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lunes, 16 de marzo de 2015

A Un Año de San Telmo

Gara trae a nosotros este reportaje donde se desmenuza el contenido del comunicado llevado a cabe por Sare con el Museo de San Telmo como escenario:


Joseba Azkarraga y Teresa Toda | Portavoces de Sarea

Hace ahora justamente un año, un grupo de personas comparecimos en San Telmo con un breve documento, sencillo y directo, llamando a articular una red ciudadana en Euskal Herria en defensa de los derechos humanos, concentrada en un ámbito concreto: los derechos de las personas presas y sus familiares, que siguen siendo vulnerados con el implacable mantenimiento de la dispersión y la legislación excepcional sobre penas. Incluíamos asimismo los derechos de las personas exiliadas y deportadas, y la necesidad de resolver su situación.

El grupo inicial declaraba su intención de «aportar nuestro grano de arena en la consecución de una paz definitiva», en la creencia de que el trabajo en defensa de los derechos humanos no solo es «legítimo sino necesario». En ese sentido, partíamos de «un impulso individual para mostrar una voluntad colectiva». El 15 de junio de 2014 nació formalmente Sare y el 20 de setiembre, en el Bilbao Arena de Miribilla, presentó sus propuestas concretas para el primer tramo de su andadura, con el Libro de la Dispersión en las manos. La red comenzó a tejerse, a perfilarse humanamente, de persona en persona, como se definió en origen.

Llegó el 10 de enero, subrayando con decenas de miles de luces las reivindicaciones básicas de esta red ciudadana: el fin de la dispersión, la puesta en libertad de presas y presos enfermos, y mayores de 70 años, la derogación de la legislación excepcional que posibilita tales abusos y situaciones como largos años de aislamiento. Sare enmarca todos estos puntos en el cuadro más amplio de una resolución global del conflicto que incluya a presas y presos políticos y el respeto de los derechos humanos de todas y cada una de las personas que habitan Euskal Herria.

Y al multitudinario 10 de enero le siguió el 12, con una intervención de la Guardia Civil encaminada a estrechar aún más los márgenes de la defensa legal de presos y presas y a entorpecer y dificultar la labor de denuncia y reivindicación contra la dispersión. Un obstáculo en el corto camino de Sare, trabas y problemas inesperados, pero que no va a suponer en absoluto el final o el cambio de nuestro rumbo.

Así pues, transcurrido un año desde aquella Declaración de San Telmo, no cabe ninguna duda de que la voluntad mayoritaria de la sociedad vasca no solo se mantiene, sino que se expande, aunque no se haga visible cada día y aún nos quede muchísimo por hacer en este terreno. Por tanto, podemos decir que las cosas no están igual que hace 12 meses, pese a lo que pueda a veces parecer.

Si nos paseamos por la página web de Sare o recordamos de memoria, veremos que han sido decenas las presentaciones de Sare en otros tantos lugares de Euskal Herria, y que son muchos más aquellos pueblos o barrios donde se están tejiendo los primeros contactos para hacer red. Sabemos que el Libro de la Dispersión va llegando a diversas gentes y rincones, aunque hay que mejorar y extender su difusión. La gente pregunta, y a raíz de la pregunta viene la participación. Hay miles de personas «enredadas» ya en Sare y, de ellas, varios cientos dedican horas, esfuerzo, imaginación, relaciones, trabajo, a dar forma a esa red en sus pueblos o barrios.

Si recorremos las hemerotecas y redes sociales de estos meses, constataremos, por ejemplo, que van siendo menos las voces que defienden la dispersión y más las que la cuestionan de raíz, incluidas algunas de la judicatura. Tanto en Euskal Herria como en el propio Estado español y en ámbitos europeos.

