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jueves, 26 de septiembre de 2019

Fallece el Vascófobo Chirac

Sí, falleció, tan tranquilo, uno de los mayores enemigos galos del pueblo vasco.

Naiz hace este ejercicio de memoria:


El expresidente francés Jacques Chirac ha fallecido este jueves a los 86 años de edad en su domicilio de París. Fue presidente de la República durante doce años, codo a codo con González y Aznar, y primer ministro en el último año de los GAL o la razia contra los refugiados vascos de 1987.

Ramón Sola

Jacques Chirac ha fallecido este jueves a los 86 años. El antiguo mandatario, que dirigió el país de 1995 a 2007, llevaba años retirado de la vida pública tras un problema vascular cerebral en 2005.

Con él desaparece uno de los principales mandatarios franceses desde De Gaulle, cuya línea política siguió. Y en lo referente a Euskal Herria, un colaborador estrecho de la represión española, tanto en su etapa como primer ministro (1986-88) como en la posterior al frente de la República.

De hecho, nada más llegar al Elíseo en 1995, el entonces presidente español, Felipe González, se reunió con él y subrayó: «Mi amistad con Chirac es conocida. Con él la cooperación antiterrorista se mantendrá, y si hay cambios será para intensificarla».

Los años posteriores dieron fe de ello, aunque el mayor beneficiado ya no sería González sino su sucesor José María Aznar (1996-2004), con quien se solapó prácticamente toda la era Chirac.

Aunque en sus memorias Aznar pinta a Chirac como un pérfido con el que tenía grandes desavenencias en la esfera internacional –prácticamente incomunicación total, sobre todo tras la foto de las Azores–, la colaboración contra la disidencia vasca se mantuvo intacta en toda esa época.

Antes, el fallecido exmandatario fue jefe de Gobierno en la recta final de los GAL, si bien todos los atentados mortales salvo el último que costó la vida a Juan Carlos García Goena se habían cometido antes de su llegada al cargo.

Chirac sí fue quien activó decididamente la fase posterior, marcada por otro tipo de persecución a refugiados vascos, como la razia de octubre de 1987: 2.000 agentes franceses entraron en 180 casas y detuvieron a 61 de ellos, muchos de los cuales acabaron entregados o deportados. Y el resto, condenados a la clandestinidad en lo sucesivo.

En la faceta más puramente política, Jacques Chirac tuvo una posición jacobina ante las demandas de un departamento vasco que salpicaron sus dos fases principales de poder en París. En la campaña de 2002, en que debió hacer frente inesperadamente a la ultraderecha de Jean Marie Le Pen, adoptó algunos compromisos al respecto, enterrados luego rápidamente.

La perspectiva francesa

Por lo que respecta a la política francesa, Chirac, nacido en París en 1936, deja tras de sí una dilatada carrera que comenzó en 1965 como concejal de Sainte-Féréole y que le llevó apenas dos años después a la política estatal como diputado de la Asamblea Nacional, paso previo a su incorporación al Gobierno en 1971.

En 1974, se convirtió en primer ministro bajo la Presidencia de Valéry Giscard d'Estaing, cargo del que terminaría dimitiendo por desavenencias internas de su partido y desde el que daría el salto a la Alcaldía de París tres años más tarde. Chirac regresó como primer ministro en 1986, durante una etapa de cohabitación con el socialista François Mitterrand, y en 1995 dio el salto definitivo a la jefatura de Estado.

Chirac también representa la evolución de la derecha francesa y la reconversión de la principal formación conservadora, ya que entró en política como miembro de la Unión de Demócratas por la República (UDR), logró sus mayores éxitos bajo la bandera de Agrupación por la República (RPR) y se despidió como líder de la Unión para la Mayoría Presidencial (UMP), que ya bajo la batuta de Nicolás Sarkozy cambió su denominación y en la actualidad es conocida como Los Republicanos.

Tantos años en política también han dado para varias polémicas, relativas en su mayoría a las presuntas irregularidades que pudo cometer durante su etapa como alcalde de París y que le valieron varias imputaciones, entre otras razones por la presunta creación de empleos ficticios.






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