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domingo, 10 de enero de 2021

Entrevista a Joseba Azkarraga

La pandemia por el coronavirus ha hecho lo que nunca pudieron hacer las fuerzas represivas del estado español, evitar que se llevara a cabo la tradicional manifestación en solidaridad con los presos que cada año se realiza en las calles de Bilbo.

En lugar de ello, como muestra de la resilencia de un pueblo que arropa a los suyos, se estarán llevado a cabo cientos de mitines por toda la geografía de Euskal Herria.

De eso y un poco más nos habla esta entrevista publicada por Naiz:


«En meses cárceles de Andalucía o Galicia podrían vaciarse, pero ahí no termina nada»

Joseba Azkarraga, portavoz de Sare | Joseba Azkarraga (Agurain, 1950) responde a las preguntas de NAIZ con la vista puesta en las movilizaciones convocadas este sábado en 240 localidades de Euskal Herria. Iniciativas solidarias que sustituyen a las marchas multitudinarias organizadas en Bilbo y Baiona en tiempos prepandémicos.

Ion Salgado

La cita con Joseba Azkarraga es una cafetería del centro de Gasteiz, una ciudad congelada desde que comenzó 2021. Nos encontramos en la puerta del establecimiento, que por desgracia está cerrado. Nos dirigimos a un bar cercano, no es posible hacer una entrevista en la calle cuanto el termómetro marca tres grados bajo cero.

Aprovechamos el camino para sacar la foto que encabeza esta entrevista y hablar sobre la situación de los represaliados vascos. Pone en valor el trabajo realizado por Sare, que en la útimas semanas se ha reunido con presos y presas vascas y mantiene una cauce de comunicación abierto con diferentes instituciones. Insiste en la necesidad de que el trabajo se realice con discreción, «no porque haya nada que ocultar, sino porque es la mejor forma de solucionar los problemas».

Llegamos a un bar situado cerca de donde habiamos quedado. Un sitio espacioso donde poder hablar sin preocuparnos de la pandemia que ha obligado también a reinventar esta cita de enero. Este año no habrá dos grandes manifestaciones, habrá decenas de movilizaciones. Vista la climatología, también sin riesgo de desplazamientos en pleno temporal.

La primera pregunta es obligada, ¿cómo se ha planteado esta convocatoria?

La convocatoria se hace de manera descentralizada, de tal forma que en estos momentos hay unos 240 municipios en los que la gente se va a concentrar, y la previsión que tenemos es que la suma total, pueblo a pueblo, sea similar o incluso superior al número de personas que se concentra habitualmente en Bilbo. Tengo la impresión de que la ciudadanía vasca percibe que es el momento de apretar, de empujar para romper un bloqueo constante.

¿Ha sido más complicado organizar 240 citas en lugar de dos grandes marchas?

Relativamente, porque en este caso la gente en cada pueblo o en cada grupo de pueblos ha sido la encargada de organizar y coordinarlo todo. Las responsabilidades se han multiplicado por 240, pero también han estado más repartidas, lo que nos ha permitido implicar a miucha más gente en la organización, algo positivo.

El primer objetivo marcado por Bake Bidea y Sare en la rueda de prensa de Baiona es la repatriación de los presos y el regreso a casa de los exiliados...

Sobre todo es la resolución definitiva de esta situación. Por un lado la política de alejamiento se está desbloqueando, eso es un hecho y podríamos decir que estamos ante un nuevo tiempo. Espero que cuando decimos que se ve la luz al final del túnel no ocurra lo que decía el escultor Jorge Oteiza, que cuando alguien le decía eso el respondía "igual es un tren que viene de frente". Nosotros creemos que no es un tren que viene de frente, sino que definitivamente el Estado se ha dado cuenta que no puede mantener por más tiempo una situación constante de vulneración de derechos de los presos y presas vascas. Por tanto, ese tema creemos que puede estar encarrilado, y si nos atenemos a los movimientos que está habiendo podríamos prever que de aquí a mayo o junio las cárceles de Andalucía, Levante o Galicia, que son las más alejadas, queden vacías de presos y presas vascas.

