Lo que usted va a leer a continuación muestra el odio que el españolismo inculca en quienes en pleno siglo XXI aún se sienten colonizadores y conquistadores.
Lo descrito en este artículo del Diario Vasco también se circunscribe a esa nueva modalidad del españolismo, dispuesto a comportarse con desdén hacia los sectores más progresistas de la Iglesia Católica.
Adelante... con precaución:
Se llevan el féretro en pleno funeral al no celebrarse la misa en castellano
El sacerdote de la parroquia de Cardona (Barcelona) dice que empleó el catalán sólo en una pequeña parte de las exequias porque le avisaron con poco tiempo «y no tenía los misales»
J.A.G.Dolores Bastida Navarro tenía 95 años y antes de fallecer este mes solo dejó escritas dos últimas voluntades: que la enterraran junto a su marido en Cardona, una localidad de Barcelona de unos 4.500 vecinos, y que el sepelio se hiciera tras una misa en castellano. Lo primero se ha podido cumplir sin problema y la mujer, que murió hace unos días, ya descansa en el lugar que pidió junto a su esposo. Pero lo de la misa en castellano no ha podido ser, al menos en su totalidad, como ella deseaba. El asunto ha generado un sindiós que acabó con la familia de Dolores llevándose el féretro en pleno funeral en la parroquia de Cardona, la iglesia de Sant Miquel i Sant Vicenç. En declaraciones a este periódico, el Obispado de Solsona, al que pertenece esta parroquia, señala que el sacerdote oficiante, el padre Carles Pubill, hizo la mayor parte del oficio en castellano y únicamente una pequeña parte en catalán porque le avisaron con poco tiempo y no pudo preparar los misales en español. Con todo la familia de Bastida Navarro denuncia que el religioso se negó, por lo que decidieron llevarse el cuerpo de su madre antes de que acabaran las exequias y presentar una queja a la Diócesis de Solsona, que insiste en que si se le hubiera comunicado con un margen de tiempo «de diez o quince minutos, no habría habido ningún problema en oficiar el cien por cien de la misa en castellano». La familia está desolada con lo ocurrido.
«Mi madre contrató en vida un seguro de decesos y había varios apartados, uno de ellos era las últimas voluntades. Allí, expresó que quería que su misa de funeral fuera en castellano. En la compañía de seguros nos dijeron que cuando ocurriera el deceso en la funeraria nos tomarían nota. Cuando ella ya nos dejó, fuimos a la funeraria y llenamos un formulario, donde pusimos de nuevo que queríamos la misa en castellano. Sin embargo, al día siguiente fuimos a hacer la misa a la iglesia de Cardona y allí el sacerdote empezó hablando en catalán. Yo avisé a los de la funeraria, que estaban también allí, y ellos hablaron con el sacerdote. Este paró, se fue y al cabo de unos minutos volvió con otro misal en las manos. Sí siguió en castellano un rato, pero cuando acabó de leer los Evangelios, volvió al catalán», relata con desolación Dolores, hija de la fallecida, que enmarca el triste episodio en las tensiones lingüísticas en Cataluña.
«Cuando volvió al catalán», prosigue Dolores en declaraciones a 'Abc', «el de la funeraria se acercó de nuevo al altar y le recordó que mi madre quería la misa en castellano. Entonces, el sacerdote bajó, se vino a nosotros y nos dijo que ya había hecho una parte en castellano y que seguiría en catalán porque no tenía los libros para continuar en castellano. Yo intenté negociar con él, le dije que para nosotros eso presentaba un problema, le dije que yo ni siquiera era creyente, pero nada, no hizo caso. Fue entonces cuando vi que había dos caminos, o montábamos una discusión allí, o nos íbamos. Decidí evitar un escándalo, así que le pedí a la funeraria que sacara el féretro de allí, a lo cual la funeraria me dijo que tenía razón, lo sacaron y nos fuimos al cementerio. Fue fuerte y muy triste para nosotros. Mi madre solo tenía dos voluntades, misa en castellano y enterrarse junto a su marido, y solo hemos podido cumplir una. Ella era una mujer muy exigente y siento que la he decepcionado. No me sirven disculpas ni excusas. Tampoco sé qué movió al cura a hacer lo que hizo, pero debería haber sido más caritativo y profesional. Para nosotros el daño ya está hecho», concluye la hija de la finada.
«No tenía los libros»
La familia ha elevado una queja a la Diócesis de Solsona, vacante por la marcha de Xavier Novell para vivir su amor con una mujer, escritora de novelas eroticosatánicas. La propia diócesis ha excusado al padre Pubill diciendo que él no sabía que la misa tenía que ser en castellano y que no tenía los materiales necesarios para ello. «El sacerdote hizo la parte que pudo en catalán. A él nadie le había avisado de que tenía que hacer el funeral en castellano y solo tenía preparados los libros en catalán. En los finerales hay dos libros, el de los difuntos y el misal normal de la liturgia. Cuando comenzó la misa en catalán, una persona de la funeraria se acercó al altar a decirle que tenía que ser en castellano. Entonces el padre Pubill fue a la sacristía a por los libros, pero solo encontró el de los difuntos. En ese momento no localizó el misal de la liturgia en castellano. Hizo lo que pudo. Dio toda la misa en castellano, menos una pequeña parte que la hizo en catalán porque no tenía el libro. Con que le hubieran avisado quince minutos antes, habría dado toda la misa en castellano, pero se lo dijeron con la misa empezada. Creo que ha sido un problema de falta de comunicación de la funeraria, que no se lo comentó al sacerdote antes de la misa, como se hace en estos casos», sostienen desde el Obispado de Solsona.
Igualmente Carles Pubill defiende que nadie le avisó y que hizo la parte que pudo en castellano porque no tenía los libros. «Hice la parte que podía en castellano, seguí en catalán e iba a acabar en castellano. No me avisó ni la familia ni la funeraria. No entiendo todo este alboroto, si me hubieran avisado con tiempo, lo habría hecho como querían porque yo ya he hecho muchas otras misas y funerales en castellano. Aquí en Cardona hay muchos castellanoparlantes», relata el sacerdote en 'Abc'. «Por desgracia, todo esto se está utilizando políticamente», concluye el cura, uno de los 300 sacerdotes que en 2017 firmó un manifiesto defendiendo la celebración del referéndum del 1 de octubre.
Las dos versiones de esta peculiar historia tienen sus argumentos y su justificación. Pero eso poco importa para la difunta Dolores, que ya reposa junto a su marido en el cementerio de Cardona. Otra cosa es que descanse en paz. «Nuestra historia con Cardona ha terminado», concluye su hija, que no quiere ni oír hablar de repetir el funeral.
Y bueno, con esos apellidos tan poco castellanos de la difunta uno se pregunta de donde sacó tanto odio esa familia al catalán.
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