Un blog desde la diáspora y para la diáspora

lunes, 11 de enero de 2021

Anasagasti y Nuestra Amada Cuba

Quienes integramos el equipo editorial de este blog habitamos distintos rincones de Nuestra América, esa porción del planeta tan afectada por el imperialismo europeo primero y el estadounidense más recientemente.

Es por ello que además de dar a conocer a los internautas lo que sucede con Euskal Herria en su largo y complicado camino a su autodeterminación y recuperación de su soberanía, también dedicamos algunas publicaciones al devenir de naciones con presencia de la diáspora vasca como son Argentina, Chile, Uruguay, Venezuela, Bolivia y por supuesto, Cuba.

De hecho, varios de nosotros formamos parte o somos solidarios con la Asociación Euskadi-Cuba, responsable por la presencia en el internet de la página Cubainformación.

Es pues natural que, por ser latinoamericano y de izquierda, celebremos junto con nuestros compatriotas vascos el triunfo de la Revolución Cubana cada 1° de enero, mientras el resto del mundo festeja la llegada del nuevo año según el calendario gregoriano.

Pues bien, resulta que la más reciente celebración en Bilbo ha causado mucho resquemor entre los vasquitos colonizados, esos que votan al PNV, al PP, al PSOE e incluso a engendros franquistas como UPyD o Vox.

A ellos va dedicado este texto que hace los rondines en Facebook:


Respondemos a Iñaki Anasagasti

Desde Euskadi-Cuba respondemos a los insultos del ex senador vasco Iñaki Anasagasti contra los colectivos que, el pasado 1 de enero, celebramos el 62 aniversario de la Revolución cubana y reivindicamos el fin del bloqueo de EEUU contra Cuba, con un barco que recorrió la ría de Bilbao. Este domingo el diario Gara publicaba esta carta.

Marginales e inadaptados responden al ex senador Iñaki Anasagasti

José Manzaneda | Asociación Euskadi-Cuba

“Sopa de letras de la más extrema radicalidad”, “marginales”, “mundo marginal vasco”, “sector de inadaptados”, “miserables  apoyando  una dictadura”: así definía el ex senador Iñaki Anasagasti, en dos textos recientes, a los colectivos que, el pasado 1 de enero, celebramos el 62 aniversario de la Revolución cubana y reivindicamos el fin del bloqueo económico, comercial y financiero de EEUU contra Cuba, con un barco que recorrió la ría de Bilbao.

La Asamblea General de Naciones Unidas, por 187 votos contra tres (EEUU, Israel y Brasil), condenó el pasado año, por 28º vez, el citado bloqueo. Pero la Comunidad Internacional está engañada, nos dice Anasagasti, porque “se trata de un boicot, no de un bloqueo”, ya que “Cuba puede comercializar con todos los países del mundo, pero le viene muy bien eso del imperialismo yanqui”.

Lo explicaremos: Cuba, un país pobre del Sur, sufre pérdidas anuales de cinco mil millones de dólares, debidas a sobreprecios en sus importaciones, seguros, préstamos y fletes, al no poder acceder (ni ventas, ni compras, ni tecnología, ni turismo) al enorme y cercano mercado de EEUU, y al tener vetado todo crédito al desarrollo en los organismos financieros internacionales, controlados por la Casa Blanca. El comercio con otros países, aún en condiciones de sobreprecio, también es afectado de manera extraterritorial, por persecuciones, listas negras y amenazas. La Ley Helms Burton, en su actual aplicación íntegra, ahuyenta las inversiones y, además, la Isla tiene cerrados importantes mercados internacionales. Un solo ejemplo: el sector electrónico japonés que, de adquirir níquel cubano, sería vetado en EEUU.

El bloqueo ha sido reforzado con 130 nuevas medidas en la era Trump, más de 40 en tiempo de pandemia: las sanciones a las navieras han logrado desabastecer a la Isla, de manera periódica, de petróleo y diesel venezolano; la prohibición de viajes, cruceros y compras han reducido los ingresos por turismo; el cierre al envío de remesas y la congelación de visas, las aportaciones familiares de la emigración; y la persecución de los convenios médicos internacionales, los fondos con que se sostiene el sistema cubano de salud.

Pero para Iñaki Anasagasti es un simple “boicot”. Que impide, por ejemplo, a las niñas y niños cubanos con tumores cerebrales, recibir temozolamida, un tratamiento de patente estadounidense. O a las 80 mil personas diabéticas que en EEUU, cada año, sufren la amputación de su pie, ser tratadas con el efectivo medicamente cubano Heberprot-P.

Por cierto, ¿sabía Iñaki Anasagasti que este producto es fabricado por una empresa vasca en Vitoria-Gasteiz, y que Cuba es el segundo comprador extranjero en la Comunidad Autónoma Vasca?

Señor Anasagasti, Vd. debería dejar de intoxicar las relaciones entre nuestros pueblos y favorecer el interés bilateral. Y dejar de repetir el rosario de embustes de la ultraderecha cubanoamericana: que en Cuba “los artistas no pueden exponer ni decir lo que quieren”, “la Iglesia no puede predicar”, “los ciudadanos para ir de una ciudad a otra tienen que pedir permiso”, “no pueden salir del país”, o que “la iniciativa privada está proscrita”... Nuestro libro “Cuba: verdades y mentiras” responde a estas y otras sonrojantes mentiras.

Al ex senador solo le faltó decir que el barco que recorrió la ría el 1 de enero lo pagamos con una subvención pública, tal como aseguran, en redes sociales, algunos cubanos partidarios de Donald Trump residentes en nuestro país. A los que el ex senador seguro no llamará “marginales”, “inadaptados” o “miserables”, aunque hagan apología del “boicot” de la mayor potencia mundial contra su propio pueblo.

 

 

 

°

No hay comentarios.:

Publicar un comentario