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domingo, 8 de diciembre de 2019

Retan a Macron

Los vascos quieren recuperar su soberanía en un claro intento por decidir las condiciones en las que se desarrollaran en la medida que el marco actual se los permita.

La idea central es que se pueden hacer las cosas mejor de lo que se hacen estando uncidos a Madrid... o a París.

Aquí este texto que nos da una idea de como van las cosas en el estado jacobino:


Emmanuel Macron, que tras llegar al poder en 2017 despreció categóricamente el diálogo social, choca con un Tsunami social firmemente opositor a un plan que marcará el quinquenio presidencial. Ese presidente del "armémonos y vayan" que impuso con su ejército parlamentario la reforma laboral y la de los ferrocarriles públicos, ya no existe. Los chalecos amarillos han sido quienes marcaron el camino al hacer recular al Régimen y a quienes representa. Hoy, la lucha de clases está más vigente que nunca. Las burguesías sindicales han quedado expuestas, una vez más, y las bases mandan.

Toni Gramsci

Un año después del estallido de la revuelta de los chalecos amarillos, Francia se ha lanzado a la calle para desafiar a Emmanuel Macron. El país ha quedado paralizado -el jueves- por las arrolladoras protestas en contra de la reforma de las pensiones, proyecto prioritario del Régimen macroniano.

Millones de franceses se manifestaron en contra de la reforma de las pensiones, mientras que sectores estratégicos como los transportes quedaban paralizados por una huelga general que se prolongará en los próximos días. Mientras, los conglomerados medíaticos e Interior relativizan los datos cuantitativos, minusvalorando el poder real de las calles. Las cifras oficiales marcan que en toda Francia han salido a calle "más de 800.000 personas", siendo las cifras extraoficiales de 3.500.000; y que en París se han contabilizado 65.000 en contraposición a lxs 5000.000 parisinxs que se han lanzado a sus calles. Cifras que serán seguramente mucho más elevada una vez que los diferentes sindicatos comparen los conteos efectuados.

Sin entrar en el debate que proponen los medios corporativos, recuperemos y reivindiquemos la jornada de lucha que se ha vivido en toda Francia. La clase obrera se ha manifestado contra la rebaja del sistema de pensiones. La defensora de lo público contra lo privado. Esto a quedado plasmado en las calles de todas las poblaciones de Francia, ya sea en ciudades grandes como medianas o pequeñas. Todxs han salido; sus calles han sido pobladas por chalecos de diversos colores y clases, homogeneizando así la lucha a traves de la heterogeneidad de una prenda: amarillos, naranjas, blancos, rojos etc.

Desde abajo

El debate cuantitativo queda opacado frente a la metodología utilizada en ésta, la Gran Huelga General histórica.

Los procedimientos, implicación y compromiso de los trabajadores han sido los que paralizaron los principales sectores de la economía francesa: escuelas e institutos; transportes públicos, urbano e interurbano, la sanidad, las universidades, los abogados, periodistas de los medios públicos de comunicación, la policía y un largo etc, que mediante Asambleas realizadas en sus lugares de trabajo con la participación de los sindicatos, decidieron que es "desde abajo" desde donde se rescatan los derechos sociales adquiridos por la lucha de los trabajadores a lo largo del combate secular y que los servidores de neoliberalismo, sin prisas pero sin pausas, les quieren arrebatar. Y es que la palabra "reforma" que antecede al discurso hegemonizante es el hito fundamental del proyecto del neoliberalismo de la UE.

Macron ha sido ministro de economía con el socialista Hollande [¿qué hacía un neoliberal dentro de un gobierno socialista?] que ya por entonces se vislumbraba la amenaza de reducir, seguramente, el mejor sistema de protección social de toda la UE.

La muralla en el camino

El seguimiento de la huelga fue masivo en los sectores afectados, las cifras hablan por si solas: Solo un 30% de escuelas abrieron las puertas. Uno de cada cuatro funcionarios hizo huelga. Un 90% de ferrocarriles de larga distancia dejaron de funcionar en toda Francia, así como un 80% de los trenes de cercanías. En la capital, 11 líneas de metro directamente cerraron.

Tarde o temprano, los Gobiernos franceses tropiezan con las pensiones. Otros lo han intentado y, o bien han acabado dando marcha atrás, o la han reformado solo a medias. El precedente más conocido es el de 1995, cuando tres semanas de movilizaciones acabaron forzando a Alain Juppé, primer ministro de Jacques Chirac, a retirar una reforma parecida a la de Macron. Aquella derrota marcó al Gobierno de Juppé, mentor del actual primer ministro, Édouard Philippe.

Macron, para no ser menos que sus antecesores, también choca fuertemente contra un muro en medio del camino. El presidente busca una respuesta a la crisis sin renunciar a un proyecto central de su presidencia: refundir los 42 sistemas de pensiones. La reforma plantea un nuevo modo de cálculo del montante, que perjudicará a los asalariados del sector público y privado. Parece descartada la opción de aumentar a los 64 años la edad de jubilación, hoy en 62 años. Entre las concesiones que ha insinuado el Régimen figura un "aplazamiento" de la entrada en vigor de la reforma para que no se aplique hasta la generación nacida en 1975. Pero es eso, tan sólo un aplazamiento.

