Occidente celebró por todo lo alto lo que en historia contemporánea se ha denominado "la caída del muro de Berlín".
Curiosa o paradójicamente, los regímenes totalitarios continúan construyendo muros, los más notables siendo el que Estados Unidos construye en la frontera con México y el que los sionistas están construyendo para aislar al pueblo palestino de resto del mundo.
La nota que les compartimos a continuación ha sido publicada en el blog La Voz del Sahara Occidental en Argentina y nos habla de otro muro, igual o más cruel que los dos anteriormente mencionados:
El muro que el mundo se niega a ver
Neftalí Castellanos
“El Muro de la vergüenza, lo que el mundo no ve, lo que Marruecos no quiere que se vea, lo que el gobierno de España no quiere ver, lo que las Naciones Unidas dejaron de ver, lo que los ciudadanos libres debemos ver” (anónimo)
La zona de ultramar de Sahara Occidental ubicada en el extremo occidental del desierto del Sahara, a orillas del océano Atlántico en África, era arduamente reclamada por España en 1884, quedando delimitada en las negociaciones que se llevaron a cabo con Francia en el Tratado de París de 1900; sin embargo 49 años después Manuel A. Medina, un geólogo español, halló los yacimientos de fosfatos más grandes del mundo y con ello el interés español por tener el poder de la región aumentó. Fue así como empezaron a surgir expediciones y asentamientos en los distritos de Río de Oro y Saguia-al-Hamra, los cuales se unieron en 1958 para formar el Sahara Occidental o también conocido como el Sahara Español..
El 2 de marzo de 1956 Marruecos celebró su independencia de España y de Francia, abandonando este último la nueva nación el 7 de abril de ese mismo año. Tras la entrada de Marruecos a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1956, reclamó el Sahara Occidental como parte de su soberanía. Mauritania de igual manera empezó a reclamar el territorio, por ello la ONU sugirió la descolonización del Sahara. En 1975, España atendió a la sugerencia de la ONU cediendo conforme a lo dispuesto en los Acuerdos de Madrid, la administración, pero no la soberanía del Sahara Occidental a Mauritania y a Marruecos, siendo así que en la actualidad es legalmente territorio español.
Con el fin de evitarse problemas políticos, España abandonó la región en 1976 y de inmediato Marruecos a través de una estrategia invadió el Sahara Occidental, que consistió en enviar 350.000 ciudadanos y 25.000 soldados, anexionándolo así a su territorio; sin embargo, esta acción nunca ha sido reconocida por la comunidad internacional. Como consecuencia de ello se creó una disputa con el Frente Polisario (movimiento de la Liberación Nacional de la República Árabe Saharaui Democrática quienes se consideran los legítimos dueños del Sahara Occidental y buscan la autodeterminación del pueblo saharaui) por el poder del territorio.
Siendo así que el ejército marroquí con ayuda de expertos israelíes y la asistencia financiera de Arabia Saudita y de Estados Unidos (EE.UU.) decidieron construir el Muro de Sahara Occidental, mejor conocido como el Muro de la Vergüenza en 1980, concluyendo su construcción en 1987; produciéndose durante este periodo numerosas confrontaciones entre el ejército marroquí y el Frente Polisario.
Está protegido con muros de arena o de piedra, bunkers, vallas, siete millones de minas antipersonales, nidos de ametralladoras, radares, entre otros armamentos pesados, que fueron proporcionados por EE.UU. y Francia. Está resguardado por 180.000 soldados marroquíes, los cuales se encuentran desplegados cada 4 o 5 kilómetros de distancia, por ello le cuesta a Marruecos, el 4.6 % de su Producto Interno Bruto.
El interés por ocupar el Sahara Occidental, no es solamente por los yacimientos de fosfato más grandes del mundo ni por el querer evitar que los saharauis regresen a su territorio natal, sino que se debe a la existencia de riquezas naturales como el uranio, petróleo, gas, plomo, titanio oro, zinc y la rica zona pesquera de la región.
Mutilaciones y muertes sufren los saharauis año tras año, debido principalmente a las siete millones de minas que no distinguen entre niños ni adultos, violando así gravemente los Derechos Humanos. Este muro es un símbolo de desentendimiento de la comunidad internacional, un claro ejemplo de como las grandes economías o “potencias”, se adueñan indirectamente de territorios para enriquecerse por medio de la fuerza, la explotación y la ya mencionada, violación a los DD.HH. de la población saharaui. Añadido a esto, la división que ha creado el gobierno de Marruecos con el Muro de Sahara Occidental, priva a miles de personas de la libertad en su propio país causando también graves daños a los marroquíes.
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