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viernes, 14 de noviembre de 2014

Fascismo Español premia al Fascismo Mexicano

Madrid está agradecida con los recientes gobiernos mexicanos por su celeridad para cumplir cualquier capricho español en contra de los refugiados políticos vascos.

Por su parte, tanto la oligarquía como la clase política mexicanas no ocultan su acendrado españolismo y encuentran diferentes maneras para agasajar a sus contrapartes ibéricas, desde entregar las llaves de la Ciudad de México a Alberto Ruíz Gallardón, la aceptación del Príncipe de Asturias a la UNAM o la reciente visita de José María Aznar a la Riviera Maya.

Así que era ya momento que el estado español correspondiera tantas amabilidades y lo hizo de la forma que nos describen en este texto publicado en Rebelión:


Masacres, medallas y mariachis

Xavier Vinader

Traducido del catalán para Rebelión por Lucas Marco
Fue, como mínimo, esperpéntico. Al mismo tiempo que una ola de violencia sacudía a México de arriba abajo –el asesinato y desaparición de 43 estudiantes de magisterio de Ayotzinapa por la Policía, el secuestro y la muerte del diputado Gómez Michel y el fusilamiento por militares de 22 personas en Tlatlaya- y se evidenciaba, de nuevo, la corrupción y el desbarajuste de los cuerpos de seguridad de aquel país, uno de sus máximos capitostes, el cuestionado comisionado general de la Policia Federal, Enrique Francisco Galindo Ceballos, viajó a España para recibir una condecoración del Ministerio del Interior. Y no lo hizo a hurtadillas, sino bastante acompañado y por todo lo alto. Se llevó con él el mariachi completo de su corporación: 11 dragones de la Policía Federal con uniforme de gala. Para que no faltara de nada en la fiesta.
El propio ministro del Interior, el beatífico Jorge Fernández Díaz, se quedó de pasta de boniato cuando durante la celebración de la fiesta de la Policía Nacional, condecoró al comisario Galindo Ceballos, con la medalla al mérito policial en la modalidad de Plata Honorífica, y vio de cerca la guardia pretoriana de policías-mariachis que llevaba. El director general de la Policía, Ignacio Cosidó, intuyendo el marasmo, cogió el micro y, tras reconocer el esfuerzo realizado por el Gobierno mexicano para mejorar las condiciones de seguridad entre las naciones, inició un discurso que no tiene desperdicio: “Estamos ampliando el ámbito de seguridad europeo a una dimensión iberoamericana y México, con su Policía Federal, es un país líder en este proyecto común”. Nada sobre las constantes violaciones de los derechos humanos por los cuerpos policiales mexicanos, los asesinatos extrajudiciales y los centenares de desaparecidos… Los policías-mariachis hicieron dos representaciones –en Madrid y Palencia- que se alternaron con la de la Orquesta Sinfónica del Cuerpo Nacional de Policía. En todos los actos, el comisario Galindo-Ceballos alabó la sólida relación entre las dos policías y agradeció la ayuda de los españoles en la creación de la Gendarmería mexicana. Y se quedó tan ancho.

Paralelamente, en México, se iban descubriendo más y más datos (escalofriantes) sobre cómo habían sido asesinados los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa (Guerrero) por agentes de la Policía Municipal y sicarios del narcotráfico, y aparecían nuevos testimonios sobre fusilamientos extrajudiciales… que la Secretaría de la Defensa Nacional había tratado de camuflar como enfrentamientos entre militares y presuntos delincuentes. Prácticas que, hasta ahora, nadie ha reconocido haber enseñado nunca.







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