Eso es lo importante, pero ahí no termina ese proceso porque el objetivo es que estén en Euskal Herria. Ese será un segundo paso, una segunda batalla que tenemos que dar hasta conseguir que donde estén ubicados sea o bien en las cárceles de Euskal Herria o en sus casas, que es donde muchos debieran estar si se les hubiera aplicado la legislación ordinaria.

Los datos indican que la mayoría está todavía lejos de Euskal Herria. La mitad están a más de 400 kilómetros...

Hay un 29% de presos que están a una distancia media de entre 600 y 1.100 kilómetros. Para una visita de 40 minutos, muchas familias tienen que recorrer una distancia de 1.500 kilómetros entre ida y vuelta, por lo que no podemos decir que la política de alejamiento ha terminado, porque no es cierto. Se han aliviado muchas situaciones, y hay familias que en vez de viajar a Algeciras o a Puerto de Santa María viajan a Daroca, a Dueñas o a Madrid. Pero siguen siendo muchos kilómetros, muchos sufrimiento y mucho coste personal y económico. Y hay que terminar con ello.

Muchas familias tienen que recorrer una distancia de 1.500 kilómetros entre ida y vuelta, por lo que no podemos decir que la política de alejamiento ha terminado

Otro de los objetivos es avanzar en la progresión de grado, ya que la mitad de los presos vascos continúan en primer grado.

La progresión de grado es fundamental que se desbloquee también, porque supone el inicio del camino a casa de de 107 presos en cárceles españolas. Está saliendo gente con condenadas de 30 años cumplidas en primer grado penitenciario y eso no es normal. Por eso la progresión de grado es uno de los objetivos marcados por Sare para este ejercicio 2021.

¿Qué pasos se pueden dar para lograr ese objetivo?

Hay que hacer ver en el ámbito político en Madrid, y en el ámbito de cada una de las cárceles, en las juntas de tratamiento, que no se puede hacer una revisión de grado mirando simplemente al pasado. Porque mientras se siga mirando al pasado no vamos a desbloquear la situación.

Hay que mirar la evolución de los presos y presas en la cárcel, y hay que mirar que estamos ante presos y presas de una organización inexistente. No pueden seguir haciendo valoraciones como si esa organización estuviera en activo. Eso es algo que se está produciendo en muchas cárceles. Hay una situación de mantenimiento en primer grado por parte de las juntas de tratamiento que no es lógica, y hay que hacerles ver que es un error y una vulneración de derechos.

Hace un par de años el juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis de Castro, dejó la progresión de grados en manos de las juntas.

Lo que nos trasladan desde Madrid es que sean los juzgados de vigilancia penitenciaria, en este caso el dependiente de la Audiencia Nacional, los que decidan sobre esto. Creo que lo dicen para evitar que la responsabilidad de que los traslados recaiga exclusivamente en el ámbito político. Pero hay que decir que la responsabilidad penal es de Instituciones Penitenciarias, y que hagan lo que hagan la derecha les va a zumbar siempre. Nosotros lo que estamos pidiendo es que cumplan su propia legislación penitenciaria. No pedimos privilegios, simplemente el cumplimiento de la legislación penitenciaria.

La realidad evidencia el incumplimiento de la legislación penitenciaria en asuntos tan graves como la situación de los presos enfermos. Josetxo Arizkuren continúa en prisión pese a haber sufrido un infarto, aunque al menos su traslado sí ha sido a Euskal Herria.

Yo estuve con él en la prisión de Murcia hace unas semanas, y todavía no sabía que le iban a trasladar a Iruñea en lugar de a Logroño como se había previsto inicialmente. Es uno de los pocos trasladado al lugar donde tiene el núcleo familiar. El resto está disperso, de Madrid hacia aquí, pero muy disperso. Y eso es una asignatura pendiente sobre la que tenemos que seguir trabajando.

Se ha reunido con Arizkuren y con más presos, ¿qué opinión le trasladan en esos encuentros?

