Desde las páginas de El Diario traemos a ustedes este magnífico reportaje histórico en el cual nos informan acerca de un tema poco estudiado hasta hoy.
Lean por favor:
Asociación Sancho de Beurko
A pesar de que la cuestión de los envíos de armas para el Ejército de la República ha sido causa de algunos interesantísimos ensayos —véanse “Armas para España” de Gerald Howson y las numerosas publicaciones del que es, hoy por hoy, el mayor especialista en esta materia, Artemio Mortera-, no hay muchos trabajos sobre el armamento que el Ejército vasco utilizó en las operaciones de 1936-1937, y los pocos que hay son de carácter parcial o hacen referencia a cuestiones sobre si este o aquel fusil se usó o no, algo que está en la mente de prácticamente cualquier aficionado a estas cuestiones sin apenas margen de error, pero se echan en falta artículos monográficos como el que a partir de hoy les presentamos en dos partes. Hace bastantes años que en la Asociación Sancho de Beurko tenemos las cifras del material de guerra capturado a los combatientes vascos en la primera semana de la llamada Ofensiva de Mola del 31 de marzo de 1937, pero, a pesar de que son bastante precisas y detalladas —en algún caso hasta por arsenales o fábricas, lo que en ocasión no permite identificar el modelo exacto-, no se puede precisar a qué unidades le fue entregado y mucho menos las fechas en las que fue recogido sobre el terreno y dónde, ya que la elaboración de estos inventarios correspondía al servicio de recuperación del Ejército rebelde, que se hacía cargo del material cuando ya había pasado la batalla, y se trata de relaciones meramente contables.
Era muy común que los batallones, al ser relevados en los frentes estabilizados, dejasen las armas para los que llegaban bajo control de la jefatura del sector, pues uno de los principales problemas que tuvo el Ejército vasco para pasar de la organización de frentes y sectores a la de brigadas y divisiones que se dispuso desde el gobierno de Valencia para el nuevo Ejército Popular de la República (EPR) era, precisamente, la gran dificultad de completar las plantillas de armamento de esas nuevas brigadas, ni mucho menos asignarles medios artilleros que no se tenían en cantidad suficiente. Dejando aparte otras cuestiones de índole más político que militar —propias del aislamiento del norte gubernamental, que había derivado en el cantonalismo, como por ejemplo la resistencia de los nacionalistas vascos a admitir la figura del comisario político en la nueva organización-, parecidas circunstancias se daban en Asturias y Santander, pero volviendo al caso vasco solo se pudo completar a tiempo el material de las dos brigadas que participaron en la ofensiva sobre Oviedo de febrero de 1937, que llegaron incluso a tener enlaces radiofónicos de campaña, lo cual era algo que no tenía parangón hasta entonces en el EPR a ese nivel.
Sin embargo, cuando las nuevas brigadas de Navarra bajo el mando del general José Solchaga atacaron las posiciones que el Ejército vasco defendía en el norte de Araba nada de esto se había aplicado allí aún y los batallones que cubrían la línea del frente se vieron abocados a un esquema demasiado cartesiano para la ofensiva que se les proponía desde el lado rebelde, que, haciendo gran alarde de medios aéreos y artilleros, se les habían adelantado en organización, si bien les costó muchos sacrificios llegar hasta Otxandio, que fue ocupada tras cinco días de combates la tarde del 4 de abril de 1937. Este nuevo tipo de guerra requería que todos los apoyos (artillería y aviación) fuesen complementarios y coordinados desde “un punto de mando común” (1), que disponía de todos los enlaces necesarios a través de las unidades de transmisiones de la Legión Cóndor, que coordinaba, a través del teniente coronel Wolfram Von Richthofen, todas las operaciones aéreas en el apoyo a la infantería durante su avance.
