En favor de la memoria, esa que tanto manipulan quienes quieren blanquear su figura, traemos desde Naiz este retrato esclarecedor del dictador español - y españolista - Francisco Franco:
La cara B de Franco: estudiante mediocre, con un solo testículo y apodado ‘Paquita, la Culona’
Francisco Franco es considerado «caudillo por la gracia de Dios» por la derecha o dictador sanguinario por el resto del mundo. Pero el general golpista tenía también una cara B menos conocida en la que emerge un estudiante mediocre, con un solo testículo y que fue apodado ‘Paquita, la Culona’.
Pello GuerraUn estudiante mediocre, con un solo testículo y que fue apodado ‘Cerillita’ y ‘Paquita, la Culona’. Estos son algunos de los datos que integran la menos conocida cara B de Francisco Franco, el sanguinario dictador fallecido hace 50 años.
Franco nació el 4 de diciembre de 1892 en El Ferrol en el seno de una familia vinculada con la Armada española. Sus padres eran muy diferentes, ya que Nicolás era liberal y simpatizante de los masones, mientras que Pilar era conservadora y religiosa.
Tras tener cuatro hijos, el matrimonio fracasó y el padre se marchó a Madrid, donde vivió una segunda vida hasta que falleció en esa ciudad en febrero de 1942. Siendo ya dictador, Franco organizó y presidió su entierro, al que no permitió que asistiera Agustina Aldana, pareja de su progenitor durante 35 años.
A raíz del abandono del padre, Pilar tuvo que hacerse cargo de la prole, lo que le ganó la adoración de su hijo Francisco quien, siguiendo su ejemplo, fue conservador y ultrarreligioso, al tiempo que odiaba todo lo que representaba su padre, el liberalismo y la masonería, con esta última como una de sus grandes obsesiones.
El 251 de 310
El segundo hijo del fallido matrimonio era un niño introvertido, enclenque y de voz aflautada que quería seguir la tradición familiar e ingresar en la Marina, pero que no logró entrar en la Escuela Naval del Ferrol.
Si no podía ser en el mar, el militarizado Franco se decantó por el Ejército de Tierra, y con 14 años se inscribió en la Academia de Infantería de Toledo. A causa de su baja estatura y su complexión débil, sus compañeros le llamaban ‘Cerillita’.
Franco no era un estudiante brillante, como lo evidencia el hecho de que en su promoción fue el número 251 de 310, es decir, estaba muy por debajo de la media.
El nuevo oficial intentó paliar su condición de estudiante mediocre mostrándose especialmente temerario en la guerra que libraba el Estado español en África a comienzos del siglo XX, a la que se incorporó en 1912.
En ese conflicto se empezó a ganar fama de afortunado, ya que, por lo general, salía bien librado a pesar de los riesgos que asumía en los combates, lo que hizo que la población marroquí dijera que tenía ‘baraka’, buena suerte, algo que la propaganda franquista no se cansaría de repetir a lo largo de su vida.
Pérdida de un testículo
A lo que no se dio publicidad fue a lo que sucedió el 29 de junio de 1916, durante la conquista de El Blutz, un pequeño poblado cercano a Ceuta. Ese día, la ‘baraka’ no le sonrió como siempre y el capitán Franco cayó herido mientras lanzaba a sus hombres con un fusil con la bayoneta calada contra el enemigo para evitar ser embolsados.
Varios disparos alcanzaron al oficial de 23 años en el bajo vientre y, a consecuencia de esas heridas, perdió un testículo, convirtiéndose en monórquido, como Napoleón o Adolf Hitler, tal y como descubrió su urólogo, el doctor Antonio Puigvert, según reveló su nieta muchos años más tarde.
Tener solo un testículo no entraña ser estéril, pero en el caso de Franco sí que debía de ser así, según la misma fuente. Entonces, ¿cómo es posible que tuviera una hija?
Franco se casó en octubre de 1923 con Carmen Polo, una joven de la alta sociedad de Oviedo a cuyo padre no le hacía ninguna gracia que su hija uniera su destino a un militar africanista de futuro incierto, a pesar de que para entonces ya era muy conocido y de que ofició de padrino de la boda el rey español del momento, Alfonso XIII.
Carmen, ¿hija de su hermano Ramón?
Tres años más tarde se supone que nació su hija Carmen, aunque no hizo una aparición pública hasta 1936. Además, no se conocen fotografías de la madre embarazada, ni de Carmen Polo y la pequeña juntas durante su primera infancia, a pesar de la notoriedad que tenía la familia del ascendente Franco, que en 1925 alcanzó el grado de general con 33 años.
