Les compartimos este artículo de Deia que nos habla de la masonería en Euskal Herria en general y de Ambrosio Garbisu en particular.
En el mismo se nos dice que no tuvo tanto arraigo debido a la inclinación hacia el catolicismo. De acuerdo. Pero una tierra abonada con los principios del materialismo histórico, el socialismo y el anarquismo es tierra fértil para la implantación y desarrollo de una organización sectaria e inclinada al simbolismo y a la metafísica.
Dicho lo anterior, aquí la información:
Ambrosio Garbisu, un masón en el Gobierno vasco
Sirva este artículo como homenaje y recordatorio de una figura política vasca de primer nivel, a la que el exilio y el hecho de pertenecer a un partido político que no ha llegado a nuestros días han hecho caer en el olvido
Jon PencheEl País Vasco fue una de las zonas españolas en donde la masonería tuvo menos implantación; el enorme peso del componente católico en la sociedad vasca hizo que las logias masónicas no florecieran como en otras partes del Estado en la época contemporánea. Aunque tras la invasión francesa se crearon algunas logias en Gasteiz y Donostia, hubo que esperar al Sexenio Democrático, bajo un sistema político que consagró las libertades de reunión y asociación, para ver renacer la masonería española en general, y vasca en particular, tras la represión que sufrió durante el reinado isabelino y los gobiernos conservadores.
De la misma forma, la relación entre el republicanismo y la masonería en España entre 1868 y 1939 está ya fuera de toda duda en la historiografía española. La sintonía y proximidad entre ambos movimientos era tal que allí donde había una sólida implantación republicana la masonería tenía una notable presencia, de la misma forma que para la masonería sus momentos dorados coincidieron con la proclamación de las dos Repúblicas españolas. La masonería sintonizaba con el pensamiento de la burguesía reformista en el sentido de que ambos grupos, al igual que otros como el librepensamiento o el espiritismo, se podían considerar como una manifestación ideológica heterodoxa, disidente y crítica respecto a la España "oficial" de la Restauración. De ahí nació precisamente su posible confluencia con el republicanismo.
En Bilbao se sucedieron entre 1868 y 1937 algunas logias como Estrella del Norte, Caridad, Puritanos, Emulación o Goethe. A la masonería pertenecieron políticos bilbaínos tan destacados como el gran líder del republicanismo vizcaíno Cosme Echevarrieta, su socio en la casa "Echevarrieta y Larrínaga", y alcalde bilbaino y Diputado a Cortes en 1873 Bernabé Larrinaga, el dos veces diputado a Cortes republicano Federico Solaegui, los socialistas José Madinabeitia y Tomás Meabe, y el consejero republicano del Gobierno vasco, Ambrosio Garbisu. Detengámonos en la figura de este último personaje.
Nacido en Bilbao en 1877, Garbisu tenía problemas en la vista desde muy joven, pues alegó ese defecto físico para librarse del alistamiento a filas en 1896. Las gafas de cristal grueso serían su seña de identidad, tal y como aparece en las fotos que de él conservamos. En 1921 contrajo matrimonio con Remigia Uriarte Jausoro, casi 20 años más joven que él.
Su vinculación con el republicanismo bilbaino fue temprana. En junio de 1895 fue elegido vocal de la Juventud Republicana, una organización que estaba presidida por Ernesto Ercoreca, con quien compartiría desde entonces estrechos vínculos políticos. Durante esa época de entresiglos iniciaría, por tanto, su actividad política pública, pues le encontramos como orador en algunos mítines desarrollados en Bilbao y la zona minera.
Durante las tres primeras décadas del siglo XX desapareció de la primera línea política, centrado en asuntos profesionales seguramente. En 1914 fue elegido secretario de la Asociación mutualista de empleados, dependientes y profesionales, organización desde la que participó en varias iniciativas en defensa de la clase media.
Es en esta época cuando comenzó su relación con la masonería; así, apareció vinculado a la logia Puritanos de Bilbao, donde ostentaba el cargo de guarda-templo. Esta logia, fundada en 1905, que compartía templo con la logia Caridad en un inmueble de la calle Alameda San Mamés, fue disuelta en 1908, pasando sus miembros, Garbisu incluido, a formar parte de la propia logia Caridad, la cual se disolvió en 1920.
Volvió a la primera línea política en la II República, pues fue elegido concejal del Ayuntamiento de Bilbao en las elecciones del 12 de abril de 1931, comicios que se habían convertido en un plebiscito sobre la forma de gobierno en España dada la colaboración de Alfonso XIII con la Dictadura de Primo de Rivera. Aquellas elecciones depararon en Bilbao una aplastante victoria del bloque antimonárquico, compuesto por republicanos, socialistas y nacionalistas de ANV, que lograron 31 concejales, por 12 del PNV y 3 de los monárquicos. En aquel pleno municipal, presidido por Ernesto Ercoreca, Ambrosio Garbisu se convirtió en líder del grupo republicano.
