Hace un par de días les compartíamos lo sucedido en la capital aragonesa cuando una turba de ultraespañolistas provocaron la cancelación de una conferencia acerca de la actualidad política en Euskal Herria al atacar violentamente a los asistentes a la misma.
Pues bien, ahora les compartimos un relato de primera mano acerca de lo sucedido, pues un buen amigo nuestro estuvo presente durante el negro episodio:
Acabo de volver a casa de la charla, más bien de la no-charla. He escrito mi visión de lo que ha pasado y que he vivido en primera persona. Ahí va...
Llegué a las 19.20 a la Facultad de Económicas. El pasillo que dirigía al Salón de Actos estaba bastante lleno de gente, pero se pasaba sin dificultad. No les miré demasiado, pero tampoco parecían especialmente significados. Entré al Salón de Actos sin problema y me senté. Los ponentes ya estaban en la mesa. Sin empezar el acto se produjo un tumulto en la puerta, me pareció que debido a gente a la que se le negó la entrada. Se colocó un mueble como barricada en la puerta abierta mientras arreciaban fuera los cánticos de “yo soy español”, “que viva España” y algunos gritos de “hijoputas” y “asesinos”. Una piedra entró por la puerta e impactó en la pared de la sala, donde estábamos en ese momento unas 60 personas.
Un amigo entró, se sentó a mi lado y me dijo que había gente que no se atrevía a entrar porque lo impedía un numeroso grupo que estaba en la puerta del edificio. Comenzó el acto con la presentación del mismo en castellano y aragonés. Los gritos seguían y los nervios crecían. Tomo la palabra Oskar Matute pero no duró más de cinco minutos. Entró un hombre trajeado, saludó a la mesa, tomó el micrófono y comunicó que era el Rector de la Universidad y que suspendía el acto por seguridad. Dijo que la policía estaba fuera; que habían despejado la salida y que fuéramos saliendo; si no, autorizaría a la policía para que nos sacara. Los ponentes salieron por una puerta lateral y a los asistentes nos echaron a los leones.
Salimos a la calle todos juntos y decidimos ir en grupo hasta la Madalena, el barrio en el que sabíamos que tendríamos protección. Cruzamos hacia el paseo Independencia y vimos como nos seguía un numeroso grupo de ultraderechistas, de hecho superior en numero al nuestro. A mitad del paseo empezaron a llover piedras sobre nosotros, los fascistas se habían aprovisionado de las obras del tranvía. De las mismas obras salieron las vallas que tiramos para protegernos y proteger a los mayores, embarazadas y una mujer con bebé que iban entre nosotros. Algunos adoquines volaron en dirección contraria. 100 metros más adelante llegó la policía. Cuando llegó los fascistas se esfumaron y durante media hora fuimos identificados y cacheados por los antidisturbios, mientras los fascistas nos observaban en pequeños grupos a distancia. Cuando esto acabó seguimos en grupo, aunque ya sólo quedábamos unos 25.
Paramos en la plaza de España y esperamos a que vinieran amigos convocados por móvil para formar un grupo más grande y no correr el peligro de ser agredidos nuevamente. Finalmente sobre las 21.30 llegamos a la Madalena y nos dispersamos. A esa hora un furgón de la policía seguía dando vueltas al barrio. Y sabiendo que lo más probable es que los fachas siguieran rondando tomé un taxi para llegar a mi bicicleta y volver a casa.
La información del Heraldo de Aragón es más o menos correcta, salvo un uso tendencioso de “disturbios” y “reyerta”: fue simplemente una agresión, consentida al principio por la policía. Eso fue lo que vieron, y lo sé porque hablé con uno de los periodistas que cubrían el acto y al que conocía personalmente. Pero claro, luego la redacción también importa.
Esta es la tierra en la que vivo. Y si se leen los comentarios de la noticia en el periódico... Bueno, hay algunos simplemente espeluznantes.
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