La explicación a estos llamativos vacíos sería que, en realidad, Francisco y Carmen no eran los padres de la criatura, sino Ramón, el hermano del general, según lo han llegado a asegurar el escritor aristócrata José Luis de Villalonga y el falangista Ángel Alcázar de Velasco.
Ramón Franco se había convertido en un héroe popular tras ser uno de los tripulantes del Plus Ultra, el primer vuelo entre el Estado español y Sudamérica, realizado en 1926. De ideología republicana, se casó con Carmen Díaz Guisasola, de la que se divorció para contraer matrimonio civil con Engracia Moreno, con la que tuvo una hija, Ángeles.
De acuerdo con la versión de Villalonga y Alcázar de Velasco, en realidad, la pequeña Carmen habría nacido en 1928 y sería fruto de la relación del aviador y una prostituta gallega apodada La Gaviota y La Garza, por sus largas piernas, a la que Ramón conoció en Algeciras en el burdel La Inglesa y del que la sacó para llevarla a su casa.
La prostituta se quedó embarazada y murió a los cinco días del parto, y Carmen Polo habría decidido hacerse cargo de la niña para frenar un nuevo escándalo en torno a la vida de su cuñado, tan parecida a la de su suegro Nicolás Franco y tan alejada del ideal de familia tradicional que tanto se empeñó en cultivar el generalísimo cuando se hizo con el poder.
De hecho, el dictador nunca aceptó el segundo matrimonio de Ramón y se dedicó a vilipendiar a su ‘cuñada’ Moreno una vez fallecido su hermano, cuando llevaba a cabo una misión aérea para el bando sublevado en octubre de 1938.
El aviador se había sumado a los militares golpistas siguiendo la estela de Francisco, que fue uno de los últimos generales en unirse a la sublevación, a pesar de que posteriormente fue su gran beneficiario.
Seis días antes de la fecha elegida para el golpe de Estado, Franco se mostraba reacio a secundar la rebelión contra la República al considerar que no contaba con suficientes apoyos y podía fracasar. Ese modo de proceder cauteloso exasperó al general Mola, que desde Iruñea estaba dirigiendo la asonada, y le llevó a apodar a Franco ‘Miss Islas Canarias 1936’, ya que en esos momentos estaba destinado en el archipiélago.
Sacrificar el bigote
Finalmente, el gallego se decidió a dar el paso y se presentó en Marruecos gracias a la ayuda inglesa, que le trasladó al continente desde las Canarias a bordo del avión Dragon Rapide para hacerse cargo de la rebelión en el protectorado.
En un intento por no ser reconocido, se afeitó su característico bigote, una «pérdida» que otro destacado general golpista, Queipo de Llano, calificó como «el principal sacrificio que hizo Franco el 18 de julio».
Queipo no le tenía muchas simpatías a Franco, ya que se consideraba por encima de él y, en la intimidad, le llamaba ‘Paquita, la Culona’, porque era bajo y rechoncho, y por su voz atiplada.
Este general no era el único cabreado con su compañero de conspiraciones contra la República, ya que Franco se la jugó a todos nombrándose a sus espaldas jefe de Estado por tiempo ilimitado en el Boletín Oficial, cuando lo acordado por la cúpula militar sublevada era que sería jefe de Gobierno y solo mientras durara la guerra.
Era un modo de proceder muy suyo, ya que llegó a decir que «si se toma el mando, hay que recibirlo como si fuese para toda la vida», y que no sorprendió a otro general, Miguel Cabanellas, que le conocía muy bien de la época africana.
Este último había advertido al resto de mandos sublevados de que «si se le da España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie lo sustituya en la guerra ni después de ella hasta su muerte». Visto lo sucedido a posteriori, está claro que sabía cómo se las gastaba.
Ya como generalísimo, al principio de la guerra llegó a decir que en un mes estaría oyendo misa en Madrid, ciudad que terminaría resistiendo dos años y medio. Sin embargo, más adelante imprimió un ritmo tan lento a las operaciones militares que exasperaba a sus aliados alemanes, pero que le sirvió para aplicar una sistemática y brutal represión con el objetivo de erradicar toda resistencia a su régimen.
El ‘mesías’ Franco
Esa ayuda de las dictaduras nazi alemana y fascista italiana fue representada en un particular belén elaborado con ninots en la Valencia todavía republicana durante la contienda y que aparece en una de las filmaciones que sobre la guerra del 36 guarda la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
En el mismo, se ve a Franco como un hormonado niño Jesús y con ese Queipo de Llano que tan poco le apreciaba como un pastorcillo más adorándole con sus característicos bigotes. También aparece Cabanellas como una especie de San José y una pareja de la Guardia Civil custodiando el conjunto.
