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domingo, 24 de enero de 2021

Los Frutos de Lezama

Un comentario editorial con sustento e inspirado en la reciente hazaña futbolística del Athletic de Bilbao que, con sus oncena de aldeanos, se ha hecho de la Supercopa haciendo los honores nada más y nada menos que al Real Madrid y al Barcelona.

Lo traemos a ustedes desde Deia:


El triunfo de una filosofía

No es cierto que no haya calidad en la primera plantilla. Se ha demostrado en el gran fin de semana andaluz

David Salinas-Armendariz

El 29 de junio de 1958 el Atlético de Bilbao ganaba la Copa del Generalísimo al Real Madrid de Di Stéfano, multicampeón de Europa, en el mismísimo Santiago Bernabéu. Nacía la leyenda de los Once Aldeanos capitaneados por el gran Piru Gainza.

El 5 de mayo de 1984 el Athletic de Javier Clemente derrotaba en el mismo escenario al Barcelona de Maradona, y se llevaba su vigesimocuarta (y última) Copa, después de ganar también la liga y adjudicándose con ello su primera Supercopa.

Este inolvidable 17 de enero de 2021 en La Cartuja sevillana el Athletic Club ha superado al Barcelona del astro argentino Messi, y lo ha hecho tras dominar también en la semifinal al Real Madrid, en ambos casos con todo merecimiento y demostrando actitud y fútbol. La consecución de este tercer título de Supercopa, tal y como se plantea y se ha desarrollado, reviste un extraordinario mérito, recordando que su disputa por el equipo rojiblanco es consecuencia de haber accedido una vez más a una final copera, a la espera de su celebración atrasada frente a la Real Sociedad en un derbi vasco inédito y lleno de alicientes.

La que hemos vivido hace unos días es una gesta de un nivel sin duda comparable con aquéllas, en una realidad competitiva como la actual donde entidades como Barcelona y Real Madrid, con gigantescos presupuestos y plantillas que son selecciones mundiales, se ubican en un nivel superior al resto, incluido un club como el bilbaino (con diptongo) que mantiene contra viento y marea su idiosincrasia única. Única sí, pero en un contexto geográfico todavía propicio, pese a los agoreros.

El fútbol vasco atraviesa en su conjunto una época dulce a nivel de clubes. Cinco equipos militan en la máxima categoría de la competición estatal, de los cuales uno está jugando en Europa y otro acaba de ganar un título. Además (y esto no es novedad) desde el punto de vista de producción de jugadoras y jugadores autóctonos el fútbol euskaldun continúa también al alza, y puede conformar con sus recursos humanos en cualquier momento una potente euskal selekzioa que reclama su oficialidad internacional.

El Athletic, aún con casos fronterizos, sigue manteniendo su doctrina de nutrirse exclusivamente de futbolistas nacidos o formados en los siete territorios de Euskal Herria. Lezama, con la aportación nada menos que de 18 fichas en Primera en la presente temporada 2020-21, se consolida como la cantera más fructífera del Estado. Un espejo en el fútbol europeo y mundial.

No son pocos los que han venido advirtiendo, singularmente desde la piel de toro, que la filosofía zurigorri es una quimera, una entelequia, o que está desfasada, pasada en el tiempo, incluso que es xenófoba. Hoy seguro callarán.

¿Es factible para un club como el Athletic mantenerse en la élite del fútbol solo con jugadores de casa, solo con jugadores vascos? A pesar de los dientes de sierra lógicos (que incluso se pueden dar en una misma temporada, como hemos visto) el tiempo y los hechos lo confirman. No solo es viable sino exitoso.

¿Qué es necesario para alargar más y más este sueño? Buena gestión, recursos y convicción. Una cantera mimada, profesionalizada, con técnicos de nivel y apoyo de la masa social. Y claro, como se comprueba una y otra vez por la crudeza de la competición, resulta fundamental la elección del entrenador del primer equipo, en atención a los rasgos reconocibles de sus jugadores.

No es cierto que no salgan frutos de Lezama, y tampoco que no haya calidad en la primera plantilla. Se ha demostrado en el memorable fin de semana andaluz. Hay carácter, consustancial con nuestros valores, y hay también talento, que seguirá aflorando con confianza y apoyo. Harrobiaz harro.




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