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viernes, 12 de junio de 2009

Genocidio Amazónico

A solo unos días de que se celebrara la IV Cumbre Continental de Pueblos Originarios e Indígenas en Perú su presidente Alan García desató un operativo represivo en contra de los grupos indígenas que se oponen a la explotación de la selva amazónica. Ayer se publicó esto al respecto en Rebelión:

Alan García ya tiene culpable del genocido en el Amazonas peruano: Evo Morales

Agencias/insurgente.-

El Mandatario peruano indicó que “un gobernante de un país cercano y vecino enviaba mensajes incandescentes” dirigidos a las etnias indígenas y aborígenes diciéndoles “que eran víctimas de una explotación tremenda y un olvido absoluto”.

Dijo que ello ocurrió cuando, antes del sangriento enfrentamiento del viernes, se celebró un congreso indígena en la ciudad de Puno, ribereña del lago Titicaca, donde “nació la decisión de hacer estas movilizaciones”.

“Allí se dijo que iba a haber un levantamiento indígena y se habló de insurgencia”.

El 29 de mayo, el presidente Morales envió una carta a los participantes en la IV Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas del Abya Yala (nombre originario de América Latina), donde llamó a construir la “segunda y definitiva independencia” de Latinoamérica.

Un párrafo de la misiva señalaba: “Éste es el momento para que todos sepan que nuestra lucha no termina, que de la resistencia pasamos a la rebelión y de la rebelión a la revolución. Éste es el momento de la segunda y definitiva independencia”.

En ese encuentro internacional participaron dirigentes de organizaciones sociales afines al Gobierno, como Leonilda Zurita, líder de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa (FNMC-BS), e Isaac Ávalos, de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB).

El Gobierno boliviano aclaró que el mensaje enviado por el presidente Morales no estaba dirigido a los indígenas peruanos específicamente, sino a todos los participantes del encuentro y que “convoca a la vida”.

García, el fin de semana, denunció que la protesta nativa fue manipulada por intereses extranjeros y por “competidores” que no quieren que Perú progrese a través de la explotación de sus recursos naturales.

Los indígenas de la amazonia peruana exigen al Gobierno de Alan García la derogatoria de decretos supremos que consideran que vulneran sus derechos de propiedad sobre sus tierras comunales, y denuncian que se pretende vender sus territorios a empresas transnacionales.

García, en un mensaje indirecto a su homólogo boliviano, indicó que “lo mejor es no meterse en política de otro lugar” y comentó que “parece que algunos entienden la globalización como el derecho de opinar, de meterse en la política de países vecinos y eso es muy lamentable (…) Si quieren, yo me meto también (en asuntos de Bolivia) y sé cómo hacerlo. No me parece democrático ni legal ni positivo para las relaciones entre países”.

La respuesta del Gobierno boliviano no se dejó esperar. El viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, Sacha Llorenti, ratificó la posición expresada el martes por el vicepresidente Álvaro García Linera, quien criticó que se use la misiva del Jefe de Estado para justificar un conflicto interno.

Llorenti dijo que Morales puede enviar “cinco, diez o veinte cartas si se trata de defender” a los indígenas de América Latina, pero aclaró que esas ideas “no matan”.

Perú y Bolivia mantienen tensas relaciones tras la decisión de Lima de conceder asilo político a un ex ministro y refugio a otros dos de la última gestión de Gonzalo Sánchez de Lozada.

El Gobierno de Morales protestó por la decisión de Perú y amenazó con presentar una demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CJI) de La Haya e incluso amenazó con romper relaciones bilaterales.


Este texto ha sido publicado en Gara:

Katu Arkonada | Colaborador de Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas

Lecciones de un presidente, u origen de un genocidio en Perú

Alan García, presidente de Perú, escribía en 2007 una serie de artículos de opinión, el primero de ellos titulado «El síndrome del perro del hortelano», en el que además de hacer apología de su ideología neoliberal, nada sorprendente en su segundo mandato como presidente de la República, situaba a la Amazonia como primer recurso por explotar del Perú, apuntando principalmente a la (de)forestación maderera. Y no se quedaba ahí, también criticaba las tierras entregadas a los pequeños propietarios, indígenas en su mayoría, y proponía entregar la tierra en lotes mayores, criticando a las comunidades campesinas, indígenas y originarias dueñas de las tierras y apuntando a su escasa formación y pobre nivel de vida. Por si fuera poco, dedica otra parte de su artículo a hablar de los recursos mineros, defendiendo que la discusión sobre si la minería daña el medio ambiente es una discusión del siglo pasado ya superada por la modernidad.

