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viernes, 5 de junio de 2020

SARS CoV-2, Permisos y Dispersión

¿Qué es lo que convierte en preso político a un condenado por un régimen autoritario? Las políticas de excepción aplicadas en su contra.

En el caso de los presos vascos las políticas de excepción conforman todo un catálogo de violaciones a los derechos humanos.

Naiz trae a nosotros una de sus expresiones más recientes, potenciada por la contingencia del SARS CoV-2:


Etxerat ha denunciado que, debido a las restricciones por la pandemia y al alejamiento carcelario, cinco presos vascos no pueden disfrutar de los permisos y las salidas de fin de semana que les corresponden y que sí podrían tener si cumplieran la condena en sus respectivos territorios.

Cinco presos políticos vascos no pueden disfrutar de salidas de fin de semana y de permisos, porque se encuentran en prisiones fuera de sus territorios de origen, ha denunciado Etxerat. Se trata de Jagoba Codó, que está en la prisión de Logroño y disfrutaría del permiso si estuviera en Gipuzkoa; Xabier Agirre y Oier Urrutia, alaveses en la cárcel de Logroño; e Idoia Martínez y Fernando Alonso, encarcelados en Asturias y que disfrutarían de salidas si estuvieran en prisiones de Araba y Gipuzkoa, respectivamente. Tres de ellos, Agirre, Alonso y Codó, están en tercer grado.

El colectivo de familiares ha señalado que «estas situaciones guardan relación directa con el recorte de derechos de los presos y presas en el Estado español con motivo de la crisis sanitaria», a lo que se suma que «la no celebración de juntas de tratamiento desde el mes de marzo ha imposibilitado proponer y aprobar nuevos permisos».

Etxerat recuerda que la semana pasada diversos colectivos presentaron ante el Ministerio del Interior un documento que recoge diferentes propuestas para la desescalada penitenciaria, entre ellas «la flexibilización de requisitos para la obtención de beneficios penitenciarios y medidas de compensación porque los presos y presas no han podido participar en actividades y programas de tratamiento, y concretamente el adelanto de terceros grados y libertades condicionales».

En el caso de los presos vascos, Etxerat denuncia el «agravio comparativo», ya que los límites a la movilidad impiden que reciban las visitas –y ya son tres meses– que sí tendrían si estuvieran en la cárcel de su herrialde.







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