Su actividad política durante la II República estuvo marcada, entre otras cuestiones, por su anticlericalismo, su autonomismo y su feminismo. Así, fue el encargado de defender la postura de la mayoría de izquierda del Ayuntamiento tendente a derribar la estatua del Sagrado Corazón, erigida durante la Dictadura, argumentando que, en un estado laico, como era el republicano, no se podía privilegiar el culto católico. En 1935 ingresó en la cárcel, acusado de verter escarnios al dogma y a las ceremonias de la Iglesia católica tras una conferencia en la sede de la Unión Republicana Femenina, siendo su abogado defensor su compañero de partido Ramón Aldasoro. En el seno de su partido, Acción Republicana, convertido en Izquierda Republicana después, Garbisu junto a otros compañeros como Ernesto Ercoreca o Ramón Madariaga, constituyó la facción más autonomista de la formación, defendiendo el derecho de las provincias vascas a constituirse como región autónoma dando igual quién capitalizara el éxito de la consecución del Estatuto. Con respecto a la cuestión femenina, Garbisu manifestaba que la mujer había vivido hasta entonces en un estado de esclavitud, marcada por la Iglesia con el estigma de la impureza, siendo considerada un mero instrumento hasta que la República había consagrado para ella los derechos que siempre se le habían negado, hasta llegar al estatus de ciudadanas.
Durante la II República, Garbisu continuó en contacto con la masonería, esta vez en la logia Goethe, donde ocupó el cargo de Venerable Maestro. Sin embargo, esta logia estuvo acuciada por problemas económicos y por el poco número de miembros que estaban adscritos a la misma, por lo que su vida fue lánguida.
Tras la sublevación franquista, Ambrosio Garbisu participó en los distintos organismos creados para defender la legitimidad republicana. De esta forma, integró la Comisaría General de Defensa de la República como comisario en la Delegación de Finanzas que dirigía Heliodoro de la Torre. Posteriormente, fue comisario de abastos de Bizkaia en representación del Gobierno vasco.
Asimismo, durante este período, Ambrosio Garbisu fue presidente provincial de Izquierda Republicana y el último presidente de la prestigiosa Sociedad El Sitio antes de la ocupación de Bilbao por las tropas franquistas, bajo cuyo mandato se hizo una depuración de socios desafectos a la República y se fijó el objetivo de centrarse en tareas políticas, dado lo angustioso de la situación bélica.
A comienzos de junio de 1937 salió de Bilbao junto con su familia, instalándose en Baiona, donde residió el resto de su vida. No volvemos a encontrar noticias suyas hasta el final de la II Guerra Mundial, cuando firmó, en nombre de Izquierda Republicana, el Pacto de Baiona del 31 de marzo de 1945, en el que se ratificó la unión de las fuerzas políticas vascas democráticas en torno al Gobierno vasco. Garbisu fue nombrado presidente del Consejo Consultivo Vasco que salió de la firma del pacto, que tenía por función asesorar y secundar la labor del Gobierno vasco.
En 1952, con motivo del fallecimiento de Ramón Aldasoro, su amigo y compañero de partido, Garbisu fue nombrado consejero de Comercio y Abastecimiento del Gobierno vasco en su sustitución, por lo que tuvo que dimitir de su puesto en el Consejo Consultivo Vasco.
Como consejero participó en el Congreso Mundial Vasco de 1956, diseñado para reunir a los representantes vascos del exilio y del interior y poner las bases del futuro. Tanto Garbisu como el otro consejero republicano del Gobierno, Manuel Campomanes, se quejaron tras finalizar el Congreso del "compadreo" entre nacionalistas y socialistas porque en las conclusiones políticas del Congreso Mundial Vasco, si bien se manifestaba que se reconocía la legitimidad republicana, no se descartaba la opción de sondear otras alternativas que devolvieran la democracia a España, lo que los republicanos vascos interpretaban como la puerta abierta a una solución monárquica, solución que parecía abrazar Indalecio Prieto. Garbisu sentía desconfianza ante un posible pacto PNV-PSOE para dejar al margen a los republicanos, por lo que Aguirre tuvo que tranquilizar a ambos consejeros.
Garbisu también vivió muy cerca la muerte de José Antonio Aguirre y el nombramiento del nuevo Lehendakari; no en vano, el día anterior al funeral de Aguirre, el Gobierno vasco se reunió en su propia casa de Baiona, tomando la decisión de que fuera Jesús María Leizaola, el hasta entonces vicelehendakari, el que "asumiera las funciones presidenciales en las condiciones en que el señor Aguirre había venido desempeñándolas y se aprobó la declaración que el nuevo presidente había de hacer al día siguiente".
Ambrosio Garbisu falleció en Baiona el 24 de febrero de 1965. A su entierro, celebrado tres días después y oficiado por el canónigo Alberto Onaindia, acudieron representantes del Consejo Consultivo Vasco, del Gobierno vasco y del Gobierno de la República. Tomaron la palabra José Maldonado, ministro de Justicia de la República en el exilio, destacado masón, y el Lehendakari Leizaola, quienes resaltaron la fidelidad de Garbisu a los ideales republicanos y su trayectoria política. Los obituarios en la prensa recogían que dejaba viuda, hijos y nietos tanto en Europa como en América.
Sirva este artículo como homenaje y recordatorio de una figura política vasca de primer nivel, a la que el exilio y el hecho de pertenecer a un partido político que no ha llegado a nuestros días han hecho caer en el olvido.
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