Hitler, Mussolini y un Baltasar con aires árabes que recuerdan a la Guardia Mora son unos reyes magos ataviados con capas adornadas con la esvástica, el fascio y la media luna, y que llevan como ofrenda aviones y tanques al particular ‘mesías español’, que terminó creyéndose «un enviado de Dios», según aseguró años más tarde su ‘presunta‘ hija.
El apoyo de Berlín al que hacía referencia de manera sarcástica el belén valenciano se lo quiso cobrar Hitler a Franco durante la Segunda Guerra Mundial. Después del encuentro que mantuvieron el 23 de octubre de 1940 en Hendaia, el dictador español aseguró que se había resistido como gato panza arriba ante la insistencia de su homólogo alemán de que combatiera a su lado contra los Aliados.
Pero esa fue otra burda mentira del régimen ya que, en realidad, Franco estaba dispuesto a entrar en la guerra a cambio de recibir el Marruecos francés y otros territorios africanos, armamento y alimentos. Unas peticiones que Hitler consideró desmedidas, porque «su ayuda cuesta más de lo que vale», y que le exasperaron, ya que llegó a decir que antes de volver a tratar con el gallego, «prefiero que me saquen una muela».
Al igual que al dictador nazi, a Franco le gustaba pintar y el cine, como lo acreditan las más de 2.000 películas que llegó a ver en la sala privada que tenía en su residencia oficial de El Pardo. También le encantaba grabar películas domésticas y cuando empezaba a hacerse conocido, salió interpretándose a sí mismo en la película ‘Lamalcasada’, de 1926.
Ese gusto por el séptimo arte le llevó a escribir el guión de la película ‘Raza’, aunque lo firmó como Jaime de Andrade. La verdadera autoría se destapó en 1964, cuando Franco solicitó el ingreso en la SGAE por ser obra suya. En 1922 ya había hecho sus primeros pinitos con la pluma al escribir ‘Diario de una bandera’, una crónica sobre sus comienzos en la Legión.
Además, redactó medio centenar de artículos periodísticos que firmó con el pseudónimo de Jakim Boor y que tenían como principal objetivo atacar a la siempre presente en su mente masonería.
Aspirante al Nobel de la Paz
Ese ramalazo de escritor no le supuso ningún reconocimiento, aunque en 1964 el Colegio de Gestores Administrativos de Madrid le propuso nada menos que para el premio Nobel de la Paz, que evidentemente no le fue otorgado.
Era una época en la que su esposa se había convertido en el terror de los joyeros. A Carmen Polo, que era apodada ‘La Collares’ por su afición a las largas cuentas de perlas, le encantaba pasearse por las joyerías a la caza de piezas que le llamaran la atención para desgracia de los propietarios del establecimiento de turno, que no se atrevían a cobrarle por ser la esposa de Franco. Para paliar las pérdidas, los joyeros llegaron a crear un fondo común con el que afrontar esas particulares requisas.
De esta manera fueron pasando los años para un dictador omnipresente en el NO-DO al que terminó afectándole el párkinson. Esta dolencia se le diagnosticó a mediados de los 60 y a partir de ese momento, se le fue viendo cada más decrépito, hasta el punto de que se dormía en las audiencias.
Sus médicos necesitaban activarle y que hiciera ejercicio, algo que nunca le entusiasmó demasiado, ya que Franco siempre practicó actividades que no le exigieran demasiado esfuerzo físico, como la caza o la pesca. Así que para conseguir que caminara, le ponían marchas militares, que le empujaban a desfilar por sus habitaciones como en los dorados tiempos de África.
Pide «perdón» ya muerto
A pesar del empeño de sus médicos, los problemas de salud se fueron agravando hasta que a primeros de noviembre de 1975 fue ingresado en la Ciudad Sanitaria de La Paz. En su habitación tenía la reliquia del brazo incorrupto de Santa Teresa y hasta le llegaron a llevar el manto de la Virgen del Pilar.
Toda esa ayuda divina no le sirvió de nada y el 20 noviembre terminó falleciendo, dejando un testamento en el que aseguraba que «pido perdón a todos como de todo corazón perdono a cuantos se declararon mis enemigos sin que yo los tuviera como tales. Creo y deseo no haber tenido otros que aquellos que lo fueron de España, a la que amo hasta el último momento y a la que prometí servir hasta el último aliento de mi vida».
A su entierro solo asistió un jefe de Estado, otro militar golpista, el chileno Augusto Pinochet. Era el acompañante más apropiado para el último viaje de aquel estudiante mediocre, enclenque y de voz aflautada que terminó convirtiéndose en uno de los dictadores más sangrientos de la historia.
💀


No hay comentarios.:
Publicar un comentario