Circula en redes una petición para que se pida perdón formalmente a la cantautora irlandesa Sinead O'Connor por la campaña mediática en su contra emprendida tras la participación televisiva del 3 de octubre de 1992 en el programa estadounidense Saturday Night Live, misma en la que rompió una foto de Karol Wojtyla, el nefasto individuo que en aquel tiempo detentaba la titularidad de Papa de la Iglesia Católica.
Con esta emblemática acción, Sinead reclamaba el fin del abuso sexual perpetrado por sacerdotes en contra de menores de edad. Dicha lacra fue denunciada por Sinead en múltiples ocasiones e incluso su canción Famine contiene el siguiente párrafo: "...The highest statistics of child abuse in the EEC, and we say we're a Christian country...", canción que por cierto otorga créditos por autoría a John Lennon y Paul McCartney y que está contenida en el LP titulado Universal Mother de 1994.
Pues bien, en ese mismo país de hipócritas y puritanos donde el Catolicismo es una religión minoritaria y en donde se destruyó la incipiente carrera de Sinead se ha destapado uno de los escándalos más horrendos en la historia reciente de la Iglesia Católica, de ahí la exigencia de pedir disculpas a Sinead, petición que apoyamos desde este blog, a sabiendas claro esta de que la titularidad del puesto de sucesor de San Pedro recae hoy en la figura de Jorge Mario Bergoglio.
Dicho lo anterior, les dejamos con este artículo publicado en El Norte:
Jorge Ramos ÁvalosHay que decirlo con total claridad. El Papa Francisco está protegiendo a sus sacerdotes pederastas y no a las víctimas de abuso sexual.Si de verdad quisiera terminar con escándalos, como el descubierto recientemente en Pennsylvania, debería dar toda la información que tiene a la Policía e identificar y entregar a los criminales a las autoridades. Pero el Papa no quiere. Es la ley del silencio.Los archivos del Vaticano están llenos de casos de abuso sexual. Pero son archivos secretos. Sólo el Papa tiene la llave y no la quiere entregar.Ahí estaban, seguramente, muchos de los casos de abuso sexual cometidos por más de 300 sacerdotes en Pennsylvania y que dio a conocer hace unos días un gran jurado. Más de mil víctimas, sobre todo niños, fueron abusados. Aunque el reporte asegura que puede haber miles más.Todo esto lo sabía el Vaticano hace décadas. Y no hizo nada. Si no fuera por la presión de los medios de comunicación -como el diario The Boston Globe en 2002- y las investigaciones del procurador general de Pennsylvania, esto seguiría enterrado.Las 887 páginas del reporte -impresionantemente bien investigado- son un compendio de horrores.Hoy sabemos que un sacerdote en la Diócesis de Erie violó anal y oralmente a más de 15 niños, algunos de 7 años de edad. Un religioso de la Diócesis de Greensburg embarazó a una adolescente de 17 años, se casó con ella falsificando documentos, luego se divorció y nunca lo expulsaron de la Iglesia.Los traumas quedan toda la vida. Un hombre de 75 años de edad llamó a la Diócesis de Scranton para denunciar que cuando él tenía 15 años y era monaguillo un Padre le tocó sus genitales por fuera de la ropa.Pregunta ingenua: ¿por qué esto no era información pública? ¿Por qué lo escondió el Vaticano? Respuesta: porque el Papa Francisco ha decidido que así sea.La carta que envió el pontífice el pasado 20 de agosto dice que "hemos descuidado y abandonado a los pequeños". Es cierto. Pero no dice absolutamente nada sobre todos los pederastas que sigue protegiendo su Iglesia.Conclusión: a pesar de sus palabras llenas de "vergüenza y arrepentimiento", el Papa sigue protegiendo a los criminales, no a las víctimas.Ésta es una estrategia de muchas décadas. Las formas de protección a la institución prevalecen por encima de los niños violados. Así me lo contó Jesús Romero Colín, quien fue abusado desde los 11 años de edad por un sacerdote mexicano: "En el 2013 le envié una carta al Papa Francisco y recibí una respuesta en que, básicamente, me pedía perdón y decía que iba a rezar por mí. No hubo ninguna orden al Cardenal para que cooperara en el asunto".Alberto Athié, quien dejó el sacerdocio tras denunciar múltiples abusos, coincide en que el Vaticano tiene un sofisticado sistema de control de daños.Uno, me dijo, "ordena a todos los obispos a actuar de esa manera, como en Pennsylvania; dos, a tener toda la información de todos los casos que han existido y mantenerla de manera secreta; y tres, la que dictamina y sentencia los casos que hay que hacer públicos -que no hay remedio- mas no así de los obispos que encubren".¿Por qué sabemos de casos en Estados Unidos, Chile, Irlanda y Australia, por ejemplo, pero no en México?, le pregunté a Alberto Athié."México es un país de una complicidad tan brutal entre autoridades religiosas y civiles que la impunidad es gravísima", me dijo. "Más que la corrupción, es la protección de las autoridades para que nada pueda emerger". ¿Cuándo se atreverá el Papa a investigar lo que ha ocurrido en México?Rezar por las víctimas no es suficiente. Hay que arrancarle la información a la Iglesia. Es obvio que no están con los niños.Entre las recomendaciones del gran jurado en Pennsylvania hay dos fundamentales para los gobiernos: que no prescriban nunca los casos de abuso sexual a menores y que sea un delito, penado por la ley, el no reportar casos de pederastia.El Papa Francisco podría publicar mañana mismo la lista de sacerdotes pederastas que oculta la Iglesia en todo el mundo. Pero no lo va a hacer. Es el Papa que no quiere ver.
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