Ante esto, los batallones vascos sufrieron enormes pérdidas y tuvieron que ser relevados de la primera línea en periodos de dos o tres días —incluso en horas en los casos más graves-, produciéndose un verdadero colapso y el consiguiente caos administrativo que provocó la pérdida de la mayor parte de la documentación generada aquella semana en el Estado Mayor (EM) del sector de Ochandiano-Aramayona, que mandaba el comandante Juan Ibarrola Orueta, incluyendo la información sobre el armamento y apenas existen partes de operaciones en los archivos. Es por ello por lo que tenemos que basarnos en la documentación generada por el bando rebelde, que, a modo de ejemplo, el 4 de abril de 1937 señalaba la captura de un importante depósito de armas y municiones en Olaeta. Para entonces, Ibarrola ya había evacuado su EM al puerto de Urkiola y en breve lo haría a Mañaria. No sería hasta que el frente se estabilizase en la línea de los puertos de Urkiola, Zumelza (Dima) y Barazar que se empieza a poder hacer una verdadera contabilidad del material que cada batallón vasco tenía en sus plantillas, pues ya empiezan a aparecer algunos documentos.Por aquel entonces llegaron a este frente las dos primeras brigadas asturianas, que trajeron su artillería propia: dos cañones Krupp de 77 mm y dos obuses Schneider de 105 mm. En el año 2002 se publicó el libro “Saibigain el monte de la sangre”, del que es coautor uno de los creadores de este blog, Guillermo Tabernilla (2). Haciendo uso de los documentos y testimonios que se citan en esa obra expondremos los datos que se conocen de las armas ligeras que los batallones del Ejército vasco y de la 2ª Brigada Expedicionaria de Asturias utilizaron en los combates librados en el sector de Urquiola-Mañaria durante las operaciones que tuvieron como epicentro al monte Saibigain, siempre bajo el mando de Ibarrola, que tenía como jefe de EM a Valeriano Marquina. Una batalla bien estudiada en el marco de una guerra como la que se libraba en los montes vascos nos permitirá una novedosa perspectiva sobre el material bélico que se repartió a aquellos hombres —que había sido vendido muy por encima de su valor real de mercado, al tratarse, en gran medida, de material excedente de la Primera Guerra Mundial (PGM), pero era lo que había disponible por aquel entonces- y el uso que dieron de él en aquellas difíciles condiciones, lo que puede servir para explicar algunas cosas que solo la microhistoria permite.
La 3ª Compañía del Batallón n.º 65 de Máquinas de Acompañamiento de Infantería (MAI) Irrintzi (Partido Nacionalista Vasco, PNV) tenía dos cañones antitanques Maklen de 37 mm y 12 morteros Valero de 81 mm. Esta compañía, bajo el mando de Ramón Olazabal, venía retirándose desde Otxandio, por lo que su intervención se circunscribió a los dos antitanques que mantuvo del 3 al 5 de abril en las inmediaciones de Urkiola. El Maklen —en realidad, McClean- fue un cañón norteamericano de tiro automático fabricado a principios del siglo XX que nunca fue reglamentario en aquel país y se exportó a Rusia, que lo utilizó durante la PGM, si bien no fue un modelo exitoso y parece que fue usado por los rusos como arma de segunda línea. Llegó al puerto de Bilbao en el vapor soviético Andreev el 2 de noviembre de 1936 y se vio tanto en el frente norte como en el madrileño. La 1ª Compañía del MAI Irrintzi llegó al sector para el ataque sobre el Saibigain del 14 de abril y trajo unos cuatro morteros Valero de 81 mm modelo 1932, que se fabricaba en la fábrica de Esperanza y Cía. de Markina y tenía un alcance de 2.200 m. Fue ampliamente utilizado durante la Guerra Civil y también en la posguerra. La versión más pequeña, la de 50 mm, tendría tanto éxito que fue copiada por los británicos como modelo de 2 pulgadas, viendo acción durante la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial (SGM). También estuvo en el sector la otra unidad de morteros del Ejército vasco, el batallón n.º 72 Morteros de Euzkadi, que desplazó 15 Valero de 81 mm para apoyar el ataque de los asturianos sobre el Saibigain del día 12 de abril (3). Finalmente, por Urkiola pasaron de regreso a su cuartel de Basauri las tres baterías de 75 mm Krupp Ansaldo del recientemente formado 3º Regimiento de Artillería Ligera de Euzkadi que se retiraban de Otxandio. Una de esllas, al mando del teniente Eizaguirre, permaneció en Urkiola un par de días. Se trataba de unos cañones italianos que había traído al puerto de Bilbao el vapor panameño Tinge el día 23 de marzo.
