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jueves, 19 de marzo de 2020

Felipe el Caceroleado

Le han pegado con todo desde los balcones y utilizando cacerolas.

Ahora falta que lo hagan en las urnas.

El caso está en que Felipe el del 155 en contra de Catalunya ha salido a dar un discurso cosmopaleto a más no poder obligado por las circunstancias que impone la contingencia del SARS CoV-2 y lo que ha recibido es un concierto de metales que muy bien podría hacer de referendo revocatorio de su corona, muy tocada por el tema de las generosas donaciones por parte de los socios saudíes a quienes por cierto, él mismo no ha dejado de vender armas pese a las terribles imágenes que nos llegan de Yemen.

Desde los días posteriores al 11-M no se vivía algo así.


Ya veremos.

Por el momento, les dejamos con esto que reporta Naiz:


Inmerso en el mayor escándalo conocido en la Monarquía borbónica, Felipe VI ha intentado lavar su imagen esta noche con un discurso televisivo que apela a «evitar diferencias» en la batalla contra el coronavirus y se deshace en elogios a los sanitarios. En los balcones de todo el Estado, caceroladas de protesta.

Ramón Sola

«Debemos dejar de lado nuestras diferencias y unirnos», ha sido el previsible mensaje de Felipe de Borbón en un mensaje al Estado español lanzado esta noche desde televisión. «Este virus no nos vencerá, al contrario, nos va a hacer más fuertes, en pie contra cualquier adversidad», ha dicho en una intervención en la que no han faltado algunas menciones semibélicas, incluso cuando ha elogiado a los sanitarios: «Nuestra mayor admiración y respeto, total apoyo. Sois la vanguardia de España, nuestra primera línea de defensa».

En plena crisis sanitaria del coronavirus, el rey español ha tratado así de dejar en segundo plano el enésimo y hasta ahora mayor escándalo de la Monarquía borbónica. Lo que hasta podía pasar como un mero «corinnavirus», pasto para el amarillismo, ha terminado delatando algo tremendamente grave por su tufo corrupto: un «regalo» saudí de cien millones de dólares que tiene como titular a Juan Carlos de Borbón pero como segundo destinatario a su hijo Felipe. Sobra decir que no ha habido mención alguna a ello en la alocución televisada.

A las 21.00, coincidiendo con el inicio del mensaje, han sonado caceroladas de protesta por todo el Estado, aunque especialmente en pueblos y ciudades de Euskal Herria y Catalunya, en algunos casos durante más de diez minutos, superando sobradamente en duración el escueto mensaje monárquico. Los partidos firmantes de la Declaración de la Llotja secundaban el llamamiento popular que había corrido por las redes sociales y que ya había tenido un primer ensayo potente a mediodía.

El discurso en sí ha sido intrascendente. Como cabía anticipar, ha agradecido los esfuerzos ciudadanos para frenar la expansión del virus con una estrategia que «altera nuestra vida y costumbres de una forma muy traumática» y asegurado que darán resultado: «Todos los españoles pueden sentirse protegidos». Las apelaciones la «responsabilidad» o el «esfuerzo» solo han conseguido aumentar el eco de cazuelas en los balcones.

Durante la jornada, la protesta ha sido calentada con iniciativas ciudadanas de todo tipo, desde la campaña para exigir a la Corona española que destine a la sanidad pública los 100 millones «donados» desde Arabia Saudí a la creación de aplicaciones de móvil para hacer más sonora la cacerolada.

Así han sonado las caceroladas en Gasteiz, Iruñea o Bilbo:

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