicía ya el día 10, cuatro después de los hechos, y este decidió contar voluntariamente que fue el autor del disparo y que luego escondió la pistola en el monte, tras lo que esta vez sí pasó a mostrarles todo el armamento que escondía.En toda la investigación no consta que la Ertzaintza tomara alguna iniciativa por su cuenta, como comprobar si en la vivienda había más armas o en el monte más escondites como el usado para esconder la pistola. Los agentes se limitan en todo momento a seguir el guión que iba marcando el hombre.«Actitud colaboradora»Fue tras ello cuando la Ertzaintza acabó procediendo a la detención, además de a la incautación de las armas y el traslado a la unidad de desactivación de explosivos del material eventualmente peligroso.Al llevarlo a la comisaría de Laudio, los agentes no dejan de hacer constar que el detenido «se muestra en todo momento colaborador» y manifiesta que tras la autoinculpación se ha quedado más tranquilo. Les dice que lo ha hecho porque llevaba tres noches sin dormir y pese a que su abogado le había recomendado no hablar con nadie.Es ya 11 de enero cuando la Ertzaintza lleva la causa al Juzgado –junto al detenido, al que se toma declaración– y se incoan de diligencias previas. Han pasado ya cinco días (de domingo a viernes) en los que, por ejemplo, el expolicía ha podido contactar con su abogado antes de que se produzca una intervención policial efectiva.Reducido de momento a «tenencia» y «daños»Si la intervención de la Ertzaintza en este caso contrasta mucho con el celo mostrado en otros, la calificación inicial dada por el Juzgado de Instrucción de Amurrio al hecho también resulta notablemente leve. Se reduce por el momento a «tenencia de armas ilícitas» y «daños».Ello contrasta incluso con el dictamen de la Ertzaintza, que al proceder a la detención del hombre la justifica por «daños con riesgo contra la vida por disparo de bala a vivienda». Como indicó ayer GARA, el cálculo hecho por la familia denunciante en base a la trayectoria del proyectil y la posición de uno de los tres ocupantes del caserío en ese momento indica que la bala pasó a unos 60 centímetros de uno de ellos.En el Juzgado, por contra, en este momento inicial de la investigación el riesgo para la vida no queda reflejado en la imputación de «daños», que se referiría solo a los desperfectos provocados en la vivienda.Es ello, lógicamente, lo que facilita que L.A.M.A sea puesto en libertad sin más requisito que acudir al Juzgado cuando sea llamado.Cronología: el expolicía marca el guión6 de enero, domingoTras el ataque, la Ertzaintza inspecciona rápidamente el baserri y acude a hablar con el expolicía, dado que ha sido visto en la zona. Éste niega cualquier relación con el hecho. Los ertzainas ven armas colgadas en la pared, pero se dan por satisfechos con su versión de que están inutilizadas. Perciben además que trata de esconderles cajas de guardar más armas, pero se inhiben.7 de enero, lunesLa Ertzaintza vuelve a hablar con el agente jubilado, que sigue negando todo. Mientras, se analiza munición que entregó voluntariamente el día 6 y se observa tanto su coincidencia con la del disparo como el carácter ilegal de algunos proyectiles.8 de enero, martesLa familia atacada se persona en el Juzgado con su defensa. A la denuncia inicial del día 6 se han añadido más testimonios.9 de enero, miércolesLa Ertzaintza reconoce en una diligencia la probabilidad de que el expolicía esconda más armas en su vivienda.10 de enero, juevesEn una tercera conversación con la Ertzaintza, el atacante decide reconocer los hechos y revelar la pistola escondida además del arsenal. Es detenido al fin.11 de enero, viernesSe incoan diligencias por el ataque. El autor confeso declara en el Juzgado de Amurrio. Queda libre sin medidas cautelares.
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