Aunque el Estado español, y el francés a remolque del primero, se estanquen en su negativa, la dispersión vuelve a estar más presente en debates en medios de comunicación, en preguntas parlamentarias, en iniciativas ciudadanas grandes y pequeñas, y en decisiones del Tribunal de Estrasburgo, que deberían tener una incidencia inmediata sobre la cuestión. En dos casos, uno en Rusia y otro en Ucrania, su dictamen ha sido rotundo: los presos afectados tienen que ser acercados a los lugares de residencia de sus familias. Para su decisión, el Tribunal se pronuncia sin ambages sobre la situación de las y los familiares, así sobre como la voluntad de los presos de tener visitas con ellas. Estas sentencias sí serían de aplicación en el Estado español, que es estado miembro del Consejo de Europa donde se establecen estas normas estandarizadas. Lograr que se exija su cumplimiento es una tarea que incumbe también a la sociedad vasca y sus representantes.

Sare ha ido perfilando un camino que tiene que llevar a activar a personas y agrupaciones para acabar con la dispersión, terminar de una vez con la vulneración de los derechos de millares de personas dentro y fuera de las prisiones. Hay que cortar ya ese sufrimiento que se mantiene vivo en la sociedad vasca por la decisión empecinada del Gobierno español, una decisión solo comprensible en un esquema de vencedores y vencidos que conlleva añadir castigo y venganza a las ya de por sí durísimas condenas derivadas de las legislaciones excepcionales. Hay que levantar la carga que tantas familias y personas allegadas llevan desde hace tantos años, con un enorme coste económico, emocional, psicológico; una carga que pone vidas en riesgo cada fin de semana, en viajes que no se realizarían si no fuera por la dispersión.

En nuestro recorrido, hemos constatado que para hacer frente con contundencia a esta situación, es necesario que la dispersión, las leyes de excepción, la situación de personas deportadas, exiliadas y huidas pasen de ser puntos de confrontación entre fuerzas políticas a la agenda abierta del acuerdo en torno al respeto a los derechos humanos. Pues de eso se trata: de derechos humanos. Sare no actúa en función de la ideología de tal o cual persona o grupo afectada por esta cuestión. No. Sare actúa, y aspira a que la sociedad así se conciencie, ante una cuestión de derechos humanos, de grave vulneración de derechos humanos.

Los derechos humanos son una tercera parte del enunciado que movió al grupo inicial de Sare, y que hoy permanece como base de su ideario: derechos humanos, resolución, paz. Una trinidad indisoluble, interrelacionada, si se quieren cerrar de verdad tantas heridas profundas y sufrimientos acumulados en estas décadas. Sare reconoce el dolor y el padecimiento de todas las víctimas de las violencias habidas en Euskal Herria, y repararlo es parte del proceso. Pero no se puede argumentar el sufrimiento de unas partes para mantener vivo el de otra, para prolongar vulneraciones de derechos cuando la violencia de ETA ha desaparecido de la escena.

Las mencionadas sentencias de Estrasburgo son dos puntos de apoyo importantes para el trabajo que pueda desarrollar Sare. Pero ese trabajo no será nada si no está soportado sobre una red amplia y fuerte, capaz tanto de responder en momentos concretos a hechos urgentes como, sobre todo y ante todo, de hacer una labor cotidiana que vaya calando en la sociedad y, desde ahí, aguijonee a los organismos con los que esta cuenta para desarrollarse social y políticamente. Es decir, la conciencia de que hay que acabar con la dispersión como parte del proceso de resolución definitiva tiene que ir sembrándose en partidos políticos, sindicatos, movimientos sociales, entidades deportivas, culturales, médicas, de enseñanza, religiosas... llevándoles a actuar, no solo a declarar. La presión social que se genere, el que se vea la preocupación y exigencia de decenas de miles de personas cada día, es un factor básico para llegar a acuerdos y mover voluntades.

En ese empeño, Sare va a seguir trabajando, partiendo de las personas en cada localidad para fortalecer esa red ciudadana que provoque compromisos y acciones a todos los niveles para acabar con la dispersión y las vulneraciones de derechos humanos.






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