Trabajamos para buscar el fin de la vulneración de derechos que sufren los presos y presas vascas, y nos interesa conocer su opinión. En vez de hablar siempre de los presos, creemos que es importante hablar también con los presos, y por hemos estado en muchas cárceles. Hemos hablado con ellos y hemos recabado también su opinión sobre lo que estamos haciendo desde Sare, y he de decir que en general, o casi en su totalidad, hay una situación de esperanza.

Esperanza en que este es un proceso que no tiene por qué tener paradas ni marchas atrás, y que más pronto que tarde aquellos a los que todavía no se les ha movido de cárcel y continúan en el sur tienen que ser acercados. Yo diría que están en una situación de esperanza. Ellos han hecho una apuesta clara por la utilización de la legislación penitenciaria y lo que quieren es que se responda por parte del Estado, que no se rechacen constantemente ni la progresión de grado ni los premisos penitenciarios.

Sin embargo, esta semanas se han repetido noticias propias de otros tiempos. La condena de Mikel Barrios, el aval a la extradición de Josu Urrutikoetxea, el juicio contra dos jóvenes de Amurrio en la Audiencia Nacional con una durísima petición fiscal...

Nosotros valoramos de forma positiva los pasos que se están dando desde el ámbito penitenciario, los movimientos, pero también realizamos una valoración negativa sobre la postura que mantiene un sector de la judicatura, ubicado en la derecha extrema, que no quiere entender que la situación de hoy nada tiene que ver con la situación del año 2008 o 2009. ETA ya ha dado los pasos que tenía que dar, ya ha desaparecido, y, por tanto, no se puede seguir actuando desde el ámbito de la Justicia como si estuvieran ante una organización que está en activo, porque no es cierto. Al final da la impresión que algunos echan de menos la propia existencia de ETA y que han utilizado a ETA como un arma arrojadiza contra el contrario.

Da la impresión que algunos echan de menos la propia existencia de ETA y que han utilizado a ETA como un arma arrojadiza contra el contrario

¿Considera que el Gobierno del PSOE no da más pasos por miedo a la derecha?

Creo que el Gobierno español, pese a tener una mayoría política en el Congreso que yo creo que está de acuerdo con este tipo de movimientos, tiene mucho miedo a la crítica de la derecha. Y hay que decirle que tiene una mayoría parlamentaria en Madrid que le puede respaldar y le puede ayudar para dar pasos en positivo. Hay una mayoría política muy consolidada, una unidad sindical existente y una gran parte de la sociedad vasca que se lo está exigiendo. No están solos en los pasos que vayan a dar, tienen un respaldo mayoritario. Que dejen de de mirar a la derecha y que miren mucho más a los que les apoyan.

Hay una unanimidad sindical, una mayoría política, y Sare lleva a la calle a miles de personas que defienden estos objetivos. ¿Qué más quiere el Gobierno de España para dar un paso definitivo y cambiar su política penitenciaria? Tiene el respaldo para hacerlo, y lo único que le pedimos es que cumplan su propia legislación penitenciaria.

¿Se va a poder ver esa unidad en las movilizaciones de este sábado?

Se va a ver en las calles y se va a ver en el acto del Euskalduna. Se va a ver el respaldo político, social y sindical más importante que nunca hemos tenido, por los partidos políticos y por los sindicatos que han anunciado su presencia, y por la parte de la sociedad civil que va a estar también representada en el acto. Para Sare es un respaldo importante y para los objetivos que perseguimos también, porque se demuestra una unidad.

¿El PSE estará presente?

No. Estarán Podemos, EH Bildu, el PNV y todos los sindicatos. De la parte social, habrá personas del ámbito universitario, del mundo deportivo y cultural… Va a haber 80 personas, porque tenemos que limitar el aforo por el covid, pero van a ser 80 personas muy representativas de la sociedad vasca.