La conclusión a la que llega es que seguir el modelo de los países con políticas económicas neoliberales y en las que prima el interés económico por encima de las personas es el futuro, el desarrollo... y todo el que se oponga a ese modelo, que defienda los intereses de las personas, de los pueblos, de la Madre Tierra, se está oponiendo al progreso, del que hace una cuestión de estado, y a ese que va contra la modernidad le llama el perro del hortelano, que ni come ni deja comer.

No hace falta explicar que sin mencionarlo se está refiriendo en su artículo al movimiento indígena, que comenzaba a articularse en esos momentos para exigir el respeto a sus derechos como pueblos originarios de la Amazonia. Y lo hacían basándose no ya en su cultura y tradiciones ancestrales, sino en tratados internacionales, como el convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas que Perú ratifico en 1993, otorgándole rango legal de obligado cumplimiento, especialmente en las normas referidas al derecho a la consulta y participación.

Los pueblos amazónicos cumplían 56 días de levantamiento pacífico el pasado 5 de junio, a pesar del estado de sitio decretado por el Gobierno el 8 de mayo que provocó la suspensión de las libertades civiles y políticas en la zona, cuando la Policía y las Fuerzas Armadas entraron en Bagua (órdenes políticas de por medio) emboscando a un grupo de indígenas y, ante la respuesta de los mismos, pasando a atacar desde helicópteros con armas de guerra, provocando una masacre y un genocidio saldado con 24 policías muertos (muchos baleados con su propia munición de fusiles AKM) y unas cifras de civiles muertos que varían entre 25 y 50, pero con graves acusaciones de observadores y ONG de quema de cadáveres o hundimientos en el río para minimizar la cifra de muertos.

Esta masacre anunciada es la respuesta que daban Alan García y su Gobierno a la protesta popular y a la más que probable inconstitucionalidad de los decretos legislativos, inconstitucionalidad ya dictada por la comisión ad hoc del Congreso, así como por la Defensoría del Pueblo, que el día anterior, 4 de junio, presento una demanda en ese sentido ante el Tribunal Constitucional por violación del artículo 6 del convenio 169.

Por si fuera poco, y para preparar el terreno a la represión, a finales de mayo la ministra de Justicia denuncia a Alberto Pizango, presidente de Aidesep (Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana) y principal líder amazónico, por alentar la rebelión, sedición y conspiración, grave acusación, que tras los años del conflicto armado en Perú, está penada con 30 años de cárcel. Se ha buscado la criminalización de Pizango con el objetivo de impedir la negociación y el diálogo con los pueblos amazónicos.

Pueblos amazónicos que buscan la derogación de TLC injustos y arbitrarios, que buscan vender sus tierras ancestrales a las transnacionales que ya controlan la política de Perú, así como de los recientes artículos promulgados por el Gobierno peruano (994, 1.064, 1.020, 1.081, 1.089, 1.090, 1.083, 1.060 y 997) que van en la misma dirección y son un paso más para favorecer la desaparición de los estos pueblos. Pueblos que suman 42 grupos étnicos en la Amazonia, pero que ya han sufrido la desaparición de 11 de ellos en los últimos 50 años, contando otros 18 en peligro de seguir el mismo camino.

Un ejemplo, el lote petrolero 76, de un millón y medio de hectáreas, supondrá la construcción de 18 líneas sísmicas, 166 helipuertos, 166 campamentos y 1.944 zonas de descarga en la Amazonia.

La declaración final de la reciente Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas se solidarizaba con las luchas antiimperialistas y por los derechos colectivos de varios pueblos del mundo, entre ellos el vasco. Hoy, jornada nacional de lucha en Perú, como vasco, orgulloso de pertenecer a uno de los primeros pueblos de Europa, como internacionalista y solidario con todos los pueblos oprimidos del mundo, hoy sólo puedo sentirme amazónico, hoy soy ciudadano de Bagua, hoy me llamo Alberto Pizango.

Porque la vida no se vende, la vida se defiende.

En Bitxikeriak hemos colgado este video ayer:


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