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martes, 11 de agosto de 2020

Guerrilas Soberanistas

Pablo Muñoz nos obsequia, desde las páginas de Deia, este recuento de los diferentes personajes que durante los convulsos años de la intervención napoleónica en la Península Ibérica intentaron recuperar la soberanía de Euskal Herria.

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Los guerrilleros vascos

La llamada Guerra de Independencia fue más un levantamiento popular que otra cosa

Pablo Muñoz

La llamada Guerra de la Independencia, ya lo vimos, fue más un levantamiento popular que otra cosa. Un levantamiento en el que se mezclaron en anárquicas dosis el odio atávico al extranjero invasor, la furia antiliberal, la mitología monárquica y la ignorancia. En cuanto a los vascos del sur, y fuera de las clases dominantes, el sentimiento popular se inclinaba al rechazo del espíritu centralista napoleónico y, a pesar de haber dejado ya demasiadas plumas de sus libertades en las garras de la Corte de Madrid, parecían preferir lo malo conocido.

Y esa conformista decisión de "que me quede como estoy" llevó a echarse al monte a afamados guerrilleros que hostigaron "al francés" hasta ser su pesadilla. Nuestro país ha sido pródigo en este tipo de personajes, y podemos comprobar históricamente que nuestra defensa se ha venido haciendo a través de este género de guerra que no precisa de grandes ejércitos, ni nuestra topografía los permite. La historia recuerda todavía nombres que fueron obsesión de las tropas francesas.

Gaspar de Jauregi (Artzaia)

Natural de Urretxu, pastor de oficio a quien pilló el 1808 con 17 años. Se echó al monte dos años después y sorprendió a un correo francés. A los quince meses ya se le habían unido 3.000 hombres formando tres batallones. Con ellos recorrió Gipuzkoa, Bizkaia y Nafarroa. Esta guerra terminó para Artzaia con tres balazos en el cuerpo y el grado de coronel. Volvió a luchar en la guerra carlista.

Francisco Javier Mina

Nacido en Otano, en el navarro valle de Elortz, y era estudiante cuando cogió el fusil. Reunió a las escasas partidas de Miguel de Galduroz, párroco de Luzaide-Valcarlos, y poco después tomó el mando de todos los voluntarios dispersos por Nafarroa. Tituló a su heterogéneo ejército con el pomposo nombre de "Corso terrestre de Navarra" y en siete meses despachó a los franceses de Oiartzun, Pueyo, Zangoza, Caparroso y otros pueblos más, hasta que una columna napoleónica venida desde Zaragoza lo cazó. Mina, con un sablazo en el brazo, fue llevado prisionero a Iruñea donde se le juzgó. Quizá le salvó la vida su fama de hombre arrojado y valeroso, siendo deportado a Francia.

Francisco Espoz y Mina

Natural de Idocin, cerca de Zangoza, y tío del anterior. Labrador de oficio, recogió el testigo de su sobrino y volvió a reagrupar a los voluntarios navarros formando la famosa "División de Navarra". Hostigó de tal forma a los franceses, que el general Reille le declaró una "guerra sin cuartel" aterrorizando el herrialde. No por ello decayó el ánimo de Espoz y Mina y sus mil voluntarios, que contestaba implacable a las represalias del francés dejándolo fuera de combate en Monreal, Aibar e Irunberri-Lumbier.

Pero quizá la más legendaria correría del guerrillero se produjo en Arlaban, después de haberse enterado en Lizarra-Estella que una poderosa columna francesa iba a salir de Gasteiz conduciendo muchos prisioneros y un cuantioso botín. Espoz y Mina mandó reunirse a todos sus guerrilleros, por caminos diferentes y alejados, en Arlaban y quedaron emboscados en el puerto esperando al convoy. Cuando lo tuvieron enfrente le recibió una descarga cerrada y un asalto a la bayoneta que se saldó con una carnicería. La acción le valió su ascenso a comandante general de la División de Navarra.

Francisco Tomás Anchía, 'Longa'

Natural del caserío Longa, de Mallabia, la francesada le pilló aprendiendo el oficio de herrero en la localidad burgalesa de Puebla de Arganzón. Se echó al monte con cien hombres y recorrió enguerrillado tierras de Burgos y Euskal Herria convirtiéndose en pesadilla de las tropas napoleónicas. Se especializó en emboscadas en puertos de montaña (Deskarga, Pancorbo, Orduña, Valdeajos...), hasta que se coaligó con las partidas vizcainas y desplazó su actividad hacia la costa haciéndose fuerte en Lekeitio.

Longa llegó a mandar la "División Iberia", ya con el grado de coronel, y sus hazañas se hicieron famosas en Castro Urdiales, Salinas de Añana, Nanclares y Armiñón. En Bizkaia, sonaron sus tiros en Zeberio, Markina, Gernika y el mismo Bilbao. Participó en la batalla de Gasteiz y corrió a los franceses hasta Pasaia para penetrar incluso en Iparralde.

Murió temprano, a los 48 años, ostentando ya los grados de general y mariscal de campo.

 

 

 

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