El presidente, que tras llegar al poder en 2017 despreció el diálogo social, choca contra el muro de una oposición amplia a un plan que marcará el quinquenio presidencial. El presidente del "ármense y vayan" que impuso con su rodillo parlamentario la reforma laboral y la de los ferrocarriles públicos ya no existe. Los chalecos amarillos han sido quienes marcaron el camino, quienes levantaron el muro en el camino e hicieron recular a Macron y a quienes representa.

Son los sindicatos... estúpido

Otro de los puntos a analizar es el rol de los sindicatos, o mejor dicho, el de sus cúpulas. La actuación de los dirigentes de los sindicatos franceses. Si ante la continuada revuelta de los chalecos amarillos adoptaron la postura de la gallina distraida, ahora no lo han podido hacer ya que las Asambleas de los trabajadores han votado en contra de las propuestas de estos mismos dirigentes "distraidos", convenientemente.

Pero, cómo operan los sindicatos frente a las iniciativas de "reformas" y ajustes neoliberales del Régimen frances y frente a las movilizaciones de sus bases.

Solo hablaremos sobre la CGT. Se puede considerar que todas las demás confederaciones de sindicatos son confederaciones de empleadores, con diferentes fachadas, excepto Solidaires y otros sindicatos dependientes de sindicatos nacionales, pero que no son representativos a nivel nacional (la representatividad tiene un significado legal que otorga poderes de negociación en sectores/sucursales y en empresas).

Las bases sindicales en Francia, es decir, todos los sindicatos -por lo tanto, de la CGT- "vivos" -que tienen militantes activos- son para la unidad con los Chalecos Amarillos. Los activistas que tenían tiempo y salud, participaron. Comenzaron a organizarse de todos modos, un poco, pero no han logrado estar lo suficientemente estructurados.

El problema en los sindicatos de Francia es que, donde no hay suficientes activistas activos, son los burócratas, la dirigencia sindical quienes tienen el poder, quienes monopolizan y utilizan su mandato porque ven un interés personal, incluso mínimo. Es más fácil asumir un mandato en un sindicato donde no haya activistas "vivos" que quieran tomarlo, no hay competencias. Y esto es a lo que muchos llaman sindicatos/colectivos "zombies". Muchos sindicatos de zombies ven en los Chalecos Amarillos, a quienes hacen resaltar su inmovilidad voluntaria, de hecho.

En la parte superior de la pirámide sindical, a nivel de federaciones, se puede apreciar a sindicatos de "sucursales" que negocian con los sindicatos de empleadores los Convenios Colectivos Nacionales que definen legalmente las "sucursales". Por otro lado, las superestructuras como la confederación -Philippe Martinez, su Oficina Confederal y el Comité de Confederación Nacional de la CGT-, están subvencionadas -como todos los otros sindicatos- por el secuestro, por parte de los empleadores, de parte de las contribuciones obligatorias: el ¡3% de la nómina!. Este "riego" y todo lo que hacen los jefes -léase burocracia sindical- es de conocimiento público, aunque ningún medio habla de ello. Está institucionalizado, aunque no sea oficial, y hace que las federaciones de las ramas económicas más ricas tengan bastantes puestos permanentes, es decir, empleados del poder real.

El que estén corrompidos con puestos permanentes, no significa que todos los permanentes sean corruptos, ya que es una corrupción con colas de cereza en comparación con otros tipos de corrupción. Estos empleos permanentes no son trabajos ficticios, sino para muchos financiados ilegalmente y no por las cuotas sindicales en cantidades insuficientes. Es por esto que la Oficina Confederal nunca ha convocado una huelga general durante décadas, a menos que estuvieran seguros de que era ineficaz, como lo fue la SNCF el año pasado con la federación de trabajadores ferroviarios.

De todos modos, esta inercia voluntaria no se aplica internamente en muchas federaciones y sindicatos departamentales. Aún así, Martínez y su oficina, sostienen la cámara y no les gusta ver en la foto a los Chalecos Amarillos.

Habiendo fallado la insurgencia y un bloqueo general, los Chalecos demostraron que el discurso de Martínez era totalmente falso. El propio Martínez, para justificar la no convocatoria a la huelga general, había dicho carecer de voluntarios y de que no tiene este poder para convocar. Siendo que esta función está en el origen de la creación de la Confederación General del Trabajo en 1895. Y esta capacidad de llamado a huelga general es su exclusivo privilegio, por lo tanto, no explica ni justifica el por qué la huelga general no estuvo ordenada.

Este jueves, los Chalecos Amarillos y las bases lo han vuelto a demostrar. A las bueguesias sindicales se les han ido las riendas de las manos.






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