Bajo la atenta mirada de Zapatero los jueces de la Audiencia Nacional han decidido que los vascos no tienen derecho a amar y que mostrar cariño es apología de terrorismo.
Gracias a la página de inSurGente nos llega este escrito:
por Manuel F. Trillo
En qué maldita sociedad estamos viviendo cuando no se puede decir en público “¡os queremos!”. El sábado pasado una alcaldesa gritó en público “os queremos”, refiriéndose a los presos vascos, y ello ha motivado a la inquisición española a una razia, una persecución, de esa mujer y alcaldesa de Hernani, hasta el extremo de ver a la María Teresa hablar en la tele sobre el asunto y amenazando de un modo muy grosero.
Yo sé, todos sabemos, que cuando se hacen declaraciones a los “medios” hay que poner esa cara de gilipollas integral y que hay que decir aquello que no hubieras dicho jamás si hubieras sido una persona decente (de lo que se deduce que los políticos no son decentes y que actúan según intereses ajenos). Claro que oír a un político decir “os queremos” y, a los que se quiere, resulta que son presos condenados y en prisión, es inaceptable para los que no quieren a nadie y a nadie admiran y de nadie se vanaglorian.
Ahora se persigue a la Alcaldesa de Hernani porque resulta que quiere a todos los presos vascos, sin importarle el delito por el que hayan sido juzgados, ni la condena que se les haya impuesto. Digo yo que la alcaldesa de Hernani es una mujer cariñosa, capaz de transmitir ese cariño a toda una multitud en un mitin como el ocurrido este fin de semana, y a fe mía, lo digo con el corazón en la mano, de verdad, alguien que es capaz de transmitir su amor por alguien a una multitud del modo que lo ha hecho ella, cuando hasta yo mismo me he conmovido por sus palabras, por el tono y el timbre, por la emoción, por las cadencias, por el ritmo (Maite, me gustaría que este verano próximo leyeras con tu voz algunos poemas del “Perro Pulgas”, tienes genio, yo me acercaría a Hernani), esa mujer, ciudadanos, esa mujer es un tesoro, cuidadla.
Desde la perspectiva del Derecho Penal, no puedo menos, es mi labor, señalar lo siguiente: que alguien diga a voz en grito que ama a alguien condenado por un crimen no le convierte en criminal, y aún menos en apologeta del crimen por el que ha sido condenado aquel a quien se ama. No se enaltece ninguna conducta cuando se grita “os queremos”. Por eso, que la alcaldesa de Hernani, ame a Portu y Sarasola, y a todos, los más de 500 presos vascos, lo único que nos indica es que es una mujer magnífica, capaz de amar a mil hombres y mujeres y por supuesto capaz de amar al autor de estas palabras (qué alegría, Maite).
Santiago Pedraz es quien ha te tomar declaración de las palabras del sábado, y he de decir que este magistrado tiene de tonto lo que de tonto puede tener cualquiera de nosotros. Así que es bueno decir las cosas claras, y si yo tuviera que declarar, diría que amo a quien amo, y que por ello declaro en público mi cariño, y que para quienes amo pido aplausos, estén donde estén, en las cárceles españolas o en el infierno, que es todo por amor, por un infinito amor. El mismo amor de César Vallejo o Blas de Otero. Sí, Maite, en mi caso le diría a ese magistrado que “amo a España, siempre que no sea la sirvienta/ de los que arrastran a los débiles/ y encierran el cielo en una caja de caudales/ y no sea sirvienta y alcahueta de ladrones/ Amo a España si no es dominadora”, así le pido al magistrado que respete el amor de los demás, pues a la postre nadie se ha metido en su corazón, y nadie es para juzgar tus amores, como nadie puede juzgar los suyos. De ti me admira el timbre y el temperamento, me gusta tu forma y tu carácter. Si Pedraz se rebaja a instruir, dejará el Derecho convertido en un espantajo lleno de basura.
Maite, contigo gritamos, cientos, miles, “os queremos”, porque el amor no tiene fronteras ni límites; porque los sentimientos no son razonables, porque se ama a quien se ama; porque yo quiero las montañas y quiero el silencio, amo el temperamento de los valientes y amo lo que los demás aman cuando ese amar se fundamenta sobre sangre y sufrimiento y años en prisión. Ha costado tanto.
Quiero recordar aquí a un amigo mercedario, religioso, decidido a liberar de la prisión a los condenados, y decidido a liberar y rescatar de la prisión a los presos; no medía el crimen, y buscaba a la persona que se ocultaba obligadamente tras la reja o se refugiaba en el silencio de la mazmorra. Hoy sería perseguido por la Audiencia Nazional, y por sus lacayos con la insignia de magistrados. Así va la España zapaterista.
El amor a los nuestros no tiene límites. Os queremos, y eso no se puede remediar, decirlo en voz alta es un delito en España, así que todos nos veremos en la cárcel por la causa del amor.
¡Hasta dónde ha llegado el odio españolista!. Si por ellos fuera encarcelarían a media España.
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