Un blog desde la diáspora y para la diáspora

jueves, 18 de junio de 2020

Iraeta | Evolución

Desde las páginas de Naiz traemos a ustedes este artículo que nos ayuda a vislumbrar el actual panorama político en Euskal Herria, específicamente en una CAV que sale de la pandemia para entrar en un proceso electoral muy sui generis:

Evolución

Josu Iraeta | Escritor

Basta con leer la prensa diaria, para cerciorarse de que en la CAV se aproximan elecciones y de que estas llegan en una coyuntura complicada. Resulta interesante observar, cómo, quienes habiendo adelantado la convocatoria en la creencia de que les favorece, y –a pesar de la inacabable campaña electoral que están protagonizando– los nervios y las dudas les inducen a cometer errores. En términos marineros se diría que hay mar de fondo, vamos, que la mar «está verde».

Escuchando, leyendo, se percibe en aquellos que no tienen temor a expresar lo que siente y piensan, cómo entre los jóvenes –incluso entre los menos jóvenes– los hay que viven con dudas en lo referente a su identidad. El contraste en la conversación con aquellos que me miran como lo que soy –un abuelo– refleja cierta indefinición, no niegan ser vascos, pero, aunque no les apetece demasiado formar parte de lo que conocen es España, tampoco comparten la «necesidad» del enfrentamiento para defender su identidad vasca.

Todos somos lo que somos, producto de la evolución. Hace medio siglo, en los tranvías que circulaban por Vigo –Galicia– con frecuencia sus viajeros eran marinos que abundaban en la ciudad, y de ellos, algunos eran vascos. Son más de cincuenta los años transcurridos, pero recuerdo perfectamente cómo nos aplaudían los viajeros al escucharnos cantar. En la parada próxima a la escuela de la que éramos alumnos, nos despedíamos siempre cantando aquello de: «Zer gera gu, nor gera gu, euskotarrak gera gu». La cabecera del artículo, lo expresa con claridad; es la evolución.

Centrados en la campaña, que el PNV –coordina desde Madrid– es evidente que el debate sobre qué y cuantos somos, además de a donde nos dirigimos prevalecerá durante algún tiempo, pero, más puntual además de necesario, es aclarar a qué están jugando algunas organizaciones, hoy y ahora.

Esto lo digo porque observo con nitidez, que los «supuestos» roles que hasta ahora identificaban a unos y otros, están variando. Una vez más, nos topamos con la evolución.

No es nuevo, desde siempre somos conscientes de que, en la práctica política, sólo los necios no varían jamás de ideas. La modificación, el cambio, la contradicción, están implícitos en todo movimiento vivo. A nadie se le puede acusar de incoherencia por haber modificado con el paso de los años sus puntos de vista. Es cierto, muy cierto, de acuerdo, pero no todo vale.

La evolución es lógica, necesaria e inevitable, pero no todo cambia. Hay cuestiones que se reproducen una y otra vez. Por ejemplo, la constancia de que hoy –como en los años ochenta del pasado siglo– los presos de ETA que permanecen encarcelados, están siendo utilizados como metralla. Tampoco esto es nuevo, pero sí es malo, muy malo.

Si en octubre de 1977 un gobierno de franquistas «aperturistas» firmó el decreto de amnistía, equiparando así, a quienes hicieron uso de su obligación y derecho a combatir sin tregua a la dictadura fascista de Franco, con los delitos de lesa humanidad cometidos por las «autoridades», durante cuarenta años de dominación. Arrebatando el poder al pueblo, asesinando, torturando masivamente, con condenas arbitrarias, censura de prensa, prohibición de ejercer derechos básicos, intento de exterminar la personalidad euskaldun, etc.

Pues bien, «parece» que tampoco ahora seremos nosotros quienes saquemos a nuestros presos de la cárcel, sino que es el PNV quien está «negociando» su salida. Como digo, ya antes hemos vivido situaciones similares.

No mucho más tarde de la amnistía, el 12 de noviembre del mismo año, el gobierno de Madrid acordó con PNV y PSOE un texto «preautonómico», insatisfactorio y mezquino, dejando fuera a Nafarroa de lo que debiera ser el conjunto institucional de ego Euskal Herria. Así defendió el PNV su ampulosa promesa: «Nafarroa Euskadin».

Ahora y otra vez en Madrid, es el PNV, quien «solapando» al gobierno de la señora Chivite, incluye a los navarros en «sus» negociaciones.

Hoy no vivimos la misma situación política, tampoco el enfrentamiento militar que generaba tensiones en uno y otro bando, y que sin duda hacían aflorar contradicciones –no sólo de carácter organizativo– también ideológico.

¿Alguno recuerda cómo en Orereta, habiendo una Herriko, que funcionaba perfectamente, meses después de su apertura, los «críticos» inauguraron otra a pocos metros? ¿Recordáis por qué?

¿Quizá ya nadie recuerda, cómo y en qué condiciones se inauguró la Herriko del barrio de Loiola de Donostia? ¿Qué era lo que buscaban y qué consiguieron?

De esto puedo opinar con conocimiento de causa, pues a lo largo del tiempo, he tenido la oportunidad de, perteneciendo a diferentes organizaciones y en distintas épocas, tomar parte en un debate en el que las diferencias ideológicas se pretenden solapar con diferencias de orden organizativo. No es muy «revolucionario» cierto, pero son situaciones que se dieron y todo parece indicar que se reproducen.

Me llegan recuerdos de las elecciones municipales en Iruñea –1979– primeras de la «democracia», donde una candidatura abertzale y de izquierda –que no obtuvo ni un sólo concejal– evitó que Herri Batasuna lograse la alcaldía.

Mirando atrás, se ve con claridad que no son pocas las «similitudes» que se observan con la actualidad. Estamos presenciando –otra vez más– cómo en un presunto intento de defender una determinada «ortodoxia» –de la que al parecer unos se aferran y otros huyen–, de hecho, corremos el riesgo de terminar beneficiando al adversario común.

Además de vascos y abertzales, seamos inteligentes, utilicemos el cerebro.








°

No hay comentarios.:

Publicar un comentario