Poco saben los españoles del signficado de la palabra dignidad.
Lean la nota que han publicado en La Voz de Galicia donde nos cuentan como Izasjun Uriagereka les da una lección difícil de obviar y mucho menos de olvidar:
La regidora afirma que se trata de una respuesta a «la imposición y política totalitaria» de la representación del Gobierno central
La alcaldesa de Mungia (Bilbao), Izaskun Uriagereka, y la concejal de Cultura, Miren Begoña Bilbao, pertenecientes al PNV, han decidido dimitir para no ejecutar la sentencia del Tribunal Constitucional que ha ratificado que el Ayuntamiento de la localidad vizcaína debe colocar la bandera española en la fachada de la casa consistorial.
Según ha explicado la regidora a Europa Press, ambas dimisiones constituyen una respuesta a «la imposición y política totalitaria» de la representación del Gobierno central «en Euskal Herria», a la que ha animado a «hacer frente».
Las ediles, que harán efectiva su renuncia formalmente en el pleno extraordinario del próximo viernes, han decidido dejar sus cargos por «conciencia», después de que el Constitucional haya rechazado su recurso de amparo, en el que alegaban su «derecho a la libertad ideológica» y «objeción de conciencia» para no colocar la enseña rojigualda.
El TC confirmó la obligación de instalar la bandera de España en el Ayuntamiento y la alcaldesa cree que, acatar la sentencia y colocar la enseña española, iría en contra de sus convicciones, por lo que ha resuelto renunciar a su cargo, una decisión compartida por la teniente de alcalde y concejal de Cultura.
La alcaldesa ha insistido en que la orden de colocar la bandera española en el balcón del Ayuntamiento constituye «una imposición». «Llevamos con esta pelea judicial tres años y medio, hasta que el pasado 5 de febrero recibimos la notificación de la inadmisión a trámite del recurso de amparo ante el constitucional», ha dicho.
Para la regidora, la resolución implica que «el camino judicial ha llegado a su fin», por lo que ha dicho no poder «hacer frente, por una cuestión de conciencia», a «la obligatoriedad de colocar la bandera española». «Considero que vulnera mis convicciones y mis sentimientos, y los sentimientos y el sentir del pueblo de Mungia, del cual soy representante», ha argumentado.
Izaskun Uriagereka ha explicado que, en la actualidad, no ondea en la fachada consistorial ninguna enseña, por una «decisión que, generosamente, los mungiarras y representantes públicos» adoptaron hace 30 años «hasta que el conflicto político que mantiene este país el Estado no quedara resuelto».
«En esa situación nos hemos mantenido durante 30 años, hasta que se ha producido el empecinamiento del delegado del Gobierno anterior, del PSOE, y del actual, del PP, por obligarnos a hacer cumplir una ley que nos ha llevado a esta situación», ha apuntado.
La todavía alcaldesa ha insistido en que concurrió a las elecciones «con un ideario y conforme a un programa en clave nacionalista», con el que obtuvo «el respaldo mayoritario» de los vecinos de la localidad vizcaína, que le otorgaron la mayoría absoluta durante dos legislaturas.
Respuesta a la «imposición»
«Considero que ésta es una respuesta no únicamente personal, sino una respuesta colectiva a una imposición y a una política totalitaria que se está intentando desarrollar y llevar a la práctica desde la representación del Gobierno español en Euskal Herria ante la que no debemos permanecer impasible», ha añadido.
Uriagereka asegura haber recibido numerosos «mensajes de ánimo y de solidaridad y respeto» hacia la determinación «muy dura y muy meditada» que supone abandonar su cargo «tras 16 años de servir a este pueblo y a este Ayuntamiento, y a tres meses de finalizar la legislatura».
La representante del PNV, partido que le ha transmitido su «profundo respeto» por esta decisión, ha deseado que «se siga luchando para que los símbolos de nuestro pueblo sean respetados por aquellos que los agreden y ningunean, imponiendo una bandera que lo único que hace es negar la existencia de la nuestra, como pueblo libre y soberano que tenemos derecho a ser».
Lo mejor de todo ¡es que son jeltzales!
Ojalá Urkullu y Ortuzar entendieran la lección.
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