Entre los batallones de infantería citaremos a los primeros en llegar al sector: el Meabe n.º 2 (Juventudes Socialistas Unificadas, JSU) ocupó posiciones en el Saibigain el 5 de abril, cuando ya se había perdido Otxandio y se retrasó la línea que defendía el Ejército vasco. Se trataba de un batallón que había sufrido una verdadera debacle el primer día de la ofensiva en el monte Albertia, donde perdió los efectivos de dos compañías entre heridos, muertos y desaparecidos. A comienzos del año 1937 tenía en su haber 375 fusiles, nueve fusiles ametralladores (a partir de ahora, FA) y un mortero Valero de 50 mm (4). Los fusiles eran de acción Mauser en calibre 7,92x57, como se desprende de una fotografía de Juan Miguel Bombín, pero no se puede discernir si se trata del modelo checo (vz. 24) o el polaco (wz. 29), algo parecido nos ocurrirá al analizar otros batallones, donde, a falta de evidencias fotográficas, no será posible distinguir entre los numerosos fusiles que también disparaban esta munición: además de los citados, las diversas variantes fabricadas en Alemania Gew 88, Gew 98 y la carabina Kar 98a. El día 6 de abril, cuando los milicianos del Meabe se enfrentaron a los requetés del Tercio de Navarra en el Saibigain, eran apoyados en la cumbre por 60 hombres de la 4ª Compañía del UGT n.º 3 González Peña —la 2ª Compañía se situó más abajo, hacia el puerto- , un batallón de ametralladoras que llevó cinco máquinas (una sin trípode) Colt de calibre 7,62x54 R y un número indeterminado de fusiles Berthier 1907/15 calibre 8 mm Lebel; ambas armas llegaron procedentes de la Unión Soviética, que las almacenaba en sus parques.La ametralladora Colt-Browning modelo 1895 era norteamericana y fue bautizada con el apodo de potato digger, siendo la primera accionada por gas en entrar en servicio. Un arma fiable que estaba refrigerada por aire, si bien había que poner trapos mojados en el cañón para que no se calentase en exceso y se alimentaba por cintas de munición de lona que causaban encasquillamientos al mojarse los días de lluvia, según nos relató Eduardo Uribe. Fue usada en el Ejército de los Estados Unidos, si bien no de modo generalizado, y también en la Armada y en el Cuerpo de Marines, siendo adoptada por numerosos países, entre ellos la Rusia zarista, que la encargó recamarada a su cartucho de ordenanza, el 7,62x54 R. Estas últimas son las que llegaron a la España republicana durante la Guerra Civil. Los fusiles Berthier 1907/15 tenían un depósito de tres y, en su variante de 1916, de cinco cartuchos y formaban parte del arsenal del Ejército francés, siendo ampliamente utilizados durante la PGM, donde complementaron al robusto fusil Lebel 1886, al que mejoraban en algunos aspectos como el uso de peines de munición, utilizando la misma munición de 8x50 R, que fue la primera en usar pólvora sin humo. Esta arma se encontraba en grandes cantidades en el sector de Ibarrola y equipó a las diversas unidades que iban llegando. Haciendo línea con el Meabe n.º 2 defendía la carretera de Urkiola el batallón Azaña de Bizkaia (Izquierda Republicana, IR), que, dando la cara al enemigo, enlazaba a su izquierda con el Larrazabal (Partido Nacionalista Vasco, PNV) —llegado a Urkiolamendi para relevar al Itxarkundia (PNV)-, pero se desconoce el armamento que ambos podían tener. En la segunda y última parte del artículo ahondaremos en el final de la batalla de Saibigain y hablaremos del Itxarkundia y de los otros batallones que llegan al sector.
Si quieres colaborar con “Ecos de dos guerras” envíanos un artículo original sobre cualquier aspecto de la SGM o la Guerra Civil y la participación vasca o navarra al siguiente email: sanchobeurko@gmail.com
Los artículos seleccionados para su publicación recibirán una copia firmada de “Combatientes vascos en la Segunda Guerra Mundial”
(1) Josu Aguirregabiria y Guillermo Tabernilla: “Seis días de guerra en el norte de Álava. Comienza la ofensiva de Mola (31 de marzo-5 de abril de 1937)” en Saibigain n.º 6 (2018), p. 18.
(2) Guillermo Tabernilla y Julen Lezamiz. (2002). Saibigain el monte de la sangre. Asociación Sancho de Beurko: Bilbao.
(3) CDMH, PS Santander, Leg. 210, Expte. 1.(4) Estimación que hacen los autores después de analizar un documento enviado por Modesto Arambarri al general Llano de la Encomienda fechado el 27-1-1937 y titulado “Relación que se cita de lo que falta a los batallones de Infantería que han de formar parte de las 2 brigadas para tener la plantilla asignada por el Ejército del Norte” (AN/FSA, GE 66/15).
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