Se acerca la manifestación en favor de los presos políticos vascos programada para el 12 de enero a llevarse a cabo simultáneamente en Baiona y en Bilbo.
Hoy, Gara vuelve a poner sobre la palestra la situación de los hijos de los represaliados que son sometidos a la política carcerlaria draconiana conocida como dispersión.
Recordemos que el desarme de ETA se escenificó hace ya dos años y que el primer aniversario de su desmovilización ya se acerca, lo cual demuestra que las medidas de excepción en contra del pueblo vasco por parte tanto de Madrid como de París nunca estuvieron realmente relacionadas con la actividad armada de la organización antifascista sino con la política anacrónicamente colonialista de ambas metrópolis, una a la que no le importa afectar severamente a menores de edad.
Aquí la información:
La realidad de los «niños de la mochila», visualizada en los últimos años, sigue muy lejos de resolverse. De los 93 hijos e hijas de presos vascos que no llegan a la mayoría de edad, 70 tienen que hacer viajes de más de 1.000 kilómetros para poder visitarles. Un castigo cuyos riesgos volvieron a quedar ayer de manifiesto con un nuevo accidente.Ramon Sola e Idoia ErasoLas consecuencias de la política carcelaria de alejamiento extremo de los presos vascos repercuten muy especialmente sobre los familiares de más edad y sobre los de menos. La problemática de los «niños de la mochila» ha adquirido eco y movilizado conciencias en estos últimos dos años, pero apenas se ha modificado. Los datos incluidos en el último ejemplar de la publicación ‘‘Kalerainfo’’ son elocuentes al respecto: de los 93 hijos e hijas menores de edad de miembros de EPPK, nada menos que 70 son obligados a recorrer más de 1.000 kilómetros para poder ver, y en el mejor de los casos abrazar, a su padre o madre y volver después a casa. Únicamente una cuarta parte (23) los tienen a una distancia de menos de 500 kilómetros.Andalucía, la comunidad autónoma más alejada de Euskal Herria, es también la que más «conocen» estos niños, adolescentes y jóvenes, dado que 21 tienen que viajar hasta allí, en cuyo caso los kilómetros a recorrer para cada visita se acercan o superan los 2.000: cinco tienen algún progenitor en Huelva, cuatro en Granada, tres en Sevilla, Puerto y Algeciras, dos en Córdoba y uno en Almería.No lejos de ahí está Valencia, que es el destino más impuesto a estos menores: son nueve, el 10%. Más kilómetros aún toca recorrer para llegar a Fontcalent (3), Villena (2), Herrera (3), Cáceres (1), Curtis (3) o A Lama (4). Los datos corresponden a principios de diciembre, pero desde entonces apenas ha habido movimientos y excarcelaciones.En el Estado francés su situación ha mejorado considerablemente con los acercamientos, que hacen que, de los 20 «niños de la mochila» en el Estado francés, ocho (el 40%) tengan a su padre en Lannemezan, a unos 300 kilómetros de la media de su lugar de residencia, y dos (el 10%) en Mont de Marsan, a unos 250. No obstante, casi 2.000 kilómetros se les imponen todavía a los seis hijos e hijas abocados a viajar a la zona de París (cuatro a Réau, uno a Osny y otro de Fresnes), y se necesitan más de 1.000 para ir y volver de Rennes, St. Martin de Ré o Arles.En este recuento únicamente se computa a los hijos e hijas, como familiares más cercanos. Ampliando el análisis a otros grados como sobrinos o nietos, la cifra crece muy considerablemente. El estudio realizado por Etxerat en 2016 (‘‘Los niños de la dispersión’’) elevaba el número total de menores afectados a casi un millar, en un momento en que había 373 presos, casi un tercio más que ahora.La fotografía de este colectivo no está completa sin citar a los cuatro bebés que viven con sus madres en prisión (tres en Valencia, uno en Aranjuez) y que por imposición legal serán separados de ellas a los tres años.Afecciones ya diagnosticadasEstos números, contundentes pero fríos como dígitos que son, no alcanzan a resumir cómo afecta esta situación a cada menor. Para