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martes, 8 de enero de 2019

«Bilbo de Postal»

Escenografía cuidadosamente diseñada que oculta la gentrificación y la brecha económica.

De esto y más nos habla esta entrevista dada a conocer por Naiz:


Carlos Ruiz acaba de darle el relevo a Javier Muñoz en la presidencia de la Federación de Asociaciones Vecinales de Bilbo. Los problemas de los barrios, la relación con el Ayuntamiento, el modelo de sociedad que se está tratando de imponer y los presupuestos recientemente aprobados son algunos de los temas que ha valorado en esta entrevista.

Asier Robles

La Federación de Asociaciones Vecinales de Bilbo se creó oficialmente en 2008 con el fin de que las asociaciones vecinales tuviesen «más reconocimiento legal» a la hora de defender las necesidades de los barrios. La federación cuenta actualmente con 26 asociaciones federadas y 17 asociaciones observadoras.

Según nos cuenta Carlos Ruiz, esta federación viene precedida por más de 50 años de asociaciones vecinales: «En los años 70 se creó una federación parecida que dejó de funcionar con las primeras elecciones. Pensábamos que los problemas que habíamos planteado durante años se iban a solucionar con los ayuntamientos, pero no fue así. En los años 90, viendo que los ayuntamientos no respondían a las necesidades de los barrios, fundamos una coordinadora de asociaciones de vecinos, que más tarde se convertiría en la actual federación».

¿Qué valoración hacen de la situación actual de los barrios?

Los barrios tienen todavía unas demandas muy importantes.

Uno de los problemas en los que últimamente estamos centrando la atención es la accesibilidad. Prácticamente todos los barrios que están colgando de los montes tienen este problema. Muchos de estos barrios se crearon en los años 60-70 sin ninguna planificación urbanística ni ningún criterio, y con los años se crearon esos problemas de accesibilidad. En este sentido la Linea 4 del metro es una de las herramientas necesarias a desarrollar en los próximos años para mejorar este punto.

¿Cree que hay una brecha entre los barrios y el centro de Bilbo?

Sí, evidentemente. Nosotros siempre hablamos del Bilbo de dos velocidades. En torno al modelo económico y social que se está tratando de imponer, se ha desarrollado lo que es el eje de la ría desde el punto de vista de una ciudad de postal, para atraer a aquellas personas que puedan invertir. Para ello se ha hecho una inversión de dinero público muy importante.

Por otro lado, en los barrios, si bien es cierto que en algunos se ha hecho algún tipo de inversión dando un pequeño maquillaje para mejorar la situación, sigue habiendo retos importantísimos.

Los premios MTV, el BBK Live, las finales europeas de rugby, los Red Bull Cliff Diving... ¿Qué opina de estos grandes eventos de los últimos años?

Nosotros decimos que la ciudad de Bilbo ha pasado de ser una ciudad en la que existía industria, navegación y administración financiera (comercio), a otro modelo que es ‘turismo, terrazas y toldos’.

Nos están tratando de imponer un modelo económico totalmente diferente al que teníamos hasta ahora. De la producción de bienes de uso, hemos pasado a una sociedad económica de servicios. Lo que este modelo nos proporciona es precariedad en el empleo y en la relación entre personas, ruido y un ocio que nos impide tranquilidad. Por otro lado, se esconden aquellas cosas que no gustan al turismo como es la pobreza o la marginación.

Claro que hay muchísima gente que participa en ese tipo de eventos, pero porque no se permite que se desarrollen modelos alternativos.

Este verano con la llegada de emigrantes, los barrios dieron una lección acogiendo ellos mismos a muchas personas. ¿Qué valoración hacen? ¿El Ayuntamiento estuvo a la altura?

Las administraciones están dando una respuesta nula a las necesidades de esa gente. Y en esa situación, se ha dado un desarrollo de la conciencia solidaria en diferentes barrios que han ayudado a que esta gente pueda subsistir. Pero esto no puede ser la solución, no puede ser que los ciudadanos carguen con estas responsabilidades porque nuestra capacidad es la que es. La solución tiene que ser que las administraciones se entiendan entre ellas y pongan medios para atender a estas personas.

¿Qué valoración hace de los proyectos como Bizinahi en la ribera de Deustu o Karmela en Santutxu?

Si hubiera más proyectos alternativos como estos, estaríamos ahora mismo en una situación de relación social mucho más amable y solidaria. Estos proyectos están saliendo adelante con muchísimo esfuerzo de un grupo de personas que se ha puesto manos a la obra. Está claro que son proyectos que están funcionando, y que además están disminuyendo el nivel de conflictividad en la calle, ya que se está dando alternativas a gente que no tiene lugares donde estar.

¿Cuál es la relación de la federación con el Ayuntamiento?

En la época de Azkuna, la relación era prácticamente de insulto diario en los medios de comunicación, y tuvimos que decirle que ya estaba bien. En ese momento también hubo un intento desde otros ámbitos del Ayuntamiento de mejorar la relación.

Pensábamos que una vez Azkuna dejara de mandar, vendría un alcalde con actitudes más aperturistas en este sentido. Pero nos hemos encontrado con un alcalde, Juan Mari Aburto, que prácticamente sigue el mismo criterio y ritmo de relación con el movimiento ciudadano. Hace unos meses, solicitamos al equipo de Gobierno del Ayuntamiento nuestra participación en el Pacto por los Barrios que está llevando a cabo, pero nos contestaron que estábamos excluidos de esa iniciativa.

Es una necesidad que esto mejore, puesto que la ciudad, o la construimos entre todos y todas, o va a salir una ciudad desajustada a las necesidades de la gente.

Hace poco se aprobaron los presupuestos municipales para 2019, únicamente apoyados por el equipo de Gobierno (PNV-PSE). ¿Qué les parecen estos nuevos presupuestos?

Bueno, en primer lugar, los presupuestos, que yo sepa, nunca han sido presupuestos participativos, y eso es un gran problema.

Hay algunas partidas que son fijas, pero la mayor parte del gasto es planificado en base al modelo que se trata de imponer desde la propia institución, en este caso al que he explicado antes. Es decir, dinero que podría invertirse en solucionar los problemas de los barrios, se destinan básicamente a desarrollar ese modelo de ciudad. Esa es en la dirección que van los presupuestos del 2019.

¿Hay renovación en las asociaciones vecinales de los barrios?

Sí, llevamos ya dos años propiciando una renovación, porque evidentemente, la gente que hemos estado tirando del carro los últimos años éramos personas con una cierta edad, de 60-70 años. Nosotros, con esta edad, quizá tenemos una visión de cambió de la ciudad distinta a la que necesita. Por eso, sin renunciar a lo que planteamos, queremos dar participación a un sector de gente más joven para que aporte nuevas ideas y haya un relevo generacional de forma escalonada. Hemos conseguido que la mayor parte de la junta tenga entre 30 y 40 años.

¿Qué esperan de cara al 2019?

Que la relación, con las instituciones, fundamentalmente con el Ayuntamiento de Bilbo, mejore. Que mejore en calidad, y no solo en cantidad de reuniones. Hay que facilitar los cauces de información que necesitamos las asociaciones para resolver problemas.

Por otro lado, queremos que las cosas que se acuerden sean realmente compromisos a realizar. Porque hasta ahora, tanto el alcalde como el equipo de Gobierno, han tenido unos niveles de incumplimiento de la palabra bastante altos.






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