No obstante, puedo entender y respetar que el PSE no esté, pero en el Parlamento se ha mostrado favorable, tanto en el de Gasteiz como en el de Iruñea, a todo esto. Y a nosotros lo que nos sirve fundamentalmente es ese posicionamiento. El hecho de que después no quiera estar presente en los actos, sobre todo en actos para exigir a los gobiernos de España y Francia que sean audaces y se muevan, yo puedo entenderlo, pero lo importante es su posicionamiento en el ámbito parlamentario en Gasteiz e Iruñea.

¿Reclamarán al Gobierno español que siga los pasos dados por el Ejecutivo de Macron?

Sí, pero hay que tener en cuenta que en el caso del Estado francés ha habido una paralización importante. Hay una mayoría de presos que están en Mont de Marsan y en Lannemezan, pero hay otros que están alejados, repartidos en seis prisiones. Nuestra reivindicación es clara, y lo que se ha aprobado en los parlamentos de Gasteiz y de Iruñea ha sido que todos los presos vascos estén en Euskal Herria, ese es el objetivo. El hecho de que se les vaya acercando, bienvenido sea. Pero el objetivo final es el que es, el que hemos venido reivindicando desde hace tiempo.

Además, hay un tema que a nosotros nos preocupa y que debe formar parte de la reivindicación y del trabajo de este año, como es la Ley Orgánica 7/2003, que condena a cumplimientos efectivos de hasta 40 años de privación de libertad. 40 años sin posibilidad ni de redención de pena. 40 años día a día de prisión. Y en esa situación hay 67 presos y presas vascas. Ese es uno de los problemas importantes que vamos a tener que abordar en el futuro próximo, hay que ver qué salida se le da a esa situación. Entiendo que debe ser una salida fruto de una derogación de esa legislación y la aplicación de la legislación ordinaria. Porque si ya es complicado entender que una persona esté 30 años de situacion de privación de libertad, no quiero imaginarme lo que suponen 40 años. Es una cadena perpetua encubierta que la propia Constitución española no recoge.

Y a esto se suma que hay 50 presos y presas que, habiendo cumplido condena en Francia, en el momento en el que se produce la extradición no se les computa el tiempo cumplido. Es volver a poner el reloj a cero, cumpliendo una condena que ya han cumplido en el ámbito europeo, en este caso en cárceles francesas. Es otra anomalía judicial gravísima, porque se les está obligando a un cumplimiento por duplicado de la condena.

Si ya es complicado entender que una persona esté 30 años en situacion de privación de libertad, no quiero imaginarme lo que suponen 40 años

La Judicatura española no lo ha cumplido pese a ser una directiva europea.

Hubo una estrategia de la derecha en el Senado, donde consiguió introducir una coletilla diciendo que no era de aplicación a este tipo de presos y presas. Es una artimaña que no hay por donde cogerla. El problema es que cada vez que se ha recurrido a Europa, Europa no ha entrado en el fondo de la cuestión, se ha quedado en la superficie. Es un tema que está ahí y que hay que abordar.

Por eso creo que no estamos solo ante un problema de alejamiento o de progresión de grado, que es muy importante, sino que estamos ante otra serie de elementos que son claves si queremos hablar de un proceso de resolución definitiva del conflicto y de que los presos y presas inicien el camino de regreso a casa.

Siempre se dice que dice que la manifestación de enero se celebra con la esperanza de no tener que volver a salir a la calle el año siguiente.

Cuando nacimos, lo hicimos con la idea de ser como los yogures, con fecha de caducidad. El problema es que los yogures sabemos cuando caducan porque lo pone en la tapa, pero en nuestro caso no sabemos cuando caducamos. Nosotros queremos caducar cuanto antes porque eso significaría que se han solucionado los problemas.

Mientras tanto, seguiremos trabajando. Y yo sí creo que este año 2021 comienza de una manera muy diferente a 2020, con otras actitudes, y con esperanza, una esperanza que también tiene los presos y presas como hemos podido constatar en nuestra relación con ellos. Dentro de un año, posiblemente, si volvemos a encontrarnos, la situación sea mejor. 




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