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martes, 4 de agosto de 2020

Tocata y Fuga

Les dejamos con la opinión de Ramón Sola al acto de sustracción monárquica protagonizado por ese vergonzante personaje de nombre Juan Carlos.

La misma ha sido publicada en Gara:

El régimen desnudo

Ramón Sola

La tocata y fuga de Juan Carlos de Borbón será para algunos sorprendente (para otros ni eso porque se venía telegrafiando). Pero sobre todo es coherente con la trayectoria del personaje, y más aún de la corte aduladora que lo ha usado como soporte del Régimen del 78. Han hecho falta 42 años para que ya nadie pueda dudar, de Pancorbo a Algeciras y de Guijuelo a Mazarrón, de que el rey va desnudo, tanto como ese régimen.

Y es que todo ha sido y es falso en él, hasta llegar a este descarado intento de huida camuflado de servicio a la Corona. Fue mentira que guiara a España a la «transición», ¿cómo no iba a serlo si todo el mundo vio que Franco lo invistió sucesor en público? Resultó otro timo que frenara el «tejerazo», ¿se empezará a saber ahora por qué salió tan tarde el 23F? Cuanto más se le intentó encumbrar, más patético resultó a todos los niveles, ¿o no lo reflejaba el dedo índice que sacó a pasear contra quienes le abucheaban en Euskal Herria?

Tan de pega ha sido todo en Juan Carlos de Borbón que ensayó con José Bono cómo estrechaba con enfado la mano del representante de Amaiur. En un discurso navideño afirmó que «la Justicia es igual para todos», pero resultó que no hablaba de él sino de su yerno; ahora se intuye mejor a Urdangarin, no era un cleptómano, solo un aprendiz. Solo le pillaron en Botswana y aún tuvo la desfachatez de afirmar que lo sentía y no volvería a ocurrir. Presentó la renuncia a la Corona como un gesto de Estado cuando todo el mundo sabía que empezaba a fugarse. Simuló que su sucesor resultaba diferente, pero el 1 de Octubre se vio que si acaso era peor. Lo de hoy es solo el último esperpento.

Todo pomposa y ridículamente falso, a un nivel tal que la culpa no es ya de quien engañó, sino de quien se ha dejado engañar en España durante más de cuatro décadas, se dice pronto. No están entre ellas Euskal Herria y Catalunya, republicanas por vocación con o sin Borbones pero víctimas colaterales de Juan Carlos y Felipe. Dos naciones hoy reforzadas porque también en esto tenían razón.


Por su parte, Iñaki Errazkin nos trae este singular texto desde el baúl del recuerdo -por no decir desde la cuneta-:

Ley de 26 de noviembre de 1931: condena por alta traición a la estirpe Borbón

A todos los que la presente vieren y entendieren, sabed: Que las Cortes Constituyentes, en funciones de Soberanía Nacional, han aprobado el acta acusatoria contra don Alfonso de Borbón y Habsburgo-Lorena, dictando lo siguiente:

"Las Cortes Constituyentes declaran culpable de alta traición, como fórmula jurídica que resume todos los delitos del acta acusatoria, al que fue rey de España, quien, ejercitando los poderes de su magistratura contra la Constitución del Estado, ha cometido la más criminal violación del orden jurídico del país, y, en su consecuencia, el Tribunal soberano de la nación declara solemnemente fuera de la ley a don Alfonso de Borbón y Habsburgo-Lorena. Privado de la paz jurídica, cualquier ciudadano español podrá aprehender su persona si penetrase en territorio nacional.

Don Alfonso de Borbón será degradado de todas sus dignidades, derechos y títulos, que no podrá ostentar ni dentro ni fuera de España, de los cuales el pueblo español, por boca de sus representantes elegidos para votar las nuevas normas del Estado español, le declara decaído, sin que se pueda reivindicarlos jamás ni para él ni para sus sucesores.

De todos los bienes, derechos y acciones de su propiedad que se encuentren en territorio nacional se incautará, en su beneficio, el Estado, que dispondrá del uso conveniente que deba darles.

Esta sentencia, que aprueban las Cortes soberanas Constituyentes, después de publicada por el Gobierno de la República, será impresa y fijada en todos los ayuntamientos de España, y comunicada a los representantes diplomáticos de todos los países, así como a la Sociedad de Naciones».

En ejecución de esta sentencia, el Gobierno dictará las órdenes conducentes a su más exacto cumplimiento, al que coadyuvarán todos los ciudadanos, tribunales y autoridades".






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