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jueves, 11 de abril de 2019

Blindarán Miarritze

La revuelta de los Gilets Jaunes continúa en el estado francés.

Los del G7 tienen agendado reunirse en suelo vasco, en Miarritze, Iparralde... hoy en día bajo ocupación francesa.

Los ingredientes ahí están.

Les traemos este reportaje de Naiz para así tener una mejor idea de lo que se perfila:


A cuatro meses de la reunión en Biarritz de los líderes de siete de los países más poderosos del planeta, tanto los Chalecos Amarillos como las organizaciones que integran la plataforma G7 Ez! perfilan su calendario de movilizaciones. Por su parte, el plan de seguridad suma nuevas medidas, cara a aislar la ciudad. Al cierre del aeropuerto, ya previsto, se suma ahora el anuncio de que en el último fin de semana de agosto tampoco se podrá acceder por tren a Biarritz.

Maite Ubiria

Los Chalecos Amarillos han sido los últimos en dejar caer que pueden convocar «una protesta a escala hexagonal» en los prolegómenos de la cumbre del G7, que se celebrará entre el 24 y el 26 de agosto, en Biarritz.

Efectivamente, este movimiento ya se hizo oír en la ciudad costera con motivo de la celebración, en diciembre del año pasado, de una reunión preparatoria con vistas a ese cónclave.

Ahora, distintos grupos que siguen activos en Euskal Herria, con mención especial a los «chalecos» de Baiona (Puente Rojo) y Hendaia, dan a entender que han planteado en la última reunión de coordinación a escala del Estado francés que realizar una protesta en fechas próximas a la reunión del G7 «puede ser una buena opción».

De acuerdo a la información de la radio pública FranceBleu, representantes del movimiento en Euskal Herria tomaron parte en una macro asamblea, el 6 y 7 de abril, en St Nazare, en la que dejaron caer esta posibilidad, aunque sin concretar si se trataría de un llamamiento propio o de una iniciativa para converger con otros colectivos que se oponen igualmente a la celebración de esa cumbre internacional.

Cabe recordar que el exprefecto de Pirineos Atlánticos, Gilbert Payet, relevado, por cierto, en su cargo en plena etapa de preparación de una reunión que implica un reto político mayor para Emmanuel Macron, ya dio por sentado, en la presentación, en enero, de las líneas maestras del plan de seguridad que, coincidiendo con la cumbre, se restringirá el derecho de manifestación.

Expresivamente manifestó que quienes quieran protestar «deberán hacerlo mucho antes y mucho más lejos», ya que la zona de restricción de movimiento se extenderá, como poco, a todo el Departamento de Pirineos Atlánticos.

Con todo, las organizaciones que integran la plataforma G7 Ez! han lanzado una invitación abierta a participar en actos de rechazo a la cumbre «entre el 17 y el 23 de agosto».

Los integrantes de la plataforma, entre los que hay sindicatos, colectivos sociales, organismos juveniles o internacionalistas, aspiran a celebrar una semana antes de la cumbre un programa de actividades, que todavía no han concretado, para denunciar «el crecimiento intolerable de la pobreza y las desigualdades» que ligan directamente con el sistema que representa el G7. Es por ello que reclamarán «cambios profundos y radicales en el sistema económico y social».

«Operación retorno»... sin transporte

Mientras las entidades ciudadanas perfilan el calendario de protestas, las instituciones implicadas en el comité de pilotaje del G7, que ha vuelto a reunirse esta semana, quieren ver la celebración de la cumbre en Biarritz «como una oportunidad» principalmente desde el punto de vista de los réditos económicos y de imagen «para la ciudad y todo el territorio».

La última institución vinculada a ese grupo de trabajo que ha solicitado que «se despejen las dudas» planteadas por la cuestión de la seguridad ha sido la Cámara de Comercio e Industria de Baiona (CCI), entidad que, la semana pasada, se postulaba como copatrocinadora de una reunión para «trasladar tranquilidad» a los agentes económicos, y en particular a los comerciantes de Biarritz.

No cabe olvidar que la alta reunión internacional coincide con un fin de semana de máxima frecuentación turística y no son pocas las dudas en la ciudad costera labortana sobre el balance dejará un evento que, por una parte promete una total ocupación hotelera -Biarritz dispone de unas 4.000 plazas hoteleras que no podrán satisfacer las necesidades de los 15.000 visitantes que, según datos provisionales, acarreará la cumbre- pero que, por otra, va a limitar de forma drástica el movimiento de personas en el centro urbano y comercial.

Durante el último fin de semana de agosto, y previsiblemente desde la semana anterior, la Grande Plage estará cerrada al público, a fin de que las fuerzas de seguridad puedan proceder al control de toda la zona del Hotel du Palais, referencia central de la reunión internacional.

Desde el 22 de agosto se cerrará el aeropuerto de Biarritz, donde sólo podrán aterrizar aviones de las delegaciones que acudirán al encuentro, lo que implica un rompecabezas mayor en plena operación de retorno de vacaciones de agosto.

Por si fuera poco, la medida afectará igualmente a la estación de tren de Biarritz. Ello implica que los veraneantes que quieran acceder o salir de la ciudad en ese fin de semana de fuerte tráfico no podrán hacerlo desde esa estación. Tampoco cabe descartar que las restricciones se impongan también finalmente a otras paradas próximas, caso de Donibane Lohizune, Baiona o Hendaia, lo que multiplicaría las afecciones para los usuarios.

A ello hay que sumar las medidas que París va a adoptar en la muga, ya que el gobierno galo ha adelantado que solicitará mantener la suspensión del acuerdo de libre circulación (Schengen) con vistas a intensificar los controles o incluso a proceder a «cierres de frontera intermitentes», principalmente en el paso de Biriatu-Hendaia.







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