Les compartimos la editorial que Naiz dedica al 50 Aniversario del Bloody Sunday, misma en la que se establece un comparativo entre las luchas de autodeterminación de los pueblos vasco y catalán así como las brutales medidas represivas llevadas a cabo tanto por Madrid como por Londres, potencias tardocolonialistas que se han negado a evolucionar en positivo, prefiriendo apostar por fórmulas del pasado, sabiendo eso sí, que cuentan con la silente complicidad de la comunidad internacional.
Adelante con la lectura:
Elementos comunes innegables entre los conflictos vasco e irlandésEs imposible negar las similitudes que existen entre los conflictos políticos vasco e irlandés. También es inútil negar las diferencias que tienen ambos procesos políticos, evidentes a ojos vista. Un análisis comparativo muestra que tanto en el terreno de las agendas de los estados británico y español como en las ofertas políticas de los movimientos independentista vasco y republicano irlandés se dan divergencias y puntos comunes. Uno de estos es la impunidad con la que han cometido graves delitos las Fuerzas de Seguridad de ambos estados.
Si bien a raíz de los Acuerdos de Viernes Santo hubo tímidos gestos para asumir la responsabilidad del Estado británico en diversas violaciones de derechos humanos, la impunidad sigue siendo la norma y el Gobierno de Boris Johnson pretende institucionalizarla blindando a sus criminales con una ley de amnistía.
Una ley así blanqueó todos los crímenes del franquismo y potenció ese continuum represivo. Martín Villa lo explicaba sin tapujos hace poco. Pero es que, hoy por hoy, el juez que más condenas europeas acumula por no investigar la tortura, Fernando Grande Marlaska, es el ministro español de Interior. Y tienen la desfachatez de señalar al resto con aire de superioridad moral.
Símbolo de la represión a nivel mundial
Uno de los elementos característicos de la represión ejercida en Irlanda por el Ejército británico, los servicios secretos y diferentes policías es la colusión con los grupos paramilitares unionistas. Durante treinta años funcionarios policiales utilizaron la información a la que tenían acceso para facilitar atentados contra líderes republicanos, activistas políticos y militantes del IRA. Señalaron a representantes institucionales, a negocios y a familias que sufrieron ataques sectarios. Cientos de personas murieron a manos de esos escuadrones dirigidos desde la sombra por Londres.
Son una versión perversa de aquel escuadrón de paracaidistas que asaltó Derry hace hoy medio siglo, disparando contra la multitud que demandaba derechos civiles. Mataron a catorce personas, la mitad de ellos adolescentes, e hirieron a otras tantas, todas civiles.
Con el amparo del Estado, los militares mintieron para tapar sus crímenes. Solo la perseverancia de los familiares de las víctimas y de la comunidad republicana posibilitó que la verdad ganase terreno y que se forzasen nuevas investigaciones. Estas certificaron en 2010 que se trató de un ataque «injustificado e injustificable» contra la población civil que se manifestaba pacíficamente, como reconocería el entonces primer ministro, David Cameron.
Esa declaración oficial fue un espejismo, porque después de eso los resortes del poder se han movilizado para garantizar la impunidad. Las víctimas siguen pidiendo hoy verdad, justicia y reparación efectivas.
Un sofisticado sistema de torturas
Para la ciudadanía vasca el 3 de Marzo en Gasteiz o los Sanfermines del 78 tienen esa misma aura simbólica. Las farsas posteriores y la irresponsabilidad también recuerdan a la masacre de Derry. También en Euskal Herria hubo escuadrones parapoliciales e impunidad.
No obstante, la fórmula represiva más peculiar de la FSE españolas en el conflicto vasco es la tortura. Bajo la «ley antiterrorista», gracias a la incomunicación y a la colaboración de todos los estamentos implicados en el proceso judicial –desde los jueces hasta los médicos forenses, pasando por los medios de comunicación–, aplicaron a miles y miles de personas detenidas un método salvaje y cada vez más sofisticado.
En el caso de Xabier Atristain, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha desmontado recientemente un punto clave de este sistema: el veto a poder elegir un abogado de confianza, lo que derivaba en autoinculpaciones y delaciones bajo tortura que se utilizaban como prueba. Es hora de reparar esa injusticia; con Atristain, y con el resto de presos y presas vascas que la sufrieron. Es hora de que los responsables digan la verdad.
Dónde busca inspiración cada movimiento
«One World One Struggle» (Un mundo una lucha) es el lema de este 50 aniversario del Bloody Sunday, el mismo que lanzaron cuando comenzó la campaña de las familias, en 1992. Su objetivo es hermanar las diferentes luchas por la verdad, la justicia y la dignidad que tienen lugar en diferentes sitios del planeta, desde Gaza hasta Santiago de Chile, desde Johannesburgo hasta Donostia.
Porque de igual modo que a los estados los une la represión salvaje y la impunidad, a los pueblos los unen las tradiciones de lucha y la solidaridad.
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