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lunes, 1 de junio de 2020

El Cesado Pérez de los Cobos

Como es bien sabido, Diego Pérez de los Cobos no es precisamente santo de nuestra devoción y ya hemos documentado sus andanzas en este blog anteriormente.

Nos alegra que por fin haya cruzado la raya que le ha llevado a su defenestración y nos alegra aún más que lo más rancio del fascismo españolista se haya volcado a defenderlo pues el mundo entero puede ahora ver como los demócratas de siempre emergidos por arte de magia en 1978 siguen siendo los franquistas de siempre.

Establecido lo anterior, les compartimos este texto dado a conocer en Noticias de Navarra:


Pablo Muñoz

Parece que no van a dejarnos una semana sin sobresaltos. El Gobierno de Pedro Sánchez es un filón de anecdotario digno de la antología del disparate, que hubiera hecho las delicias del Club de la Comedia si no fuera porque le ha tocado gestionar una de las etapas más dramáticas y complicadas de la historia reciente de este país. La última –o penúltima, que hubo más– ha sido el cese fulminante del jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, Diego Pérez de los Cobos. La explicación oficial del ministro Marlaska, un cese debido a la remodelación del equipo. La razón real, el informe sobre la supuesta responsabilidad del delegado del Gobierno en la propagación galopante el coronavirus por autorizar la manifestación del 8 de Marzo. Y de fondo, el nuevo amotinamiento de la derecha política y mediática, cada vez más descaradamente empeñadas en derribar al bipartito cueste lo que cueste, o sea, a costa del bienestar general. El furor patriótico, esta vez, estimulado por la afrenta a la sagrada e intocable Benemérita, que ha llegado casi hasta a alentar la insurrección de los tricornios.

Dejando de lado, más nos vale, la torpeza y la inoportunidad de la decisión del ministro del Interior en el océano de obstáculos en el que naufraga Pedro Sánchez, no está de más centrar la atención en la figura del cesado y en las circunstancias que han provocado su cese. El historial de Diego Pérez de los Cobos es, cuando menos, inquietante. Su paso por Euskal Herria en los años de plomo es ensalzado como mérito en su currículum, aunque se obvia que fue uno de los escasísimos guardias civiles juzgados por torturas, en ese caso al ciudadano Kepa Urra en1992. El tribunal le absolvió, como era habitual, por "no quedar acreditados" los malos tratos. Por supuesto, el guardia Pérez de los Cobos mintió lo que no está escrito para negar su participación en las torturas.

La carrera del hoy cesado fue figurante, siempre a la sombra de los poderes ultras y a la de su hermano Francisco, presidente del Tribunal Constitucional en el mandato de Mariano Rajoy. A saber por qué oscuras razones, fue hombre de confianza de cinco ministros de Interior tanto del PSOE como del PP. El momento culminante de su carrera llegó cuando se le encomendó el mando supremo para la represión del independentismo catalán en aquella jornada nefasta del 1 de octubre de 2017. Se empeñó a fondo Pérez de los Cobos, y el mundo entero fue testigo de la brutalidad con la que las fuerzas a su cargo pretendieron impedir el referéndum. Pues bien, la inmensa capacidad de mentir del cesado quedó acreditada cuando compareció como testigo en el juicio contra los dirigentes del procès y negó categóricamente sin pestañear lo que certificaban vídeos, testimonios y partes médicos. Mintió Pérez de los Cobos, mintió como un bellaco, aplaudido por la derecha política y sus apéndices mediáticos.

El cesado se habría visto encantado cuando la jueza Carmen Rodríguez-Medel –hermana e hija del Cuerpo- le encomendó la elaboración de un informe sobre la denuncia presentada por un particular contra el delegado del Gobierno en Madrid por haber autorizado la movilización del 8-M, desencadenante según la denuncia de la propagación del COVID-19. Pérez de los Cobos se lanzó por la pendiente de la patraña y la mentira, terreno bien conocido por el cesado, con un informe basado en copia y pega monologado del digital de Eduardo Inda plagado de bulos, errores, chismorreos y omisiones. Y hasta aquí ha llegado la desfachatez del ilustre guardia ya cesado, ante el alboroto de una derecha extrema escandalizada porque este Gobierno social-comunista-bolivariano se ha atrevido a ofender a la sacrosanta Guardia Civil, gloria de España y portadora de valores eternos. A la Guardia Civil, ni tocarla, amenazan histéricos desde la bancada ultra.

Que esa sarta de falacias quedase entre la jueza y el cesado en pintoresca privacidad, es ya cosa del compadreo entre ultras y habrá que comprobar su alcance legal. Que el cese de Pérez de los Cobos se haya decidido en un momento tan delicado para la fragilidad del Gobierno, es quizá una nueva torpeza a las que nos vamos acostumbrando. Pero lo que en realidad resulta pasmoso no es que Marlaska lo haya cesado precisamente ahora, sino que este individuo pudiera haber llegado a la jefatura de la Comandancia de la Guardia Civil en Madrid y haberse mantenido tantos años con mando en plaza.






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