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domingo, 13 de octubre de 2013

«Morir por los Industriales»

A nadie engañan... pero había necesidad en ponerlo en negro sobre blanco y eso ha hecho precisamente Gara.

Lean:


Fede de los Ríos

Se abre el telón y aparecen el ínclito Cristóbal Montoro afirmando que lejos de bajar, los salarios en España están «creciendo moderadamente» y la no menos maravillosa Fátima Báñez diciendo que las pensiones, pese a todo pronóstico, van a subir. ¿Cómo se llama la película? ¿Dos tontos muy tontos, quizás? No, la película subvencionada al 100% lleva por título Marca España. España se ha convertido en la mayor factoría del género de Ficción, un lugar donde destacan los emprendedores más imaginativos. Dispone de una selección nacional paraolímpica de baloncesto que para sí la quisiera el Circo del Sol en los números de trapecio.

Vladímir Ilich Uliánov, Lenin para amigos y enemigos, decía que el Estado, la administración de la cosa pública, debiera de poderlo dirigir una cocinera. Si uno se para a pensar, una cocinera sabe de tiempos y de espacios, de proporciones, de combinar elementos diferentes, de transformación de la materia. Posee un saber teórico que aplica a una práctica constatable de manera empírica. En la cocina no sirve la mentira, únicamente cuentan los resultados.

En España no hace falta ser cocinera para dirigir el Estado, basta con ser heredero del franquismo y saber utilizar los miedos inoculados durante años por las instituciones del nacional-catolicismo. Ni siquiera es necesario saber mentir a una población carente, no ya de memoria histórica, sino de memoria a corto plazo. La mayoría silenciosa, tan alabada por los próceres españoles.

Montoro hizo las anteriores declaraciones el miércoles, al día siguiente, jueves, el informe de la CEC, que agrupa a las 15 mayores empresas españolas, muestra que los salarios de los trabajadores se están reduciendo paulatinamente y que el beneficio para la empresa por cada empleado crecerá un 6,7%; que la fuerza laboral en España en 2014 será un 20% más barata que la de alemanes, franceses e italianos (34.400 euros por empleado frente a los 43.000 euros en el promedio de los tres países) y por lo tanto, gracias a la bajada de salarios, seremos más competitivos y «la economía española crecerá». Qué curioso resulta, -pensará algún lector-, que mientras la economía de los españoles merma día a día, la «economía de España» al igual que los beneficios de la patronal, por el contrario, aumenten. La explicación del resultado de la ecuación es sencilla, queridos míos: las economías de los asalariados son particularidades singulares, engorrosos gastos necesarios en la producción de mercancías que una vez en el mercado generarán beneficios a la Economía española en general que coincide con la del patrón. ¿O no denominamos economía capitalista al modo de producción en el que estamos? Así que cuantos más beneficios obtenga el Capital, más crecerá la Economía. Por eso el interés general de España coincide punto por punto con el interés de la CEOE, esos altruistas generadores de riqueza, y a ese interés se deben las políticas de gobierno y de Estado.

Lo decía Anatole France hace ya un siglo, «uno cree que muere por la patria y muere por los industriales».






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