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domingo, 8 de diciembre de 2019

La Falsa 'Reconquista'

Los españolazos se empeñan en negar por todo lo alto la historia vasca, la trastocan, la agreden con el revisionismo más burdo.

Pues bien, adivinen que, la historia ultra de España se desmorona.

Aquí lo publicado en La Vanguardia:


Los historiadores cuestionan el término porque lo consideran más fruto de la ideología que de la realidad

Eduardo Magallón

En 1936, el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) incorporó una segunda acepción al término “reconquista”: “Recuperación del Territorio hispano invadido por los musulmanes en 711 d.C. que termina con la toma de Granada en 1492”. Y precisa que en ese caso debe escribirse con mayúscula inicial. La Reconquista con mayúscula es un término que ha caído en desuso por –según los historiadores consultados- las connotaciones ideológicas que tiene.

La mayoría de los estudiosos del periodo creen que esencialmente lo que se dio en aquel periodo fue un proceso de expansión o de conquista de un territorio en manos de los musulmanes. No una reconquista.

Vayamos al principio. La tradición marca que unos seis u once años después de la invasión de Táriq ibn Ziyad del 711, en Covadonga se libró una batalla entre Don Pelayo y el ejército musulmán que más de 100 años después se situaría como el hito fundacional del reino de Asturias. “Toman las armas, se alzan las catapultas, se disponen las hondas, brillan las espadas, se erizan las lanzas y sin cesar disparan saetas”. Así es como en la Crónica de Alfonso III (escrita un siglo después) se relata el arranque del combate.

“La batalla de Covadonga jamás existió. En todas las crónicas cristianas anteriores al año 883 no aparece nunca la Batalla de Covadonga lo cual es sintomático. Y en las crónicas musulmanas no aparece en ninguna”, señala José Luis Corral, profesor de Historia de la Universidad de Zaragoza y autor de novelas históricas como “El Cid”.

“Ese relato de la batalla está literalmente copiado de un pasaje de la Biblia. En estos primeros relatos medievales aparece el rey Pelayo derrotando a los caldeos, un pueblo mítico del actual Iraq, en lugar de a los musulmanes. Eso se debe a a que es un relato copiado de la Biblia, concretamente del libro del Éxodo del viaje de Moisés al Mar rojo y del Libro Primero de los Jueces”, zanja el profesor.

“Pelayo es un caudillo que existió como un personaje que defendió el territorio del norte cristiano de los musulmanes”, matiza. “Hay muchas teorías: que era nieto de la familia real visigoda, que era descendiente de un duque de Cantabria, otros los sitúan como un caudillo de la aristocracia local. No está muy claro. Es verdad que es un personaje histórico que resiste la invasión islámica probablemente porque no quería pagar impuestos ni someterse y que quiere reivindicarse a través de la religión cristiana”, según Corral.

Aña Echevarría e Iñaki Martín en La Península Ibérica en la Edad Media (Uned) defienden que la batalla de Covadonga quizá sólo fue “una simple escaramuza motivada por la exigencia de tributo”.

Y, ¿cómo un encontronazo militar menor que es posible que ni tan siquiera existiera se convierta en el arranque de un periodo que se conoce como Reconquista que se prolonga durante más de 700 años? El concepto nace de los cronistas de los reinos cristianos “cuando recuperaron lo que se llama el ideal neogótico” por el que “los reyes de Asturias, luego de León y luego de Castilla se proclaman descendientes y legítimos herederos de los reyes godos”, responde José Enrique Ruiz-Domènec, catedrático de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y autor del libro España, una nueva historia (RBA).

Ese pensamiento defiende que “lo que hacen cuando marcharon hacia el sur del río Duero era reconquistar” el territorio arrebatado a “los reyes godos cuando fueron derrotados por los musulmanes y los bereberes en el 711”. Desde Estados Unidos, el catedrático en estudios de la religión de la University of Colorado Boulder y autor del libro Reinos de fe. Una nueva historia de la España musulmana (Pasado y presente) , Brian A. Catlos, añade que la idea de Reconquista “fue un mito que solo comenzó a tomar forma a partir del siglo XI como parte del programa de legitimidad real promovido por el clero de Borgoña en apoyo de la reclamación de la dinastía de Castilla y León para tener soberanía sobre toda la Península”.

Para Ruiz-Domènec, está claro que “es un planteamiento claramente ideológico e incluso doctrinal vinculado a una doctrina política. No puede naturalmente seguirse como han hecho muchos historiadores dándole legitimidad a ese discurso político. Otros dicen que simplemente fue una pantalla para disimular lo que realmente sucedía que era la conquista de los valles y montañas”.

El término Reconquista fue evolucionado y explosionó hace poco más de 100 años: “el concepto de reconquista fue convertido en el siglo XIX en un artefacto ideológico, poderoso que llevó incluso la erre inicial a ponerla en mayúscula y se singularizó la Reconquista”, añade el Ruiz-Domènec.

