Cubainformación nos regala otra perla de las consecuencias de la campaña de hostigamiento por parte de Washington en contra de la Isla:
José Manzaneda | Coordinador de CubainformaciónEn agosto, a falta de noticias, se fabricaba en Miami un show con el polizón de un avión procedente de La Habana.Dado que la acogida automática a migrantes de la Isla en EEUU fue derogada en 2017 por Barack Obama, el joven polizón solicitó el asilo político por posibles “torturas” en caso de deportación: “Si me regresan (sic) a mi país, allá me van a reprimir, torturar, encarcelar”, declaraba al canal Telemundo.Sus súplicas a la Casa Blanca eran acompañadas de una denigrante apología de los “valores americanos”: “Les pido encarecidamente que valoren mi caso… vine aquí porque este es un país que da oportunidades a las personas que son de bien y son trabajadores, un país donde se respetan los derechos humanos". Está claro: 19 mil migrantes que, cada mes, deporta EEUU, son chusma. Solo son personas trabajadoras “de bien” quienes están dispuestas a lamer los zapatos del Tío Sam.Hay que decir que, de ser deportado a Cuba, esta persona ni tendrá problemas legales, ni será detenido, ni perseguido, ni torturado. El “riesgo creíble de persecución”, el “miedo insuperable” que le abriría la puerta al asilo, no existe. Pero en la farsa política contra Cuba, no falta la creatividad jurídica. El argumento de su abogado para anticipar un más que seguro hostigamiento en la Isla es la “publicidad que ha tenido el hecho a nivel internacional”. Es decir, en Miami fabrican la “publicidad”, el show que luego se convierte en la única prueba de una “persecución” jamás demostrada.En El Nuevo Herald leíamos que, en México, “la inmensa mayoría” de quienes piden “asilo del lado norteamericano (...) son cubanos”, porque “los centroamericanos” –carentes de esa oportunidad- “prefieren cruzar el río a nado”.“Las migrantes cubanas” –añadía el diario- “no quieren ni oír hablar de adentrarse en la ciudad de Matamoros (México) a buscar trabajo” por miedo a los asaltos. “Los cubanos no estamos acostumbrados a la violencia que se vive aquí”, declaraban.Porque a lo que sí han estado acostumbradas cubanas y cubanos, durante décadas, es a un escandaloso privilegio migratorio sobre el resto de población latinoamericana.El propio Herald reconocía en el reportaje que la emigración cubana es económica, idéntica a la del resto de países de la zona. “Muchos cubanos temen el regreso de un nuevo Período Especial” –decía- “lo que ha empujado a miles a emigrar”.Recordemos que, tras el fin de los privilegios de acogida en 2017, el número de balseros cayó un 90 %. Pero este año ha vuelto a crecer un 12 %, tras las medidas contra Cuba aprobadas por Donald Trump.Estas son, por un lado económicas: entre otras, la Casa Blanca ha golpeado el turismo, prohibiendo los cruceros y otras modalidades de viaje, ha reducido el importe de las remesas, multado a navieras que transportan petróleo y aplicado íntegramente la Ley Helms-Burton para ahuyentar cualquier inversión en la Isla.Por otro lado, EEUU cerró su oficina consular en La Habana, obligando a la población cubana, para solicitar visa, a desplazarse a otro país. Con lo que el compromiso, firmado en 1994, de otorgar no menos de 20 mil visas anuales a cubanas y cubanos es ya papel mojado.Cierre consular y asfixia económica vuelven a colocar la emigración en la agenda de la guerra política contra Cuba. Y hay quienes, en un vergonzoso colaboracionismo, se prestan a ser moneda de cambio con tal de no tener que “cruzar el río a nado”.
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