ello hay que acudir a sus testimonios, que habitualmente inciden en las afecciones a su vida social y rendimiento escolar, o bien al diagnóstico de los profesionales de la sicología.Al respecto, un informe de los profesores de la EHU-UPV Fernando Olabarrieta y Maria Luisa Reizabal, incluido en el informe de Etxerat, detalló síntomas como estado de ánimo depresivo, irascibilidad, pérdida de interés por actividades gratificantes, sentimientos de inferioridad, percepción de incertidumbre, ideas recurrentes relativas a la muerte, estrés, alteraciones del sueño, cansancio físico...A estas afecciones ya testadas se suma el riesgo de sufrir accidentes, como demuestra el sufrido por la pareja y el hijo de 23 meses de Garikoitz Aspiazu en Arles el pasado 1 de enero, según informó ayer Etxerat.La manifestación por los presos en Baiona tiene ya el apoyo de más de 150 electos y sigue sumando adhesionesLa pluralidad y el gran número de personas reunidas ayer en la comparecencia ante los medios en Baiona en apoyo a la manifestación por los presos del sábado es reflejo de la dimensión y el apoyo que está recibiendo la cita en Ipar Euskal Herria. Por ahora son más de 150 los electos que se han adherido a la movilización, aunque tal y como destacaron el artesano de la paz Mixel Berhocoirigoin y la presidenta de Bake Bidea, Anaiz Funosas, la cifra es provisional, ya que han hecho un llamamiento público y prevén que el número aumente considerablemente.Recordaron las más de 1.000 adhesiones que obtuvieron de cara a la manifestación de París el 9 de diciembre de 2017. Según remarcó Funosas, «la implicación no hay que renovarla cada año, los apoyos son duraderos». Aún así las reuniones continuarán durante esta semana, e incluso después de la marcha, tal y como confirmó ayer Bake Bidea.El concejal abertzale de Hendaia Iker Elizalde y la consejera regional socialista Ëmilie Dutoya explicaron que no ha habido tiempo para recabar más llamamientos, pero que van a continuar con los encuentros más allá de la manifestación. «Nos vamos a reunir con los electos y exelectos, y vamos a hablar e intercambiar ideas para ver que se debería de hacer de cara al futuro», explicó Elizalde.Entre los 150 apoyos recabados, 60 son de alcaldes de los tres herrialdes del norte, y algunos ocupan también puestos de responsabilidad en la Mancomunidad Única. Una gran parte de los vicepresidentes y consejeros delegados de la institución tomaron la palabra ayer, para secundar la reivindicación e interpelar al Gobierno de París en defensa de la paz, en nombre de la sociedad vasca.
Jean-René Etchegaray, presidente de la Mancomunidad y alcalde de Baiona, denunció la impasibilidad del Gobierno, incluso ante accidentes como el ocurrido a la familia de Garikoitz Aspiazu esta semana. Mientras recordaba las 15 víctimas y 7 accidentes ocurridos en 2018 denunció el «autismo del Estado» ante los cambios ocurridos desde Aiete. Afirmó que la sociedad vasca ha trabajado a favor de la paz, y que en París deben «escucharnos, comprendernos y aplicar la ley».De hecho, la aplicación de la ley «sin discriminación política» fue una de las peticiones más repetidas, que llegó de la mano de Kotte Ecenarro primer vice-presidente y alcalde de Hendaia; Bruno Carrere consejero y alcalde de Uztaritze; Michel Veunac vice-presidente y alcalde de Biarritz; Jean-François Irigoyen alcalde de Donibane Lohizune; Francis Gonzalez consejero y alcalde de Bokale; así como Battitta Laborde Lavignette consejero y alcalde de Sara, entre otros.Daniel Olçomendi, consejero y alcalde de Izura señaló que «es imposible asumir que las conversaciones se lleven a cabo en función de las relaciones con los españoles». La vice-presidenta Martine Bisauta recordó que después de numerosos inquilinos en el Eliseo, los dos últimos habían comenzado a dar pequeños pasos, pero una vez más el cambio de poder (esta vez en el Estado español) ha paralizado la situación.
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