Alejandro García Sanjuán, profesor de la Universidad de Huelva y autor de La conquista islámica de la península ibérica y la tergiversación del pasado (Marcial Pons), añade que “nadie cuestiona que existió entre los cristianos un proyecto de conquista del territorio musulmán”.

García Sanjuán matiza que “lo que se cuestiona es que el concepto de Reconquista resulte apropiado para designar ese proyecto. Algunos pensamos que no lo es, debido a que ese concepto se acuñó durante el siglo XIX con una fuerte carga ideológica españolista, definiéndose como una lucha de liberación nacional frente a los musulmanes, como resultado del cual los españoles serían ‘una nación forjada contra el islam’”, añade.

Es precisamente en ese momento histórico cuando otros territorios europeos buscan su identidad: “Italia miró a las glorias de Roma, Grecia a la Atenas clásica, Inglaterra a Arturo y Alemania a la mitología nórdica de los nibelungos. Lo que cada una de estas historias nacionales enmarcadas de forma épica tiene en común es que cristalizaron en el siglo XIX y tienen poca relación con las realidades medievales. Lo que reflejan son los procesos internos mediante los cuales se desarrolló una cultura “nacional” como consecuencia de un grupo cultural que reclamaba la ascendencia sobre otros que necesitaban ser reprimidos como parte del proceso de construcción nacional”, señala Catlos.

La potencia ideológica del término Reconquista ha vuelto a saltar a la política española a través partido de ultraderecha español Vox, que escogió Covadonga para arrancar la campaña electoral en las pasadas elecciones generales de abril. Lo hizo con un megáfono en la mano rodeado de banderas españolas y apelando al simbolismo de Covadonga. Era una forma de mostrar que el partido ultraderechista con reminiscencias franquistas iniciaba una “reconquista” del poder en España.

Los historiadores cuestionan también el concepto de reconquista en el hecho de que se toman ciudades como Granada que fue fundada por los musulmanes y que en época visigoda no existían, como recuerda García Sanjuán. Ese proceso de expansión de los reinos cristianos hacia el sur de la Península Ibérica se prolonga a lo largo de casi ocho siglos, lo que significa que durante enormes periodos de tiempo y durante varias generaciones no hubo guerra sino convivencia. “Reducir el período medieval peninsular a ocho siglos de Reconquista constituye una enorme simplificación”, dice García Sanjuán.

“Fue un territorio multicultural y multirreligioso” que además de generar graves conflictos también dio lugar a “formas singulares de simbiosis cultural: “los cristianos y judíos que vivían bajo dominio musulmán llegaron a arabizarse por completo mientras que los musulmanes que vivían bajo dominio cristiano (mudéjares) construyeron iglesias cristianas que incorporan elementos de la estética artística islámica, reflexiona García Sanjuán.

Catlos añade que “hasta el siglo XI cuando comienza el declive de la hegemonía musulmana en la Península Ibérica era costumbre que los gobernantes y magnates cristianos del norte enviaran a sus hijas a casarse con la élite andaluza, incluido la familia del califa”. Ruiz-Domènec explica que es proceso se da porque “la aristocracia goda percibe que es un buen negocio relacionarse con la aristocracia árabe y se casan entre sí” puesto que “ese concepto que nosotros tenemos de división étnica en aquella época no se daba con esa fuerza. Hubo una gran asimilación y confusión porque no estaban las líneas tan claras”.

Eso mismo sucedía con los militares como el conocidísimo personaje de El Cid -al que acaba de dedicar una novela Arturo Pérez-Reverte- quien mostró una extraña forma de convivencia. José Luis Corral recuerda que el llamado Rodrigo Díaz de Vivar no fue el héroe cristiano de la Reconquista que muchos creen sino un soldado de fortuna, un mercenario que alquilaba su espada al mejor postor: “llegó a luchar al lado de los musulmanes en varias ocasiones contra los cristianos”.

Muchos intelectuales han defendido desde hace años esa idea de convivencia alejada de la imagen de una feroz reconquista militar. En 1921 el propio José Ortega y Gasset aseguró en su “España Invertebrada”: “no entiendo cómo se puede llamar reconquista a una cosa que dura ocho siglos”. Otros profesionales actualmente como el catedrático de la Universidad de Extremadura, Francisco García-Fitz , defienden la plena vigencia del término Reconquista.

Aún así en los libros de texto de los estudiantes se ha sustituido en muchos de ellos. “A veces, determinados términos historiográficos caducan y se olvidan. Esto sucedió con la ‘España musulmana’, concepto que hoy ya nadie utiliza, porque definimos esa realidad histórica como ‘Al-Andalus’. Lo mismo podría decirse de la Reconquista, que es perfectamente prescindible, ya que basta con aludir a la conquista cristiana de al-Andalus”, precisa García Sanjuán.

Quiza la Reconquista con mayúscula sufra ese proceso. Por ahora lo más reciente es que en el último diccionario de la RAE la toma de Granada ha pasado de ser considerada como el epílogo de la Reconquista a la culminación. Habrá que esperar a la próxima edición del diccionario.






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