Hemos entrado al 2021 pero hay temas sin resolver del 2020 que continuarán con nosotros por un tiempo... y no, no estamos hablando del SARS CoV-2 ni de su prima la gripe aviar que ya se multiplica en Ipar Euskal Herria. Hablamos de la propuesta acerca de convertir al 'Gernikako Arbola' de Iparragirre en el himno oficial del pueblo vasco... porque de Euskal Herria será difícil mientras su territorio histórico esté dividido en cuatro entidades políticas -CAV, enclave de Trebiñu y Argantzon, Nafarroa e Iparralde- y desgajada entre dos estados tardocolonialistas.
Dicho lo anterior, les presentamos esta entrevista en Gara en donde se aborda el asunto de la mano de un historiador impecable.
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«‘Gernikako Arbola’ puede y debe ser el himno nacional vasco»
Jose Mari Esparza ha publicado con Txalaparta “Biografía del Gernikako Arbola” como una aportación para el debate sobre la designación del zortziko escrito por José María Iparragirre como himno nacional vasco. Subraya su enraizamiento en el el conjunto país y que, pese a las críticas en sentido contrario, transciende las mugas ideológicas y territoriales.
Martxelo Díaz¿Euskal Herria necesita un himno?
Más que eso: necesita mantener y cultivar rasgos de identidad que nos identifiquen como pueblo y recreen el imaginario nacional: una lengua vertebral, un mapa territorial, un nombre, una historia compartida, unos medios de comunicación comunes, una iconografía y, por supuesto, un himno. Es triste acabar un Aberri Eguna en Gernika y quedarnos todos en silencio; que se juegue una final de pelota y no suene un himno; que acabe una manifestación nacional y no se cante nada. ¿Quién no ha tenido envidia estos años del pueblo catalán? Carecer de un himno nacional es prueba del nivel de colonización a la que estamos sometidos. ¿Que hay algunos que no gustan de banderas e himnos? Bueno, pues que no lo canten. Ya lo cantaremos los demás. A mí tampoco me gusta el fútbol pero quiero que juegue la Euskal Selekzioa.
¿Por qué tiene que ser “Gernikako Arbola”?
Porque no hay otro que cumpla tantos requisitos. Los himnos nacionales surgen en el siglo XIX con los movimientos románticos de los pueblos en favor de sus libertades e instituciones. Y en 1852 surgió el “Gernikako Arbola” con una fuerza arrolladora, superando los destierros y las masacres por cantarlo, imponiéndose en todos los territorios y en todo el abanico político, y logrando un reconocimiento como pocos himnos han tenido. Además, es un bello zortziko. Haciendo el libro me ha sorprendido cómo ha sido llamado «himno nacional vasco» en todas las lenguas. Por lo tanto, si tenemos un himno con larga historia, épica reivindicativa, sangre derramada, traducciones y citas en toda la literatura mundial, infinidad de versiones musicales, memoria en todos los lugares y familias políticas del país… ¿a qué estamos esperando? Para colmo, es un himno con un mensaje de rabiosa actualidad, pues, ante la globalización que nos amenaza, canta a un tiempo a las libertades locales, la solidaridad internacional y la veneración a la naturaleza. ¿Se puede pedir más? Solo falta una cosa: su divulgación entre la juventud. Pero el día que suene en un Hatortxu Rock, o en una manifestación nacional en favor de los presos, al día siguiente lo cantará hasta la última adolescente.
Se ha solido destacar, a modo de crítica, que se trata de una composición excesivamente vinculada a una corriente política como el carlismo.
Eso es un gran error y basta ojear el libro para comprobarlo. Desde el inicio, toda la intelectualidad liberal vasca (Becerro de Bengoa, Campión, Olóriz, Iturralde y Suit, Unamuno, Baroja...) glosó el himno precisamente porque lo consideraban un canto a las libertades republicanas. La élite musical que lo divulgó: Gayarre, Sarasate Arrieta, Gorriti, Fagoaga... ¿eran carlistas? Los dirigentes del comunismo y socialismo vasco (Zugazagoitia, Meabe, Indalecio Prieto), ¿no lo cantaban como himno socialista e internacionalista? Es cierto que los carlistas siempre lo cantaron, y lo cantan, como lo hacían los socialistas de Eibar o el batallón de gudaris comunistas “Gernika”. También Sabino Arana lo llamó «himno nacional», como Gallastegi, Telesforo Monzón y luego la primera generación de ETA, con Krutwig o Txabi Etxebarrieta. Por eso es un himno nacional, porque lo ha cantado todo el mundo. Como cantan “La Marsellesa” o “Els Segadors” desde los burgueses a los revolucionarios.
Asimismo, se ha criticado que la letra es demasiado religiosa.
Otro error. Siempre se cantó la primera estrofa, que no tiene nada de religiosa, y sí mucho de pagana. Iparragirre se inspiró en las barricadas de París de 1848, cuando los revolucionarios plantaban los árboles a la libertad por todo el mundo. El mismo Sabino Arana se alejó del “Gernikako Arbola” y creó el “Gora ta Gora” porque para él el zortziko no era religioso. Y ahora vienen algunos diciendo que si es carlista, que si es del PNV, que si es religioso… el mundo al revés. Darle la vuelta a esto es también recuperar la memoria histórica. En este sentido, creo que el libro es clarificador.
Subraya que la composición se ha extendido y ha sido tomada como propia en todo el territorio de Euskal Herria, desde el Aturri hasta el Alhama.
No ha habido una canción en euskara, y menos de carácter político, que se haya cantado tan masivamente en todos los rincones de Euskal Herria. Y donde más material he recogido es en la Ribera de Navarra. Lo mismo en Iparralde, en toda la diáspora y en otras partes del mundo, donde era símbolo de libertad. Como los brigadistas internacionales que lo cantaban con letra en esperanto en el frente de Valencia. Y tras el bombardeo de Gernika, el himno pasó a la iconografía antifascista mundial. Yo estoy convencido de que pocos himnos nacionales tienen una biografía tan hermosa.
Ha afirmado que el libro es fruto de la pandemia…
Hace ya algunos años que venimos insistiendo sobre el tema, y este año, aniversario del nacimiento de Iparragirre, todo se ha precipitado: hubo una iniciativa de cientos de músicos de todo tipo solicitando su recuperación y comencé a investigar para contrarrestar la desinformación que había sobre el himno. Hallé tanto material que decidí editar un resumen en euskara y castellano. A los músicos siguieron otro tipo de asociaciones culturales; docenas de historiadores de cuatro universidades; gente significada del PNV que, sin menoscabo del “Gora ta Gora” para tres provincias, admiten un himno para las siete; gentes del PSOE; de Podemos, de UPN… A mí me tocó trabajar un manifiesto con gente histórica de la izquierda abertzale y cuál fue nuestra sorpresa cuando del medio centenar de contactos que hicimos todos estaban de acuerdo y reconocían la diferencia de un himno entrañable y nuestro, como es el “Eusko Gudariak”, con un himno nacional que cante cualquier vasco o vasca. Hay más consenso del que creíamos. Al final, el tema saltará de la cultura a la agenda de los partidos vascos. Recuperar un himno nacional no es ninguna nonada.
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