Les compartimos este texto publicado en Naiz:
Euskal Herria decidirá, y decidirá por derecho natural
Frente al excesivo y desconcertante positivismo que nos lleva a vivir según leyes gestadas en los parlamentos a las órdenes de pactos según la regla de las mayorías, invocamos aquel derecho que evalúa la justicia de tales normas jurídicas, aquel Derecho que es el guardián y garante de que el sistema legal en vigor sea un sistema legal justo
Elixabete Moral, Sabin del Bado, Ramon Zabala y Kepa Solozabal | Juristas por el Derecho a Decidir
Como juristas que somos, no podemos dejar de reivindicar que el Derecho positivo (las normas jurídicas) debiera tender a preservar los bienes objetivos que, por tratarse de verdades objetivas, no son objeto ni de opinión ni de opción. Como una de las verdades objetivas nos vamos a referir al concepto de democracia. No a la democracia formal, tan manida que se convierte en demagogia, sino a la democracia real, la gran desconocida. A aquella democracia que se ejerce no solo en periodos electorales, sino en cualquier momento en el que esté en cuestión cualquier aspecto sustancial que afecte a cualquier comunidad humana y política.
Hoy, como espectadores inmediatos, asistimos a ver cómo en algunas naciones sin estado de nuestro entorno más cercano es al pueblo al que se le da la palabra para que defina su futuro político. Y así, determinados en su porvenir político y organizados en comunidad política, será cuando decidirán las normas jurídicas que rijan su convivencia. Esto, sin traba ni ingeniería legal alguna, se ha hecho posible en Escocia, donde el pasado 18 de setiembre, como ciudadanos europeos, decidieron democráticamente sobre su devenir político.
Esto, por el contrario, no sucede ni en el caso de los Països Catalans, ni en el caso de Galiza, ni tampoco en el caso de Euskal Herria. Es norma que, cuando se pone sobre la mesa la reclamación del derecho a decidir en el caso de las naciones integradas dentro del Estado español y francés, los detractores del ejercicio del Derecho a decidir le pongan la camisa de fuerza del Derecho Positivo y, más concretamente, la mordaza de la Constitución española.
Nosotras y nosotros, como juristas, ante cualquier Derecho positivo que resuelve como imposible cualquier ejercicio práctico de democracia, hacemos nuestra aquella frase de San Agustín la cual reza que «Una Ley injusta, no es Ley».
Efectivamente, no toda norma jurídica, por mucho que haya nacido en el seno de una cámara legislativa, goza del calificativo de justa. Y por sentido común, no puede ser justo un sistema legal que no permite a los ciudadanos definir qué es lo que quieren ser. No puede ser justo un ordenamiento jurídico que no recogiendo abiertamente y sin laberintos fórmulas para ejercicios prácticos de democracia -véase consultas y referéndum- actúe de forma impeditiva de las libertades y la democracia, desconfiando de esta. Nuevamente, Lex injusta non est lex.
Decíamos al principio que hacíamos una llamada al Derecho natural, y es que es la democracia la que hace las leyes, y no las leyes la que hacen la democracia. La verdadera democracia es la que emana de abajo hacia arriba. La democracia no es lo que una oligarquía decide por tal, sino el mismo pueblo definiéndose así mismo
Si ha resultado posible abrir cauces para que los escoceses se determinen políticamente, si también fue viable en el caso de Quebec, ¿por qué no es posible en el caso de los catalanes, gallegos y vascos? La respuesta es sencilla: porque en el Estado español y francés lo reducen todo a una cuestión legal, a pactos entre partidos políticos, olvidándose que la democracia es del pueblo, que es el pueblo el que decide, y que toda Ley que trate de anular, neutralizar o esquivar esa verdad objetiva resultará no ser Ley por no ser justa.
Señorías, la democracia es anterior a las leyes, es un bien humano y universal, superior a todo derecho positivo que dimane de las cámaras legislativas, y es verdad objetiva no sometible ni a opinión ni a opción. Y, porque la democracia únicamente está sometida a la ley impresa en la naturaleza, al Derecho Natural, a la ley natural, no habrá derecho positivo, ni táctica legal, ni ingeniería jurídica, ni pacto político, que relegue a la democracia, que relegue al sano ejercicio del derecho a decidir a un segundo o tercer plano. Tal vez sea por derecho positivo por lo que los catalanes, gallegos y vascos decidamos nuestro futuro político, tal vez, pero seguro que si el derecho positivo no cede ante semejante demanda democrática, si los legisladores español y francés se dedican a hacer demagogia no dotando de auténtico contenido real a la democracia, catalanes, gallegos y vascos no decidiremos por derecho positivo, decidiremos por Derecho Natural.
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